Minería transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales
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Minería transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales

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Minería transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales

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¿Es la minería un elemento dinamizador de la economía de las naciones, o solamente una actividad guiada por la necesidad del lucro inmediato aun a costa de la salud de la población y de la destrucción del medio ambiente? La investigación que se muestra en este libro demuestra la necesidad de una fuerte intervención ciudadana.

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Información

Año
2021
ISBN
9789876919340

Los movimientos contra la minería metalífera a cielo abierto: escenarios y conflictos
Entre el “efecto Esquel” y el “efecto La Alumbrera”

Maristella Svampa, Marian Sola Álvarez y Lorena Bottaro*

Introducción

La megaminería a cielo abierto, que emplea tecnologías de lixiviación con sustancias tóxicas, es una actividad que en los últimos años viene suscitando grandes resistencias a lo largo del país. Pese al escaso conocimiento que existe en nuestro país sobre el tema, la importancia económica del sector minero no es menor si tenemos en cuenta que, según datos de la Secretaría de Minería de la Nación, entre 2003 y 2007 el total de inversiones acumuladas se multiplicó por más de ocho, pasando de 660 millones a 5.600 millones de dólares. Como hemos visto en “La problemática de la minería metalífera a cielo abierto”, beneficiadas por un escandaloso marco legal creado en los 90, confirmado por las sucesivas gestiones, la puesta en marcha de este “modelo de desarrollo”, a cargo de empresas transnacionales se viene realizando de manera silenciosa y vertiginosa, sin consulta a las poblaciones involucradas.
En 1997, Catamarca fue la encargada de arrancar con el megaproyecto La Alumbrera, pero sería en la localidad chubutense de Esquel donde la megaminería encontró un primer gran escollo, que ningún manual de “responsabilidad social empresarial” había previsto. Allí, luego de conformar una asamblea multisectorial en la cual se destacaban grupos de profesionales, la población llamó a una consulta popular, que en marzo de 2003 arrojó un rotundo “no” y desembocó poco después en la primera ley provincial de prohibición de este tipo de minería. Desde entonces, las resistencias se han multiplicado.
En gran parte, los escenarios de conflicto a los que se ven arrojadas las poblaciones son de una asimetría obscena, como se refleja dramáticamente en San Juan, La Rioja y Catamarca. Pero, entre 2003 y 2008, gracias a la articulación de resistencias regionales, siete provincias sancionaron leyes prohibiendo, en algunos aspectos, este tipo de minería. Tres factores clave jugaron en favor: movilización multisectorial, socialización de la información y construcción de redes territoriales. Así, a fines de 2008 existían aproximadamente setenta asambleas de vecinos autoconvocados, que incluyen en su composición desde amas de casa y comerciantes hasta productores y profesionales. Contrariamente a lo que divulgan gobiernos y empresas transnacionales y gracias a la elaboración de un saber experto independiente realizado por profesionales, cada vez son más las comunidades informadas que toman conciencia de lo que significa la instalación de un emprendimiento minero a cielo abierto, tanto en lo que se refiere a su impacto económico y ambiental como al enorme consumo de agua y energía que conlleva.
Cierto es que en algunas asambleas se destaca la presencia de conocidos ambientalistas, de larga trayectoria profesional y militante, pero en su gran mayoría los vecinos de las diferentes asambleas han debido realizar un aprendizaje acelerado, incorporando el abecé del ambientalismo y constituyéndose poco a poco en verdaderos expertos en la temática minera, siguiendo de manera pormenorizada los diferentes proyectos que a diario van multiplicándose en el país y que son recogidos por numerosas redes virtuales y sitios web destinados a la problemática, entre los cuales se destaca sin duda, por ser el más completo, riguroso y actualizado, el sitio de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Esquel (www.noalamina.org).
Como reflexiona un guía de montaña miembro de la asamblea de Tunuyán: “Nos hicimos ambientalistas por obligación”. O como consigna otro testimonio, recogido en La Rioja, que da cuenta de la novedad y el carácter inesperado de las nuevas denominaciones:
Por la radio del auto se escucha: “Mañana habrá una reunión de los ambientalistas”. Mientras maneja, Lucas se ríe y nos dice: “Ésos somos nosotros, así nos llaman... ambientalistas”. (Notas del trabajo de campo en Chilecito, 2007)
Así, el “devenir ambientalista” no es percibido como una “opción” sino como el producto de una reacción defensiva que poco a poco se va cargando de otros registros colectivos y simbólicos.
En lo que sigue, haremos un recorrido por nuestra vasta geografía nacional en tres movimientos: en primer lugar, daremos cuenta de los dos casos testigos, Esquel y Andalgalá, que están en el origen de los movimientos contra la megaminería a cielo abierto; en segundo lugar, trazaremos la evolución y desarrollaremos una caracterización de la UAC, espacio nacional que agrupa a las diferentes asambleas de base. Por último, nos detendremos muy especialmente en los diferentes escenarios provinciales y regionales del conflicto, subrayando tanto los rasgos comunes como algunas de las especificidades que presentan los diferentes contextos. Esperamos que, a lo largo del artículo, el lector se vea transportado a estas dieciséis provincias argentinas (esto es, nada menos que dos tercios de aquellas que componen nuestro extenso país), muchas de las cuales se han puesto en marcha para manifestar su rechazo frente al destino que les reserva el nuevo modelo minero.

