Helénicas
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Helénicas

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En las Helénicas Jenofonte continúa el relato de la Guerra del Peloponeso en el punto en el que lo dejó su maestro Tucídides. A la tarea de historiador añade la viveza descriptiva de quien fue testimonio directo de los hechos.Las Helénicas se plantean como una continuación de la narración histórica de Tucídides sobre la Guerra del Peloponeso, y ofrecen una crónica de las contiendas y las crisis políticas que sacudieron Grecia a comienzos del siglo IV a.C., desde 411 hasta 362, hechos todos ellos que Jenofonte vivió: fin de la Guerra del Peloponeso, gobierno y derrocamiento de los Treinta en Atenas, guerra espartana contra los persas (399-387), Guerra Corintia, rivalidad entre Esparta y Tebas, triunfo de Tebas en la batalla de Leuctra (371) y hegemonía de ésta bajo el general Epanimondas.Probablemente escritas en varias fases durante la larga vida de Jenofonte (h. 430-354 a.C.), las Helénicas siguen el modelo historiográfico de Tucídides: narran hechos políticos contemporáneos con un estilo sobrio y austero. Jenofonte se ciñe a este planteamiento político-militar, y excluye varios hechos que hubieran ocupado un lugar destacado en una historia general; él, sin embargo, prefiere reservarlos para otra otras obras, con lo que introduce una marcada diferenciación de formas literarias que dará lugar a otros escritos suyos: por ejemplo, las actividades de Sócrates, publicadas en otro volumen de esta misma colección.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN
9788424930394
IV
El libro IV comprende los acontecimientos de los años 395-388.
Entre ellos sobresalen la continuación de la campaña de Agesilao en Asia Menor (395/4); las batallas de Nemea (394), Cnido y Coronea (394); las operaciones en el Istmo (393-90) con la intervención de Ifícrates; la invasión de Acarnania por aqueos y lacedemonios (389); el ataque lacedemonio a Argos (388); las campañas de Farnabazo y Conón en Asia Menor, islas y Grecia (394), de Trasibulo (389), de Ifícrates por un lado, y por otro lado de Dercílidas, Antálcidas (392), Tibrón y Anaxibio.
Agesilao en Frigia, alianza con Otis
Después de llegar a la Frigia de Farnabazo [1 ] a principios de otoño, Agesilao empezó a quemar y saquear el territorio y a atraerse las ciudades, a unas por la fuerza, a otras por propia voluntad 1 . Como le dijera Espitrídates que le procuraría [2] una entrevista con su rey y le haría su aliado si iba con él a Paflagonia, se puso en camino muy decidido, pues hacía tiempo que deseaba separar algún pueblo del rey.
[3] Cuando llegó a Paflagonia, vino Otis 2 y concluyó una alianza; pues aunque el rey le había llamado no había acudido 3 . Otis dejó mil jinetes y dos mil peltastas a Agesilao movido por Espitrídates.
Matrimonio de Otis
[4] Agesilao, que se sentía obligado con éste, le dijo: «Espitrídates, dime, ¿no desearías dar tu hija a Otis?». «Por supuesto, mucho más desearía que él tomara la hija de un desterrado siendo rey de grandes territorios y fuerzas», contestó. Entonces [5] sólo se dijo esto sobre el matrimonio. Mas cuando Otis se disponía a marchar, vino ante Agesilao para despedirse. Agesilao sacó el tema en presencia de los treinta 4 , [6] después de mandar retirarse a Espitrídates. «Otis, dime, de qué familia es Espitrídates», preguntó. Él respondió que no era menos que cualquier persa. Y añadió: «¿Has visto qué hermoso es su hijo?». «¿Cómo no iba a verlo? Incluso ayer tarde cené con él.
—Se dice que tiene una hija aún más bella.
—Por Zeus, dijo Otis, sí, realmente es bella.
