Maravillas, peregrinaciones y utopías
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Maravillas, peregrinaciones y utopías

Literatura de viajes en el mundo románico

  1. 424 páginas
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Maravillas, peregrinaciones y utopías

Literatura de viajes en el mundo románico

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Este volumen trata de dibujar un mapa estratégico que sirva de guía para el acercamiento a la literatura de viajes producida en el Medievo y Renacimiento europeos: libros verídicos (cruzadas, peregrinaciones, embajadas, misiones, viajes comerciales, expediciones bélicas), viajes seudo-históricos o ficcionalizados, geografías y mapas comentados, cosmografía alegórica, secciones enciclopédicas, mundos imaginados, bestiarios?El libro propone una aproximación interdisciplinar a una región de la cultura en el pasado tan fascinante como todavía inexplorada: "Mares, sueños, vuelos y paraísos", "El viaje a Jerusalén y a los lugares sagrados: cruzada y peregrinación", "Libros de maravillas" y "Espacios narrativos". A la vez, sugiere una reflexión actual sobre el viaje antiguo -más que nunca vigente, ¿viaje sólo de ida y vuelta?- desde el Mediterráneo a Oriente.

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Información

Edición
1
Categoría
Literatura

SEGUNDA PARTE

EL VIAJE A JERUSALÉN Y A LOS LUGARES SAGRADOS: CRUZADA Y PEREGRINACIÓN

EN TORNO AL VIAJE DE JERUSALÉN DE FRANCISCO GUERRERO

Julio Alonso Asenjo
Universitat de València

Introducción

El estudio de la producción bibliográfica de las prensas valencianas de los Siglos de Oro me regaló una obra desconocida: la Breve descripción de Jerusalén y lugares circunvecinos de Cristiano Adricomio Delfo, traducida por el dominico valenciano fray Vincente (o Vicente) Gómez, editada por Roque Sonzonio e impresa por Juan Crisóstomo Gárriz, junto al Molino de la Rovella, en 1603, obra que, para mi sorpresa, llevaba a la postre añadido el breve relato del Viaje de Jerusalén de Francisco Guerrero. La obra en su conjunto despertó mi curiosidad, ya que mis estudios habían tenido estrecha relación con esos parajes, que recorrí hace ya treinta años. La celebración de unas jornadas sobre Literatura de viajes en el mundo románico me animó a recobrar añejos recuerdos y vivencias. Se lo merecía la obra descubierta y, por otra parte, su estudio, siquiera inicial, venía de perlas como celebración del IV Centenario de la muerte de Francisco Guerrero. De este modo, nos sumábamos con provecho (y así fue ya cuando en el decurso de la ponencia escuchamos varias piezas del compositor sevillano) y desde nuestra propia especialidad, a los homenajes que en la efeméride se han dedicado a un excelso músico que supo unir emoción y arte de la palabra.

