Pensar el poder
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Pensar el poder

Liber amicorum de Pedro Carasa

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Pensar el poder

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Este libro pretende contribuir a la comprensión de las estructuras de poder de la España decimonónica mediante nuevos enfoques que pongan en cuestión las formas más tradicionales de aproximarse al estudio de esta centuria. Lo que se plantea aquí es una discusión en torno a la articulación del poder político y social en la España del siglo XIX en una escala múltiple que conjuga el nivel del Estado nación con el regional y el transnacional. Se trata al mismo tiempo de reconocer el trabajo de uno de los historiadores que más atención ha dedicado al estudio de la relación entre sociedad y poder durante el siglo XIX: el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid Pedro Carasa. El volumen colectivo Pensar el poder se ha concebido como una oportunidad para reflexionar sobre las prácticas de poder en la España liberal.

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Información

Edición
1
Categoría
History
Categoría
Modern History
LA COMISARÍA REGIA DE TURISMO (1911-1928)
¿EJEMPLO DE ESPAÑA OFICIAL?
Jorge Villaverde
Université Sorbonne Nouvell-Paris 3
España puede ser, y será seguramente si nosotros no dificultamos esta obra nacional, uno de los países más visitados del mundo, y por la tremenda guerra que hoy castiga a la Humanidad, aquí acudirá muchedumbre mundial a convalecer física y espiritualmente, en plazo quizá no lejano, dadas las circunstancias privilegiadas excepcionales que favorecen a nuestra Patria.
MARQUÉS DE LA VEGA-INCLÁN
Comisario Regio de Turismo (1917)
Es del hortelano el perro.
Ni come ni comer deja,
Ni está fuera ni está dentro.
LOPE DE VEGA, El perro del hortelano (1618)
Miguel Primo de Rivera recibió en octubre de 1927 una carta enviada desde la embajada española en París en la que el II marqués de Viana, Grande de España, jefe superior de palacio y caballerizo mayor de Alfonso XIII, José de Saavedra y Salamanca, le escribía:
Mi querido Miguel:
Un Señor que no conozco, Don José Herrero Anguita, me ha enviado unos ejemplares de una Memoria relacionada con un proyecto de Turismo nacional, bastante fantástico […] Naturalmente he hecho llamar a ese Señor y le he devuelto, la tal memoria, […].1
A quien sí conocía el marqués de Viana era al comisario regio de Turismo, el también marqués de la Vega-Inclán. De hecho, aprovechaba su misiva al dictador para adjuntar una nota de su amigo en la que este replicaba duramente la iniciativa de Herrero Anguita. Pese a esta y otras maniobras similares, el denominado «proyecto fantástico» acabaría reemplazando a la Comisaría Regia. En 1928, Primo de Rivera firmaba el decreto fundacional del Patronato Nacional de Turismo (pnt). Con una década de retraso con respecto a los países competidores nacía la primera agencia estatal de turismo española.2
¿A qué se debió esto? ¿Por qué España, pese a no participar en la Gran Guerra, no contó con un organismo que coordinara al sector y promoviera al país como destino turístico durante la belle époque? ¿Cómo explicar esta aparente anomalía?
Todas estas preguntas nos llevan al mismo punto de partida. España contaba con una organización estatal, la Comisaría Regia de Turismo y Cultura Artística Popular (Crt), «encargada de procurar el desarrollo del turismo» desde la temprana fecha de 1911.3 Sin embargo, un viajero que tomara el Sud-Express en la Gare d’Austerlitz y descendiera en la Estación de Atocha no encontraría una oficina de información que le indicara dónde podía alojarse. Un americano que cruzara el Atlántico podría verse tentado a variar su itinerario ante los bellos manifesti del enit italiano, pero nunca vería un cartel sancionado por la Crt. Careció también España de una organización que hiciera labores de lobby ante el Gobierno o que coordinara estatalmente los esfuerzos locales y del sector privado.
Entonces, ¿a qué se dedicó la Comisaría Regia de Turismo? Antes de contestar a esta pregunta vamos a presentar brevemente la institución o más bien a su responsable, puesto que comisaría y comisario se confunden en cuanto el propio organismo acabó fundiéndose con su director. Los ocho funcionarios que, de acuerdo con el decreto fundacional, debían incorporarse a tiempo parcial nunca lo hicieron, y el presupuesto fue siempre muy reducido. De esta forma, el marqués de la Vega-Inclán, con la ayuda de su secretario personal, Fernando Mariñosa, fue el máximo y único responsable de la administración turística estatal española durante prácticamente las dos décadas (1911-1928) de vida de la institución. Cuando se hizo con el puesto, el marqués tenía 53 años. No había despuntado hasta entonces, siendo más conocido por su filiación y su bohemia que por otra cosa.4 Hasta el marquesado le llegó de rebote, ya que su hermano mayor renunció al título.5 Fue pintor, marino, militar, escritor, empresario y agente de cambio.6 Siempre sin mucho éxito. Algo más suerte tuvo como marchante de arte, llegando a ser considerado un gran conneisseur de la pintura española del siglo de Oro. En su madurez se metió en política de la mano de un amigo de su padre y suegro de su hermano, el también general José López Domínguez,7 aunque en este campo tampoco demostró pericia ni interés. Si gracias a su progenitor y a su carácter se había ganado un hueco entre destacadas camarillas palaciegas fue una peculiar iniciativa, la creación y cesión de la flamante «Casa del Greco» al Estado en 1907, lo que le catapultó momentáneamente a la fama. Este suceso atrajo la atención del rey, que le convertiría en su oficioso consejero de asuntos culturales y oficialmente en el titular de la creada ad hoc Comisaría Regia de Turismo y Cultura Artística Popular.
LA CRT Y BENIGNO DE LA VEGA-INCLÁN. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