[7] —Bien, prosiguió, ya que te has hecho amigo nuestro, yo te aconsejaría tomar a su hija por esposa, pues es muy bella, y ¿qué hay más grato para un hombre?; además es de un padre nobilísimo, que tiene gran poder, a quien Farnabazo ofendió y se vengó de él de tal modo que lo ha desterrado de todo el territorio, como [8] ves. Por tanto, añadió, debes saber bien que como puede vengarse de él por ser su enemigo, también podría de la misma manera favorecerle si fuera amigo. Si lo haces, piensa que no sólo él será de tu familia, sino también yo y los demás lacedemonios y, como nosotros mandamos en Grecia, incluso el resto de ella. Realmente, [9] ¿quién podría casarse jamás con mayor pompa que tú si lo llevas a cabo?; efectivamente, ¿a qué prometida escoltaron jamás tantos jinetes, peltastas y hoplitas cuantos escoltarían a tu mujer hacia tu casa?». Otis preguntó: «Agesilao, ¿dices esto de acuerdo con [10] Espitrídates?». «Por los dioses, no, contestó Agesilao, él en verdad no me ordenó decirlo; mas yo, si bien me alegro muchísimo cuando castigo a un enemigo, creo que me alegro mucho más cuando encuentro algún bien para los amigos. ¿Por qué no te informas, prosiguió, si [11] él lo quiere también?». Agesilao contestó: «Herípidas, id vosotros y convencedle a que desee lo mismo que nosotros». Éstos se levantaron e intentaban convencerle. [12] Como se retrasaban, dijo: «Otis, ¿quieres que nosotros le llamemos aquí también?; al menos yo creo que él será persuadido por ti mucho mejor que por todos los demás». Después de esto Agesilao llamó por fin a Espitrídates y a los demás. Cuando entraron, [13] Herípidas dijo directamente: «Agesilao, ¿para qué vamos a alargarnos contando el resto de la conversación?; la conclusión es que Espitrídates afirma que hará con gusto todo lo que tú decidas. «Espitrídates, añadió [14] Agesilao, me parece bien que tú des tu hija a Otis con buena suerte, y que tú la tomes. Mas no podríamos traer por tierra a tu hija antes de la primavera 5 ». Otis replicó: «Por Zeus, mas podría venir ahora mismo por mar, si tú quieres». Después de esta conversación despidieron [15] a Otis dándose la mano.
Pasa el invierno en Dascilio
Inmediatamente Agesilao equipó una trirreme y mandó al lacedemonio Calias traer la hija, al darse cuenta que tenía prisa, y él se puso en marcha para Dascilio, donde Farnabazo tenía su corte; había muchas aldeas importantes en los alrededores con abundantes recursos y animales de caza magníficos, [16] unos en parques, otros en lugares abiertos. Corría al lado un río lleno de peces de todas las clases. Había también volátiles abundantes para los expertos en la caza de aves. Así pasó allí el invierno cogiendo víveres para el ejército tanto en esa zona como en [17] otras, efectuando incursiones para forrajear. Un día, mientras los soldados cogían provisiones despreocupados y sin vigilancia, ya que anteriormente no les había ocurrido nada, Farnabazo los sorprendió dispersos por la llanura, con dos carros armados de hoces y unos cuatrocientos jinetes. Pues por temer que fuera cercado y sitiado, si se establecía en un sitio, andaba por diferentes zonas del territorio, como los nómadas, oçultando [18] sobre todo sus acampadas. Los griegos al ver que se acercaba se juntaron rápidamente unos setecientos; mas él no se detuvo, sino que colocando delante los carros y poniéndose detrás con los jinetes, ordenó [19] avanzar sobre ellos. Cuando, lanzando los carros, dividieron el grupo compacto, los jinetes abatieron al punto a unos cien y los demás huyeron hacia Agesilao, pues se encontraba cerca con los hoplitas.
