1. Educación y democracia: la construcción política en las instituciones educativas en perspectiva pedagógica
Autores: Enrique Bambozzi y Gloria Vadori. Con la colaboración de José Luis Belfanti, Valeria Venier y Valeria Lerda.
Primera parte: Educación y Democracia: las formas de habitar la participación en las instituciones educativas
Esta parte del libro sintetiza cuestiones teóricas y metodológicas que los autores desarrollaron para identificar, registrar y sistematizar experiencias de práctica de ciudadanía democrática en estudiantes de educación superior universitaria a partir del estudio de la categoría democracia y su significación como práctica política.
En este sentido, Bonetto y Piñero afirman:
Desde un punto de vista amplio podríamos decir que la política se traduce en el conjunto de actividades destinadas a organizar la vida de un grupo a través de la discusión e implementación de un proyecto común de orden. Esto supone las acciones realizadas con la intención de influir, conservar o modificar el poder y la organización necesaria para llevar adelante ese proyecto de orden. Desde este punto de vista, la política es una actividad generalizada que tiene lugar en todos aquellos ámbitos en los que los seres humanos se ocupan de producir y reproducir sus vidas en el marco de un fin común determinado. Esta actividad puede suponer tanto enfrentamientos como cooperación, ya que pueden existir disputas tanto sobre el proyecto en sí como sobre sus formas de implementación.
Del mismo modo, estas autoras, al vincular la política y la democracia, sostienen:
La política parece haberse constituido en tierra de todos y de nadie, en dominio de aquellos que operan con la política, los que hablan sobre la realidad política y los que profetizan sobre ella. Lo que es comprensible en tanto la política nos envuelve, sobre todo en las democracias, ya que es en ellas cuando estamos autorizados a evaluar, a participar y a soñar con decisiones políticas compartidas.
Estas significaciones nos permitieron concluir que las formas de habitar democráticamente las instituciones educativas daban cuenta de una forma social en el horizonte de construcción de un bien social o bien común o, en términos de las autoras, proyecto de orden. Esta definición se convierte en central a la hora de interpretar los decires de los actores en torno a sus representaciones sobre democracia o experiencias democráticas.
Por su parte, los aportes de Macpherson sostienen que la problemática actual gira en torno a la crítica y formas de transitar de una democracia liberal (democracia de una sociedad capitalista de mercado hacia una democracia deliberativa, participativa entre iguales). En ese sentido, las discusiones a las preguntas se instalan en las formas de materializar a la democracia como un proyecto político de participación popular.
En la democracia liberal la participación de los sujetos se plantea como un acto sustentado en el privilegio de pocos en torno a ciertos rasgos que son asumidos como naturales (propiedad, lugar social) y que se traducen en la construcción de un sistema normativo-constitucional en donde es ampliada y garantizada la libertad económica pero no así los derechos políticos. En este sentido, el sufragio es visibilizado como un acto propio (procedimiento) de la democracia, pero restringido a ciertos actores “poseedores” de ciertos atributos. En este sentido, y a los fines de nuestro trabajo, es sustantiva esta forma de entender la participación democrática porque en muchos casos los jóvenes de nuestra investigación dan cuenta de experiencias democráticas sólo asociadas a la posibilidad de emitir algún tipo de sufragio o voto.
En el caso de la democracia deliberativa, la forma de participación está planteada en una discusión entre iguales y no asociada exclusivamente a la posibilidad de sufragar. Sin desconocer las dimensiones normativas, se intenta avanzar hacia la construcción de otros espacios de deliberación y participación como dimensiones constitutivas de lo democrático, tal como lo plantean Salazar y Woldenber:
(…) el ideal democrático se ha traducido en los últimos años en largas e importantes discusiones en torno a los aspectos procedimentales de la democracia. Debates y acuerdos en relación a la organización electoral, los derechos y obligaciones de los partidos, los cómputos comiciales, la calificación de las elecciones, etc., se han colocado, y con razón, en los primeros lugares de la agenda política del país. Se trata sin duda, de una dimensión pertinente porque la democracia para existir requiere de normas, procedimientos e instituciones que la hagan posible.
