Otra vuelta de tuerca
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Otra vuelta de tuerca

  1. 104 páginas
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El hundimiento del Titanic es un magistral poema épico –una hazaña desacostumbrada en estos tiempos– en torno a una historia que, aunque conocida, no ha perdido un ápice de su tensión dramática. En efecto, el enorme transatlántico, gigantesca maravilla del mundo que naufragó una gélida mañana del año 1912, no fue sólo un buque, sino también un mito: la encarnación del progreso tal como se entendió en el siglo XIX, un concepto cuya vigencia ha sufrido un serio revés tras los avatares de la historia reciente. A lo largo de treinta y tres cantos, en este poema –explícitamente inspirado en La divina comedia de Dante, escritor que retorna a menudo entre los fantasmas evocados por Enzensberger– se efectúa una soberbia recreación de la catástrofe. Los alaridos de los náufragos, las rememoraciones nostálgicas de los muertos, los inarticulados mensajes de los supervivientes; pero también fragmentos de telegramas, las últimas informaciones meteorológicas, las desesperadas peticiones de auxilio. Asimismo, las minuciosas descripciones de los menús de a bordo, la arquitectura del buque, la decoración y las pinturas kitsch de sus salones, las inoportunas alegorías de la Paz y del Progreso. Y todo ello embalsamado en el gran vacío del agua. Pero no sólo se trata de este hundimiento registrado en los documentos de la Historia: como fantasma, el Titanic sigue navegando. Su actualidad está probada por la puntualidad con que su destino sigue reflejándose en películas, fantasías y pesadillas. El poema trata también de este Titanic imaginario, de este «naufragio mental». La redacción de este libro se inició en Cuba en 1969, se elaboró durante casi diez años y se abandonó y reemprendió varias veces a lo largo de este tiempo. Elogio de la provisionalidad y de la duda, este poema refleja asimismo la crisis del militante marxista que ha perdido las ilusiones; no se adopta una «posición correcta», la justicia de la poesía no es de este orden: en caso de duda, está de parte de quienes sucumbieron en el naufragio.

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Información

Año
2015
ISBN
9788433935557
Categoría
Literatura

Canto XXXI

El Salón Berlín se está llenando
de humo, de supervivientes.
Más y más de ellos, enmudecidos
y sin aliento, golpeaban
las puertas o abrían las ventanas a empujones,
saltaban adentro, se sacudían la nieve
del pelo, y se acomodaban
en torno a la chimenea.
El fogonero alzó su lámpara de carburo
y en las paredes mostró las marcas
de anteriores inundaciones,
líneas oscuras, a la altura de las rodillas,
a la altura de la cintura, a la altura de las cejas, bajo la luz silbante.
¡Lo peor ya pasó!
Clamores, susurros, suspiros
de júbilo y de angustia.
¡Lo peor no termina nunca!
Avant nous le déluge!
¡Agarraos bien!
Hubo un estallido de coros,
un remolino, un vadear,
un hablar en otras lenguas.
la habitación se tambaleaba.
Los supervivientes desvariaban
infatigables acerca de sus supervivencias,
hasta que se cansaron.
Entonces nada ocurrió durante un rato.
Nadie encendió la luz,
aunque había oscurecido.
La nieve fuera de la ventana
se amontonaba más y más alta.
Aquella noche no iba a tener un final fácil.
El matón trajo el té
en un cubo. Quedaba incluso azúcar.
Una quietud flotaba
sobre los ciegos rincones de la habitación,
que parecía envejecer rápidamente.
Algunos se sentaban en círculo, sobre valijas
de correo, recitaban frases
que sabían de memoria,
y hablaban de un muerto.
Está mejor muerto.
Ahora nosotros, los afligidos,
sus adversarios y sus mujeres,
podemos al fin eliminar
lo que no nos guste
de estos famosos cantos.
Podemos borrar.
Sin nosotros, él no es nada.
Son nuestras voces las que salen
de su escondite de muerto,
y podemos hacer con él
lo que nos venga en gana.
¿Recuerdan cómo se sentaba
desnudo, cómo gemía, cómo alegaba,
agitando los brazos, que no podía continuar,
que se había roto el hilo?
No servía, era como un cadáver
sacado del mar,
poco nos importaron
sus chillidos. No se aplacaban,
a pesar de que la bañera
hacía rato que se había desbordado.
¡Despilfarrador, pedante, traficante de misterios!
¡Vieja bestia de rapiña! ¡Tacaño y renegado
de sangre fría! Es cierto que hubo una época
en que alimentábamos a este poderoso charlatán,
que lo mimábamos, le dábamos calor,
éramos sus alcahuetes en antojos y caprichos;
pero odiábamos su avaricioso corazón de saurio,
su piel de cueros con hedor a levadura,
a moho y a cieno...
En la tortuosa habitación
llena de murmuraciones
de las viudas, de las mujeres, de los adversarios,
había algo confuso tendido
en la mesa, siniestro,
como un enorme pan.
De vez en cuando, como en una sala de espera,
alguien iba y venía, sin siquie...

Índice

  1. Portada
  2. Canto primero
  3. Canto II
  4. Apocalipsis. Escuela umbría, hacia 1490
  5. Canto III
  6. Declaración de pérdidas
  7. Canto IV
  8. Canto V
  9. Canto VI
  10. El iceberg
  11. Canto VII
  12. La Última Cena. Escuela veneciana, siglo XVI
  13. Canto VIII
  14. Canto IX
  15. Razones de seguridad
  16. Canto X
  17. El aplazamiento
  18. Canto XI
  19. Canto XII
  20. Canto XIV
  21. Canto XV
  22. Canto XVI
  23. Canto XVII
  24. Magro consuelo
  25. Canto XVIII
  26. Nuevos motivos por los que los poetas mienten
  27. Canto XIX
  28. Cablegramas del 15 de abril de 1912
  29. Canto XX
  30. Canto XXI
  31. ¡Mantengamos la calma!
  32. Canto XXII
  33. Modelo para una teoría del conocimiento
  34. Canto XXIII
  35. Estableciendo la identidad
  36. Canto XXIV
  37. El Rapto de Suleika. Escuela holandesa, fines del siglo XIX
  38. Canto XXV
  39. Instituto de investigaciones
  40. Canto XXVI
  41. Canto XXVII
  42. Departamento de filosofía
  43. Canto XXVIII
  44. Canto XXIX
  45. La Huida a Egipto. Escuela flamenca, 1521
  46. Canto XXX
  47. Canto XXXI
  48. Canto XXXII
  49. Canto XXXIII
  50. Notas
  51. Créditos