Migración internacional en el nuevo milenio
Flujos migratorios internacionales
Una corriente migratoria es el movimiento llevado a cabo por varias personas entre un lugar de origen a uno de destino, con la finalidad de permanecer en este último (conapo, 2004). Con base en lo anterior, un flujo migratorio se refiere al traslado realizado por varios individuos entre un nodo inicial y otro final; ese movimiento existe de manera permanente o constante; en el caso de ser flujos migratorios internacionales, implica atravesar fronteras.
Esos flujos son reflejo de las condiciones políticas, sociales y económicas en el ámbito global; por ello, desde fines del siglo pasado y principios del presente, la movilidad internacional de personas se ha intensificado debido a la concordancia con la integración del mercado mundial de bienes y servicios. También hay que considerar que el aumento en las últimas décadas de los movimientos transnacionales va de la mano con el crecimiento mundial de la población.
Por esa razón, la migración internacional ha tenido una ampliación exponencial; en 1960 había 77.1 millones de desplazados, correspondientes a 2.6% de la población en el mundo (segob, 2018); para 1970 existían 84.5 millones de migrantes internacionales, equivalentes a 2.3% de la población mundial y, finalmente, en 2015 el número de desplazados sumaba 243.7 millones de personas que, en ese momento, representaban 3.3% del total de habitantes del mundo (oim, 2018). En apenas 45 años, el número de migrantes internacionales aumentó 188%.
El periodo de mayor incremento fue durante los años ochenta del siglo pasado, cuando tuvo un salto de 50%; de hecho, mientras en 1980 los migrantes internacionales equivalían a 2.3% de la población mundial, en 1990 ya representaban 2.9% de la misma (oim, 2018).
En este nuevo milenio, el incremento en la migración se debe a diversas causas; la onu señala que, mientras en el 2000 había 173 millones de migrantes internacionales, en 2017 la cifra ascendió a 258 millones (onu, 2018). En los primero 17 años del nuevo milenio, la migración que involucra fronteras nacionales aumentó 17% y el porcentaje de personas que ahora viven en un país distinto al que nacieron pasó de 2.8%, en el 2000, a 3.4% en 2017.
De esa manera, el número de desplazados internacionales pasó de corresponder a 2.6% de la población mundial (77.1 millones), en 1960, a 2.8% de los habitantes del globo (172.6 millones), en el 2000, y a 3.4% (257.7 millones) en 2017 (segob, 2018); en otras palabras, en tan sólo 57 años el número de desplazados aumentó 234%, mientras que en ese mismo periodo la población mundial se incrementó 150% (unesco, 2019).
De acuerdo con los datos anteriores, durante el periodo de 1960 a 2017, en cada década el número de migrantes transnacionales crecía 41%, mientras que la población cada diez años aumentaba 26%. En cuanto a género, se mantiene equidad, pues, del total de desplazados, 52% son hombres y 48%, mujeres; además, 70% de quienes han abandonado su país se encontraban en el rango de edad de entre 20 y 59 años (segob, 2018).
Un dato sobresaliente es que cinco naciones han aportado tradicionalmente la cuarta parte de los migrantes internacionales, en orden descendiente: India, México, Rusia, China y Bangladesh, aunque, en los últimos años se sumó Siria, debido a los problemas de guerra civil que enfrenta (segob, 2018).
En lo que respecta a regiones, las principales zonas expulsoras de población son Europa Oriental y Asia Central. Solamente de esta última proviene 16.8% de la migración mundial, debido a que ahí se ubica China, la tercera nación que más población ha perdido por este fenómeno. En segundo lugar, está la región del sur de Asia, origen de 14.9% de la migración internacional (ahí se ubican la India y Bangladesh, primera y cuarta posiciones mundiales de naciones con mayor pérdida de población).
En la tercera posición se encuentra el bloque de América Latina y el Caribe, con pérdida de 14.6% de población hasta 2017, sobre todo por México, segundo lugar global por pérdida de población, y el llamado triángulo del norte centroamericano: El Salvador, Honduras y Guatemala (segob, 2018); y es que en los últimos años han huido millones de personas de esas tres naciones a causa de la extrema violencia.
Hasta el 2000 habían emigrado 20 millones de personas de América Latina, de las cuales 7 millones se desplazaron hacia Estados Unidos, 3 millones hacia otros países de la región y 10 millones a otros continentes (Bastia, 2008). No obstante, son cifras muy conservadoras si se toma en cuenta que solamente en esas fechas había casi 10 millones de mexicanos en la Unión Americana.
