Secuestro. Cuando la muerte acecha
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Secuestro. Cuando la muerte acecha

El rescate de Wilson Ramos El secuestro de Simplicio Hernández (Picho)

  1. 140 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Secuestro. Cuando la muerte acecha

El rescate de Wilson Ramos El secuestro de Simplicio Hernández (Picho)

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"Pretendo hacer de este texto una guía para aquellos investigadores, fiscales y jueces que puedan conocer de casos de secuestros; por ende, hago mucho hincapié en las estrategias seguidas durante la investigación: la recopilación de información, de evidencias y testimoniales que, por separado todos ellos, no nos dicen nada, pero, una vez analizados y concatenados entre sí, nos llevaron a la resolución de los hechos investigados."

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Información

Editorial
Felgris Araca
Año
2022
ISBN
9789807412896
Mi comisión y la corrupción en la Fiscalía
Me encuentro en la vía por la autopista Regional del Centro conduciendo mi vehículo personal, pensando en la inmortalidad del cangrejo. Me dirijo al Circuito Judicial Penal de Aragua, en Maracay, a realizar una audiencia preliminar de uno de los tantos asuntos pendientes en mi despacho, Fiscalía 22.a Nacional, mi nuevo rol dentro del Ministerio Público. Y pensar que hace como un mes era el director de Delitos Comunes, ahora me toca nuevamente patear los pasillos de los tribunales, ya no como fiscal de Los Teques, fiscal superior o director, ahora me toca como fiscal con competencia nacional, motivo suficiente que me obliga a prepararme cada día más para enfrentarme a los 24 códigos procesales, como decimos en la Fiscalía: “en cada estado existe un código diferente”, cada quien le da una interpretación distinta a las normas; es una lucha que vengo enfrentando desde hace mucho tiempo, y que asumí con mayor interés desde que fui nombrado en el cargo de director de Delitos Comunes: hacer que la interpretación de las normas procesales sea igual en todas las regiones. La verdad es que considero que esta lucha la estoy perdiendo, y ahora como Fiscal Nacional no tengo la facultad para instruir a los demás fiscales, solo me queda aconsejar y asesorar a mis compañeros fiscales, me parezco a un Quijote, como decía el doctor Julián Isaías, cuando fue fiscal general: los fiscales parecen Quijotes, luchando solos en contra de las injusticias, ahora me toca seguir en mi lucha diaria para hacer prevalecer la justicia y el bien común. Mi verdad es que pensaron hacerme un daño apartándome de la dirección y no imaginan el bien que me han hecho.
El viaje se me está haciendo largo, solo espero que pueda hacer la audiencia preliminar; que no falte la defensa privada, ya que la defensa pública siempre está en la sede, hasta poseen un área para atender público; que el traslado llegue a la hora indicada y así no me hagan padecer la eterna espera en el pasillo del tribunal y que este último este despachando o que no tenga una audiencia de otra causa que demore la mía; esas son las causas más comunes por las cuales se difieren constantemente las audiencias y, por ende, el retardo procesal. Los detenidos, en muchos casos, se niegan a salir de sus celdas para su traslado al tribunal; entiendo que han sido muy mal asesorados por sus abogados defensores, familiares o compañeros de causa o celdas, ya que poseen la creencia de que si pasan dos años sin que se realice la audiencia, les van a dictar una medida menos gravosa, la tan anhelada libertad; pero eso no es así, ya que, si el retardo procesal es imputable a ellos mismos, nunca obtendrán un decaimiento de la medida privativa, continuarán purgando su proceso privados de libertad.
En la vía me encuentro un accidente de tránsito, puedo observar varias unidades de policía levantando el choque; de inmediato pienso que la audiencia se va a diferir por mi ausencia, ¡es lo que me faltaba!, y pensar que me preparé tanto para este acto procesal, aunque ya me sé de memoria cómo se debe desarrollar la audiencia, paso a paso. Primero: ratificar la acusación en todas y cada una de sus partes; segundo: realizar una narración sucinta del hecho imputado; tercero: subsumir ese hecho narrado dentro del Derecho, es decir, dentro de la norma penal, que viene a ser la calificación jurídica dada a la acción desplegada por el imputado; cuarto: resaltar todos y cada uno de los elementos de prueba que han sido promovidos en el escrito acusatorio y con los que se pretende probar la participación del imputado en los hechos narrados en dicha acusación y, por supuesto, quinto: solicitar el enjuiciamiento del acusado, que sea admitida la acusación y ratificar la medida privativa de la libertad; esta última solicitud, siempre y cuando las circunstancias de modo, tiempo y lugar o hechos narrados no hayan variado luego de haber sido presentada la acusación fiscal, por cuanto, de lo contrario, este cuento sería otro y tendría que solicitar un sobreseimiento o una medida cautelar menos gravosa. Esta audiencia se trata, para el fiscal del Ministerio Público, de defender su acusación, sostener su afirmación sobre los hechos y la participación del imputado en los mismos que desde este momento pasa a ser un acusado. Todo parece muy sencillo hasta que al buen abogado defensor se le ocurra pedir nulidades y, lo de siempre, oponer las excepciones de ley.
