Potenciación de la memoria
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Potenciación de la memoria

Hacia una evolución dirigida de nuestro cerebro

  1. 189 páginas
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Potenciación de la memoria

Hacia una evolución dirigida de nuestro cerebro

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La memoria es una de las preocupaciones más comunes entre las personas en lo que a funcionamiento del cerebro respecta.Las siguientes frases se escuchan una y otra vez: "Estuve horas buscando los anteojos hasta que me di cuenta de que los llevaba puestos"."Nunca puedo recordar dónde dejo las llaves"."Hasta hace poco podía nombrar todos los actores que participaban de una película, hoy ni siquiera logro dar en mi cabeza con el título del film".Estas expresiones siempre vienen seguidas del planteo concreto del problema: ¿Qué se puede hacer para mejorar la memoria?La buena noticia es que, salvo en el caso de que exista una enfermedad puntual, no hay de qué preocuparse.Es que las neurociencias están confirmando quiénes son los verdaderos enemigos de la memoria. Y ninguno de ellos es particularmente de temer: Falta de atención.Estrés.Ausencia de liderazgo emocional.Mala alimentación.Carencia de ejercicio físico e intelectual.Sueño insuficiente.Por lo tanto, con una buena dosis de constancia y voluntad podemos resolver muchos de nuestros "problemas de memoria".Haber cumplido muchos años no es una excusa: también las personas mayores pueden estimular y optimizar su memoria.Esta obra se convierte en un aliado, entonces, para explorar técnicas y ejercicios que permitan incrementar la capacidad de retención y recordación de información.

