Retorno a la historia literaria norteamericana
eBook - ePub

Retorno a la historia literaria norteamericana

Itinerarios críticos y pedagógicos

  1. 340 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Retorno a la historia literaria norteamericana

Itinerarios críticos y pedagógicos

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La dilatada y fructífera experiencia como uno de los investigadores más destacados de las letras norteamericanas en nuestro país permite a Félix Martín examinar los supuestos que invitan hoy a recuperar el protagonismo de la historia literaria de los Estados Unidos en las aulas. Entraña este proyecto una revisión de los aspectos fundamentales para entender esta historia: la periodización, los géneros, el canon y la función de la teoría crítica. Con este objetivo se destacan las dos orientaciones, inseparables y complementarias, que guían su desarrollo: una crítica y otra pedagógica. Partiendo de paradigmas narrativos totalmente nuevos, Martín nos redescubre la historia literaria norteamericana desde perspectivas múltiples y específicas, y desde una serie de novedosas representaciones culturales y literarias férreamente interconectadas.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Retorno a la historia literaria norteamericana de Félix Martín Gutiérrez en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Mezzi di comunicazione e arti performative y Storia e critica del cinema. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.
IV
COMPETENCIA PEDAGÓGICA DE LOS GÉNEROS
Ductilidad de las formas genéricas
¿Está nuestra generación libre de los prejuicios del género, ahora que posee más información teórica? se pregunta Alastair Fowler en su monumental Kinds of Literature: An Introduction to the Theory of Genres and Modes (1982). Sería agradable pensar que sí, contesta. Sería, agradable, pensamos, que desaparecieran los prejuicios sobre el género y que, por esquivo que parezca, no nos alejara de su poder. La realidad nos asalta con inesperadas formas literarias que desbordan los cauces de nuestra relación con las literaturas en lengua inglesa. Fowler menciona entre ellas el retorno del relato breve, del romance, la aparición de la fantasía distópica y de la fabulación, o la reactualización de la novela histórica y de la novela de ideas. Otras formas que ya parecen haber encontrado una identidad genérica propia —biografía, autobiografía, relato fantástico, relato de terror, western— podrían corroborar esta constatación, fruto del carácter cambiante, dinámico y fértil del fenómeno literario. Y géneros tan obvios y a veces ignorados como el discurso ideológico, la oratoria presidencialista, el epistolario amoroso, el relato criptográfico, los veredictos judiciales o actas de rendición militares, aunque no aparezcan en los árboles genealógicos de los géneros o en su ramaje clásico, merecen una atención especial. Tal vez Alastair Fowler no llegó a entrever el verdadero alcance de esta floración, pues manteniendo la metáfora arbórea y organicista parece incuestionable que la ley del género, como la denominó Jacques Derrida, impone sus normas de reproducción y transformación.
En bastantes departamentos de filología inglesa la enseñanza de la literatura norteamericana tradicionalmente se ha apoyado en algún criterio supuestamente genérico, distribuyendo sus contenidos dentro de la clasificación triádica de prosa, drama y poesía. Naturalmente esta distribución no ha reproducido la tipología trimembre de manera rigurosa, ni la organización docente de todas las materias lo hace posible, ni la multiplicidad de formas genéricas que engloban los términos “prosa”, “ficción” o “narrativa” puede acomodarlas. Más que sistemas genéricos estos tres campos garantizan cierta continuidad temática y cohesión formal. Al mismo tiempo sirven para reconocer las líneas cronológicas de la historia literaria, facilitan su periodización, la percepción de agrupamientos o corrientes literarios, la emergencia de escuelas e influencias, o la evolución de determinadas ideas, motivos, tradiciones o estilos literarios. Pero en general el interés por la formación o transformación de sistemas o formas genéricas se ha perdido en el horizonte de curiosidades, afinidades, diferencias o contrastes temáticos, culturales, históricos entre unas obras y otras, o entre ciertas clases de relaciones textuales. Como ocurriera con el mismo género su aplicación no pretende mantener o contener agrupada o relacionada toda una serie de experiencias literarias, ni de exhibir su dominio interpretativo, sino desplegar su propio desbordamiento, su creciente y desconcertante transformación.
