Historia de la Revolución Mexicana. 1940-1952
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Volumen 7

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Información del libro

En la década de los cincuenta del siglo pasado Daniel Cosío Villegas integró a un grupo de historiadores para elaborar la Historia moderna de México, finalmente publicada en diez gruesos volúmenes, resultado de diez años de investigación. Esta obra abarca desde la República Restaurada hasta el Porfiriato. El Colegio de México, fiel al compromiso de Cosío Villegas, decidió concluir los trabajos para ofrecer una historia integra de la primera mitad del siglo pasado. Así, lo que el lector tiene en sus manos, ahora en ocho volúmenes, es, finalmente, la conclusión del proyecto y el pago de aquella deuda con nuestra historia.

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Información

Año
2021
ISBN
9786075642727
Categoría
Histoire

PRIMERA PARTE
DEL CARDENISMO AL AVILACAMACHISMO


Luis Medina Peña

PRÓLOGO

LA PRIMERA PARTE DE ESTE VOLUMEN CUBRE LA VIDA POLÍTICA de los seis años que correspondieron al periodo gubernamental del presidente Manuel Ávila Camacho, una de las épocas más importantes pero menos estudiadas de la historia contemporánea de nuestro país. No cabe duda de que ha corrido con escasa fortuna en la historiografía, como se deduce muy especialmente de la falta de estudios sistemáticos, generales y monográficos, en que se hayan situado debidamente los diversos factores políticos que colocaron a México en los umbrales del crecimiento económico acelerado al terminar la segunda guerra mundial; abundan, eso sí, las monografías sobre diversos temas económicos, a cual más interesante y profunda, pero desafortunadamente incompletas en la medida que no tienden el puente con el quehacer político cotidiano.
Pero el verdadero problema para quien se acerca al periodo que corre entre 1940 y 1946 radica en una suposición, casi un prejuicio, que flota en el aire y se incorpora a casi toda la literatura sobre la época. Se trata de ese parteaguas establecido entre el México revolucionario —que habría de naufragar a finales del decenio de los treinta— y el México del Thermidor, que comenzaría a partir del 1 de diciembre de 1940. Resabio de una guerra panfletaria más de índole política que académica, que resurge incluso hoy día en memorias, artículos periodísticos, discursos oficiales y en estudios sobre la “naturaleza del Estado mexicano”. Esta idea ha producido una serie de generalizaciones que obstaculizan el análisis de las continuidades que el periodo pudiera tener con el pasado inmediato así como las particularidades derivadas de las circunstancias por las que México empieza a adentrarse no a partir de 1940 sino un par de años antes, cuando el presidente Lázaro Cárdenas tiene que hacer frente a las reacciones despertadas por la aplicación de sus políticas de marcada orientación social. Tal prejuicio lleva, pues, a conclusiones que sostienen, aparte de la naturaleza autocontenida del periodo, una visión maniquea de la situación del mismo frente a la del inmediato anterior, según la cual el gobierno cardenista aparecería como el último gobierno revolucionario digno de tal nombre y el de su sucesor como reaccionario, conservador y/o contrarrevolucionario.
Hemos tratado de evitar estas burdas generalizaciones como puntos de partida; la preocupación principal, antes que pretender demostrar una idea preconcebida sobre la naturaleza del régimen, ha sido la de detectar, la de seguir a través del tiempo y describir lo más acuciosamente posible los diversos procesos políticos, los actores y las fuerzas que en ellos tomaron parte, así como sus intereses, conflictos, negociaciones, soluciones y resultados. Si el análisis político tiene algún valor, habrá de derivarse precisamente de la capacidad que se demuestre para situar los acontecimientos en su circunstancia, pues es en la que determina el desenlace y no los efectos que este último pueda tener a largo plazo.
En vista de las limitaciones de espacio que imponía el tratamiento general del periodo, se decidió de entrada estudiar los fenómenos políticos en el nivel nacional; se incluyeron los de arraigo regional o local cuando se les sospechó —y se les comprobó— una incidencia importante sobre el proceso general.