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Información

Año
2018
ISBN
9789874277589
Capítulo 1
Qué es la memoria
La memoria como identidad del individuo
La memoria es el conjunto de hechos, sentimientos, conocimientos, rostros, sonidos, conceptos y procedimientos archivados en nuestro cerebro como resultado de nuestra historia personal.
Definida habitualmente como “la capacidad para almacenar información y recuperarla”, la memoria es mucho más que eso: es la identidad de un individuo, lo que define quién es y qué lugar ocupa en el mundo.
También es un componente imprescindible para incorporar conocimientos, planificar y proyectar el futuro.
Esto ocurre porque la información nueva inevitablemente se conecta con la anterior durante los procesos de aprendizaje, tanto el formal como el que resulta de la experiencia cotidiana.
En general, cuando hablamos de memoria nos referimos a todos los aspectos que tuvieron una importancia tal en nuestra vida que produjeron recuerdos que, por alguna razón, almacenamos.
El impacto por el cual el cerebro decidió guardar una determinada información puede ser directo o indirecto.
Para que vuelvan a nuestra consciencia esos recuerdos, necesitamos de algún disparador externo o interno.
Entrar en una casa que huele a salsa de tomate nos puede transportar a los domingos de reunión familiar en lo de una abuela; un determinado vestido de novia nos lleva directamente al día de nuestro casamiento; el reencuentro con una persona que no vemos hace mucho trae de inmediato las vivencias compartidas.
La memoria es una herramienta fundamental para adaptarnos al ambiente y mejorar nuestra supervivencia. Es lo que nos permite no tropezar dos veces con la misma piedra e incorporar aprendizajes clave para nuestro desarrollo.
A nivel neurobiológico, como estructura física, orgánica, la memoria está representada en el cerebro por conexiones entre neuronas que abarcan varias zonas.
Uno de los desafíos más importantes de la neurociencia contemporánea es comprender a fondo estas estructuras.
Algunos descubrimientos produjeron aportes clave.
Por ejemplo, se sabe que sin algunas estructuras, como el hipocampo, una persona no podría generar nuevos recuerdos.
También, que las áreas cerebrales que se utilizan para rememorar un viaje de placer son distintas de las que se necesitan para evocar cómo se hace una suma o una resta. Lo mismo para conducir o andar en bicicleta.
Es cierto que existen personas más capaces que otras y que el rendimiento neurocognitivo es un ingrediente imprescindible para el desempeño exitoso (es difícil imaginar a un político que tenga mala memoria debatiendo con éxito, por ejemplo).
No obstante lo anterior, la memoria no es una especie de tablilla de cera con inscripciones como la imaginaba Platón.
La memoria es un proceso cerebral activo que puede mejorarse, siempre que exista voluntad y constancia para hacer gimnasia cerebral y que se siga una dieta adecuada.
El estudio de sustancias que mejoran las capacidades intelectuales continúa avanzando, en especial a medida que se investigan enfermedades degenerativas como el Alzheimer.
Pero también aumenta la demanda de información en personas sanas (en promedio, el 15 por ciento de las consultas a los neurólogos tiene que ver con el funcionamiento de la memoria).
Algunas de estas sustancias, denominadas smarts drugs (drogas inteligentes) tienen potencial para mejorar la memoria.
Sin embargo, en el caso de personas sanas lo más recomendable es siempre evitar la ingesta de cualquier tipo de sustancia.
De hecho, durante años de trabajo comprobamos que la memoria mejora sustancialmente cuando se implementan los programas de entrenamiento adecuados.
Desentrañando la memoria
Cada día aparecen nuevos descubrimientos que nos permiten entender cómo funciona la memoria.
Por ejemplo, el prestigioso científico Eric Kandel, premio Nobel de Medicina 2000, descubrió que a medida que pasan los años las dificultades con la memoria se deben a un gen específico.
Éste se encuentra en el hipocampo (una estructura crucial para su funcionamiento) y produce menos cantidad de una proteína denominada RbAp48, también conocida como RBBP4.
La ciencia también mostró grandes avances a la hora de determinar la base neuroquímica de la memoria.
La formación de recuerdos a largo plazo está relacionada con la fabricación de proteínas (caso de la mencionada RbAp48). En varias universidades del mundo, entre ellas, la Universidad McGill (Montreal, Canadá) se realizan investigaciones sobre estos procesos.
En los Estados Unidos, un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) está focalizado en el rol de una proteína denominada sirtuina con el objetivo de curar o mitigar trastornos que producen graves daños en la memoria, como el Alzheimer.
En la Universidad de Leicester (Inglaterra) se descubrió que una proteína denominada receptor muscarínico M3 es muy importante en los procesos de aprendizaje y memoria.
En varios centros especializados se estudia el rol de algunos neurotransmisores (tales como la adrenalina, la acetilcolina, la noradrenalina y la serotonina) en la formación de la memoria.
Del mismo modo, se trabaja en el papel que juegan de algunas hormonas (las dificultades para recordar pueden ser un síntoma de desequilibrio hormonal) y el de sustancias denominadas neurotrofinas.
Las neurotrofinas son moléculas proteicas que favorecen el incremento de la comunicación entre neuronas, como así también su supervivencia.
Los avances en las investigaciones sobre las bases moleculares de la memoria son fundamentales para explicar por qué olvidamos.
Las neurociencias ya demostraron que el déficit de algunas proteínas, entre ellas una neurotrofina denominada BDNF, puede impedir que las neuronas se ramifiquen o conecten correctamente para consolidar un recuerdo.
Asimismo, esta proteína es fundamental para mantener vivas las conexiones existentes y potenciar el crecimiento de nuevas. Se encuentra en el hipocampo, la corteza, el cerebelo y otras áreas imprescindibles para el aprendizaje y la memoria.
Cada vez que ingresa información al cerebro, ya sea porque voluntariamente estamos aprendiendo algo (como ocurre cuando estudiamos) o como resultado de hechos a los que les hemos prestado atención, es necesario que comiencen a fabricarse nuevas proteínas en determinadas áreas para que la información se consolide.
De lo contrario, permanecerá sólo unas horas y luego desaparecerá.
También se cree que ciertos ácidos nucleicos, como el ácido ribonucleico (ARN), que se encuentra en el ADN, cumplen una importante función en la consolidación del almacén de largo plazo. La función del ARN es transcribir el ADN a través de la creación de proteínas.
Con respecto a las neurotrofinas, como se mencionó, hay experimentos que han demostrado que la información se memorizará siempre que se produzca una síntesis de nuevas proteínas en el hipocampo y otras zonas del cerebro.