Ésta es una realidad que suele pasar desapercibida. La historia literaria norteamericana ha experimentado una fragmentación genérica tan radical que no sólo sospechamos de su historia genérica, sino que maniobramos entre claves contextuales, relaciones intertextuales, conceptos, nexos morales, culturales, temáticos e ideológicos cual si el universo del género debiera disolverse. De forma tal vez inconsciente o movidos por la capacidad de dispersión y combinación textual que alientan los comentarios de texto observamos cómo las diferencias o afinidades genéricas suelen desaparecer amasadas dentro de un esquema temático casi siempre ahistórico, la curiosidad cultural ha sustituido a las premisas críticas, la lectura recontextualizada a la interpretación y la referencia genérica a interrogaciones didácticas con frecuencia irrelevantes. Entraña esta práctica cierta incongruencia metodológica y científica, no sólo achacable a años de inercia pedagógica, sino probablemente a una percepción limitada o estrecha de la competencia pedagógica de los géneros. ¿Qué competencia pedagógica ponen en acción los géneros literarios? ¿Realmente puede hablarse de competencia? ¿Son indispensables para la enseñanza de la literatura o simplemente útiles?
Empezamos, pues, llamando la atención sobre un fenómeno que contrasta palpablemente con la escasa atención que prestamos en nuestra universidad a la función de los géneros como instrumento crítico y pedagógico. Conviene, pensamos, adelantar que la teorización actual del género apenas resuena en la pedagogía. Recordemos cómo al lado de otras concepciones literarias, tales como las que han ofrecido las alternativas estructuralistas y postestructuralistas en torno a los conceptos de “discurso”, “écriture” o “intertextualidad”, parece difícil mantener la integridad semántica de un término como el del género, a menos que se reduzca a una modalidad textual más o lo conjuguemos definitivamente en plural. En el contexto actual, tejido por relaciones globalizadas, tanto el concepto como sus formas pueden presentar modalidades textuales muy variadas e híbridas dependiendo no sólo de una estructura semántica unificada sino también de funciones o motivos comunicativos interconectados.
Los problemas teóricos que suscitó el género a raíz del formalismo ruso le han mantenido abierto a formulaciones (Todorov, Genette, Bakhtin, Lotman, Frye, Hernadi, Scholes, Hauss) que no han impedido traspasar barreras taxonómicas y desarrollar su hibridismo literario, aun contando con la interferencia lógica de la investigación lingüística en la literaria y viceversa. Desde el ámbito literario, habremos constatado que se ha discriminado sobre su constitución histórica y dialéctica, a la vez que se han aceptado algunas premisas lógicas y ontológicas establecidas por Platón y Aristóteles. Ha sido objeto al mismo tiempo de una confrontación con otras modalidades de sistematización textual y de su aceptación como criterio retórico de legibilidad para muchos estudiosos y profesores. Pero en general se mantiene proteico y dúctil a las exigencias de codificación, de comunicación y comprensión de la experiencia literaria. En este sentido, por ejemplo, la metamorfosis que advierte Robert Scholes de este concepto apunta ya algunas dificultades para su instrumentación pedagógica:
In literary or textual studies the great structuralist insight takes the form of noting that a text is to its genre as the speech act is to its language. The genre is a network of codes that can be inferred from a set of related texts. A genre is as real as a language and exerts similar pressures through its network of codes, meeting similar instances of stolid conformity and playful challenge. No one who has ever studied seriously the history of any art can doubt the importance of precedent, schema, presupposition, convention —all those things that in literary study we call genre and style— in the actual production of texts. (Scholes 1985: 2)
Hace ya varias décadas este mismo autor (“Towards a Poetics of Fiction”, Novel, Winter 1969) llegó a postular una poética de la ficción esencialmente genérica, amparado en el hecho de que la instrucción debería ser genérica, pues las dos actividades más importantes de este proceso —la lectura y la escritura— eran para él genéricas por naturaleza. Poco cuesta entender estas dos actividades en su sentido estructuralista, al trasluz de la proyección, combinación y aplicación de fórmulas, convenciones o normas. Pero es preciso no ocultar los riesgos que entraña esta “gran intuición estructuralista”, como él mismo la califica, si se mantiene la analogía que acepta como punto de partida, sugerida como sabemos por Todorov, de que un texto es a su género lo que un acto de habla es a su lenguaje. En este caso concreto, dice Scholes, un niño debe desarrollar una poética rudimentaria de la ficción antes de aprender a responder a ella, de la misma manera que desarrolla un sentido gramatical para hablar (Scholes 1985: 102). La analogía, como veremos, resulta un tanto capciosa, salvo que reduzcamos el género a un sistema puramente sincrónico de producción y categorización de textos literarios.
