Tiempo de reconstruirte
eBook - ePub

Tiempo de reconstruirte

  1. 272 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Tiempo de reconstruirte

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

2008 fue un año difícil para Javier Regueiro. Se vio obligado a cerrar su primera empresa y tuvo que enfrentarse a una triple quiebra económica, profesional y de salud difícil de superar. Pero, paradójicamente, esta crisis le sirvió para reconstruirse, porque por primera vez en su vida pudo dedicarse a su verdadera pasión: escribir e impartir formaciones. Este libro te cuenta sin rodeos lo que el autor de estas páginas vivió: su deriva tras el descalabro y cómo tuvo que enfrentarse a su frustración y resetear su salud desde cero para sentirme de nuevo útil y productivo; el descubrimiento de que los momentos difíciles encierran las mayores oportunidades de negocios; el emprendimiento de un nuevo rumbo profesional, conectando con sus verdaderas pasiones y capacidades, y las herramientas que utilizó para crear su marca personal, encontrar clientes y generar ingresos. Las personas no crecemos cuando el mar está en calma, sino cuando de pronto se agita y nos vemos obligados a tomar decisiones y aventurarnos hacia nuevos rumbos.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Tiempo de reconstruirte de Javier Regueira en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Personal Development y Self Improvement. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Plataforma
Año
2021
ISBN
9788418927096

1. Cómo dejar de sentirte como una m…

Desocupado y a la vez frenético.
Con mi autoestima por los suelos, pero al mismo tiempo luchando por reencontrarme con ella en algún momento.
Como un púgil a quien las piernas flaquean en el cuadrilátero, al sentirme débil procuro no exponerme, no acercarme al otro, no salir de mi caparazón.
Pero al final llega la hora de salir de casa: toca ir a hacer la compra o a buscar a mis hijas al colegio. Antes de abrir la puerta, pego a ella el oído para detectar si algún vecino espera el ascensor en el rellano, en cuyo caso permanezco inmóvil hasta oír las puertas cerrarse. Incluso entonces aguardo unos prudentes segundos. Hasta tener la absoluta seguridad de que no encontraré a nadie al otro lado.
Por fin, si no parece haber nadie fuera, salgo con el sigilo de un ladrón. Llamo al ascensor y me inquieto si tarda en llegar. Mi grado de ansiedad se dispara cuando oigo voces procedentes de los pisos inferiores: vecinos que entran o salen del ascensor. No saber si lo abandonan o están subiendo en él es lo que más me inquieta.
Tal vez un vecino se acaba de despedir de otro en el segundo y continúa subiendo hasta mi piso (el quinto). Intento aguzar el oído, pero es imposible predecir si el ascensor sube o no con un pasajero a bordo… hasta que se abren las puertas.
Terror: el ascensor hoy sí trae ocupante…
—¡Hola, Javier! Creo que me has subido, vuelvo al cero.
—Ay, disculpa.
—No, no, por Dios, ¡no pasa nada! Pero cuéntame, ¿cómo estás?
La miro a los ojos como esperando a que se disculpe por preguntar algo tan imprudente, tan hiriente para mí en este momento.
—Bien —murmuro—. Tirando.
—Me ha dicho tu mujer que estás trabajando ya, ¡qué bien!
Cierro los ojos unos segundos. Es imposible que esta mujer no detecte la incomodidad que generan sus preguntas. Que no palpe la tensión que se mastica dentro del ascensor.
—Bueno, no sé si llamarlo trabajo. Estoy… ocupado, solo eso.
—¡Muy bien, Javier, eso es importante! ¿Y tus niñas?
—Muy bien, gracias. Son muy ricas, siempre felices. ¡Qué envidia me dan!
Y al instante de haber pronunciado estas palabras, me doy cuenta del error, ya que van a provocar una nueva andanada de preguntas.
—¿Y eso?
—Bueno, ya sabes. Los mayores siempre arrastramos problemas. Los niños no.
—¡Qué filosófico, Javier! Bueno, salgo yo primero, que voy cargada. Un beso a tu mujer.
—Sí, ¡hasta luego!
La sigo a prudencial distancia hacia la calle. Todo cuanto deseo en este instante es que desaparezca de mi vista. Por pura estadística, las probabilidades de volvérmela a encontrar en el ascensor serán bajas en los próximos días y esa es mi única recompensa.
Cuando estoy lo suficientemente lejos de ella, resoplo con fuerza. Como intentando soltar todo ese veneno que llevo dentro, toda la pesada carga de culpa que me desloma desde que cerré los restaurantes.
Siento que no puedo seguir caminando con esa carga, que su peso no me permite avanzar. Y nada ni nadie puede ayudarme a hacerla más liviana.
Pasan las horas y llega la noche. Y este siempre es el mejor momento del día, porque es cuando por fin mi mente se apaga durante unas horas.
Me meto en la cama y recuerdo el episodio del ascensor. Y me pregunto si mi vecina realmente es tan mezquina como la he sentido esta mañana. ¿Realmente hurga a propósito en mi herida, a sabiendas del dolor que provoca?
Probablemente no.
Pero la herida está ahí. Sigue fresca y duele. Y, a medida que mis ojos se cierran y la mente cede poco a poco su implacable control, percibo que solo cicatrizará cuando yo, solamente yo, esté por fin listo para ello.