Herípidas ataca a Farnabazo
[20] Al tercero o cuarto día de este hecho se enteró Espitrídates de que Farnabazo estaba acampado en Cave, una aldea grande, que distaba unos ciento sesenta estadios, e inmediatamente se [21] lo comunicó a Herípidas. Éste, que deseaba hacer alguna acción brillante, pidió a Agesilao dos mil hoplitas, otros tantos peltastas y los jinetes de Espitrídates y los paflagonios y todos los griegos que quisieran. Después [22] de prometérselo, empezó a sacrificar; al atardecer, al tener presagios favorables, terminó el sacrificio. Luego, al acabar la cena, les dio la orden de presentarse ante el campamento. Como era ya de noche, no salió ni la mitad de cada contingente. Pero para que [23] no se burlaran de él los otros treinta si se volvía atrás, se puso en marcha con las fuerzas que tenía. Al amanecer [24] atacó el campamento y cayeron muchos de los primeros puestos, que eran misios, pero los persas huyeron; se tomó el campamento y muchas cosas y, por supuesto, otros bienes propios de Farnabazo, además de muchos objetos y animales de carga. * Como los paflagonios [26] y Espitrídates se llevaban los bienes capturados, Herípidas apostó taxiarcos y capitanes y se lo quitó todo tanto a Espitrídates como a los paflagonios, naturalmente para llevar muchos prisioneros a los encargados de la venta del botín 6 . Pero ellos no pudieron [27] soportarlo y considerándose ofendidos y deshonrados hicieron de noche sus preparativos y marcharon en dirección a Sardes ante Arieo, pues tenían confianza en él porque también se había separado del rey y luchado contra él 7 . Por cierto, no le ocurrió nada más grave a [28] Agesilao en esta campaña que la deserción de Espitrídates, Megabates 8 y los paflagonios.
Entrevista de Agesilao y Farnabazo
[29] Había un tal Apolófanes de Cícico, que desde antiguo era huésped de Farnabazo y también por aquel tiempo mantenía relaciones de hospitalidad con Agesilao. Este hombre dijo a Agesilao que esperaba reunir a Farnabazo con él para unas [30] conversaciones sobre un pacto de amistad. Le acogió favorablemente y después de aceptar una tregua y darse la diestra en señal de fidelidad, se presentó con Farnabazo en un lugar convenido, donde ya estaban esperando Agesilao y los treinta sentados en el suelo sobre la hierba. Farnabazo llegó con vestidos de mucho valor. Cuando los servidores le colocaron debajo alfombras bordadas, sobre las que se sientan muellemente los persas, se sonrojó por el uso de estos lujos, al ver la sencillez de Agesilao; en consecuencia, también él se [31] sentó en el suelo como estaba. En primer lugar se saludaron y luego Farnabazo tendió su mano derecha y Agesilao a su vez la suya. Luego Farnabazo comenzó [32] su discurso, pues era el mayor: «Agesilao y vosotros, todos, lacedemonios presentes, yo fui vuestro amigo y aliado 9 , cuando luchabais contra los atenienses, contribuí a fortalecer vuestra flota proporcionándoos dinero e incluso en tierra luchando a caballo yo mismo con vosotros perseguí por mar a los enemigos 10 . No se me podría acusar nunca de hacer ni de decir nada ambiguo [33] con respecto a vosotros como Tisafernes. Después de ser tal amigo, ahora me encuentro por vuestra causa en tal situación que no tengo ni comida en mi propio territorio, a menos que recoja como las fieras lo que vosotros dejáis. Veo todo lo que mi padre me dejó, tanto hermosas mansiones como parques llenos de árboles y animales en los que me recreaba, en parte arra sados, en parte quemados. Bien, si yo no sé lo que es piadoso y justo, explicadme ahora vosotros cómo pueden hacer eso unos hombres que saben devolver favores». Así habló. Los treinta, todos en bloque, se sonrojaron [34] y guardaron silencio. Poco después dijo Agesilao: «Farnabazo, creo que tú sabes a pesar de todo que hay personas unidas por lazos de hospitalidad recíproca en las ciudades griegas. Pero cuando éstas son enemigas, luchan con sus patrias contra los unidos por estos lazos, e incluso se matan unos a otros si se encuentran entonces. Así también nosotros que luchamos ahora con vuestro rey