El IUSAM de APdeBA
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El IUSAM de APdeBA

Una casa universitaria para el psicoanálisis

  1. 350 páginas
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El IUSAM de APdeBA

Una casa universitaria para el psicoanálisis

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Información del libro

El día 9 de noviembre del 2005 las máximas autoridades nacionales de la Argentina aprobaron la creación y funcionamiento del Instituto Universitario de Salud Mental de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (IUSAM de APdeBA). ¿Cuál era la novedad? Que por primera vez en el mundo, una asociación psicoanalítica perteneciente a la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA en sus siglas en inglés) había no solo creado una universidad para alojar al psicoanálisis en su propia casa, sino que la formación analítica plena que brindaba iba a tener, también por primera vez, certificación universitaria. La noticia de la aprobación constituía en sí todo un acontecimiento. Tenía que ver con la larga historia transcurrida durante el siglo XX entre el psicoanálisis y la universidad, pero más específicamente, con la formación analítica y la universidad. Desde que Freud escribió sobre el tema, se sucedieron innumerables discusiones y debates para tratar de entender una relación que daba lugar a debates tan apasionantes como conflictivos. Este acontecimiento, que generó una misión inconmensurable de trabajo y un efecto de intensa movilización institucional, no podía caer en el olvido. Merecía ser memorizado, relatado y compartido. Este libro relata la historia de la gestión que llevó a cabo la creación y puesta en marcha del IUSAM de APdeBA. Tanto la institución psicoanalítica como su brazo académico siguen sólidamente funcionando en la tercera década del siglo XXI, como la nueva casa universitaria del psicoanálisis.

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Información

Año
2021
ISBN
9789878362533
Edición
1
Categoría
Psicología

XV
Algunas recordadas presentaciones públicas del IUSAM de APdeBA

Durante los largos años de gestión que demandó la aprobación del Instituto Universitario, se realizaron muchas exposiciones del tema a cargo de integrantes de la institución, ya sea en forma individual o compartiendo la discusión en paneles o mesas redondas con otros expositores. Este Capítulo es un reconocimiento a quienes contribuyeron en su momento con valiosos aportes y fundados cuestionamientos a edificar el IUSAM. Por razones de espacio solo nos es posible seleccionar alguna de esas intervenciones.

1. Psicoanálisis, Investigación y Universidad
En las Jornadas de Psicoanálisis, Investigación y Universidad
(14 y 15 de marzo 2008)

Dr. Guillermo Lancelle1
A lo largo del tiempo, psicoanálisis y universidad fue una temática surgida y tratada en forma discontinua. En términos generales los psicoanalistas hemos sido remisos a la vida universitaria y académica (con las excepciones del caso), actitud seguramente moldeada por la experiencia inicial de Freud, a quién originalmente sí le importaba mucho el medio universitario, que fue su casa de origen intelectual.
Freud empezó reclamando un lugar necesario para el psicoanálisis en la formación de médicos como en la enseñanza de la psiquiatría para especialistas. Sabemos que no fue una iniciativa escuchada, lo cual tuvo el efecto de hacerle concluir que el psicoanalista “puede prescindir de la Universidad sin menoscabo alguno para su formación”. Para eso estaban las asociaciones analíticas, las cuales, agregaba, “deben su existencia, precisamente, a la exclusión de que el psicoanálisis ha sido objeto de parte de la Universidad”. Más aún, refiriéndose luego a aquellas épocas, las llamó las del “espléndido aislamiento” En esa historia hubo tanto de anhelo de acogida, prestigio y reconocimiento de la Universidad, como de despecho por la exclusión.
Estas aspiraciones de inclusión parecieron cumplirse años más tarde a través de la llamada psiquiatría (y psicología médica) dinámica, principalmente en universidades norteamericanas. En la Argentina, desde la década de los sesenta el psicoanálisis empezó a ser introducido paulatinamente en algunos servicios de psiquiatría del ámbito universitario; mientras que las Facultades de Psicología de la UBA y de la U. del Salvador abrieron sus puertas a docentes psicoanalistas. Ahí están los nombres de David Liberman, José Bleger o León Sapochnik.
Pero la suerte estaba echada. El grueso de la comunidad psicoanalítica permaneció ajeno a estos avatares, confiada y cada vez más convencida de que el principio freudiano de la “unión inseparable” entre investigación y terapia había alcanzado a ser una condición suficiente para una distintiva calificación que asegurara el rango científico a la “psicología profunda”.
Pasado el tiempo, debemos reconocer que todavía hay algo en nosotros por lo que somos proclives, sea al aislamiento, sea a la reparación histórica. Pero es indudable que estamos en una época de revisión y renovación de la perspectiva. En los medios psicoanalíticos de la Argentina y de todo el mundo se viene perfilando una actualización del tema universitario en relación con nuestro quehacer.
Un planteo actual del problema debiera prescindir del apasionamiento histórico y esclarecer cuál es la ensambladura profunda, posible o buscada hoy, entre ambos términos, y las perspectivas que ofrece tanto para el psicoanálisis como para la universidad. Si verdaderamente hay ensambladuras es porque el psicoanálisis tiene para aportar a la universidad, y la universidad tiene para aportar al psicoanálisis. Es recíproco, el psicoanálisis necesita de la acción vitalizadora de la universidad.
Hay tres zonas de ensambladura: la profesión, la investigación y la cultura:

La profesión

En este aspecto, el detonante fue la acreditación y regulación del ejercicio psicoterapéutico promovido por nuevos usos y legislaciones que en poco más de 10 años se fueron extendiendo por todo el mundo. Al carecer de inserción profesional y académica, las organizaciones psicoanalíticas tuvieron que motivarse a buscar en la universidad el reconocimiento y cobijo profesional y científico faltantes, para no quedar al margen de los nuevos ordenamientos. Para ello tuvo que descubrir y enunciar argumentos sólidos.
No se trata simplemente de una formalidad adaptativa, como muchos tendieron a verlo, sino la aparición, en la superficie, de un problema latente de fondo: la definición del espacio propio del psicoanálisis, el abandono de la utopía (del no lugar). Las universidades son el lugar donde se enseñan las profesiones intelectuales. ¿Se puede existir a la larga sin un sitio que, como ese, es reconocido y sancionado por la comunidad?
Si nosotros requerimos inclusión y reconocimiento, la universidad nos inquiere acerca de qué tipo de profesión es la nuestra y nos obliga a tomarnos el trabajo de precisarla. Que ésta es una tarea posible, lo prueba la experiencia inédita del IUSAM definiéndose ante la interpelación insistente del Comité de Expertos de la CONEAU. Tal proceso puede ser entendido como una porción, inicial, de esa gran labor de identificación que estoy mencionando.

La investigación

Los psicoanalistas tratamos pacientes, a ello nos dedicamos y de eso vivimos; esa es la profesión. Para esa tarea contamos, como en la mayor parte de las profesiones, con un bagaje instrumental y de conocimiento que proviene de distintas disciplinas. Pero el profesional no es el científico, ni la profesión es la ciencia, aunque imperiosamente necesite de ella. En la mayoría de los casos, la formación de uno y otro, el clínico y el investigador, es compleja, larga y diferentes. Sin embargo, hemos vivido en la ilusión de ser también científicos que investigan y teorizan, con una idea muy particular de la investigación y la teoría que no es compartida ni siquiera en las disciplinas psicosociales y que ha creado dificultades para entendernos, no sólo con miembros de otras disciplinas, sino también entre los mismos analistas. Las llamadas “crisis de la teoría” y la “babelización” del psicoanálisis son hechos con consecuencias a la vista.
El psicoanálisis necesita de la investigación sistemática, conceptual y empírica, que se distingue de la indagación que hace el clínico con el paciente. El conocimiento así generado y las metodologías empleadas pueden ser de gran utilidad para el clínico y esclarecedoras para dilucidar problemas epistemológicos irresueltos.
Lo que aquí interesa destacar es que la universidad es el ámbito de encuentro del clínico con el investigador. Lo corrobora el hecho de que toda o casi toda la investigación psicoanalítica sistemática, ha sido generada por investigadores psicoanalíticos trabajando en universidades.