1. Francisco Guerrero, músico

Francisco Guerrero, de familia acomodada, nació en Sevilla, en 1528,1 y murió de peste en la misma ciudad el 8 de noviembre de 1599.2 Es uno de los compositores que integran la tríada estelar de la música polifónica española de los Siglos de Oro, con Cristóbal de Morales (ca. 1500-1553) y Tomás Luis de Victoria (ca. 1548-1611), como reflejan los versos del esdrújulo B. Cairasco de Figueroa:
Y de aquel tiempo moderno
aquel hispano terno
de Morales, Guerrero y de Victoria,
que parece en su vuelo que aprendieron música del cielo.3
Aunque no está probado que fuera niño cantorcico de la catedral de Sevilla bajo el M.º Pedro Fernández de Castilleja, a sus 14 años (1542) Guerrero era cantor contratado de la catedral de Sevilla. Fue discípulo, en primer lugar, de Pedro Guerrero, su hermano, autor de motetes y madrigales, y de C. de Morales, quien lo «encaminó en la compostura de la música bastantemente para poder pretender cualquier magisterio».4 Genio de la música, tañía varios instrumentos. Con 18 años, fue maestro de capilla por oposición y, desde los 27 años, maestro de capilla y maestro del coro de la catedral de Sevilla, la institución musical de más prestigio de toda la Península Ibérica y con más músicos de gran valía en su entorno.5 En esta ciudad vivió durante la mayor parte de su vida en un ambiente musical de gran importancia, relacionado con los grandes vihuelistas y polifonistas, así como participante de los cenáculos o academias interdisciplinares de su ciudad, como la de Mal Lara (de la que formaba parte F. Pacheco, a quien debemos el retrato del músico)6 o la del marqués de Tarifa, a la que pertenecieron poetas como Gutierre de Cetina o Baltasar del Alcázar, de quienes Francisco Guerrero tomó textos poéticos para composiciones suyas.7
Tarea de un maestro de capilla de Sevilla era formar musicalmente a los seises, o niños cantores de la Catedral, buscando buenas voces y, examinados doquiera que estuviesen, escogerlos personalmente para que desarrollasen sus funciones de tiple, alto, tenor y bajo.8 Era maestro del coro, de la capilla de música, de los ministriles (músicos de instrumentos de viento) y de los organistas, debiendo enseñar órgano, contrapunto y canto llano. Viajaba a menudo, sea para reclutar voces, presidir oposiciones o para allegar fondos con que costear sus ediciones de música. Con este fin, visitó a personalidades regias en Yuste, Madrid y Lisboa. Al frente de la capilla de la catedral hispalense, acompañó al arzobispo de Sevilla al recibimiento en Santander de D.ª Ana, esposa de Felipe II. Viajó a Venecia y Roma para la edición de sus obras que, caso bastante insólito entre los polifonistas españoles, fueron impresas aún él vivo. Es más, el impago en Roma de deudas contraídas por gastos de impresión hizo que se dictara contra él auto de prisión, que lo llevó a la cárcel en Sevilla en 1591, de la que finalmente lo libró el abono de la deuda por el cabildo sevillano. No le bastaron, pues, para vivir sin dificultades económicas ni siquiera las buenas relaciones con reyes y papas, a quienes dedicó composiciones o colecciones de obras musicales, dado que su producción musical fue muy extensa y quiso difundirla (lo cual exigía grandes inversiones), asegurando su disfrute a las generaciones futuras. Por dar sólo una muestra, conservamos de él casi una veintena de misas de 4 a 9 voces (París, 1566, 1582, 1584). Guerrero fue muy estimado de sus contemporáneos y elogiado tras su muerte. Todos sus biógrafos ponderan sus singulares cualidades para el arte musical, sus virtudes humanas y sacerdotales.
Como profesional de la música, probablemente el máximo elogio lo recibe del literato a la vez que músico Vicente Espinel quien, en sus Diversas Rimas (Madrid, 1591), inicia la visita a los aposentos de la música con un encendido elogio:
Fue Francisco Guerrero, en cuya suma
de artificio y gallardo contrapunto
con los despojos de la eterna pluma