La escasa historiografía que ha tratado el turismo en España difiere en la valoración de la Comisaría Regia.8 Desde los primeros autores que trataron el asunto, Fuster y Lavaur, ambos funcionarios de la administración turística durante el franquismo, podemos distinguir dos narrativas sobre la intervención estatal en el sector que continúan hasta nuestros días, una celebratoria y otra crítica. Luis Fernández Fuster, autor de una serie de manuales destinados a las escuelas de turismo (1967, 1980, 1991 y 1999), fue el responsable de adornar la historia de los primeros años de intervención estatal. El primero de estos manuales, Teoría y técnica del turismo, de 1967, fue escrito en pleno boom del turismo y contribuyó a legitimar la apropiación franquista de este éxito.9 Luis Lavaur, mucho menos imaginativo, fue también menos prolífico y se limitó a escribir unos excelentes artículos mucho menos conocidos para la revista de la Administración pública: Estudios Turísticos.10 Una serie de mitos y valoraciones poco fundamentados fue recogida y perpetuada por estudios posteriores, dando cuerpo a una narrativa basada casi exclusivamente en literatura secundaria, proveniente además de la propia administración turística estudiada.11 En ella se resalta el papel de pionero y visionario del marqués de la Vega-Inclán, achacándose la escasa operatividad de la Crt a la falta de financiación. Poco después, tres tesis doctorales proporcionaron los primeros estudios en profundidad. Los trabajos de González y Moreno ofrecían una imagen ambivalente donde se descubría una actividad mucho más extensa de la que se conocía, pero también las muchas sombras de su gestión. En cambio, la tesis de Menéndez, centrada no en la faceta turística, sino más bien en la museística, ofrecía su semblante más radiante: el pio-nero y visionario será además progresista gracias a su amistad con destacadas figuras de la Institución Libre de Enseñanza. En este perfil sin tacha brilla también su labor como gestor del turismo nacional.12
El Estado hizo suya la tesis de Menéndez al conmemorar el centenario de la creación de la Administración Turística Española, publicándola en la editorial del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, con prólogo del propio ministro Joan Clos.13 De esta forma, la narrativa iniciada en los años del boom por un funcionario del mismo ministerio encontraba en este trabajo un sostén documental en el que apoyarse. Se extiende y consolida de esta manera una historiografía que asume y confirma la apropiación estatal, tanto durante el franquismo como en la democracia, del éxito del turismo en España. Una narrativa en la que España, «potencia turística mundial»,14 encuentra su genealogía en la regulación del turismo por parte del Estado, marginando el protagonismo de la intervención local y privada.15 La incuestionable responsabilidad del capital extranjero en los principales hitos del desarrollo del sector –ferrocarriles, hoteles, agencias de viaje y vuelos chárter– también se margina. Se fija como acto fundacional del mito la creación en 1905 de la fantasmagórica Comisión Nacional de Turismo (Cnt), otro mito fusteriano, y se establece una continuidad desde esa fecha hasta la actualidad.16 Respecto a la Comisaría Regia, ante la dificultad de señalar hitos de su gestión similares a los de los países vecinos, ha ido sedimentando en buena parte de la historiografía la idea de que la gestión de Vega-Inclán sentó las bases sobre las que luego se edificó una administración turística estatal a la que se debe el éxito del boom de los años sesenta.17
En todo caso, la mayoría de autores están de acuerdo en señalar que los principales logros de la Crt fueron la creación de museos de ambiente (tales como el Museo del Greco en Toledo, el de Cervantes en Valladolid y el Museo Romántico en Madrid),18 las publicaciones (especialmente la conocida serie El arte en España) y la apertura del primer Parador de Turismo en la Sierra de Gredos. Hay que matizar estos éxitos: de entre los museos, solo la Casa del Greco tuvo éxito y estuvo abierta de forma regular. Las publicaciones no solamente no se adecuaban a las características de la propaganda moderna, siendo mucho más artísticas que turísticas, ni tan siquiera contaron con canales de distribución formales. Finalmente, el único parador de la Crt se trataba de un lujoso refugio de nueva planta para cazadores; el único punto en común con la imagen más extendida de los posteriores paradores –edificios históricos reconvertidos con un uso moderno– era la titularidad estatal.19 Asimismo, la puesta en marcha de un sistema de crédito hotelero que estimulara al sector tuvo que esperar a la caída del comisario.
En estas páginas pretendemos contrarrestar la apropiación estatal del éxito alcanzado por el turismo en España y de la historiografía que la sostiene. Defenderemos que el Estado no solo no contribuyó, sino que perjudicó pasiva y activamente al sector turístico durante el primer tercio del siglo XX. Para ello partimos de la lectura crítica que Moreno ha realizado de la Comisaría Regia, profundizando en dos aspectos, a nuestro juicio, claves. En primer lugar, resulta patente la existencia de un momento que sirve de punto de inflexión, a partir del cual la organización se desinfla, pierde gran parte de la atención mediática y se ralentiza hasta el absurdo. Este giro, esencial para entender la política turística española del primer tercio del siglo XX, ha sido percibido por varios autores, pero nunca se ha identificado con claridad ni explicado sus causas.20 Moreno identifica apropiadamente el momento, finales de 1914, pero no la causa y las largas consecuencias que acarreó al sector.21 En segundo lugar, mostraremos cómo el comisario regio no solo no asumió la labor de coordinación y representación del sector turístico que suponía su responsabilidad, sino que entorpeció cuanto pudo las iniciativas de toda índole que intentaron organizar el turismo estatalmente durante los casi veinte años de su mandato.
Nada más lejos de nuestra intención que depreciar la figura del marqués de la Vega-Inclán. Al contrario, como han puesto de relieve los estudios de Moreno y Moreno Luzón, creemos que se trata de una figura clave para entender algunas facetas del reinado de Alfonso XIII.22 Fue un destacado constructor de la nación al elaborar y transmitir narrativas sobre la nación a la sociedad, con vistas a establecer un imaginario nacional español, consiguiendo de esta forma que el trabajo de los intelectuales y las iniciativas de los políticos se difundieran entre la población. Los estudios sobre la nacionalización de las masas penan para encontrar agentes nacionalizadores y recurren a los marcos clásicos –la escuela, el ejército– o a autores de obras de escasa difusión. La figura del marqués tiene más actualidad que nunca ahora que el giro cultural ha alcanzado de lleno el debate sobre el nacionalismo en España y se propone estudiar la construcción nacional examinando la forma como la población incorpora, rechaza o adapta en su vida cotidiana los di...