La cultura

Huelga decir que el psicoanálisis ha impactado en la cultura del siglo XX de un modo a la vez innegable como difícil de precisar. Sólo una parte de este fenómeno se ha dado en el ámbito universitario, pero éste es el lugar de resonancia que conserva, cultiva, debate y trasmite la cultura.
La relación con la cultura define y distingue a la verdadera institución universitaria de cualquier otra dedicada a la enseñanza de técnicas y ciencias. Hablo de cultura, como lo enseñaba Ortega y Gasset, como “…el conjunto, el sistema de ideas claras y firmes sobre el universo, convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo. (…) Todo lo contrario que ornamento. (…) No es un bosque tropical de enseñanzas. (...) Cultura es lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento.” (“Misión de la Universidad”, Ortega y Gasset, Obras Completas).
El psicoanálisis, como crítica de la cultura, se ha incorporado esencialmente a ella, donde ha de estar presente por lo que es: uno de los protagonistas centrales del siglo. Quizá la misión actual y más relevante y específica que le toca cumplir (al psicoanálisis) en la universidad, es evidenciar y testimoniar la realidad del sujeto y la dimensión singular de la persona, de hecho desconocidas o puestos en tela de juicio por visiones cientificistas, totalitarias o utilitarias. En otras palabras, el psicoanálisis puede llegar a ser uno de los custodios de la cultura en la universidad; lo que a ésta le da razón de ser.
Por otra parte una pregunta: ¿qué tiene que saber un psicoanalista, además de psicoanálisis, para tratar pacientes y entenderlos? Y en un marco más amplio aún: para situarse en lugar del hombre actual en el mundo que le toca vivir. No puede ser un especialista inculto, sino a costa de no poder ser siquiera psicoanalista. Y el lugar de la cultura es la universidad. Restaría precisar entonces de qué universidad estamos hablando.

2. Panel: Psicoanálisis, Investigación y Universidad, 14 y 15 de marzo de 2008.
En 1ras. Jornadas de Universidad y Psicoanálisis, IUSAM–APdeBA.

