Ciudad, espacio urbano y arqueología
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Ciudad, espacio urbano y arqueología

La fábrica urbana

  1. 138 páginas
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Ciudad, espacio urbano y arqueología

La fábrica urbana

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La "fábrica urbana" plantea un marco conceptual y un utillaje teórico para comprender por qué una ciudad es como es en su estado final, en su resultado observable. A partir del producto final de la ciudad, del espacio, como la percibimos hoy, y de la visión del proceso histórico que nos ofrece la arqueología, podemos entender cómo fue la acción social que le otorgó una determinada identidad y configuración, el «texto» primigenio que otorga carta de nacimiento a ese espacio. Las aportaciones de Weber, Bourdieu, Elias o el geógrafo Di Méo ayudan al autor a construir una lectura de las sociedades en el espacio. El libro plantea un marco conceptual y un utillaje teórico para formular los interrogantes adecuados que permitan comprender por qué una ciudad es como es en su estado final, en su resultado observable.

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Información

Edición
1
Categoría
Social Sciences
Categoría
Sociology
II. LA CIUDAD EN SÍ
ANALIZAR LA CIUDAD EN SÍ
La propuesta es aceptar como ciudad en sí las relaciones dialécticas que unen a los habitantes en su diversidad y la materialidad del espacio diverso y único; así como las modalidades de funcionamiento de este conjunto, material y abstracto al mismo tiempo.
Los estudios evocados hasta este momento solamente consideran la ciudad en sí de forma indirecta. Lo hacen como base de fenómenos más amplios y más difusos, cuyas manifestaciones particulares se estudian en detalle como una concepción finalista del desarrollo urbano.
No creo que solamente la ciudad en sí sea digna de estudios más que cuando se impone como objetivo -y tengo la convicción de que en arqueología urbana esta ciudad en sí se impone como objeto de estudio por las características coincidentes de la inherente puesta al día de la información sobre los usos del espacio-; el objetivo del continuo cronológico no es suficiente, como tampoco lo es la yuxtaposición de estudios más detallados de fragmentos documentales de la realidad del desarrollo urbano. Pero la suma de todo debería producir la mejor información posible sobre los factores determinantes de una realidad urbana que se nos escapa.
En el estudio de las ciudades la cristianización del espacio, el hábitat doméstico, el trabajo en la urbe, los vivos y sus muertos, la transición entre Antigüedad y Edad Media, los canónigos, las murallas del Bajo Imperio, el espacio religioso, el espacio civil, el espacio del poder... son todos objetos científicos elaborados, según problemáticas más o menos complejas, pero apropiados al tema.1 No podemos criticar esta relación de temáticas porque su objetivo declarado es el examen de un factor o aspecto particular, simplemente no es la ciudad en sí el centro de su preocupación y, por tanto, no responden a una problemática arqueológica urbana. Debe subrayarse
que los resultados de estos estudios no son transferibles en estado bruto (sin elaboración) al estudio de lo particular, por la única razón de haber sido concebidos para otros fines y a otras escalas. Ofrecen un marco de reflexión pero de ninguna manera un referente o modelo.
Otro objeto
Se impone crear otro objeto científico centrado en la ciudad. Esta construcción exige explicaciones sobre las posiciones adoptadas, y, siempre que sea posible, sobre nuestras elecciones.2 Proponer la destrucción de los cimientos del objeto científico para organizado de otra forma no significa olvidar las cosas que son evidentes y útiles para fundamentar el proceso; pero sí que podemos dejar de lado otras igual de evidentes pero sin utilidad para la demostración. Propongo entonces exponer a la crítica una teorización moderada que, parafraseando a Berger y Luckmann, se adhiere a la práctica empírica en sus problemas y no a la investigación filosófica de sus fundamentos.
Como arqueólogo