Sin embargo, los autores aclaran que si bien lo normativo–procedimental es consustancial a lo democrático, este aspecto es sólo una condición de su posibilidad para la formulación y solución de los problemas que afectan el bien social. El autor nos aclara: “…los procedimientos democráticos sirven no para resolver directamente los problemas sociales, sino para determinar cómo deben plantearse, promoverse e implementarse las políticas que pretendan resolver esos problemas.”.
Por su parte, y desde un planteo más cercano a lo pedagógico, Meirieu, Philippe sostiene que
La crisis de la educación es una realidad que está ligada, en cierto sentido, al surgimiento de la democracia. Nunca hay crisis de la educación en sociedades totalitarias, no hay crisis de educación en las sociedades teocráticas ni en la sociedad dictatorial; la crisis es el reverso del vacío que instalamos en el corazón mismo de la sociedad. La democracia afirma que el lugar del poder esta intrínsecamente vacío, nadie en sí está habilitado a ocupar ese lugar de poder, ni el intelectual, ni el hombre de dios, ni el hombre providencial: el lugar del poder está vacío y debe seguir quedando vacío y solo puede ser ocupado provisoriamente por hombres que acepten ser los mandantes de aquellos que les confían provisoriamente el poder.
A la pregunta, “¿cómo habitan democráticamente los actores las instituciones educativas?” y a partir de nuestros primeros registros de los estudiantes universitarios, pudimos observar que cada forma de pensar la democracia conlleva formas diferentes de entender el concepto “participación”, que pueden ser asociadas a los desarrollos teóricos previamente enunciados: mientras que en la democracia liberal la participación está asociada a un privilegio por ser propietario; en la democracia deliberativa la participación está asociada a un derecho que se construye entre iguales.
- en la democracia liberal la participación está asociada al sufragio (voto) como hito fundamental con el objeto de sostener un Estado de Derecho (constitución, formalidad), estado mínimo.
- en la democracia deliberativa, participativa, la participación está asociada a distintas maneras de habitar la distribución del poder en la sociedad civil.
Sin embargo, la problemática que se nos presenta es que cuando nos referimos a participación, la misma se refiere a los actores (estudiantes, directivos, docentes) en las instituciones educativas, es decir, nuestro problema es Democracia Escolar o Democracia en las Instituciones Educativas. En este sentido, entendemos que educación para la democracia significaría la identificación de prácticas de transmisión del conocimiento (construcción, circulación, distribución) en donde los actores habitan, experimentan, formas de saber-poder tendientes a la creación, sostenimiento de un proyecto de orden.
Segunda Parte: lo que dicen los actores acerca de sus formas de habitar o participar democráticamente en las instituciones educativas. El caso de los estudiantes universitarios
¿Cómo lo hacemos?, es una de las preguntas que atraviesa todo proceso de investigación. Analizando, comprendiendo el decir de los actores (estudiantes, docentes, directivos), de sus representaciones, fue la respuesta que, desde las trayectorias de cada uno de los miembros del equipo en el oficio de investigar, fueron apareciendo como las más pertinentes, viables, posibles.
Por un lado, el decir de los actores sobre sus formas de concebir las distintas maneras de entender un concepto tan amplio como democracia y participación nos llevó profundizar la idea de representación. En este sentido, y articulando con el marco teórico en torno a democracia, los aportes de Denise Jodelet nos resultan pertinentes cuando plantea que otro análisis de las representaciones corresponde al de su organización; éste hace referencia a un análisis estructural, en el cual se encuentran elementos más estables y compartidos; que se lo define como núcleo central (recurrencias), el cual dará sentido a los elementos menos estables de la representación, denominados elementos periféricos, ligados estos a una coyuntura específica y a la posición de un individuo singular. Este análisis de la representación considera lo individual y lo sociohistórico, en donde la representación constituye un entramado entre comportamientos y cogniciones, entre sujeto y objeto.
En este sentido, y complementando el análisis de las representaciones, aspectos de la grounded theory o teoría anclada nos permiten problematizar el decir de los diferentes actores a partir de lo que se define como método comparativo constante. El muestreo teórico nos ha posibilitado saturar una categoría –participación–, que permitió, a su vez, construir una tipología sobre funciones democráticas y actores, que incluimos al finalizar este apartado.
En el caso de los estudiantes universitarios de primer año, se les sugirió escribir en torno a una consiga a partir de la cual se realizó el análisis correspondiente. La consigna sobre la cual se invit...