Índice

  1. Cubierta
  2. Anteportada
  3. Portada
  4. Página de derechos de autor
  5. ÍNDICE
  6. INTRODUCCIÓN
  7. LA IDEA DE ESPAÑA Y LAS ARISTOCRACIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN: Espacio político, cambio social y comunidades imaginadas
  8. LA CREACIÓN DE UN ARCHIVO CENTRAL BAJO JOSÉ I: Su oposición con el proyecto napoleónico
  9. RELIGIÓN, NACIÓN Y ÉLITES EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
  10. LA FORMACIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
  11. LA «ESPAÑA FORAL» Y LA «ESPAÑA CONSTITUCIONAL»: El empoderamiento de las diputaciones forales en la consolidación del Estado liberal español (1839-1877)
  12. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN EN ANDALUCÍA: La deconstrucción de la representación política
  13. LA COMISARÍA REGIA DE TURISMO (1911-1928): ¿Ejemplo de España oficial?
  14. ÉLITES Y MOVIMIENTOS SOCIALES: Experiencias de poder en la revolución liberal española
  15. MIRAR DESDE EL PODER A LOS SIRVIENTES: La perspectiva cultural sobre los criados de instituciones elitistas
  16. CASTILLA COMO CASO DE ESTUDIO: Las élites en su entorno
  17. LAS ÉLITES EN CASTILLA Y LEÓN: Biografía y prosopografía en el análisis de las relaciones de poder en la España liberal
  18. PROTESTA POPULAR Y PODER LOCAL EN CASTILLA (LA VIEJA) Y LEÓN: Entre la represión y la mediación
  19. PODERES LOCALES Y CONTESTACIÓN URBANA: El Valladolid de los barrios en la Transición, 1964-1986
  20. EL POLÍTICO ANTE EL ESPEJO: Paradigmas de identidad en la contemporaneidad