Por su parte, las zonas de destino generalmente se ubican en regiones desarrolladas con altos ingresos; por esa razón, de 258 millones de migrantes internacionales hasta 2017, Europa ha admitido 22.5% de los desplazados, seguida muy de cerca por América del Norte (Estados Unidos y Canadá), destino de 22.4% de esos migrantes; es decir, en conjunto, estas dos áreas han recibido 45% de la migración internacional (segob, 2018).
De la misma manera, al continente asiático ha arribado 31% de esa migración, mientras que todo el continente americano (incluye América Latina y del Norte) ha sido destino de 26%, África de 10% y Oceanía recibió el restante 3% (onu, 2018).
Por naciones, las que mayor cantidad de personas han recibido son Estados Unidos, Arabia Saudita, Alemania y Rusia, a donde han arribado 86 millones de personas; estos países son destino de uno de cada tres migrantes internacionales, sobre todo Estados Unidos, al que han llegado 50 millones de desplazados, por lo que esta nación por sí sola acapara 20% de la migración mundial (segob, 2018).
Esas naciones, receptoras de gran número de migrantes, se caracterizan por contar con elevados niveles de bienestar y desarrollo humano. De esa manera, en Estados Unidos, 15% de sus habitantes nacieron en otro país; en Suiza, 30% de sus residentes son originarios de otras naciones (2.5 millones); en Australia, 28% de su población proviene del extranjero; el caso más extremo es el de los Emiratos Árabes Unidos, donde sólo 12% de su población es originaria y el resto (9.1 millones) son inmigrantes (oim, 2018).
Las cifras anteriores colocan a la Unión Americana muy por delante de todas las demás naciones receptoras de población, pues tanto a Arabia Saudita como a Alemania, ubicadas en la segunda y tercera posiciones, han arribado 12.2 millones de inmigrantes, lo que significa que cada uno de estos países ha recibido 4.7% de la migración internacional, una tercera parte de los inmigrantes que han llegado a suelo estadounidense.
Un evento que llama la atención es que la región de Europa Oriental y Asia Central es sumamente dinámica en cuanto a migrantes, pues hasta 2017 era al mismo tiempo una de las principales zonas expulsoras y de origen de la migración internacional; de esa región han salido 43.3 millones de personas, mientras que, de manera paralela, era la tercera región receptora, con 12% de esa migración, que sumaba 31 millones de personas (segob, 2018).
Migración internacional y remesas
Uno de los beneficios más evidente y cuantificable de la migración internacional corresponde a las remesas, que es el dinero enviado por los migrantes a sus lugares de origen y que son catalogadas como transferencias transnacionales, las cuales pueden llegar a ser muy importantes para algunos países, pues significan un ingreso constante de divisas (segob, 2018).
Las remesas ayudan a fortalecer la balanza de pagos de las naciones receptoras, ya que se utilizan para solventar sus importaciones; empero, los mayores beneficios de dichos recursos se centran, sobre todo, en las economías locales, pues van dirigidas a las familias que las utilizan para la adquisición de bienes y servicios (shcp, 2014). Por lo general, en las naciones receptoras, parte importante de las familias dependen de ese dinero para sobrevivir; así logran escapar de la miseria gracias a los recursos que reciben del exterior, y para millones de familias en el mundo, esas transferencias representan los únicos recursos monetarios con los que llegan a contar.
La trascendencia de las remesas es que han superado en mucho el volumen de la migración internacional; mientras en 1990 su flujo alcanzó 64 mil millones, en el 2000 llegó a 127 mil millones y para 2018 sumaron 616 mil millones de dólares norteamericanos (segob, 2018). Como comparativo se tiene que, durante ese mismo periodo, el número de migrantes aumentó 66% y las remesas crecieron 862%.
En el presente milenio, la tendencia del flujo mundial de remesas ha estado muy por encima de todo pronóstico, pues mientras en el periodo del 2000 a 2017 el flujo internacional de personas se incrementó 50%, las transferencias crecieron 370% (segob, 2018). Al parecer, el detonante del flujo de remesas ha sido la creciente pobreza en algunas naciones, que obliga a los individuos a obtener ingresos fuera de su país y enviar ese dinero a sus lugares de origen. Ello explica por qué la mayor parte de las remesas provienen de países con altos ingresos y, por lo general, tiene como destino naciones pobres.
Por esa razón, los cuatro países que mayor volumen de remesas reciben en el mundo están catalogados como subdesarrollados. En primer lugar se ubica la India, hacia donde se destinaron 65 380 millones de dólares norteamericanos en 2017, equiv...