Dr. Isidoro Berenstein2

Para introducir el tema

En este Panel quisiera presentar algunas ideas acerca del papel de la Universidad que se pueden extender al Psicoanálisis y a la investigación, como producto de y generador de una subjetividad, tendría que agregar, de época. Comienzo por la universidad. Es una institución estrechamente ligada a una sociedad que a través de ella ha de decidir, que pertenece a una formulación científica y que no. Y tiene un contenido epocal. En todas las épocas las instituciones han investido a las gentes, es decir han generado subjetividad, si lo digo mejor, ha generado subjetividades varias. Ya que el sujeto no es uno solo sino que depende del lugar y el tiempo que le toca vivir. Me refiero a todas las épocas y por lo que estamos tratando hoy desde el siglo XII, cuando lo que sería la universidad comenzó a reemplazar las escuelas monásticas y catedralicias. En su novedad no obstante retuvo (creo que no puede ser de otra manera) algún rasgo del dispositivo precedente: la recitación y el papel de las “autoridades” en las materias que tendían a estabilizarse en el tiempo (Bonnasie, 1981).
La universidad surgió con la creación del burgo, esa reunión heterogénea de gentes que luego fue la ciudad. La creación de la universidad se produjo como consecuencia de la apertura a otros mundos mediante la traducción del griego y del árabe. No sin otros. Al principio era un hervidero de ideas, dice Bonnasie, de escuelas y de estudiantes. Luego vinieron las universidades creadas por disposición real, por decreto, que pasaron a funcionar a los efectos de la normalización ideológica como la Universidad de Toulouse impuesta por Raimundo VII en el país cátaro.
Tanto Foucault, como después Agamben (2006), tienen el concepto de dispositivo para describir un conjunto heterogéneo de elementos lingüísticos y no lingüísticos, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, cuestiones económicas, edilicias, esta forma de organizar el panel, etc. En esta determinación se juegan relaciones de poder tan fuertes como frecuentemente silenciosas acerca de que se debe transmitir, que se debe estudiar, que carreras y que orientaciones han de tener, son decisiones y lo que las hace decidir se basa en las relaciones de poder así como a las líneas políticas de ellas derivadas.
Dispositivo es lo que se dispone y también es el mecanismo o artificio dispuesto para obtener un resultado automático. Se relaciona en el Diccionario de la Lengua Española con disponer3. Sus significados, por lo general pueden entenderse como tratar de poner orden a la incertidumbre y al caos, desde la vida hasta la posibilidad de la muerte. Se acerca a lo imposible porque la incertidumbre y el caos están inextricablemente juntos a las certezas y al orden. A su vez Dispositivo, Dispositivo, Disponer, tiene Poner que significa colocar (Corominas). Y de allí anteponer, poner antes, componer, deponer, disponer (poner por separado), exponer (poner afuera, como la caridad pública), imponer (poner por encima).
Universidad viene de Universitas, expresión semejante a comunitas aunque con un tinte institucional para referirse a la pertenencia que los conglomerados locales, los burgos, fueron adquiriendo junto con un matiz jurídico-político dotado de autonomía, lo que querría decir: propietarias de sí mismas (Espósito, 1998).
El término dispositivo viene del término latino dispositio (Agamben, 2006) que traduce el término griego oikonomia, la administración del oikos, de la casa. Luego la administración del saber, del reclutamiento de maestros y profesores, de estudiantes y de contenidos de la enseñanza. Por su relación con communitas se aproxima a dos formas de don, el donus: que describe esa reciprocidad del dar y para recibir o porque se recibe, se da, y el munus: difícil para nosotros, la obligación de dar, no describe el recibir. En el primer sentido doy un conocimiento a un alumno que me debe alguna forma de reciprocidad, estudiar, hacer lo que decimos, etc. En el otro sentido doy porque no sería yo el dueño del conocimiento que doy a un alumno y este tiene también la obligación de dar, pero no como una contraprestación.
Hasta aquí traté de explicarme porque pienso que la Universidad es un dispositivo. Quizá pueda decir que la Investigación es otro y el Psicoanálisis es otro, cada uno con su especificidad. Los dispositivos están de un lado y del otro están las personas, los seres humanos dispuestos a ser humanizados o a devenir sujetos, a adquirir modos de ser que invistan su ser biológico. Y los dispositivos son medios de subjetivación de los humanos. Podría decir lo propio de la educación, de la cual la universidad se hace cargo después de los colegios.
Una contradicción que aunque reseñada históricamente tiene la forma de la época y sigue siendo de difícil resolución o diría que tienen un acercamiento asintótico: es entre libertad y coerción. Libertad de investigar y coerción institucional, de fondos, de la institución que da los fondos para investigar. No se es libre de investigar sino que ha de ceñirse a lo que se estipula desde la concesión de fondos para la investigación, la institución que los da y lo que espera obtener de ellos. Extraña relación con la oikonomia y la economía y su engarce con las relaciones de poder que hacen a determinar tanto el tipo de subjetividad, así como la partición de las subjetividades dadas los dispositivos múltiples hoy día en juego.
El psicoanálisis se mueve entre los dispositivos de las instituciones, los institutos por un lado y los s...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Agradecimiento
  4. Introducción
  5. I. En los inicios de la formación psicoanalítica
  6. II. Acerca de la formación psicoanalítica
  7. III. La Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA)
  8. IV. “¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?”
  9. V. Debates y discusiones iniciales
  10. VI. En los inicios de la acreditación académica
  11. VII. Hacia la tercera presentación académica (1999-2002)
  12. VIII. La tercera presentación académica (2002-2003)
  13. IX. Evaluaciones de la tercera presentación (2003-2004)
  14. X. Respuesta a los Dictámenes de los Expertos
  15. XI. Informe del tercer experto y la respuesta de la institución (2004)
  16. XII. Se aprueba el Instituto de Salud Mental de APdeBA (2004-2005)
  17. XIII. IUSAM APdeBA: los comienzos (2004-2005)
  18. XIV. El primer Rectorado (2005-2009)
  19. XV. Algunas recordadas presentaciones públicas del IUSAM de APdeBA
  20. XVI. IUSAM de APdeBA: Impacto interno en el devenir institucional
  21. XVII. El IUSAM de APdeBA, doce años después
  22. XVIII. Comentarios y observaciones sobre la experiencia realizada
  23. Referencias Bibliográficas
  24. Sobre este libro
  25. Sobre el autor
  26. Índice
  27. Créditos