Las fuentes disponibles y su naturaleza misma obligaron, por otra parte, a diseñar un procedimiento propio de investigación. A causa de la escasez de monografías sobre temas políticos del periodo, las fuentes que constituyeron la espina dorsal del estudio fueron la prensa cotidiana y hebdomadaria, las publicaciones partidistas y folletos, informes oficiales de la más diversa índole, diarios de debates parlamentarios y memorias.
Las fuentes hemerográficas fueron de gran utilidad, aunque limitada por las obvias inclinaciones políticas que demostraban, sobre todo los diarios capitalinos. Así, Excélsior tendía a una derecha franca y abierta que por lo general lindaba con simpatías apenas disimuladas por las ideologías y los regímenes de corte fascista, en tanto que El Universal, más parco y contenido, disfrazaba trabajosamente sesgos parecidos en una objetividad forzada. Por contrapartida, estos dos diarios asumían también una posición hacia la política interna que aplaudía y apoyaba a la derecha oficial y execraba y atacaba a la izquierda en general. Con nítida precisión ambos representaban a una sección de la corriente nacional de opinión inscrita en las clases medias y altas urbanas y rurales de la época. El Popular, en cambio, fundado con la intención declarada desde su primer número de contrarrestar los embates de la “prensa mercantil” en contra de los movimientos obrero y campesino, se encaminó por los senderos del materialismo histórico y el periodismo de combate bajo el influjo de Vicente Lombardo Toledano, dedicándose a presentar las reclamaciones y los puntos de vista del proletariado organizado. El Nacional, con estilo arenoso y seco que caracteriza al periodismo oficialmente patrocinado, defendía cotidianamente la posición gubernamental, expresando mejor que muchos funcionarios las razones y los objetivos de las líneas políticas adoptadas ante conflictos concretos. En cierta forma todas estas publicaciones reproducían, aunque burdamente, dos posiciones extremas que intervenían en el quehacer político de la época —izquierda y derecha— y la actitud arbitral asumida por el gobierno.
Entre las publicaciones semanales utilizadas deben resaltarse aquí por lo menos dos de ellas. Hoy, la revista fundada por Regino Hernández Llergo, que procuró ser un órgano de opinión de amplio espectro pero encalló de salida en una posición anticardenista, a la vez que articulistas de la extrema derecha encontraban espacio en sus páginas. Hay que mencionar, sin embargo, su columna política que dirigiera por corto tiempo, al principio de la primera época, el escritor Salvador Novo, quien sentaría escuela en la materia. La revista Hoy, sin embargo, después de meterse en las arenas movedizas de los problemas financieros, perdió el lustre que pudiera haber adquirido al venderla su fundador. Pasaría a ocupar su lugar en los primeros años de la Presidencia del general Ávila Camacho la revista Tiempo, fundada y dirigida por Martín Luis Guzmán, hombre de letras, ex revolucionario villista y político connotado. Con una tendencia favorable al gobierno y a los movimientos obrero y campesino aunque salpicada de balanceadas dosis de crítica, este hebdomadario constituiría durante algunos años un intento ejemplar de lograr un análisis objetivo de la información.
Fuentes hemerográficas no menos importantes han sido algunas publicaciones con un compromiso ideológico y político partidista. El Machete, órgano oficial del Partido Comunista, y La Nación, vocero del Partido Acción Nacional, permitieron conocer los puntos de vista de estas agrupaciones políticas. Otras de cuño similar pero de accidentada aparición, como Orden o El Sinarquista, que imprimían las opiniones de grupúsculos de la extrema derecha, se utilizaron para ilustrar los puntos concretos en los que los patrocinadores de dichas publicaciones tenían interés.