y el general supuesto todo junto,
no se sabe que, en cuanto al tiempo suma,
ninguno llegase al mismo punto,
que, si en la ciencia es más que todo diestro,
es tan grande cantor como maestro.
Según F. Pacheco, Francisco Guerrero:
Fue el más único de su tiempo en el arte de la música y escribió de ella tanto que, considerados los años que vivió y las obras que compuso, se hallan muchos pliegos cada día, y esto en los de mano. Su música es de excelente sonido y agradable trabazón. [...] Fue hombre de gran entendimiento, de escogida voz de contralto, afable y sufrido con los músicos, de grave y venerable aspecto, de linda plática y discurso y, sobre todo, de mucha caridad con los pobres (de que hizo extraordinarias demostraciones que, por no alargarnos, dejo), dándoles sus vestidos y zapatos hasta quedarse descalzo. [...] Hizo memoria de él el famoso Josefo Zarlino [...], que no es la menor de sus grandezas que el hombre más eminente que se ha conocido hasta hoy en la Música y otras Artes estimase tanto a nuestro valiente español.
Por sus abundantes composiciones a la Virgen María, en las que logra expresar los matices más sublimes, Guerrero fue el cantor mariano por antonomasia, pese a tener contrincantes tan extraordinarios para la posesión de este título como C. de Morales y T. L. de Victoria.9
Como buen renacentista, Guerrero se sintió atraído desde muy joven por la utilización de las estructuras musicales que otorgaban mayor libertad al artista en la expresión de su sentimiento, fuera del férreo esquema de misas, himnos, magnificats, oficios. De ahí el intenso cultivo de los motetes (motecta o sacræ cantiones), breves piezas que permitían un ligero apoyo en textos sacros o tradicionales, y también ejercicios de originalidad en la composición, y que podían insertarse ad libitum en varios momentos de la liturgia, incluso en los más solemnes, para mayor lucimiento del compositor. De Guerrero conservamos no menos de 112 de estas composiciones, que son sólo la parte más escogida de ellas.
Por otro lado, el género que resumía las nuevas tendencias artístico-literarias (en cierto modo, variante profana del motete), nacido en Italia en las primeras décadas del XVI en relación con la edición del Canzoniere de Petrarca por P. Bembo, era el madrigal. La letra suelen ser versos de 7 y 11 sílabas y el tema, amoroso, aunque también se transponen impresiones de la naturaleza, pudiendo todo ello volverse a lo divino. En estas composiciones, el nuevo arte y la maestría técnica llevaban a una unión particularmente estrecha entre palabra y música, que teorizaría Zarlino.10 La música debe expresar todo lo que la letra porta en fondo y forma. Francisco Guerrero, amigo y admirador del veneciano, creció ya en este ambiente y en la composición de madrigales, que llamaría canciones, uno de los dos grandes bloques de composiciones con texto romance. En este bloque y denominación, caben igualmente las composiciones poéticas a las que Guerrero (como otros compositores contemporáneos suyos)11 dotó de expresión musical. Ésta fue su primera dedicación o una de las primeras, siendo muy joven. A ella se refiere el también poeta Cristóbal Mosquera de Figueroa:
Fue Guerrero de los primeros que en nuestra nación dieron en concordar con la música el ritmo y el espíritu de la poesía, con ligereza / tardanza, rigor / blandura, estruendo / silencio, dulzura / aspereza, alteración / sosiego, aplicando al vivo con las figuras del canto la misma significación de la letra, como lo sentirá el que quisiere en sus obras advertirlo.12
Otro bloque de composiciones con texto romance son los villancicos religiosos (de los escasos conservados de la segunda parte del siglo XVI), que Guerrero en su Viaje de Jerusalén llama «chanzonetas», así como, por aproximación a composiciones llamadas en Italia villanelle, las «villanescas». Villancicos y chanzonetas eran composiciones efímeras que cantaban los seises en las más importantes festividades o en acontecimientos de especial celebración, señalados con procesión del cabildo sevillano. Véanse estas dos muestras:
Oíd, oíd una cosa
Vamos al portal
divina, graciosa y bella:
que vengo espantado
El que crió la doncella
de ver un zagal,
Generosa
cuya vista es tal,
esta noche nasció della.
que da luz al soto
Oíd qué dichosa nueva,
y al valle y al prado.
qué hecho regocijado:
En el alta cumbre
hoy parió la Eva nueva
me subí por ver
al hijo de Dios amado.
de qué pudo ser
Sentid, sentid con cuydado
tan divina lumbre.
aquesta hazaña bella:
El que crió la doncella, etc.
Las villanescas vienen a ser madrigales de carácter más popularista, como aproximación a modos de expresión pastoriles. De ellas puede ser muestra la que sigue:
Prado verde y florido,
El fresco y manso viento
fuente clara,
nos alegra,
alegres arboredas y sombrías,
Prestadle mis suspiros y bramados,
pues veis las penas mías
vos, ojos, abañados
cada hora,
Hasta ahora,
contadlas blandamente
Pedid vuestro remedio
a mi pastora,
a mi pastora,
que, si conmigo es dura,
que, si conmigo es dura,
quizá la ablandará vuestra frescura.
quizá la ablandará vuestra frescura.13
Se hicieron tan populares las villanescas de Guerrero que andaban de mano en mano, deformándose («se iba con el tiempo perdiendo la fidelidad de su compostura», afirma Mosquera de Figueroa); así que muchos rogaron al autor que las publicara. Lo hizo hacia el fin de sus días pero, dada su condición social –presbítero–, las revisó y editó volviéndolas a lo divino, si no se trataba de composiciones morales.14 Así Canciones y Villanescas, publicada en Venecia en 1589, fue una de las últimas colecciones en publicarse,15 cuando había sido la primera en componerse (Ruiz Jiménez, 10s). Precisamente es la que se estampó mientras él realizaba el Viaje de Jerusalén.
Mostró Guerrero un perfecto manejo de todas las técnicas contrapuntísticas y compositivas de su época, y por su «gran dulzura y sensibilidad», su «edulcorada sensibilidad», en contraste con el estilo patético de C. de Morales, se le llamó el dulce. Otros estudiosos destacan en la música de Guerrero su «misticismo ingenuo y lírico», la «docta calidad» de su polifonía, los «deliciosos villancicos navideños que conservan el espíritu ingenuo de la fe popular» y un «candor expositivo».16 En cualquier caso, y tras su etapa juvenil, Guerrero fue un compositor de piezas sacras que, en tiempos recios y opuestos a la utilización de la música polifónica en las ceremonias del culto católico, debido en parte a su profanidad, la defendió con firmeza, de palabra y con su buen hacer técnico-artístico e inspiración espiritual. Para ello, apartó sus composiciones de las «inflexiones más lascivas», siendo su objetivo confeso «excitar los piadosos ánimos a la digna contemplación de los misterios sagrados». Un madrigal a lo divino causó las delicias de Lope de Vega, que reproduce su letra:
Si tus penas no pruebo, oh Jesús mío,
vivo triste y penado.
Quiéreme, por el alma que te he dado,
que, si este don me hicieres,
¡ay, Dios, cómo veré lo que me quieres!
Como ya se ha dicho, lo mismo que Juan del Encina, otro gran músico que en 1519, a sus 50 años, hizo una peregrinación a Jerusalén para celebrar allá su primera misa, y de la que nos dejó testimonio en composiciones métricas como la titulada Tribagia («camino santo»), Francisco Guerrero, cumpliendo un deseo acrecentado a lo largo de su vida, en 1588, a sus 60 años, se atrevió a realizar su viaje a Tierra Santa.

2. Viaje a Jerusalén

2.1 Idea y concepción del viaje

Francisco Guerrero había vivido en su fantasía desde muy joven, con gran fuerza, las escenas del nacimien...

Índice

  1. Cover
  2. Half Title
  3. Title Page
  4. Copyright Page
  5. ÍNDICE
  6. Presentación
  7. PRIMERA PARTE: MARES, SUEÑOS, VUELOS Y PARAÍSOS
  8. SEGUNDA PARTE: EL VIAJE A JERUSALÉN Y A LOS LUGARES SAGRADOS: CRUZADA Y PEREGRINACIÓN
  9. TERCERA PARTE: LIBROS DE MARAVILLAS
  10. CUARTA PARTE: ESPACIOS NARRATIVOS
  11. QUINTA PARTE: UNA MIRADA, HOY