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La civil discrepancia
Información del libro
Desde que se inició en el periodismo, cuando era un veinteañero, Jorge Mañach tuvo una valoración muy positiva de esa noble pugna de pareceres que es la polémica. La concebía como una agradable charla, como un coloquio estimulante que permite desarrollar el ingenio y contribuye a ejercitar las opiniones, al tonificar las mejor pensadas. El germen de la inconformidad, sostenía, es necesario para el progreso de las ideas. Eso lo llevó, en algunas ocasiones, a provocar la discusión sobre temas que creía pertinente y necesario tratar, como fue el caso del fraternal intercambio acerca de la novela cubana que Rafael Suárez Solís y él mantuvieron en los años veinte.Tuvo por eso una actitud hospitalaria a todos los pareceres adversos, con tal de que estos saludaran antes de entrar. Pensaba que la civil y noble discrepancia de opiniones hay que respetarla siempre, pues es algo propio de personas civilizadas. Se holgaba de las polémicas honrosas y corteses que tuvo con interlocutores inteligentes. En ese grupo presumo que estaban las que sostuvo con Medardo Vitier, Manuel del Riego, José Vasconcelos. Sin embargo, no tenía reparos en responder a personas que le escribían al diario en el cual colaboraba en ese momento, y lo hizo más de una vez. Esto, pese a saber que las polémicas en medios periodísticos pueden ser un espectáculo divertido para los lectores, pero raramente conducen al esclarecimiento de la verdad y, en cambio, abren entre los contendientes un agrio vacío. Por supuesto, no todas eran ingratas ni ociosas, y alguna luz y no poca animación cordial salía de ellas.Hay que lamentar que el periodismo lo obligó en algunas ocasiones a descender hasta el arroyo. Al respecto, conviene apuntar que era consciente de que uno no debe ocuparse de los mordiscos en letra de molde de gente irresponsable, o de quienes no perdonan que se ignore su genialidad. Pero de igual modo, sabía que no hay enemigo pequeño, ni difamación de la cual no quede alguna huella. Por eso respondió a ataques y juicios hostiles, aunque eso le provocase fastidio y lo forzara a apartarse de faenas más importantes y constructivas.
Preguntas frecuentes
Información
Créditos
Sumario
Índice
- Créditos
- Introducción
- Del discutir
- Hombres-cohetes
- La herencia
- La multitud y los iniciados I
- El nuevo idioma castellano
- Acto de cortesía
- Réplica a Aristigueta
- La novela cubana
- La influencia de Zuloaga: ritornello
- Recogiendo una alusión
- A «un lector»
- Gustos y colores
- Marinello y la actitud crítica
- Sobre la música popular
- Alrededor de un juicio
- ¿Por qué no «martiano»?
- Lo del Conservatorio Nacional
- Recogiendo un suelto
- La obra del señor Tamayo
- Una aclaración
- La Biblia y Marianófilo
- Desahogos académicos
- Los prestigios filosóficos
- Humores veraniegos
- Loveira y un reparo
- Al lector de San Miguel
- Los demagogos de la moral
- Las viejas huellas
- Dúplica al señor Goldarás
- La tierra y las palabras
- Con la misma vara…
- Réplica a Manuel Vega
- Sobre la necesidad de estilo
- Finiquito
- Sancta Simplicitas
- Una opinión inadmisible
- La Filarmónica Et Al…
- Suum Cuique…
- Elogio de nuestro Rubén
- Correo Habana-París
- Carta a Agustín Acosta
- Humores y flechitas
- I-El falso vanguardismo
- Réplica a «Billiken»
- Una leccioncita y algo más
- Más sobre el cine
- Desmintiendo rumores
- Crítica y bandería
- Poco menos que superfluo
- Acercando posiciones
- Pro-Arte y la prensa
- Ismos. Niebla
- Películas. Precisiones
- El muñeco y el ventrílocuo
- Carta abierta a Joaquín Edwards Bello
- La salud de la criatura
- Defensa del ABC
- Una réplica inevitable
- La verdad está en medio
- Precisiones a una oriental
- Respuesta a Medardo Vitier
- Cuestión de orientaciones
- La paja en el ojo ajeno
- De filosofía y humildad
- Sentimientos y resentimientos
- Réplica para Manzanillo
- Nuestra frustración
- Sobre la réplica de Chibás
- Las cuentas que nos piden
- Defensa de la revolución… y un muerto
- Un estilo de pensar
- Necesidades del oficio
- Avispas en la ventana
- La tolerancia y sus límites
- El arcano de cierta poesía nueva Carta abierta a José Lezama Lima
- Breve réplica a Cintio Vitier
- El ajeno disentimiento
- El autenticismo no da para más
- El incauto y el reincidente (Contestación a Rivero Agüero)
- Algo más que una cuestión personal
- Réplica a Rodríguez
- Las ideas y la política (Impugnación al doctor Fernández Varela sobre «La Moral del doctor Agramonte»)
- Sobre una juvenil discrepancia
- Por una polémica decente
- Defensa de un juicio
- Glosa de unas declaraciones
- ¿Quién es reaccionario? Réplica a un defensor de la dictadura
- Carta abierta a don José Vasconcelos
- Sobre el recurso y una actitud
- Otra carta… y dos posiciones
- La razón de cada cual
- Cuestión de civilidad
- Ya que el Dr. Lazo se empeña…
- Las ideas en la enseñanza
- Las razones de un movimiento (Respuesta a Carlos Márquez Sterling)
- Defensa de un manifiesto
- La polémica y su «relajo»
- La semilla y la fronda (Con motivo de dos alusiones)
- Las formas y la sustancia (Defensa a una «opinión disidente»)
- Dicciones y contradicciones
- Réplica a un joven impugnador
- Para alusiones…
- Respuesta a buenos entendedores
- Compromiso con la verdad entera (Réplica a un joven discrepante)