Como hemos visto, estudiar una ciudad puede hacerse a partir de la reconstrucción de su evolución a partir de los aspectos físicos restituibles y la descripción de la posición de los elementos originadores y el papel que han jugado en ese proceso. A ese fin puede servir cualquier aspecto determinante de la configuración urbana o la función de algún componente de la sociedad. Estas dos maneras de analizar la ciudad a partir del registro arqueológico gozan de una tradición bien asentada, pues la arqueología, por su permanente puesta al día de nuevos hechos materiales, alimenta naturalmente este tipo de discusiones.
Es una práctica corriente, reconstruir los hechos con el mayor rigor posible por medio de una crítica a las fuentes, sean arqueológicas o no, partiendo de estos hechos indiscutibles para afirmar el discurso explicativo. Por su propia intangibilidad las informaciones materiales dan a la relación un carácter indiscutible, son la «auténtica realidad». Ofrecen la seguridad de constituir una base y un hito del discurso simultáneos. Razonamos sobre lo que existe o está probada su existencia y ha tenido un papel decisivo.
También podemos, eligiendo otro punto de vista, examinar las razones para que ciertos sectores de la población hayan podido tener un papel decisivo en la fábrica urbana. La presunción implícita es que la acción siempre deja huellas, que sólo lo que ha existido es perceptible o ha tenido alguna importancia. Es posible que a partir de la documentación existente se saque a la luz eventos mayores, las fuerzas en acción y su rol respectivo. Así, es principalmente la sociedad en sus manifestaciones la que se encuentra en el centro de la reflexión. Al cambiar el ángulo de aproximación no cambia fundamentalmente el sistema de razonamiento.
Esta corta enumeración no pretende ser exhaustiva porque los cambios de punto de vista son múltiples, sólo quiere recordar que a partir del análisis de un conjunto de documentos se engendran dos tipos de estudio según los puntos de vista que empleemos. Los primeros se centran en la descripción del paisaje urbano global o parcial (una ciudad del siglo iv al xi, las murallas de otra ciudad de la Edad Media, la topografía religiosa, etc.), en los cuales la descripción de la ordenación del espacio a partir de los elementos de la topografía histórica es el principal objeto de atención. Los factores de explicación son redundantes y provenientes de otras áreas del conocimiento. Los segundos ven la ciudad como un campo de acción de la sociedad, una escena donde se desarrolla la acción, donde la transcripción espacial de las acciones es contingente. Es muy frecuente que estudios de este segundo tipo se realicen sin la mínima preocupación de orden espacial aunque sean relativos a aspectos que tengan una importante implicación espacial.
Cuando se produce, si la hay, una fusión entre los diferentes tipos de fuentes -escritas, arqueológicas y planimétricas- todo se subordina a la supremacía indiscutible de las fuentes escritas. La arqueología se ve entonces incapaz de liberarse de las cronologías y temporalidades impuestas por las fuentes escritas que marcan, indefectiblemente, su discurso.
Establecer cronologías fiables y cada vez mas exactas es el objetivo confeso porque permite garantizar la compatibilidad de las diferentes fuentes. Igualmente, la utilización paralela de las diferentes fuentes, juzgadas a priori como complementarias (única manera posible de acercarnos más a la realidad), exige que destinemos una parte considerable de nuestra energía a hacer coincidir informaciones que, frecuentemente, son irreconciliables.
Mi objetivo es algo distinto. Después de haber consagrado años a asentar nuevos hechos a partir de la arqueología y la relectura de textos tengo la impresión de haber llegado a un punto muerto, porque mi propósito era aumentar el enriquecimiento del corpus de las ciudades estudiadas, superar su estado descriptivo y estrechamente interpretativo, y desembocar así en nuevas pistas de investigación. Ciertamente me es posible, con un fondo documental más grande y mejor verificado, explicar una cierta cantidad de fenómenos, de apreciar, o entrever, otra cierta cantidad de factores determinantes, de apreciar los componentes sociales en acciones