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La divertida historia de Gregory a través de los cortes de pelo en tres momentos distintos de su vida, que forma parte del libro de cuentos La mesa limón.

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Información

Año
2012
ISBN
9788433933690
Categoría
Literatura

1

La primera vez, después de la mudanza, le acompañó su madre. En teoría para examinar al barbero. Como si la frase «corto por detrás y a los lados, y rebaje un poquito en la coronilla» pudiese significar algo distinto en aquel nuevo barrio. Él lo había puesto en duda. Todo lo demás parecía igual: el sillón de tortura, los olores quirúrgicos, el suavizador y la navaja plegada, no como una garantía, sino como una amenaza. Sobre todo, el torturador jefe era el mismo, un majara con las manos grandes que te empujaba la cabeza hacia abajo hasta que casi te partía la tráquea, y que te apretaba la oreja con un dedo de bambú. «¿Inspección general, señora?», dijo, untuoso, cuando hubo terminado. Su madre se había sacudido los efectos de la revista que estaba leyendo y se había levantado. «Muy bien», dijo vagamente, inclinándose sobre él, que olía a cosas. «La próxima vez vendrá él solo.» En la calle, le había frotado la mejilla, mirado con ojos perezosos y murmurado: «Pobre cordero esquilado.»
Ahora él iba a la barbería solo. Al pasar por delante de la inmobiliaria, la tienda de deportes y el banco con entramado de madera, se ejercitaba diciendo: «Corto por detrás y a los lados y rebaje un poquito en la coronilla.» Lo decía muy deprisa, sin la coma; había que recitar bien las palabras, como una plegaria. Llevaba un chelín y tres peniques en el bolsillo; encajó el pañuelo más adentro para que no se salieran las monedas. Le disgustaba que no se le autorizase a tener miedo. En el dentista era más sencillo: tu madre te acompañaba siempre y el dentista siempre te hacía daño, pero después te daba un caramelo de fruta por haber sido un buen chico, y al volver a la sala de espera fingías delante de los otros pacientes que estabas hecho de una pasta dura. Tus padres estaban orgullosos de ti. «¿Has estado en la guerra, compadre?», le preguntaba su padre. El dolor te introducía en el mundo de las expresiones adultas. El dentista decía: «Dile a tu padre que vales para ultramar. Él lo entenderá.» Así que volvía a casa y su padre decía: «¿Has estado en la guerra, compadre?», y él respondía: «El señor Gordon dice que valgo para ultramar.»
Se sintió casi importante al entrar empujando la puerta con energía de adulto. Pero el barbero se limitó a saludar con la cabeza, a señalar con el peine la hilera de sillas de respaldo alto y a reanudar sus manipulaciones encorvado sobre un vejete de pelo blanco. Gregory se sentó. La silla crujió. Le entraron ganas de hacer pis. Había a su lado un cubo de revistas que no se atrevió a explorar. Miró los mechones en el suelo, como nidos de hámster.
Cuando le llegó su turno, el barbero deslizó un grueso cojín de caucho en el asiento. El acto pareció insultante: Gregory llevaba pantalones largos desde hacía ya diez meses y medio. Pero aquello era típico: nunca estabas seguro de las normas, nunca sabías si torturaban a todo el mundo de la misma manera o si sólo era a ti. Como ahora: el barbero estaba intentando estrangularle con la sábana, se la apretaba fuerte contra el cuello y luego le metía un paño dentro del cuello de la camisa. «¿Qué se le ofrece hoy, joven?» El tono insinuaba que una cochinilla ignominiosa e impostora como Gregory se había colado en el local por una serie imprecisa de motivos distintos.
Tras una pausa, Gregory dijo:
–Un corte de pelo, por favor.
–Bueno, me parece que has venido al sitio apropiado, ¿no?
El barbero le dio un golpecito con el peine en la coronilla; no un golpe doloroso, pero tampoco suave.
–Corto-por-detrás-y-a-los-lados-y-rebaje-un-poquito-enla-coronilla.
–Marchando –dijo el barbero.
Sólo atendían a chicos a ciertas horas de la semana. Había un anuncio que decía «Chicos: sábado por la mañana no». De todos modos, como el sábado por la tarde estaba cerrado, habría podido decir que no admitían a chicos los sábados. Los chicos tenían que ir cuando no iban los hombres. Por l...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Una breve historia de la peluquería
  4. Créditos
  5. Notas