Una fe ciega en los planteamientos estructuralistas del género ocasiona serias dificultades para aplicarlo a la renovación de la enseñanza de la literatura. La investigación de los estudiosos para anclarlo en el campo de la lingüística, de la teoría de la comunicación y de la información pone de manifiesto que de alguna forma debe darse cuenta de variaciones diacrónicas explicables históricamente, de mutación de formas apegadas a esquemas temporales. No basta, creemos, con reducir el género a “códigos que experimentan únicamente cambios semánticos” (Riffaterre), a “‘especificaciones teóricas de aspectos verbales, sintácticos y semánticos” (Todorov), o a “determinaciones temáticas, modales y formales relativamente constantes y transhistóricas” (Genette), por más que se constaten cambios y repeticiones caprichosas, modificaciones bruscas o imprevisibles. En esa biblia de la teoría del género que es Kinds of Literature Alastair Fowler apunta algunas reservas serias a estas concepciones; reservas inadvertidas en su precursora “The Life and Death of Literary Forms”. Los modelos lingüísticos y de la teoría de la comunicación, viene a concluir, ofrecen analogías limitadas para la literatura (Fowler 1982: 22-23). Básicamente no dan razón del cambio, ni de la consistencia interna de las formas literarias, ni de sus valores formales, ni de su transformación histórica. La convención genérica difiere fundamentalmente de las reglas lingüísticas: una obra literaria puede desviarse de su “langue” convencional, a diferencia de cómo lo hace el acto de habla de su sistema gramatical, y puede remitir a formas convencionales y primitivas de modo muy distinto a cómo lo hace un hablante con respecto a su lenguaje natural (Fowler 1982: 49).
Reservas como éstas se comprenden mejor al examinar las variaciones genéricas desde perspectivas de los efectos que producen esas variaciones. La transformación histórica de los géneros sigue constituyendo un enigma que desafía el análisis empírico de sus estructuras constitutivas, de las relaciones que crean sus propias normas. Como insinúa Jonathan Culler (2009: 885), cualquier derecho que pueda reclamar un modelo genérico no corresponde a alguna propiedad que poseen todas las obras a las que se le pueda aplicar, sino que su función se refiere a estructuras fundamentales que pueden manifestarse o no, derecho que nos lleva considerar ciertos aspectos de una obra, que rubrica una tradición y una evolución, es decir dimensiones de un proceso transformativo. El propio Jonathan Culler ofrece en este mismo lugar una evolución magistral de la lírica a partir de las funciones retóricas del apóstrofe, proceso genérico que a la par que es reconstruido históricamente revela la forma en que esa figura retórica remite a entidades que no están presentes en el acto de invocación, desconectando el marco empírico del tiempo de la enunciación. Por ello la energía de la invocación poética que, por ejemplo, emite el poema de Blake, “The Sick Rose”, concluye Jonathan Culler, crea un sentido de revelación poética y define el acto de habla no como tal sino como discurso poético. La figura retórica del apóstrofe nos lleva a desviarnos de un supuesto oyente empírico, la dama, hacia otra entidad animada por su invocación poética (Culler 2009: 887-9). Como veremos en la parte tercera de este ensayo la capacidad interpretativa del género conjuga aspectos silogísticos y metafóricos.
