1. INICIA TU CAMBIO
EN ESTE CAPÍTULO…
Hacemos una radiografía vital para fijar un punto de partida. Analizamos dónde estás ahora y cuál es tu situación actual. ¡Empezamos!
1.1. SOMOS REVOLUCIONARIOS
Si todos nacemos como seres genuinos y auténticos, ¿qué es lo que sucede luego? ¿Por qué nos alejamos de nuestra esencia? ¿Por qué perdemos la confianza? ¿Por qué vivimos experiencias tan limitadas y artificiales? ¿Por qué no podemos reconocer nuestro potencial latente? ¿Por qué terminamos viviendo la vida de otros? ¿Por qué nos acabamos conformando con profesiones que nada tienen que ver con nosotros? ¿Por qué nos cuesta tanto recordar quiénes somos? ¿Por qué nos estancamos? ¿Por qué nos sentimos tan confusos, asustados, frustrados y perdidos?
La singularidad es una condición inherente al ser humano, pero hemos normalizado lo frecuente y rechazado por completo aquellas «rarezas» que nos hacen únicos por naturaleza. Por eso, no debe sorprendernos que siendo tan diferentes acabemos experimentando la vida de formas tan semejantes, viviendo vidas tan parecidas.
Es posible que en ocasiones te sientas raro o excluido socialmente: no te aceptas, te esfuerzas por encajar en el molde social por miedo al qué dirán, por ese deseo anómalo de ser acogido en el clan. Salirte de la norma está mal porque la normalidad, lo conocido, se presenta como la única posibilidad.
Lo cierto es que vivimos en un mundo prefabricado, superficial. La neurosis colectiva es un reflejo de nuestra propia toxicidad. Si sientes que has nacido en un planeta un poco demente, quizás es porque viniste para ayudar a crear uno más consciente, siendo tú el cambio a partir de tu propia transformación. Como dice Jiddu Krishnamurti: «No es signo de buena salud estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma».
Aceptando las condiciones ambientales y los aspectos socioculturales en los que vives, puedes diseñar tu propio camino e impulsar una revolución. Para eso estamos aquí.
En mi caso personal, siempre me he sentido un inadaptado, una oveja negra. Soy el miembro de la familia que un día decidió sanar, crecer y evolucionar, romper con el patrón de comportamiento transgeneracional. No ha sido fácil. Nadie nos ha enseñado a conocernos, más bien todo lo contrario. De ahí que vivamos tan desconectados y tengamos que reinventarnos. El cambio que buscas eres tú.
Es nuestra responsabilidad desaprender lo aprendido, con amor y voluntad, para dejar de ser esclavos, liberarnos de la jaula mental y no vivir más sometidos a nuestras propias creencias heredadas, alojadas en la caja fuerte del inconsciente.
Estamos viviendo un momento histórico único: el ocaso del viejo paradigma industrial. Estamos asistiendo al amanecer de una nueva Era, de una nueva forma de comprender el mundo y contemplar la vida. Cada vez más personas se atreven a cuestionar lo recibido para conectar con su ser, para ser quienes de verdad son y dedicarse a aquello que realmente aman. Somos la generación del cambio, la generación de los revolucionarios. No te quedes fuera.
Quizás la expresión «No sé qué hacer con mi vida» te resulte familiar. Lo que sigue ya lo sabes: el inicio de una profunda crisis existencial. Toda crisis trae consigo un torbellino de oportunidades. No te sientas culpable. Date permiso para sentirte vulnerable y para volver a empezar las veces que haga falta.
La desazón que por mucho tiempo, pero en vano, ignoramos o tratamos de ocultar con trabajo excesivo, consumo compulsivo, ocio narcotizante, culto egoico a la imagen, distracciones banales, etcétera, esconde un rechazo patológico a sentir el vacío que todos, en mayor o menor medida, experimentamos.
¿Estás dispuesto a indagar para comprender qué hay detrás de todo este malestar? ¿Sientes una verdadera necesidad de abandonar la inconsciencia para encontrar tu felicidad y vivir con plenitud, libertad y autenticidad?