decisivas. En una frase, comprender los cambios ocurridos en Tours durante el primer milenio, presentar distintas situaciones para mostrar que todo ha cambiado, que no existe gran similitud entre el Tours del siglo ii con el del siglo vi o el del siglo x. También puedo, según la moda, las corrientes historiográficas en boga, y las solicitudes de otros investigadores, proponer disertaciones y, en respuesta a invitaciones, participar en diferentes debates sobre una lectura arqueológica de la jerarquía social o de los mercados, etc. Bien, pero ¿qué pinta la ciudad en todo esto? Ha sido el pretexto, el instrumento de la investigación, pero no el centro de mis preocupaciones porque el aparato conceptual empleado no era el adecuado para ese fin.
Fruto de la experiencia, mi convicción es que hay que cambiar ligeramente, aunque suficientemente, el punto de vista. No se trata de romper con los interrogantes tradicionales sino desplazar, precisar o articularlos de manera distinta para elaborar una problemática más adecuada. Es suficiente que el observador acepte desplazarse para observar la ciudad desde su interior y no desde fuera, sopesando las implicaciones que conlleva este cambio de punto de vista. No es siempre indispensable pero lo es a menudo.3
No romper significa no considerar fuera de propósito la búsqueda de la explicación causal o funcional del resultado observable, sino plantear además como principio que la acción de los habitantes no tenía necesariamente como finalidad el obtener el resultado observable. Aunque los fines buscados hayan tenido un resultado determinante, aunque discreto, en el proceso de construcción de lo observable. Significa considerar, en definitiva, que el descubrimiento de estos fines es un elemento determinante de la explicación.4
Entrar en la ciudad a través de la acción social
Utilizar la acción social5 como puerta de entrada a la ciudad requiere que el arqueólogo pierda la inocencia. Significa abandonar la confortable sustancia «sociedad». Significa abandonar recetas y apostar por procedimientos probados y eficaces en áreas cercanas al objeto de la arqueología, como la sociología, la geografía y la antropología social. De estas ciencias, que estudian objetos parecidos en otras esferas y otros momentos, podemos obtener enseñanzas útiles para nuestra disciplina. Significa también adoptar una posición constructiva frente al amplio abanico de posturas científicas que se nos ofrecen. Esto significa también mostrarse escépticos respecto a las teorías aclaratorias de la historia, de forma paralela a mantener la convicción de que si la realidad existe no es un don restituible en su infinita complejidad por la suma, o la yuxtaposición de estudios o puntos de vista. Eso significa aceptar la posición de que la coherencia de una acción está estrechamente ligada a la calidad de la construcción del objeto científico que queremos estudiar, al valor heurístico, a la validez histórica del objeto, a la adecuación a la pregunta formulada por los conceptos puestos en marcha para captar la realidad.6 Significa también que, al final de la demostración expondremos la -o la más próxima- auténtica realidad de este único objeto, susceptible de hacer progresar el conocimiento después de usarlo, llegado el momento, como base de deconstrucción en la construcción de un nuevo objeto de la investigación.7 Significa admitir que debemos realizar la investigación de nuestra época, con sus imperfecciones y sesgos, sin aplazar para más tarde, por motivos que son muy difíciles de explicar, la respuesta a preguntas que, de todas formas, ya no serán de actualidad.
En la perspectiva global que nos conduce a la elección de la ciudad, pretender entrar en ella a través de la acción social consiste en extraer niveles de realidad supuestamente idénticos para la comprensión de los fenómenos: la realidad económica, social, política, cultural y, a pesar de los factores restrictivos, elegir uno de ellos como revelador privilegiado de un aspecto de lo real.
¿Social contra sociedad? ¿Real contra realidad? Sustantivar deliberadamente los adjetivos social y real nos permite distinguir entre el proceso, donde admitimos que los representan, y el estado que representan los términos sociedad y realidad. Nos vemos obligados a adoptar esta distinción artificial para poder expresamos.