La mente es el enemigo

No exagero en nada al pintar de un modo tan aterrador mis encuentros con los vecinos al poco tiempo de haber cerrado los restaurantes. Recuerdo las sensaciones, la negatividad, como si me estuviesen asaltando ahora mismo.
Zarandeado de forma inmisericorde por aquel batacazo, avergonzado por la magnitud de la caída a los ojos de todo el mundo, exponerme a un interrogatorio en un espacio cerrado del que no podía escapar aunque solo fuese durante unos segundos me parecía una tortura imposible de afrontar.
Ese terror, aparentemente provocado por un elemento externo (la presencia de un vecino), en realidad procedía de mi propia batalla interior.
La afirmación que sigue es posiblemente uno de los regalos más valiosos que puedo hacerte en este libro. A mí me llevó meses de dura travesía entenderla y, sobre todo, interiorizarla:
La mente racional puede ser al mismo tiempo tu más valioso aliado y tu más encarnizado enemigo.
La mente explica nuestro admirable desarrollo social, económico y tecnológico. Nuestra capacidad de aprender, de deducir, de anticiparnos a los problemas para no tropezar dos veces con la misma piedra.
La mente también explica la supervivencia de nuestro tatarabuelo el Homo sapiens mientras nuestro primo el Neandertal se extinguía en algún punto de Europa meridional, a pesar de su mayor fortaleza física.
Piensa en una cebra que atisba a un tigre acercándose amenazante. Una parte de su cerebro denominada amígdala tardará solo una fracción de segundo en activar su estado de alerta. Y se lanzará a correr a toda velocidad guiada por su instinto de supervivencia. Correrá hasta comprobar que ha puesto tierra de por medio y está a salvo. Ni un metro más. Y en ese momento se tranquilizará. Entonces bajará el ritmo de su respiración, descenderá de golpe su presión sanguínea, se relajará su estado de alerta y podrá beber tranquilamente en la orilla de una laguna sin que el recuerdo de lo que acaba de sucederle la prive de ese momento de relax.
Los humanos también disponemos de este mismo mecanismo de alerta que detecta y calibra los riesgos a nuestro alrededor y nos activa en caso de amenaza. La diferencia entre tu mente y la de una cebra es que, aunque el peligro haya pasado, tu mente lo recreará de nuevo. Como si estuviese sucediendo nuevamente. Una y otra vez.
Más veces cuanto más perturbadora haya sido para ti la situación vivida. ¿Reconoces este patrón? ¿Tu cabeza vagando en bucle, completamente fuera de control, como la noria en la jaula de un hámster?
Es tu cerebro racional analizando una y otra vez lo ocurrido, intentando descifrar qué fue lo que hiciste mal. Esforzándose por extraer un aprendizaje de lo sucedido que te impida volver a sufrir lo mismo en el futuro.
Y, por supuesto, rumiar nuestros pensamientos de esta forma termina por originar sentimientos en la zona neocortical del cerebro. Unos y otros, pensam...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Dedicatoria
  5. Enhorabuena
  6. Sobre éxitos y fracasos
  7. Warning
  8. Lo que este libro te ofrece
  9. 4 razones para emprender
  10. 1. Cómo dejar de sentirte como una m…
  11. 2. Cómo volver a ser productivo
  12. 3. Cómo detectar oportunidades en tiempos de crisis
  13. 4. Cómo diferenciarte en tiempos de crisis
  14. 5. ¿Acertar a la segunda?
  15. Bibliografía
  16. Notas
  17. Colofón