Los casos testigo: Catamarca y Esquel

Cuando La Alumbrera se ponía en marcha en 1997, todos y cada uno de los pobladores del oeste estábamos de acuerdo con ella, a raíz de las expectativas que se habían generado, o por falta de experiencia, por desconocimiento, en fin, tuvimos el infortunio de ser la primera experiencia minera piloto de tal envergadura en el país.
Notas de la presentación de un miembro de la asamblea de Andalgalá en las Jornadas Patrones de Desarrollo y Conflictos Socioambientales, Catamarca, 2007
En las agrupaciones populares no se puede hablar de oposiciones entre lo tradicional-moderno, popular-urbano, ni en lo indígena en contraste con los hijos naturales o adoptivos de la ciudad. Esta última no diferenciación se observa en los movimientos de Vecinos Autoconvocados de Esquel. Un grupo de profesionales dentro de esta diversidad, que es concreta, realizó una significativa colaboración respecto a la independencia informativa, amplia y diversa acerca de la minería y sus riesgos, pues esta concepción partió de estos sectores profesionales, en su mayoría,actores sociales provenientes de otras regiones del país, pero hoy miembros de la comunidad esquelense. Particular característica que demuestra y reafirma aquella concepción de lugar que esboza Altman y aquí se puede experimentar en toda su magnitud con sólo caminar entre los vecinos autoconvocados de Esquel en cada una de sus marchas; pues el significado que estos actores le otorgan a este espacio geográfico, en particular, es muy importante, más allá de las diferencias étnicas, de clase social y las procedencias de cada uno.
Carlos Espinoza, “¿Más valor que el oro? Los movimientos populares en oposición a la minería con cianuro”, Theomai, 2004
Los orígenes del movimiento de asambleas contra la minería a gran escala están signados por dos experiencias: por un lado, aquella de las poblaciones cercanas a la Minera Alumbrera, en Catamarca; por otro, la experiencia de la localidad de Esquel y otros pueblos y ciudades patagónicas. Pero, en el origen, fueron sin duda los recorridos y aprendizajes de los autoconvocados de Esquel los que actuaron como un “faro” para las comunidades que sucesivamente se sumaban al cuestionamiento de la puesta en marcha de este tipo de proyectos de explotación minera.
Ciertamente, las primeras movilizaciones tuvieron lugar en la provincia de Catamarca a causa de la instalación de la empresa Minera Alumbrera. Sin embargo, estas acciones, originadas en Belén, diferían en su contenido de las actuales, pues en un primer momento, y en las localidades más cercanas a la mina, las demandas estaban orientadas al reclamo de puestos de trabajo. Según Andrea Mastrángelo (2004), las expectativas de creación de empleo eran, en 1994, de 160 puestos indirectos por cada 100 generados en la mina. Pero los ocupados fueron muchos menos y gran cantidad de ellos eran oriundos de la provincia de Tucumán, lo cual ocasionó diferentes conflictos entre los empleados, y de éstos con la comunidad de las localidades aledañas a la mina.
Asimismo, las expectativas por la generación de empleo fueron acompañadas por otras relacionadas con el progreso y el desarrollo local y regional:
El estudio preveía la construcción de un complejo minero e industrial en Andalgalá hasta donde se llegaría con tuberías de barro enriquecido para ser procesada en una fundición para el cobre con una inversión de 100 millones de dólares, una planta de peletización de óxido de hierro para altos hornos […]. Nada de eso se hizo. Todas esas importantes plantas, más las instalaciones complementarias como de servicios, talleres, provocarían una inversión de 320 millones de dólares. También se acondicionaría y reactivaría el ferrocarril, para que pudieran salir por día cinco máquinas con sesenta vagones cada una, transportando el producido desde la mina al país y al mundo. Todo ello, más miles de puestos de trabajo que se ocuparían, caminos de acceso a la mina, pavimentados, radicación de industrias, hospitales con tecnología de avanzada, fabulosas ganancias para el empresariado local, toda una ilusión que sellaría para siempre los destinos del oeste catamarqueño, orgullo de todos los catamarqueños. (Notas de la presentación de un miembro de la asamblea de Andalgalá en las Jornadas Patrones de Desarrollo y Conflictos Socioambientales, Catamarca, 2007)
En un segundo momento, las demandas se dirigieron a obtener una participación en el cobro de regalías. Transcurridos más de cuatro años de la explotación de la minera, el reclamo por regalías se hizo presente a partir de la conformación del grupo “Juan Chelemín”,1 en Andalgalá.