nos vemos obligados a considerar enemigo todo lo suyo aunque pongamos por encima de todo hacernos tus amigos. Si se te exigiese que nos tomaras [35] a nosotros como dueños a cambio del rey tu dueño, al menos yo no te lo aconsejaría; mas, pasándote a nuestro lado ahora, tú puedes vivir disfrutando de tus bienes sin postrarte 11 ante nadie y sin tener dueño, aunque yo creo que el ser libre es equivalente a todos los bienes. Mas ni siquiera te exigimos eso, ser pobre [36] pero libre; al contrario, no aumentar el poder del rey, sino el tuyo propio, sirviéndote de nosotros como aliados, sometiendo a los compañeros de la esclavitud actual para hacerlos tus súbditos 12 . Entonces si fueras a la vez rico y libre, ¿qué te faltaría para ser completamente feliz?» Farnabazo dijo: «Así, pues, ¿os debo responder [37] sencillamente lo que voy a hacer?». «Efectivamente, te conviene». «Bien, dijo, si el rey envía a otro como estratego y a mí me hace su súbdito, decidiría ser vuestro amigo y aliado; pero si me confía a mí el mando —el poder de la ambición es tan fuerte, según bien se ve—, debéis saber que lucharé contra vosotros como [38] mejor pueda». Después de oír esto Agesilao estrechó su mano y le dijo: «Bravo, ojalá tú, que eres de tales sentimientos, te hicieras nuestro amigo. Bien, sabe una cosa, añadió, ahora me voy a retirar de tu territorio lo más pronto que pueda, y en adelante, en caso de guerra, nos apartaremos de ti y los tuyos mientras podamos [39] ir contra otro». Dicho esto terminó la reunión, Farnabazo montando a caballo marchó, mas un hijo suyo de su mujer Parapita, que aún era un bello muchacho, se quedó atrás, echó a correr y dijo: «Agesilao, te haré mi huésped». —«Y yo te acepto». —«Bien, acuérdate». Al punto dio a Agesilao su jabalina —tenía una magnífica—. Él la aceptó y como su secretario Ideo tenía una testera hermosísima en su caballo se la quitó y se la dio a cambio. Entonces el hijo saltando sobre su caballo [40] marchó al alcance de su padre. Cuando el hermano de Farnabazo 13 le quitó el cargo en su ausencia y desterró al hijo de Parapita, Agesilao le protegió en diferentes ocasiones e incluso al enamorarse de un hijo del ateniense Evalces, por él hizo todo lo posible para que este último fuese admitido en la carrera infantil en [41] Olimpia, aunque era mucho mayor 14 . Como prometió a Farnabazo, empezó inmediatamente a retirarse del territorio, cuando comenzaba a despuntar la primavera. Al llegar a la llanura de Tebas estableció su campamento alrededor del santuario de Ártemis Astirene y allí sumó al que tenía un ejército muy numeroso de todas partes. Pues se estaba preparando para internarse en el territorio lo más posible, creyendo que todos los pueblos que había detrás se separarían del rey.
Preparativos lacedemonios
Así, pues, Agesilao se ocupaba en estos [2 ] asuntos. Los lacedemonios, cuando se enteraron exactamente del dinero que había llegado a Grecia y de que las ciudades más poderosas se habían coaligado para una guerra contra ellos, pensaron que la ciudad estaba en peligro y reconocieron que era necesario hacer una expedición. Empezaron a prepararla [2] y además enviaron inmediatamente a Epicídidas 15 ante Agesilao. Éste, cuando llegó, le explicó cómo estaban los diferentes asuntos y especialmente que la ciudad le ordenaba socorrer a la patria lo más rápidamente posible.
Regreso de Agesilao
Agesilao, cuando se enteró, lo acogió [3] muy mal pensando que se quedaba privado de grandes honores y esperanzas; no obstante, convenció a los aliados y les expuso las órdenes de su ciudad y dijo que se debía ayudar a su patria: «aliados, sabed bien empero que, si aquello concluye favorablemente, no me olvidaré de vosotros —afirmó—, sino que volveré a presentarme para realizar lo que vosotros pidáis». Al [4] oírlo muchos lloraron y todos votaron 16 socorrer a Lacedem...

Índice

  1. Anteportada
  2. Portada
  3. Página de derechos de autor
  4. INTRODUCCIÓN
  5. BIBLIOGRAFÍA
  6. Libro I
  7. Libro II
  8. Libro III
  9. Libro IV
  10. Libro V
  11. Libro VI
  12. Libro VII
  13. Índice