Utilizar la acción social como puerta de entrada no consiste realmente en estudiar las relaciones sociales o reconstituir la historia social de tal o cual componente presente en la ciudad. Consiste en observar la interdependencia de los lazos sociales en su interacción con el espacio urbano. Es tratar de comprender las relaciones que unen u oponen a los habitantes de una ciudad en sus acciones individuales o colectivas; que las motivan, limitan, mantienen o anulan, pero siempre y únicamente bajo la estrecha mirada de la fábrica y funcionamiento de la ciudad.8
Dos tipos de preguntas
Desde una óptica globalizante pero atemperada la pregunta esencial que podemos hacernos como arqueólogos, partiendo de nuestras fuentes y a escala de la ciudad, se enuncia sucintamente: ¿Qué es lo que ha configurado esta ciudad durante tanto tiempo?
En mi contexto local, sería: ¿Que es lo que ha configurado Tours hasta el año 1100?9
Esta pregunta se distingue de otras expresadas en términos muy parecidos:
  • ¿qué caracteriza a Tours comparada con otras ciudades?
  • ¿qué es Tours?
  • ¿qué desarrollo conoce Tours?
  • ¿qué es vivir en Tours?
  • ¿fue Tours una ciudad durante el largo milenio posterior a su fundación?
Debe ser entendida de dos maneras porque tiene un doble sentido:
1. ¿Qué configura Tours en diferentes momentos de la Antigüedad, alta Edad Media y en las proximidades del año 1100?
2. ¿De qué resultó la configuración de Tours hacia el año 1100? ¿De qué transformaciones por agregación, supresión o sustitución?
Una ciudad es de forma simultánea sus habitantes y la materialidad de su espacio, indisolublemente ligados. Globalmente, la primera formulación conduce al ámbito de la comprensión, la segunda al de la explicación. Formular la pregunta en estos términos es admitir de entrada una doble lectura. La primera está formulada por sucesiones, estructurada por varios planos horizontales sobrepuestos; y la segunda es vertical constituida por un corte a través del tiempo, de abajo hacia arriba y viceversa.
Esta simple pregunta, ¿qué configura Tours hasta el año 1100?, genera otras que deben ser respondidas previamente, para que contribuyan a la respuesta de la pregunta principal.
Para examinar el proceso del que ya conocemos el resultado observable (pregunta 2):
  • ¿De qué proceso resultó esta configuración?
  • ¿El proceso es un movimiento regular y uniforme?
  • ¿El proceso obtiene su energía exclusivamente en la sociedad?
  • ¿La ciudad es un escenario donde transcurre la acción, donde la sociedad está actuando? ¿La ciudad, en su materialidad, refleja solamente el trabajo de la sociedad o también es parte participante? ¿Cómo, en qué condiciones y hasta qué punto?
  • ¿En qué medida los actuantes, por sí mismos o por sus realizaciones, son sujetos o agentes?
  • ¿Cuáles son las relaciones que mantienen de esta forma la ciudad, el espacio urbano y la sociedad a través del tiempo?
  • Siendo parte de un todo, de la sociedad global, ¿de qué grado de autonomía disfruta la sociedad urbana de Tours?
  • ¿Cuáles son los efectos estructuradores, dónde encuentran sus orígenes? ¿Cómo se modifican?
  • ¿Qué parte cumplen las estructuras de fondo, de orden cultural? ¿Qué influencia tienen en el proceso de producción social del espacio urbano?
Para examinar el modo de funcionamiento en diferentes momentos (pregunta n° 1):
Veamos ahora las preguntas de más arriba, aplicadas a cada momento pero formuladas con la perspectiva de una comprensión del fin perseguido, y otras distintas más en contacto con el tiempo inmediato.
  • ¿La ciudad es un escenario en el que se desarrolla la acción, donde la sociedad está actuando? ¿La ciudad en su materialidad refleja solamente la obra de la sociedad o también es parte del proceso? ¿Cómo, en qué condiciones, y hasta q...

Índice

  1. Cover
  2. Halftitle
  3. Title
  4. Copyright
  5. Dedication
  6. Content
  7. Introducción a la edición española
  8. Prólogo
  9. I. Prácticas arqueológicas en la ciudad
  10. II. La ciudad en sí
  11. Perspectivas
  12. Glosario
  13. Bibliografía
  14. Postfacio