Todo ese malestar son anhelos reprimidos que buscan manifestarse, pero no se lo permitimos. Difícilmente sabrás qué hacer si no te dejas ser, si sigues viviendo desde la rigidez, buscando respuestas fuera. La vida vivida desde el ser y no desde el hacer es la que te permite florecer y prosperar.
Vivamos sin guión, sin la obligación autoimpuesta de cumplir con unos mandatos sociales predeterminados. Si algo te genera estrés agudo o crónico, significa que no es el camino.
Quizás en este instante sientas que tu mundo se desmorona, que lo que has hecho hasta ahora de pronto deja de tener sentido. Te preguntas qué hacer, cómo empezar desde cero, qué necesitas, si ya será tarde.
Nunca es demasiado tarde para conectar contigo mismo, no hay edad ni condición. Si no sabes qué hacer con tu vida, si sientes que el momento es ahora, ¡adelante!, es tiempo de mirar hacia adentro.
1.2. UNA MIRADA HACIA ADENTRO
Mirar hacia adentro no es soñar, todo lo contrario: despertamos. Comenzamos a transitar un proceso de cambio consciente.
La palabra cambio suele referirse a la acción de reemplazar o sustituir una cosa por otra. Nosotros vamos a entender el cambio de otra manera, como la transición de un estado inicial (tu situación actual) a otro diferente (eso que anhelas). El cambio consciente genera una evolución, siempre desde el interior —tu ser— al exterior —tu vida, lo que vives—. El movimiento siempre es de adentro hacia afuera.
Hay que aprender a apagar el piloto automático. Me refiero a la mente y su sistema de creencias, el principal obstáculo para mirar en tu interior.
Hace unos años leí en una publicación de autor desconocido esta frase: «Si el futuro no te emociona, estás en el presente equivocado». ¡Qué buena!, ¿verdad? Eso mismo pensé yo, hasta que aprendí a vivir sin pensar tanto «en lo de luego». El futuro no existe, es una ilusión. Solo tenemos el ahora: si el presente no te emociona, ¿qué más da el futuro? ¡Qué agonía vivir siempre con exceso de mañana!
Sin embargo, en aquel momento esas palabras calaron hondo en mí. Me impulsaron a tomar la decisión de dejarlo todo en España para irme al otro lado del mundo, a Australia. Si algo te motiva a pasar a la acción, bienvenido sea, aunque con el tiempo también lo acabes cuestionando. Ya sabes, dudar es un acto de cordura.
Despedirte de tu jefe, abandonar un «empleo estable», dejar un trabajo «bien remunerado» en «estos tiempos que corren» para emprender tu propio camino no es fácil. Al autoboicot mental se suma el condicionamiento del entorno: «Estás loco»; «¡cómo vas a dejar la empresa!»; «¡con lo mal que está todo!», «¿de qué vas a vivir?». Bla, bla, bla. Casi nadie me apoyaba. Te trasladan sus propios miedos.
Hice lo que los japoneses denominan un datsusara, es decir, dejé un trabajo que no me motivaba para seguir mi vocación o, al menos, para darme la oportunidad de encontrarla. Fue la mejor decisión, pero tomarla no fue sencillo y ejecutarla tampoco. Todo tiene dos caras, y es importante que sepas de ese otro lado menos amable del que pocos hablan. El saber siempre empodera.
Pero para tomar una decisión así, antes tienes que parar y reflexionar, hacerte preguntas que te muevan por dentro antes de moverte por fuera: ¿Por qué me siento así? ¿Es esta la vida que quiero? ¿Qué es lo que estoy creyendo para crear esta realidad que me hace sentir tan mal? ¿Qué necesito para sentirme bien? ¿Qué me falta? ¿Qué me sobra? Si muero mañana, ¿vivir habrá merecido la pena? ¿Me siento vivo?
Frente a la embestida de enigmas e inte...