Este proceso puede ser influido negativamente en casos de estrés o situaciones emocionales que afectan las funciones ejecutivas.
Cuando una persona está estresada, se produce un déficit de moléculas BDNF, lo que impide la fijación a largo plazo.
En consonancia con todo lo anterior, se verificó que algunos fármacos tienen potencial para mitigar el daño que provocan determinadas enfermedades y mejorar la memoria de las personas sanas.
Durante un estudio dirigido por Julia Boyle en el Centro de Investigación del Sueño de la Universidad de Surrey (Gran Bretaña) los participantes, voluntarios de entre 18 y 45 años, ingirieron un compuesto llamado CX717.
El preparado aumenta la actividad de un neurotransmisor, el glutamato, clave en los procesos de memoria y aprendizaje.
Quienes lo recibieron, en dosis bajas, lograron un rendimiento mucho mayor en pruebas de memoria, atención, tiempo de reacción y solución de problemas que aquellos que habían consumido un placebo.
En muchos laboratorios se considera posible adaptar medicamentos destinados a mitigar el mal de Alzheimer para que personas de más de 50 años comiencen a tomarlos de manera preventiva.
Independientemente de esto, en lo personal me encuentro en línea con la opinión de Kandel, que apunta a evitar la ingesta de cualquier tipo de sustancia excepto en el caso de enfermedades.
En mis años de investigación, comprobé que la memoria mejora sustancialmente cuando se implementan programas que impliquen:
  • Reducir el estrés.
  • Mejorar la atención y la concentración.
  • Cambiar hábitos (alimentación adecuada, más ejercicios físicos, actividades aeróbicas diarias, más horas de sueño y de mayor calidad…).
  • Incorporar el gimnasio cerebral (entrenamiento de los diferentes sistemas de memoria).
  • Liderar las emociones (entrenamiento para el autoliderazgo emocional).
¿Son confiables los recuerdos?
Solemos estar convencidos de que lo que recordamos es realmente lo que sucedió o vivenciamos en un determinado punto del tiempo.
Sin embargo, y para nuestra sorpresa, la mayoría de los recuerdos son reconstrucciones que hace el cerebro sobre las experiencias.
Más aún, están fuertemente influenciados por el estado emocional en el que nos encontremos en el momento de memorizarlas. Nuestros filtros perceptuales también influyen en esta reconstrucción.
La mayoría de nuestros recuerdos no son una copia fiel de lo que realmente sucedió: están teñidos por nuestra percepción y suelen modificarse a lo largo del tiempo.
En esa construcción intervienen otros factores, como los medios de comunicación y el relato de otras personas que suelen añadir (o eliminar) detalles que distorsionan la fidelidad de la memoria.
Los falsos recuerdos pueden sentirse como verdaderos, ya que la mente humana es capaz de inventar acontecimientos que jamás han ocurrido y archivarlos como reales.
La historia policial da cuenta de numerosos casos de testigos cuyas versiones sobre el mismo suceso son distintas sin que exista intencionalidad en ello. Simplemente, han observado y registrado la información de forma diferente.
En la vida cotidiana, es sencillo hallar muchísimos ejemplos. Basta con prestarle atención a este fenómeno y aparecerán delante de las propias narices.
Hace un tiempo regresó de Francia una pareja amiga. Cuando compartieron conmigo su visita al Louvre, el relato variaba notoriamente entre lo que uno y otro contaba.
Él, que tiene una sensibilidad especial para la pintura, quedó fascinado con el arte de Leonardo, con su juego de luces y sombras, con el misterio que transmite la expresión del rostro de la Gioconda y, por supuesto, con la maravillosa forma de sus manos.
Ella quedó deslumbrada con la tecnología del museo para proteger el cuadro. Como es ingeniera, todo lo que rodeaba a la obra capturó más su atención que la obra en sí y esa fue la información que ocupó el primer plano en su memoria.
Frederic Barlett, uno de los especialistas más destacados en estudiar este tema, solía explicar esta situación recurriendo al siguiente ejemplo:
Tres amigos, un pintor, un amante de la naturaleza y un escalador salen juntos a pasear por la montaña y observan distintos aspectos del paisaje.
Si después les presentamos un trozo de roca, pretendiendo unificar sus recuerdos, nuestra desilusión será grande, porque encontraremos en ellos las mismas diferencias de antes.
Esto sucede debido a que tanto la percepción (observar el paisaje) como la memoria (recordar lo que se ha visto) dependen de las características de la personalidad, de las experiencias y de los intereses individuales.
Cada uno de ellos percibe y recuerda cosas distintas.
En ningún caso el trozo de roca será más auténtico que lo que ellos han visto: el pintor continuará fijándose en las luces y los colores del paisaje, el naturalista en la flora y la estructura física de los valles y el escalador en las paredes rocosas y las grietas.
Como vemos, la memoria es una construcción de carácter subjetivo, ya que cada persona ve la realidad bajo la lupa de su propia percepción.
En hechos relacionados con la memoria colectiva, tanto los protagonistas como quienes trabajan en los medios de comunicación tienden a modificar los acontecimientos con detalles que no estaban presentes en el contexto original.
De esta manera, crean diferentes escenarios a partir de un suceso real.
Durante un experimento reciente, en el que se pidió a los participantes que leyeran historias y luego las contaran, se observó que, en el relato, eran más cortas y más coherentes que las originales.
Esto reflejaba no sólo una reconstrucción, sino también una reorganización y una síntesis del argumento que habían leído sin que fueran conscientes de esta modificación.
La investigación, además, reveló que a menudo estaban más convencidos de su propia versión que de la original.
El ya mencionado Kandel dijo: “Los sujetos no estaban inventando: simplemente estaban interpretando el material original para darle así sentido al recuerdo”.
En el mismo sentido, concluyó: “Observaciones como ésta nos llevan a pensar que la memoria explícita de acontecimientos pasados es un proceso creativo de síntesis o reconstrucción”.
La percepción es un hecho intrínsecamente subjet...

Índice

  1. Portadilla
  2. Legales
  3. Introducción
  4. Capítulo 1: Qué es la memoria
  5. Capítulo 2: Neurobiología de la memoria
  6. Capítulo 3: Los tipos de memoria
  7. Capítulo 4: La memoria emocional
  8. Capítulo 5: Memoria: ayudas y obstáculos
  9. Capítulo 6: Ayudas y obstáculos a la hora de cuidar la memoria
  10. Capítulo 7: Ejercicios básicos para la memoria
  11. Capítulo 8: Ejercicios para la memoria de trabajo
  12. Capítulo 9: Ejercicios para la memoria de largo plazo
  13. Capítulo 10: Ejercicios para la memoria emocional
  14. Epílogo: Afirmaciones finales
  15. Bibliografía
  16. Acerca del Método Braidot de neurociencias aplicadas y del Braidot Brain Gym