El sustituto
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El sustituto

  1. 208 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Información del libro

«La novela de Frank Lentricchia, ágil, divertida y apasionada, hará las delicias de los lectores que buscan una ficción con calado». DON DELILLOQue Eliot Conte se gane la vida como detective privado, sacando fotografías de casados pillados in fraganti con sus amantes, no significa que no se sienta fracasado. Le gustaría seguir yendo a la ópera y dando clases de Historia de la Literatura en la Universidad de California, pero desde que estuvo a punto de tirar por la ventana al rector, tuvo que renunciar a su carrera académica y regresar a casa, a la desolada Utica, al norte de Nueva York. Allí su anciano padre, Silvio Conte, sigue moviendo desde la sombra los hilos de la política local, y Antonio Robinson —al que a pesar de no llevar la misma sangre quiere como a un hermano— se ha convertido en el primer comisario de policía negro. Cuando este le pide un favor de los que un comisario no debería pedir, Eliot comenzará a seguir un rastro que, a través de un territorio marcado por la depresión económica y las tensiones raciales, lo conducirá hasta el golpe más espectacular dado por la mafia en toda la historia de la ciudad... El sustituto y su irrepetible protagonista —antihéroe por excelencia— condensan toda la autenticidad y el humor negro de la mejor tradición criminal italoamericana en una de las novelas más poderosas que ha conocido el género en mucho tiempo.

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Información

Editorial
Siruela
Año
2019
ISBN
9788417860516

Veinte

Tarde, nada de alcohol, poco sueño. Son las tres de la madrugada cuando se repone de la impresión causada por la ejecución de Kinter y, para su sorpresa, lo asalta la compasión, incluso la pena, por un hombre al que desde el principio ha considerado infrahumano.
Nueve de la mañana. El pasillo que conduce a la habitación de su padre. Hacia él viene el ejecutor en persona.
—Quiere estar contigo, El. Solo contigo. Qué sorpresa, ¿verdad?
—¿Cómo está, Robby?
—Agradecido por todo lo que he hecho y todo lo que no has tenido que hacer tú porque lo he hecho yo.
—¿Y tú, Robby? ¿Cómo estás tú?
—Todo el mundo está a salvo ahora. Estamos todos a salvo.
Pausa. Guardan silencio, incómodos.
—Coca no volverá a molestarte. Te lo garantizo.
—Debía de tenerlo planeado desde que éramos pequeños, El, ¿no crees?
—¿De qué hablas?
—Tú no tendrías que complacerlo, porque lo haría yo, complacer al que no era mi padre. Y lo hice. Mucho. Tenía un plan, El, y ese plan era yo.
—Siempre has sido su hijo preferido, Robby.
—Vete a la mierda.
—¿Que me vaya a la mierda? ¿En serio? ¿Te has olvidado de cuando Silvio pagó los elevados honorarios del Dago de Oro18 y Joe DiMaggio accedió a venir a Utica, y Roofie organizó una comida suntuosa en Ventura’s? Al día siguiente, Joe y Silvio fueron a jugar unos hoyos en Valley View. Silvio no quiso un caddie pero Joltin Joe19 sí, momento que aprovechó Silvio (es decir, el hombre que pasa por ser mi padre) para proponerle ¿a quién sino a ti? El chico de los libros, ese soy yo, le estrechó la mano a Yankee Clipper20 en el tee del primer hoyo y vio cómo vosotros tres os alejabais por la primera calle caminando sobre un mar de césped en plena tarde de verano. Siempre has sido su preferido, Robby. Es algo que no admite discusión.
—Me acuerdo de que en Ventura’s comimos cabrito a la parrilla. Capretto, El.
—Sí.
Se abrazan.
Cuando Conte está a punto de entrar en la habitación de su padre, Robinson le pregunta:
—¿Sigue en pie lo de esta tarde? ¿La bohème con Pavarotti y Freni en el apogeo de su carrera? ¿Ossobuco alla milanese? ¿Qué me dices, hermano?
Conte se encoge de hombros, entra en la habitación de Silvio y lo encuentra en la cama, enganchado a un gotero y a varios monitores, aparentemente dormido.
Silvio abre los ojos.
—Se supone que me iban a traer una Coca-Cola hace una hora, pero aún estoy esperando.
—Te la traeré yo.
—No.
—La máquina está al final del pasillo.
—Hablemos.
—Primero voy a traerte la Coca-Cola.
—Quédate. Por favor. —Pausa—. No había ningún plan.
—¿Le has oído decir eso?
Silvio sonríe.
—Voy a morir hoy.
—No es verdad.
Silencio.
—Esperaba que dijeras eso. Siempre te ha gustado llevarme la contraria.
—Lo siento.
—Es lo que mejor se te da. Te ha salvado. —Hace una pausa—. Ya veremos si te salvas. Yo no, desde luego.
—Podría irme mejor.
Silvio tose y dice:
—Cógeme la mano.
Eliot obedece.
—No la sueltes, Eliot.
—No lo haré.
Pausa.
—Qué catástrofe.
—¿El qué?
—El tiempo.
Pausa.
—Estoy aquí, papá.
—Nunca lo tuve para ti.
Eliot no contesta.
—Siempre te gustaron los libros de cuentos. Leías en la mesa. Te ponías el libro en el ...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Dedicatoria
  5. Uno
  6. Dos
  7. Tres
  8. Cuatro
  9. Cinco
  10. Seis
  11. Siete
  12. Ocho
  13. Nueve
  14. Diez
  15. Once
  16. Doce
  17. Trece
  18. Catorce
  19. Quince
  20. Dieciséis
  21. Diecisiete
  22. Dieciocho
  23. Diecinueve
  24. Veinte
  25. Agradecimientos