La investigación lingüística sobre el género en cuanto proceso social y cognitivo, no obstante, o como discurso o tipo textual socialmente motivado, viene ofreciendo, desde el campo de la enseñanza de la lengua, importantes contribuciones para la exploración de la actividad crítica y literaria. Sea desde la lingüística sistémica desarrollada en Australia, como desde la investigación seguida por los especialistas en inglés para fines específicos o desde los postulados de la nueva retórica norteamericana, el estudio del aprendizaje de la lengua, la flexibilidad con que abordan la producción de una conciencia lingüística y literaria a través del género, la pedagogía cultural y social que justifica las actividades, ejercicios y procesos cognitivos plantean opciones para despertar toda un gama de reacciones, situaciones y aplicaciones que remiten inevitablemente a los procesos silogísticos, deductivos, heurísticos y reconstructivos de la lectura crítica.1 A la luz de esta investigación deben esclarecerse las contradicciones entre el carácter descriptivo o prescriptivo del género, tan importante en la tradición teórica y problemático en la práctica. Como dice Adena Rosmarin, “the rhetorical and pragmatic answer to the ‘descriptive or prescriptive’ question is that the critical genre is prescriptive, but what it prescribes is not literary but critical practice. The critic who explicitly uses his genre as an explanatory tool neither claims nor needs to claim that literary texts should be or will be written in terms but that, at the present moment and for his implied audience, criticism can best justify the value of a particular literary text by using these terms” (Rosmarin 1985: 50-51).
La atribución al crítico de una facultad especial para determinar o arbitrar el carácter prescriptivo del género es algo que, aun expresado por algún crítico literario, incomoda a aquellos especialistas de la lingüística o de otras disciplinas que intentan una integración de las dos posturas sobre esta cuestión, aunque no se pretenda compartir una teoría unificada del género. Existen, precisa Amy J. Devitt (2000: 699), cuestiones similares y respuestas similares en ambos lados, sobre todo concernientes al carácter dinámico de la interacción entre escritor, lector y contexto de una texto determinado, sobre el papel insustituible del género en situaciones literarias y comunicativas, sobre la función diferencial e interrelacionada que establece entre otros textos, sobre su participación en múltiples composiciones textuales o sobre su cambiante historicidad. Los géneros, puntualiza Devitt (2000: 697) son históricos, institucionales, culturales y contextuales. Y el carácter operativo en cada una de estas alternativas es diferente: la del acercamiento lingüístico es funcional y pragmático, la literaria depende en gran parte del crítico, por lo que el género es un instrumento crítico y no natural.