Sin embargo, la difusión de las primeras consecuencias ambientales así como la frustración en términos de empleo y desarrollo económico generadas por la explotación de Minera Alumbrera cambiaron el sentido de las movilizaciones. Como consigna Horacio Machado Aráoz en este mismo volumen, “entre 2000 y 2003 las protestas se multiplicaron”. En 2002, el conflicto catamarqueño fue confluyendo con las movilizaciones de vecinos en Esquel, en la lejana provincia de Chubut. En este sentido, Javier Rodríguez Pardo2 (2008a), uno de los principales referentes ambientalistas, que desde el inicio participó de las movilizaciones contra la minería a cielo abierto, afirma:
Semanas antes del plebiscito del 23 de marzo de 2003, un par de concejales de Andalgalá descubrían sorprendidos las movilizaciones y las luchas de un pueblo dedicado a sacudirse el flagelo de la megaminería. Dito Salas, por entonces edil de Andalgalá, contaba el resultado de aquella visita porque “en Esquel fue la primera vez que nos encontramos con la palabra autoconvocados”. La gente movilizada de la comarca andina les pedía que contaran “la desocupación de Andalgalá y los índices de pobreza”. Salas contaría más tarde que al regresar a Andalgalá se propusieron “construir el grupo de autoconvocados”.
En efecto, a partir de 2002, la Patagonia sería el epicentro de la primera asamblea de autoconvocados, claramente movilizada contra la minería realizada con sustancias tóxicas. Nos referimos al conflicto que enfrentó en la localidad de Esquel a la población y la empresa minera canadiense Meridian Gold. Recordemos los hechos: en octubre de 2002 fue presentado un informe de impacto ambiental para la explotación de una mina de oro en esa localidad. Gracias al alerta dado por técnicos y ambientalistas de la región, la comunidad de Esquel comenzó a movilizarse. Finalmente, en un escenario nacional todavía caracterizado por una gran efervescencia social y siguiendo los pasos de la experiencia de Tambogrande, en Perú,3 los vecinos autoconvocados de Esquel organizaron un plebiscito el 23 marzo de 2003, que arrojó un rotundo no a la minería tóxica, reuniendo el 81% de la población. Asimismo, la consulta popular se llevó a cabo en las localidades vecinas de Cholila, Epuyén y Lago Puelo, en la llamada “comarca”.4 En Epuyén, los porcentajes por el no alcanzaron el 90%.
Sin embargo, el fenómeno de Esquel tiene menos que ver con una cuestión de “oportunidades políticas” (el contexto de movilizaciones nacionales) y mucho más con la novedosa configuración que la movilización fue ofreciendo: por un lado, la articulación entre el saber experto independiente, ofrecido por los profesionales, y, por otro, un lenguaje de valoración del territorio divergente del dominante, en el cual se destacaba la concepción del territorio “elegido” (una parte importante de la población esquelense proviene de otros lugares del país y reafirma explícitamente su opción en términos de “estilo de vida”). Como afirma Ana Mariel Weinstock (2006):
Durante las dos últimas décadas, Esquel ha recibido migrantes de los grandes centros urbanos del país (fundamentalmente Buenos Aires y Córdoba) que son popularmente identificados como “los Venidos”. Se trata de sectores medios profesionales con residencia en el centro de la ciudad, quienes motorizaron la movilización por el “No a la Mina” como continuación de otra propia movida interna y previa: la que los llevó desde las grandes urbes hacia estas geografías. Una migración que se vincula con el fenómeno contemporáneo y globalizado de “vuelta a la naturaleza” o “vuelta a lo natural” cuyo ícono por excelencia en el imaginario social argentino es la comunidad de Lago Puelo en los 60 pero seguramente más relacionado con experiencias posteriores y más recientes de retorno a las comunidades rurales. Vinieron en busca de una calidad de vida que la minera canadiense Meridian Gold amenazaba y fueron los principales promotores de la Asamblea de Autoconvocados de Esquel.
Asimismo, esta valoración del territorio confluía con la concepción de las comunidades indígenas, en este caso el pueblo mapuche, donde se advierte la asociación inescindible entre tierra y territorio.
El “efecto Esquel” tuvo un arrastre multiplicador y despertó a otras regiones donde ya se habían implantado o se proyectaban emprendimientos mineros de gran envergadura, constituyéndose en un caso testigo para las comunidades que se iban enterando de su “destino minero”.
Sin embargo, si bien el “efecto Esquel” fue altamente beneficioso en todo el país en términos de multiplicación de las resistencias, también lo es el hecho de que la exitosa experiencia, que sorprendió a las compañías mineras, produjo el posterior reacomodamiento de organismos nacionales, gobiernos provinciales y de las propias empresas transnacionales, que multiplicaron sus intervenciones en defensa de este tipo de minería y comenzaron a ensayar nuevas estrategias de “disuasión”.