No he terminado de hacerme mi mapa mental cuando recibo una llamada de mi antigua dirección, un 0212.509…, es señal de que me están llamando desde la sede del Ministerio Público. Atiendo la llamada, y de inmediato me doy cuenta de que es el nuevo subdirector de Investigaciones de Delitos Comunes, un ser manipulador y traicionero.
  • Orlando, hermanito, buenos días. ¿Cómo estás? ¿Tú vas de comisión para Maracay?
  • Hola, Zaír, buen día. Sí voy en camino. ¿Qué me cuentas?
  • Hermanito, ¿sabes que secuestraron a Wilson Ramos, el jugador de beisbol profesional, en Valencia? El Dr. Joel te va a comisionar para que te encargues de esa investigación.
  • Ok, no hay problemas, yo me encargo de ese asunto, pero estás lento, ese secuestro fue ayer, ya esos choros me llevan ventaja.
  • Sí vale, eso fue ayer en la tardecita, pero no te preocupes, ya te monto la comisión para hoy mismo, y te vas para allá en cuanto te desocupes en Maracay.
  • Zaír, ¿los secuestros no los trabaja Didier? Fiscal nacional a quien se le asignaban los casos de secuestro, gran amigo.
  • Sí hermano, pero es que él anda muy ocupado. Tú también puedes hacer eso. Me envías la minuta lo más pronto posible.
  • Dale, yo te informo.
Luego, con el pasar del tiempo, me entero de que la verdadera razón de Zaír para darme esa comisión fue la de sabotear la gestión de Didier; la intriga lo mataba, y el desprecio por todos aquellos que trabajábamos con vocación de servicio lo incomodaba. Este ser despreciable esperaba que algo me saliera mal para terminar de desacreditarme con la fiscal general, terminar de socavar mi liderazgo y respeto dentro de la institución; no le bastaba con haber traicionado mi confianza en la Dirección de Delitos Comunes, pero igual ya todo eso no me importaba, mucho menos a estas altura de mi vida.
“Dios los cría y ellos se juntan”; tanto a ese “subdirector” como a Luisa los ayudé cuando necesitaron de mí; a Zaír aún lo deben estar buscando los Capracios de Miranda, solo él sabe que no les cumplió y por lo cual lo amenazaron de muerte cuando era fiscal de Caucagua, de donde lo saqué y lo trasladé hasta la Fiscalía 5.a en Guarenas, para evitar que lo mataran como a un perro, y ahora que logró juntarse con Luisa desean borrarme de la Fiscalía, solo por mi formación, liderazgo y posición política e ideológica y, por supuesto, el celo profesional, pero, como dice el dicho: “no hay mal que por bien no venga”.
Ahora, con mi salida, la Dirección de Delitos Comunes la asumió Joel, un gran amigo. Lo primero que me dijo al recibirme la dirección fue que con la agenda que yo tenía asignada, él no iba a lograr cumplir las metas; eso fue lo único que le pidió a Luisa, para poder asumir el cargo: que le cambiara la agenda, ya que la misma era de imposible cumplimiento. ¡Por supuesto que no iba a poder!, esa agenda de imposible cumplimiento solo la hicieron para mí, para sabotear mi gestión, desgastarme, desacreditarme, para neutralizarme en mi lucha en contra de la delincuencia y la corrupción dentro del Ministerio Público, e impedirme cumplir las metas de la dirección, y así, por supuesto, tener razones suficientes para demostrar que era un “incapaz”, pero ahora los hechos hablan por sí solos. No me pienso rendir, seguiré dando la batalla desde cualquier cargo dentro de la institución.
Ante estas situaciones de estrés, de persecución política, envidia y saboteo corporativo, lo mejor es trabajar, trabajar y trabajar como lo aprendí del Dr. Félix Mercádez; siempre me decía: Orlando, cuando más te persigan trabaja y trabaja más y demuestra lo que sabes, no te rindas. Aún lo escucho decir esas sabias palabras. Honor a su memoria. Mi eterno jefe y mentor dentro de la institución, hombre leal, trabajador y de principios.
Luego de luchar con tantas intrigas y falsedades sobre mi trabajo y liderazgo, las cuales me ocasionaron mucho daño en lo emocional y laboral, logré reponerme y hacerles frente a los diferentes escenarios, y con coraje seguir adelante a pesar de la persecución que me montó Luisa, por celo profesional, por considerar que le podía “serruchar” el cargo, por no alinearme con su íntimo equipo de ladrones; ¡qué loquera!, hasta risa me da pensar eso; en su escasa imaginación pensaba que era muy allegado a un alto político del Gobierno; y la verdad es que no era así, nunca me interesó llegar hasta algún político, craso error por que tarde descubrí que todo el mundo lo hace. Las cosas pasan porque pasan. Todo viene por aquella reunión en la residencia del gobernador de Miranda. En ese tiempo era fiscal 3ro. de Los Teques, en el año 2007, cuando ella acudió a una gran amiga, para pedir que la apoyaran para ser fiscal general, que necesitaba reunirse con el gobernador. Fue un grave error haberla apoyado para conseguir esa reunión con el gobernador de entonces, y menos haber estado presente en esa reunión y mucho menos pensar que ella era del equipo del Dr. Félix Mercádez; solo era una corrupta infiltrada tratando de escalar puestos, y bien alto que llegó. Ya el mal estaba hecho. Ahora me tocaba afrontar las consecuencias de mi grave error. Así es, dentro del Ministerio Público se libraba una batalla política, la cual quienes pensaban igual a mí la estábamos perdiendo, destituidos, bajados de cargos o cambiados a la Conchinchina, esa era el destino de los Fiscales Rojos, como de manera despectiva, nos hacían llamar. Pero si esta señora también fue roja y ahora se estaba cambiando de bando, como buena camaleón, pero no solamente al sector de la derecha, se estaba pa...

Índice

  1. Paginas iniciales motin
  2. Capitulo 1
  3. Capitulo 2
  4. Capitulo 3
  5. Capitulo 4
  6. Capitulo 5
  7. Capitulo 6
  8. Capitulo 7
  9. Capitulo 8