Como puede verse por lo expuesto, lejos de presentar la hemerografía del periodo una información objetiva se encaminaba por los senderos del periodismo de opinión si no es que de combate partidista o gremial. Por esa razón su utilización tuvo que ser cuidadosa; se adoptó un procedimiento que derivara de ella lo que tenía de “verdadera” y eliminara los sesgos impuestos por el interés particular de cada una de las fuentes. En términos muy generales el procedimiento consistió en identificar primero el hecho o conjunto de hechos relevantes, utilizando sucesivamente uno o varios libros generales, una revista de publicación semanal y un diario; luego, según los grupos o partidos que en ellos participaban, la búsqueda se extendió a otras publicaciones, y del contraste de la información obtenida se trató de sacar conclusiones equilibradas, tomando siempre en cuenta el marco general político, económico y de desarrollo de las fuerzas sociales.
Las monografías de análisis político sobre el periodo son, como ya se ha dicho, más bien escasas; y las pocas disponibles, libros publicados o tesis de grado que no llegaron a las prensas, tienen la particularidad de ser en su gran mayoría de procedencia extranjera, sobre todo norteamericana. Sin que estas líneas pretendan ser un ensayo bibliográfico, cabe hacer notar que casi todas ellas sufren sin excepción de la distorsión que supone ver la vida política mexicana a través del cristal de conclusiones que se derivan de la vida política norteamericana. No obstante, en abono de estos estudios debe añadirse que contienen valiosa información, penosamente recogida de innumerables fuentes secundarias y muy especialmente de colecciones privadas de panfletos y folletería. A estas fuentes se les dio un tratamiento parecido al de la hemerografía, obteniendo de ellas la información utilizable que se contrastaba luego con la procedente de fuentes nacionales.
Las publicaciones oficiales fueron también de extraordinaria utilidad. Dispersas en revistas, diarios y folletos, sirvieron para ilustrar no pocos aspectos relacionados con los puntos de vista del gobierno. En la inteligencia de que los discursos oficiales algo esconden sobre el propósito del que los pronuncia, se rastrearon todos los referentes a los hechos que interesaba analizar, tarea que lejos de resultar inútil rindió óptimos resultados pues, en cuanto pudo enmarcarse en el momento y contrastarse con la información procedente de otras fuentes, arrojó luz sobre aspectos oscuros de las opciones abiertas a los gobernantes frente a las peticiones y presiones que hacían valer los diversos grupos en acción.
Los archivos privados hubieran podido ser una fuente inestimable de datos complementarios valiosos; sin embargo, la desconfianza de sus dueños se opuso como barrera infranqueable en muchos casos, tal vez por el temor de un juicio drástico del historiador sobre sus antepasados. Contrastando con esta actitud debe mencionarse la de la maestra Adriana Lombardo que franqueó el acceso al archivo personal de su padre, Vicente Lombardo Toledano, a pesar de encontrarse en pleno proceso de clasificación. Esta última circunstancia implicó que la utilidad de esta fuente resultara marginal.
De los archivos oficiales nacionales, el de la Secretaría de la Defensa Nacional proporcionó valiosos datos biográficos de militares metidos a políticos. Y el de la Secretaría de la Reforma Agraria produjo informaciones que sirvieron para evaluar, sobre casos concretos, las consecuencias de la política agraria del régimen. De los archivos extranjeros, el más útil fue el del Departamento de Estado norteamericano, que se conserva en los National Archives en Washington. Consultado en dos ocasiones por periodos que sumaron poco más de un mes y medio, rindió valiosísima cosecha no sólo en cuestiones relativas a la vida externa sino también sobre política interior del México de la época. Una limitante legal determinó que su consulta no pasara de 1947, año en el que empezaba a regir la regla del secreto de los 25 años.
Con posterioridad, y una vez que los capítulos de esta primera parte habían tomado su perfil definitivo, se pudieron consultar los archivos diplomáticos del gobierno inglés, sitos en la Public Record Office en Londres. Salvo un par de novedades, sólo fueron útiles en la medida que confirmaron datos obtenidos en otras fuentes. En términos generales resultaron mucho más pobres que los archivos norteamericanos, sin duda por el desinterés creciente del gobierno de su majestad por los asuntos mexicanos a partir de los años finales del decenio de los veinte.