El surgimiento y desarrollo de la Unión de Asambleas Ciudadanas

Para nosotros la UAC es un espacio de encuentro y de reflexión, como les decía muy importante, porque nos permite articular nuestras luchas y poder visualizar estrategias nuevas, saber hacia dónde vamos, de qué manera debemos resistir pero de qué manera también tenemos que denunciar.
Entrevista a un integrante de la Asamblea Ciudadanos por la Vida de Chilecito, La Rioja, 2008
Los inicios de la articulación entre los colectivos que, provenientes de diversos puntos del país, se pronuncian contra la minería a cielo abierto se remontan a 2003, cuando se conformó la Red de Comunidades Afectadas por la Minería –Red CAMA–, la cual, además de contar con miembros de Catamarca, Chub...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Siglas y acrónimos
  5. Introducción. Hacia una discusión sobre la megaminería a cielo abierto, por Maristella Svampa y Mirta Alejandra Antonelli
  6. La problemática de la minería metalífera a cielo abierto: modelo de desarrollo, territorio y discursos dominantes, por Maristella Svampa, Lorena Bottaro y Marian Sola Álvarez
  7. Minería transnacional y dispositivos de intervención en la cultura La gestión del paradigma hegemónico de la “minería responsable y desarrollo sustentable”, por Mirta Alejandra Antonelli
  8. IIRSA: lógica de la interconexión, lógicas interconectadas, por María Eugenia Arias Toledo
  9. Los movimientos contra la minería metalífera a cielo abierto: escenarios y conflictos Entre el “efecto Esquel” y el “efecto La Alumbrera”, por Maristella Svampa, Marian Sola Álvarez y Lorena Bottaro
  10. El “no a la mina” de Esquel como acontecimiento: otro mundo posible, por Marcela Cecilia Marín
  11. Minería transnacional, conflictos socioterritoriales y nuevas dinámicas expropiatorias El caso de Minera Alumbrera, por Horacio Machado Aráoz
  12. Disputas manifiestas y latentes en La Rioja minera Política de vida y agua en el centro de la escena, por Norma Giarracca y Gisela Hadad
  13. La construcción de San Juan como capital nacional de la minería: el concierto de voces entre el Estado y los medios de comunicación, por Silvina Giovannini, Mauro Orellana, Dolores Rocchietti y Angélica Vega
  14. Anexos
  15. Bibliografía
  16. Los autores
  17. Créditos