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Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)

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Campanas y toques de campana en la Catedral y otros templos históricos de Santiago (1789-1899)

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Este estudio sobre las campanas históricas santiaguinas devela aspectos relacionados con el sonido nacional (tanto en su experiencia colonial como republicana) y con el impacto social de los toques de campana a lo largo de la historia de Chile, vinculando su sonido a conceptos tales como el tiempo, la fe, el poder, la celebración, la ciudad, lo público y lo privado. Además construye una aproximación a las campanas "desde fuera de las torres" que permite su conocimiento como medida temporal, como medio de comunicación masivo, como complemento de fiestas y ceremonias de la muerte, y como instrumento de manipulación espiritual y política.

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Información

Capítulo I
Función y connotación de las campanas dentro de la Iglesia Católica
La campana en cultos previos y diferentes al cristianismo
Antes de abordar el caso santiaguino, y como una forma de clarificar aspectos intrínsecos a nuestro objeto de estudio, es necesario examinar —aún de modo muy somero— la función y connotación de las campanas dentro la Iglesia Católica.
El uso de campanas con fines religiosos no constituye una práctica exclusiva del cristianismo, sino una costumbre común a distintos cultos, que encontraron en el sonido del bronce una serie de atributos espirituales. En Egipto, las fiestas de Osiris eran celebradas con el sonido de múltiples campanas1. Los griegos las utilizaron con fines domésticos (anunciar la venta de pescado en el mercado o la apertura de este), pero también consta que fueron empleadas ritualmente por los sacerdotes de Proserpina y Cibeles, y por el culto mistérico de los Cabiros, que asignaba a su sonido un valor purificador. Lo propio hizo Roma, donde las campanas tuvieron igualmente múltiples funciones. El así llamado Tintinnabulum fue indistintamente utilizado para anunciar actividades cotidianas (como la apertura de los baños) o acontecimientos excepcionales (como la proximidad de un eclipse o la conducción de criminales a su ajusticiamiento). Asimismo, se empleó como amuleto para proteger bestias, como complemento de procesiones y como objeto sagrado de sepulcros y templos2.
En Oriente, ya entre los años 1500 a 1000 a. C., se desarrolló su uso y fabricación en China, y hacia el siglo V a. C. tenían un importante papel en las orquestas que tocaban durante los rituales confucianos. En la India las adoptaron hacia el siglo VI a. C. para sus rituales védicos (en forma de crótalos o bien de campanas tradicionales), y aún persiste la costumbre de colgar campanillas en los tobillos de los danzantes y en la entrada de los templos, donde son tocadas por los devotos para invocar las deidades de su culto3. En Oriente se creía firmemente en una poderosa esencia espiritual de las campanas; de ahí el prodigioso desarrollo de este instrumento en estas tierras, que conocieron la fabricación de enormes campanas y de espléndidos juegos de campanas afinadas muchos siglos antes que en Europa4.
Por mandato divino, la tradición judía se valió de campanillas como una forma de amuleto destinado a proteger a los sumos sacerdotes al momento de ejercer su ministerio:
En la parte inferior [de la túnica del efod] pondrás granadas de jacinto, de púrpura y de carmesí, alternadas con campanillas de oro, todo enrededor […] Arón se revestirá de ella para su ministerio, para que se haga oír el sonido de las campanillas cuando entre y salga del santuario de Yavé, y no muera5.
Asimismo, según el libro Números, Dios en persona ordenó a Moisés la utilización de trompetas de plata como forma de convocación, protección y alabanza. Principios esenciales que siglos más tarde regirían el uso de las campanas cristianas:
Yavé habló a Moisés diciendo: “Hazte de dos trompetas de plata […] que te sirvan para convocar la congregación y para hacer mover el campamento […]. Los hijos de Aarón, los sacerdotes, serán los que toquen las trompetas, y estas serán de uso obligatorio por siempre en vuestras generaciones. Cuando en vuestra tierra saliereis a la guerra contra el enemigo que os atacare, tocaréis alarma con las trompetas, y servirán de recuerdo ante Yavé […] para que os salve de vuestros enemigos. También en vuestros días de alegría, en vuestras solemnidades y en las fiestas tocaréis las trompetas, y vuestros holocaustos y vuestros sacrificios pacíficos serán para vosotros un recuerdo cerca de vuestro Dios”6.
La adopción de las campanas por la Iglesia Católica, su uso y desarrollo
La intensa persecución que marcó los orígenes del cristianismo impidió cualquier convocación exterior a este culto que se difundía oralmente y dentro de un ámbito enteramente privado. Según San Ignacio de Antioquía, los encargados de esta función eran los así llamados cursores, personas de confianza que daban aviso a las comunidades cristianas de sus celebraciones7. La aceptación del ejercicio público de la religión cristiana —el año 313 a instancias del edicto de Constantino— puede considerarse el primer paso que permitiría el “sonido público” de dicha iglesia dentro de la ciudad. Este concepto se materializaría en diversos dispositivos previos al uso de las campanas: trompetas, a imitación de la tradición israelita; timbales que se golpeaban el uno contra el otro; planchas labradas que se hacían sonar golpeadas por un mazo; grandes vasos de madera que se percutían con martillos, y matracas o molinetes, cuyo uso persistiría en las celebraciones de Semana Santa8.
Según varios liturgistas, el uso de campanas con fines cristianos habría sido si no fundado, al menos difundido por San Paulino de Nola9, obispo de la Campania, quien se cree fue el primero en dotar a su iglesia de una campana para convocar a la adoración. De ahí que hasta hoy se le considere universalmente como el santo patrón de los campaneros10.
Es difícil saber si la historia asociada a San Paulino es cierta o es solo una leyenda. De hecho, en la minuciosa descripción que el obispo hizo de la Basílica de San Félix, por él construida, no se hace alusión a ninguna campana11. También es difícil saber de qué clase de campana se trataba. Las campanas cristianas más antiguas conservadas, como por ejemplo la de San Patricio (a quien se atribuye la introducción de la campana en Irlanda alrededor del año 432), no eran fundidas (el arte de la fundición sufrió un cese tras la caída del Imperio romano), sino fabricadas por el remache de láminas de hierro (a la manera de un cencerro o campana de vaca)12. Como sea, desde el momento en que una “campana” se colgó y se tocó con el fin de convocar a los fieles a los ritos litúrgicos, se asentaba el principio esencial de su relación con la Iglesia. Relación que con el paso del tiempo conocería un prodigioso desarrollo, hasta el punto de convertirse no solo en un eje regulador de la vida espiritual, sino también de la vida cotidiana.
A fines del siglo VI, los benedictinos italianos comenzaron a constru...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Índice
  5. Introducción
  6. PRIMERA PARTE
  7. SEGUNDA PARTE
  8. Consideraciones finales
  9. ANEXOS
  10. Fichas de las campanas
  11. Bibliografía
  12. Fuentes de imágenes