Entrevistas hubo pocas, pero hay que mencionar la sostenida con el ex presidente de México don Miguel Alemán en su domicilio el 14 de febrero de 1975. Durante varias horas este importante político tuvo la atención de responder ampliamente a las preguntas que se le hicieron, y sus respuestas sirvieron para aclarar situaciones dudosas y conocer mejor el ambiente político interno e internacional en el que le tocó actuar como secretario de Gobernación del presidente Ávila Camacho.
El lector deberá tener presente que esta parte se complementa con la siguiente, que aparece bajo la firma de Blanca Torres, codirectora del proyecto de investigación. Se inicia con un capítulo introductorio al que siguen otros dos encabalgados cronológicamente; el primero trata del marco político general y el otro de políticas concretas instrumentadas por el gobierno.
La primera pregunta a la que hubo que dar respuesta fue por qué se seleccionó y qué fuerzas apoyaron a Manuel Ávila Camacho para suceder a Lázaro Cárdenas. En el primer capítulo se procura contestarla fijando las diversas circunstancias políticas, económicas e internacionales que al confluir a fines de los años treinta impusieron la necesidad de un candidato moderado.
El capítulo segundo explora el enfrentamiento de las fuerzas y corrientes políticas principales durante el periodo en estudio. Corriendo el riesgo de perder en profundidad, se identifican dos corrientes generales que en realidad incorporan a numerosos grupos políticos con intereses diversos pero con denominadores ideológicos comunes. A tales corrientes se las ha llamado de izquierda y de derecha del elemento oficial, puesto que actuaban dentro del partido del gobierno y hablaban en nombre de la Revolución mexicana. La extrema derecha, situada fuera del ámbito oficial, representada sobre todo por el Partido Acción Nacional, y en un nivel de menor eficacia por la Unión Nacional Sinarquista, no se incluye en el término “derecha oficial”. Sus actuaciones se reseñan en la medida que apoyaron o rebasaron las posiciones asumidas por esta última. El enfrentamiento de las dos corrientes principales, pues, constituye la materia del capítulo; y a ellas se agrega una tercera, propiciada y patrocinada por el presidente mismo, que vino a constituir una tercera posición política que derivaría su fuerza creciente durante el sexenio precisamente de su posición arbitral.
El tercer capítulo se refiere a aspectos más particulares del actuar político de la época, y centra la atención en las acciones del gobierno que tendieron a modificar políticas concretas heredadas del cardenismo. No se pretende agotar en él todo lo que se hizo durante el sexenio, pero sí seguir a fondo los grandes y pequeños cambios institucionales y legales, las negociaciones y presiones, así como las decisiones finales en torno a tres grandes e importantísimas cuestiones: la reforma agraria, la militancia obrera y la educación socialista.
Como ha sucedido en otros estudios de esta serie, también éste ha sido producto de un gran esfuerzo común. Tema del seminario Historia de la Revolución Mexicana, desarrollado en El Colegio de México, el producto final se benefició del aporte de numerosas personas. Daniel Cosío Villegas, inspirador de la tarea y conciencia vigilante del esfuerzo hasta su muerte, se mantuvo desde los proyectos y bosquejos iniciales al corriente del proceso de investigación y de redacción casi hasta el final; su memoria, como testigo presencial que fue de mucho de lo que aquí se describe, su experiencia como historiador, y su sentido común, brindaron una ayuda inapreciab...

Índice

  1. PORTADA
  2. TÍTULO DE LA PÁGINA
  3. PÁGINA DE DERECHOS RESERVADOS
  4. TABLA DE CONTENIDO
  5. PRESENTACIÓN
  6. PRIMERA PARTE: DEL CARDENISMO AL AVILACAMACHISMO
  7. SEGUNDA PARTE: MÉXICO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
  8. TERCERA PARTE: CIVILISMO Y MODERNIZACIÓN DEL AUTORITARISMO
  9. CUARTA PARTE: HACIA LA UTOPÍA INDUSTRIAL
  10. BIBLIOGRAFÍA
  11. ÍNDICE ANALÍTICO