1. EL GIRO POSTMODERNO: ROMPIENDO CÓDIGOS. TODO SE HA VUELTO LENGUAJE
¿Qué es, pues verdad? Un vivaz ejército de metáforas, metonimias, antropomorfismos.
Friedrich Nietzsche
El “giro postmoderno” representa uno de los hechos más sobresalientes del pensamiento humano de las últimas décadas. Para Toro, la postmodernidad constituye “la posibilidad de una nueva organización del pensamiento y del conocimiento en una forma realmente `abierta´ a causa de la relativización de los paradigmas totalitarios, de la descentración del gran DISCURSO, de la gran HISTORIA y de la VERDAD”.
En su obra La condición postmoderna, Lyotard proclamaba al mundo el cuestionamiento de las metanarraciones, aduciendo que subordinan la diferencia a la uniformidad, en nombre de la Historia, la Razón, el Orden o lo que se quiera. Los “grandes relatos” (discursos totalizantes) son verdades supuestamente universales, últimas o absolutas, empleadas para legitimar proyectos políticos, económicos o científicos, como serían, por ejemplo, el relato de la emancipación de la humanidad a través del proletariado (Marx y Engels), o del progreso humano a través de la creación de la riqueza (Adam Smith). Ambos metarrelatos de la modernidad confiesan una ilimitada fe en la razón y el progreso y representan “un esquema de cultura narrativa global o totalizador que organiza y explica conocimientos y experiencias”.
Los grandes proyectos de la modernidad se han resquebrajado bajo los límites impuestos por la misma realidad. “Ni el Liberalismo, económico o político, ni los diversos marxismos salen incólumes de estos dos siglos sangrientos. Ninguno de ellos está libre de la acusación de haber cometido crímenes de lesa humanidad”, afirma Lyotard. Y para el primer Nobel de Literatura chino, Gao Xing Jian, “el verdadero problema es que esas ideologías devienen en dogmas que no resuelven los problemas. Tomemos como ejemplo el marxismo, el comunismo, que se han vuelto, una pesadilla. O el fascismo y el nacionalismo, que tienen efectos brutales, como hemos visto”. Las visiones utópicas que buscan el paraíso sobre la tierra devienen en tiranías que hacen de ese paraíso un infierno.
Lyotard cuestiona a los metarrelatos por su afán de narrar autoritariamene cómo es, o debe ser el mundo en su totalidad y, por lo tanto, la sociedad y nuestra vida. Los grandes relatos, que no solo explicaron, sino que fundaron las sociedades del pasado, pierden así su capacidad de modelarlas.
El cuestionamiento del papel atribuido a esos grandes relatos en la fundamentación de la realidad constituye un golpe de gracia al pensamiento moderno, que aspiró a descubrir un método que nos proporcionara la certeza de que existe una realidad fuera de nosotros. Una misión que, pese a las apariencias, fracasó. Lyotard rechaza la existencia de un relato único, equivalente a una ideología, que contendría el plano de la realidad, argumentando que el mundo está hecho de una incesante multiplicidad de microrrelatos. La realidad se multiplica a través de redescripciones sucesivas (pequeños relatos). La utopía desemboca en heterotopía, en la explosión de múltiples voces e interpretaciones del mundo.
El pensamiento postmoderno es ante todo un nuevo estilo de pensar y de vida. Éste renuncia a la creencia de la capacidad absoluta de la razón para controlar y manejar la realidad y también en que la historia posea una teología que garantice un permanente progreso. Hoy, la idea de universalidad inherente a las metanarrativas está profundamente cuestionada y con eso lo está la fe en una salvación desde el Cielo, desde el Estado o desde la Revolución. Para Carter y Jackson, este nuevo pensamiento no comparte los supuestos básicos de la modernidad y descree de la noción de la lógica o un centro absoluto: “It has no fait in transcendent, or even putatively transcedent, rationality. It rejects the notion that the World exists only to facilitate the achievement of human betterment. It rejects the Enligthenment teleogy of progress”.
La pérdida de la unidad es celebrada por los postmodernistas como una liberación. La destotalización del mundo globalizado demanda renunciar a la nostalgia del todo y de la unidad. Ya Heinrich Heine, que era estudiante de Hegel, se manifestó molesto con el “fetichismo de unidad” de los sistemas idealistas (Lo verdadero es el Todo) y escribió la siguiente rima irónica: “¡El mundo y la vida son demasiado fragmentarios! Yo quiero acudir al profesor alemán, él sabe poner la vida en orden, y hacer de ella un sistema comprensible. Con su gorro de dormir y trozos de su bata de noche tapa los huecos del universo”.
El mundo ya no gira en torno a verdad alguna (ni Dios, ni la razón humana, ni la razón científica o económico-política). Muy al contrario, la vida aparece siguiendo múltiples caminos, que rara vez llevan a puntos de llegada previsibles. Mientras que la sociedad moderna ofrecía una visión vertical del mundo (apariencia versus verdad), la sensibilidad postmoderna nos brinda una visión más horizontal de la realidad, que aplaude su diversidad y pluralismo, que acepta la fugacidad y el cambio, ...