No todos los especialistas, obviamente, avalarían estas diferencias, especialmente cuando el género literario, como hemos apuntado antes, es utilizado como mecanismo de presuposición explicativa o conjetura interpretativa. Ralph Cohen, por ejemplo, advirtió en su ensayo introductor “Theorizing Genre II” al número monográfico de New Literary History (2003: 34.2) que entre los factores que ponen en juego los procedimientos genéricos deben incluirse los que afectan a la adquisición y acumulación de conocimiento, incluidos los cambios que el propio conocimiento experimenta. Ni muchos críticos literarios prescinden de los aspectos fundamentales que aportan el contexto, la función social, la ideología, la versatilidad formal y valor normativo. Si Amy J. Davitt solicita reciprocidad entre lingüistas y críticos literarios que parta del reconocimiento por parte de los literatos de aceptar criterios de funcionalidad que aclaren problemas sobre las distintas variaciones genéricas y su concreción cultural y social, los colaboradores de New Literary History (vols. 33 y 34, 2003) sobrepasan con creces esa funcionalidad. El género, precisa Ralph Cohen, es algo más que otro acercamiento a la literatura o a instituciones sociales o prácticas científicas y suele tender a crear sentido metafórico que proporciona asociaciones para su comprensión (Cohen 2003: v). O como puntualiza Thomas Pavel (2003: 205), es un arma interpretativa crucial y su contenido normativo lo es en el sentido de que dentro de las tradiciones en las que se forma acaba prevaleciendo. En el caso principalmente de las formas populares, añade Nancy J. Holland (2002: 220), es de hacer notar su función potencialmente subversiva, pues suelen justificarse ideológicamente como respuesta necesaria a las condiciones sociales que las enmarcan. Indudablemente la ideología reconfigura estas funciones y los cambios genéricos, pues si el género es una forma de ideología también lo serán las oposiciones o desviaciones del mismo género.
Llama la atención en este sentido, que Ralph Cohen aborde en “Genre Theory” la aparición de varias opciones genéricas actuales (autobiografía feminista, crítica literaria afroamericana) en términos de confrontación dentro de una encrucijada de la historia literaria (Cohen 1991: 104-7). Desde la oposición que, por ejemplo, Sidonie Smith plantea en Poetics of Women’s Autobiography (nuevo sistema de valores, nuevo lenguaje, nueva forma narrativa, incluso nuevo discurso y alternativa ideológica frente a la concepción de los dos géneros biológicos) y la apropiación del lenguaje crítico que propuso Henry L. Gates, la ruptura o acomodación del género puede resultar problemática, expresión de un deseo utópico en el primer caso y de transformación sociopolítica en el segundo (Cohen 1991: 110-111). No es sólo la oposición a géneros anteriores, matiza Cohen, lo que pone en juego esta segunda opción, sino una reconstrucción de géneros que representan no una identidad racial sino social. Aunque el género, matiza Hayden White (2003: 703), no tenga esencia o naturaleza, sí tiene historia y es precisamente el fenómeno de la periodización lo que muestra la historia de forma dinámica, cambiante, dentro de un continuo temporal. La periodización, concluye White en este mismo ensayo, es una categoría fundamental de comprensión.
Debates y opciones analíticas como éstas nos llevarían a replantear los conocidos dilemas que crea la polaridad sincronía-diacronía, o a pronunciarnos por alternativas claramente pragmáticas y descriptivas, útiles para nuestra docencia, frente al debate teórico que sigue dominando la especulación postestructuralista sobre el género. Enseñar a los estudiantes la significación retórica y social de un género exigirá mostrar la significación de su sistema genérico y el lugar que ocupa en ese sistema, puntualiza Amy J. Devitt (2000: 703). Bastaría con reexaminar la pluralidad de funciones que hemos ido atribuyendo a los géneros (reconstrucción literaria, interpretación, comunicación, transacción cultural, social e ideológica), para percibir el alcance de su capacidad articuladora y relacional. Como insiste Alastair Fowler:
Of all the codes of our literary langue, I have no hesitation in proposing genre as the most important, not least...

Índice

  1. Cubierta
  2. Anteportada
  3. Portada
  4. Página de derechos de autor
  5. Dedicación
  6. Índice
  7. INTRODUCCIÓN
  8. I. RECUPERACIÓN DE LA HISTORIA LITERARIA NORTEAMERICANA
  9. II. ESTRATEGIAS DE PERIODIZACIÓN
  10. III. EL CANON LITERARIO: RENOVACIÓN Y EXPANSIÓN
  11. IV. COMPETENCIAS DE LOS GÉNEROS LITERARIOS
  12. V. PEDAGOGÍA LITERARIA: TEORÍA Y PRÁCTICA CRÍTICA
  13. BIBLIOGRAFÍA
  14. Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans