De la ciudad de Calmarin, que fue la primera del mundo después del diluvio
Y otro día jueves, 29 días del dicho mes de mayo, a hora de mediodía fueron en una grande ciudad que ha nombre Calmarin, y de allí cuanto a seis leguas apareció la montaña alta en que el arca de Noé apareció cuando el Diluvio. Y esta ciudad estaba en un llano, y de la una parte la pasaba grande río que le dicen Corras, y de la otra parte había un valle muy hondo en unas peñas, y tan ancho cuanto una ballesta podría echar un viraton, que cercaba la ciudad en derredor hasta juntar con el río: el cual valle y río hacía muy fuerte la ciudad, que no había combate ninguno salvo de donde se comenzaba el río: y el valle tenía una entrada, y aquél era el combate que había; pero encima de esta entrada había un castillo muy fuerte de grandes torres y altas, y había dos puertas una ante otra: y esta ciudad de Calmarin fue la primera ciudad que fue hecha en el mundo después del Diluvio, que la edificaron los del linaje de Noé. Y los de la ciudad decían, que ahora podía hacer ocho años que Tetani, emperador de Tartaria, que cercara esta ciudad, y que la combatiera dos días uno en pos de otro noche y día, y que al tercero día vinieran a pleitesía: y que se le dio la ciudad con tal condición, que no entrase en ella él ni su gente; pero que de cada año le diesen cierto tributo: de lo cual él fue contento el dicho emperador; pero demandó, que le diesen la mitad de la gente de la ciudad, para que fuesen con él a tierra de Iurgania, que quería ir hacer guerra al rey Sorso. Y de que los de la ciudad le hubieron dado la dicha gente, mandó combatir la ciudad, y entróla por la fuerza, y robó todo lo que en ella halló, y quemó la ciudad, y aportillóla por muchos lugares, y mató mucha gente de ella: y la más gente que en esta ciudad había eran armenios, y de como esta tierra de Armenia partieron el señorío de ella los cristianos, y la cobraron los moros, como adelante vos será contado. En esta ciudad había muy grandes edificios, y por toda esta tierra daban a los dichos embajadores y a la su gente posadas y viandas y caballos en que fuesen, y toda esta tierra estaba por el señor Tamurbec.
Y otro día viernes partieron de aquí, y fueron dormir a un castillo alto que estaba encima de una peña: el cual castillo era de una dueña viuda, que era atributada al Tamurbec con este castillo, y con otra tierra que ella tenía. Y en este castillo solía haber ladrones, y hombres que salían a robar a los caminos. Y el Tamurbec vino sobre este castillo, y entrólo por fuerza, y mató al señor de él, que era marido de esta dueña, y mandó, que nunca jamás acogiesen malhechores en él. Y porque no se pudiesen defender en él, mandó quitar las puertas al dicho castillo, y mandó que nunca jamás pusiese puertas en él, y diole a esta dueña. El cual castillo estaba entonces sin puertas, y había nombre el dicho castillo Egida. Y este castillo estaba al pie de la montaña alta del arca de Noé, y todas estas montañas y sierras que hallaron después que de tierra de Trapisonda partieron eran rasas y sin montes. Y esta dueña hospedó muy bien este día a los dichos embajadores de cuanto hubieron menester.
El sábado siguiente, que fueron 13 días del dicho mes de mayo, los dichos embajadores partieron de aquí, y el su camino fue por el pie de aquesta montaña del arca de Noé: la cual montaña era muy alta, y arriba en lo más alto estaba nevado y cubierta de nieve, y era rasa sin montes; pero en ella había muchas yerbas y aguas, y el camino iba alrededor de ella, y en ella había muchos edificios y cimientos de casas de piedra seca, que duraban grande pieza: y en ella había nacido mucho centeno, que se nacía ello cada año de suyo, como si fuera sembrado a mano; pero era vano que no granaba: y otrosí había nacido mucho mastuerzo, como si lo sembraran: y al pie de esta montaña se halla el carmesí con que se tiñe la seda: y en medio de esta montaña al pie de ella hallaron un grande edificio de pueblo, que fuera deshabitado gran tiempo, y duraba bien una legua: y las gentes de la tierra decían, que aquella fuera la primera puebla que en el mundo fuera hecha después del Diluvio, y que la hizo Noé y su generación: y ante la dicha puebla había un grande llano, en que había muchos cerraurjales de agua y árboles y rosales y muchas fuentes, y esta dicha montaña era aguda, y tenía un pico muy agudo y alto: el cual estaba nevado y cubierto de niebla, que no podía aparecer el cabo de la sierra, y decían, que todo el año así de invierno como de verano nunca se quitaba aquella niebla de aquella montaña, y esto es por la gran altura de ella: y este día tuvieron los dichos embajadores allí la siesta ante una hermosa fuente que allí estaba so un arco de piedra, y estando allí se quitó la niebla y apareció la montaña, y luego súbito se tornó, y decían que pocas veces se quitaba: y junto con esta alta montaña está otra que tiene otro pico agudo, pero no es tan alta como esta otra, y entre estos dos picos se hace una como silla, y allí dicen que se puso el arca, y ambas estas sierras eran muy altas y nevadas en lo alto. Y esta noche fueron dormir a un castillo que había nombre Vasit calaside, el cual castillo estaba encima de una alta peña muy fuerte a maravilla, y al pie de él un pueblo bien grande otrosí en otra peña, y de la villa al castillo iba otrosí un muy gran muro con sus torres, y de aquel muro se hacía una escalera que iba a la entrada del castillo, y de partes de fuera era muy alta la peña del castillo, y dentro en lo más alto de él nacía una fuente grande: y este castillo vino cercar el Tamurbec, podía hacer seis años, y el señor de él atributósele con tal condición, que en él no lo acogiese a él, ni a gente suya, ni fuesen en hueste con él.
El domingo, primero día de junio, a hora de vísperas fueron en un castillo que es llamado Macu, el cual castillo era de un cristiano católico que había nombre Noradin, y los que en el dicho castillo moraban eran otrosí cristianos católicos, como quiera que eran armenios de naturaleza, y la su lengua era armenia, como quiera que sabían tartaresco, y persesco. Y en el dicho lugar había un monasterio de frailes de santo Domingo: el cual castillo estaba en un valle en un rincón al pie de una muy alta peña, y el pueblo estaba en una cuesta arriba, y luego encima del pueblo en la dicha cuesta estaba una cerca de cal y de canto con sus torres dentro: tras esta cerca estaban casas en que moraba gente, y de esta cerca adelante moraba gente, y subía la cuesta más alta: y estaba luego otra cerca con sus torres y caramanchones, que salían hasta la primera cerca, y la entrada para esta segunda cerca era por unas gradas hechasen la peña, y encima de la entrada estaba una torre grande para guarda de ella: y allende de esta segunda cerca estaban casas hechas en la peña, en medio unas torres y casas donde el señor estaba, y aquí tenía toda la gente del pueblo su abastecimiento, y la peña en que estaban estas casas subía muy alta más que las cercas y todas las casas, y de la dicha peña salía uno como colgadizo, que cobijaba el dicho castillo y las cercas y casas de él, así como el cielo que estuviese sobre él, y en caso que llueve el agua del cielo no cae en el castillo, ca la peña lo cobija todo, y de tal manera está el castillo que no se puede combatir por tierra ni aún por el cielo: y dentro en el castillo nace un gran golpe de agua, de que se aprovecha todo el pueblo, y se riegan muchas huertas: y al pie de este castillo está un hermoso valle que va por él un río, y en él hay muchas viñas y labranzas de pan. Y el Tamurbec vino sobre este castillo, y no lo pudo tomar; pero pleiteó con el señor, que le sirviese con veinte hombres de caballo cuando los enviase llamar: y desde a poco tiempo el Tamurbec pasó por allí con su hueste, y el señor del castillo tomó un su hijo y podía haber hasta veinte años, y diole tres caballos bien guarnidos para que los diese en presente al Tamurbec, y cuando el Tamurbec fue al pie del castillo, salió su hijo y diole los dichos caballos de parte de su padre, y ellos recibió, y mandó pregonar, que no hiciesen mal en tierra de aquel castillo, y el Tamurbec dijo: que pues el señor de aquel castillo tenía tan gran hijo como aquél, que no era razón de tenerlo consigo, y tomólo y llevólo consigo, y después diolo a un su nieto que llaman Homar Nirasa para que viviese con él, por cuanto era emperador de la Persia y de aquella tierra. El cual vive hoy día con él, y anda en su hueste de este emperador: y este emperador tornó moro por fuerza a este hijo del señor de este castillo, y púsolo por nombre Sorgat Mix, e hízolo su guarda. Y como quiera que él sea así tornado moro, no lo es en la voluntad ni en las obras. Y los dichos embajadores fueron del señor de este castillo bien recibidos, y él tomó con ellos gran consolación por ser cristianos, y hospedóles muy bien, y díjoles: que podía hacer hasta quince días que Iazan Miraxa, sobrino del Tamurbec y su gran privado, que le enviara decir, que lo quisiese acoger en aquel castillo, que quería poner en él su tesoro, y él que le respondiera, que no lo acogería en él: más que si tesoro alguno tenía para guardar que se lo diese, y que él se lo guardaría bien, y que nunca más sobre ello le requirió. Y los dichos embajadores estuvieron aquí este día que allí llegaron, y después en la hueste del emperador de Persia vieron al hijo de este caballero, señor de este castillo, y hablaron con él, y este señor de este castillo había otro hijo más pequeño que no éste, y dijo a los dichos embajadores, que aquél su hijo había aprendido, y que era buen gramático en aquella su lengua, y que cuando Dios quisiese que tornasen, que se lo daría para que lo trajesen al dicho señor rey, para que lo encomendase al Papa, y lo hiciese obispo de aquella tierra. Y es una gran maravilla durar este castillo entre tantos moros, y tan alongados de cristianos, y otrosí de armenios tornarse católicos, que es grande servicio de Dios.
Y otro día lunes, que fueron 2 días de junio, partieron de aquí, y fueron dormir en el campo, que no pudieron alcanzar poblado: y este día les mostraron un castillo que quedó a la mano izquierda que había nombre Alinga, el cual castillo estaba en una montaña alta, la cual era cercada de un muro y de torres, y dentro de este muro había muchas viñas y huertas y labranzas de pan, y muchas aguas y pastos para ganados, y en lo más alto de esta montaña había un castillo. Y cuando el Tamurbec venció al sultán de la Persia, que llamaban Zolten Amad, y le tomó la tierra, y alzósele en este castillo de Alinga, y túvolo aquí cercado a él y gente suya tres años, y de aquí huyó, y se le fue para el sultán de Babilonia, donde hoy día está.
Y otro día martes fueron dormir a un campo, donde estaban hasta cien tiendas de chacatays, que andaban paciendo aquella tierra con sus ganados. Y otro día miércoles fueron dormir otrosí a otras tiendas de chacatays, y en estas tiendas dieron a los embajadores viandas, y caballos en que fuesen, así como se los daban en las aldeas y en las villas. Y el camino que hasta aquí trajeron fue de unas montañas que había muchas aguas y yerbas, y mucha de esta gente de chacatays, que son gente de la hueste de la ciudad de Hoy.
Y otro día jueves, 5 días del dicho mes de junio, a hora de mediodía fueron en una ciudad que es llamada Hoy: la cual estaba asentada en un llano, y alrededor de ella muchas huertas y labranzas de pan, y cerca de esta ciudad había unos grandes llanos que duraban mucho: y por ellos, y por la ciudad venían muchas acequias de agua, y esta ciudad era cercada de una cerca de ladrillo con sus torres y barbacanas: y aquí en esta ciudad de Hoy se acaba Armenia la alta, y comienza tierra de Persia: y en esta ciudad viven muchos armenios. Y cuando los dichos embajadores llegaron a esta ciudad, hallaron en ella un embajador que el sultán de Babilonia enviaba al Tamurbec. El cual llevaba consigo hasta veinte de caballo y hasta quince camellos cargados de presentes que el sultán enviaba al Tamurbec, y otrosí llevaba seis avestruces y una alimaña que es llamada jirafa, la cual alimaña era hecha de esta guisa: había el cuerpo tan grande como un caballo, y el pescuezo muy luengo, y los brazos mucho más altos de las piernas, y el pie había así como el buey hendido, y desde la uña del brazo hasta encima del espalda había dieciséis palmos: y desde las agujas hasta la cabeza había otros dieciséis palmos, y cuando quería enhestar el pescuezo, alzábalo tan alto que era maravilla, y el pescuezo había delgado como de ciervo, y las piernas había muy cortas según la longura de los brazos, que hombre que no la hubiese visto bien pensaría que estaba sentada aunque estuviese levantada, y las ancas había derrocadas a yuso como búfalo: y la barriga blanca, y el cuerpo había de color dorado y rodado de unas ruedas blancas grandes: y el rostro había como de ciervo, en lo bajo de hacia las narices: y en la frente había un cerro alto agudo, y los ojos muy grandes y redondos y las orejas como de caballo, y cerca de las orejas tenía dos cornezuelos pequeños redondos, y lo más de ellos cubiertos de pelo, que parecían a los del ciervo cuando le nacen, y tan alto había el pescuezo y tanto lo extendía cuanto quería, que encima de una pared que tuviese cinco o seis tapias en alto podría bien alcanzar a comer: otrosí encima de un alto árbol alcanzaba a comer las hojas, que las comía mucho. Así que hombre que nunca la hubiese visto, le parecía maravilla de ver: y los dichos embajadores estuvieron en esta dicha ciudad el jueves que allí llegaron, y viernes y sábado y domingo siguiente, que fueron 8 días del dicho mes de junio, después de mediodía partieron de aquí. Y porque este día no se podrían haber caballos, mandaron tomar los caballos a la gente de la hueste que por allí pasaban. Y fueron esta noche dormir a unos prados, y de que los dichos embajadores tomaron tierra en tierra de Trapisonda, hasta esta ciudad siempre en las montañas apareció nieve, y de aquí adelante no la hallaron y fue tierra más caliente.
Y otro día lunes a hora de mediodía fueron en un lugar que ha nombre Caza: el cual era bien grande y poblado en un llano, y muchas huertas y aguas que iban por todas partes. Y ante este dicho lugar está un lago de agua salada que mide en derredor cien millas, y dentro en ella había tres islas, la una de ellas era habitada. Y en la noche fueron dormir a un lugar que ha nombre Cusacana: el cual era un gran pueblo; pero que estaba lo más de él destruido: y decían, que el emperador Coramix, emperador de Tartaria, lo había destruido: el cual emperador destruyó el Tamurbec, y echó de su señorío, y está ahora sin él, según adelante os será escrito: y en este lugar había muchos armenios.
Y otro día martes fueron dormir a un lugar llamado Chauscad, y estaba en un llano, y en él había muchas huertas y viñas y muchos árboles y frutas, y de una montaña que encima de este lugar estaba, descendían muchas aguas, de que se regaban estas dichas huertas, y de este lugar llevaban mucha fruta así a la ciudad de Tauris, como a otras partes: y en la noche fueron dormir en el campo, y lo más del camino que este día anduvieron fue por entre huertas y viñas y aguas, que duraban mucho, y el camino era llano, y parecía muy hermoso el andar por estas dichas huertas.
Y el miércoles siguiente, que fueron 11 días del dicho mes de junio, a hora de vísperas fueron en la gran ciudad de Tauris, la cual ciudad está en un llano entre dos sierras altas sin montañas, y no es cercada, y la montaña de la mano izquierda está bien cerca de la ciudad y es muy caliente, y el agua que desciende de ella no es sana: y la otra montaña que está a la mano derecha está un poco más arredrada de la ciudad, y es muy fría, y en ella está nieve todo el año, y las aguas que de ella descienden son muy buenas. Y estas aguas van a la ciudad, y andan por ella por muchas partes, y en esta montaña a ojo de la ciudad están dos sierras altas, que dicen, que solían ser juntas una con otra, y que de cada año se arriedran la una de la otra: y en la montaña de la mano izquierda, cuanto una legua de ésta, está un cabezo alto, que dicen, que genoveses lo compraron una vez para hacer en él un castillo, y que lo compraron de un emperador que tuvo nombre Soltanvays, y decían, que de que se lo hubo vendido, que se arrepintió, y que cuando ellos quisieron hacer el dicho castillo, que envió por ellos el dicho emperador, y que les dijo, que en su tierra no era costumbre de mercaderes hacer castillo: salvo que las mercaderías que compraban, que las llevasen fuera de su tierra, y que así convenía hacer a ellos, y que si castillo querían hacer, que llevasen aquella tierra fuera de su señorío: y porque contrastaron con él, mandóles cortar las cabezas. Y de la montaña de la mano derecha desciende un gran río que viene a la ciudad, y antes que a la ciudad llegue, pártenlo por muchas acequias y caños, que van por ciertas calles y lugares de la ciudad, y por la dicha ciudad hay muchas rúas y calles muy ordenadas en que venden muchas cosas, y están oficiales bien ordenados, ca entre estas calles y rúas hay unas muy grandes casas con muchas puertas que son como alcacerías, y dentro ellas hay muchas casas y boticas, en que están oficiales de muchas maneras muy bien ordenados. Y de estas alcacerías salen ciertas puertas a ciertas rúas do venden muchas cosas, así como paños de seda y de algodón y cendales y tafetanes y seda y aljófar. Y en estas alcacerías venden otrosí muchas cosas. Y es ciudad de gran bullicio y de muchas mercaderías: y en un lugar de estas alcacerías están unos hombres que venden muchas olores y afeites para mujeres, y ellas mismas vienen allí a lo comprar, y se afeitan y untan con aquellos olores, y vienen todas cubiertas con unas sábanas blancas, y ante los ojos unas redes de sedas prietas de caballo, y así van tapadas que no las pueden conocer. Y en esta ciudad hay muy grandes edificios de casas y de mezquitas, hechas a maravillosa obra de azules y de losas, y de azul y oro de obra de Grecia, y de vidrieras muy hermosas y muchas. Y decían, que al tiempo que aquellas grandes obras se hicieron, que las hacían hombres grandes y ricos a fama, y de sí, unos a envidia de otros, por ver cuál haría más maravillosa obra, y que en esto dispendían sus caudales: y entre estas dichas obras y edificios había una gran casa que tenía una cerca sobre sí bien hermosa y de rica obra, en la cual casa había veinte mil casas, y cámaras apartadas y apartamientos, y esta casa, dicen, que hiciera un emperador de la Persia que tuvo nombre Soltanvays, y que la hiciera del tesoro del tributo que le diera el sultán de Babilonia el primer año que lo tributó, y puso nombre a esta casa Tolbatgana, que quiere decir, la casa de la ventura. Y esta dicha casa está lo más de ella enhiesto, y bien hecho, como quiera que todos cuantos buenos edificios en esta ciudad eran fuera de ella, tantos hizo derrocar Miaxa el hijo mayor del Tamurbec, por lo que adelante oiréis. Y esta ciudad es muy grande, y muy rica de moneda, y de muchas mercaderías que en ella se tratan cada día. Y dicen, que otro tiempo solía ser más poblada; pero en lo que hoy día es poblada hay bien doscientas mil casas y más, y en ella hay muchas plazas en que venden muy reglada y muy limpiamente carne cocida y adobada de muchas maneras, y muchas frutas: y en esta ciudad cerca de una plaza está un árbol seco en la calle junto con una casa, y dicen, que aquel árbol ha de tornar verde, y en aquel tiempo ha de ir a aquella ciudad un obispo cristiano, con mucha gente de cristianos, y que ha de llevar una cruz en la mano, y que ha de convertir a los de aquella ciudad a la fe de Jesu-Cristo, y esto, decían, que lo decía un moro Zayten, que era como ermitaño: y dicen, que la gente de esta ciudad que tuvo de esto gran despecho, y que fueron a cortar aquel árbol, y diéronle tres golpes con un destral, y los que se los dieron, quebráronseles los brazos, y este moro que esto decía hacía poco que murió, y dicen, que decía otras muchas cosas: y aún decían, que el Tamurbec estando en esta ciudad envió por este moro, y que le contó esto y otras cosas asaz: y este dicho árbol está hoy día allí en aquella calle, que no osa llegar ninguno allí. Y por las calles y plazas de esta ciudad hay muchas fuentes y pilares, y en verano hínchenlas de pedazos de hielo y con muchos jarrillos de latón y de cobre en ellas, con que beben las gentes, y en esta ciudad estaba un pariente del señor por corregidor de ella, que llaman ellos Derrega, que hizo mucha honra a los dichos embajadores, y otrosí en esta ciudad había muchas mezquitas muy ricas y hermosas, y otrosí había muchos baños los más solemnes que creo que en el mundo pueden ser: y los dichos embajadores estuvieron en esta ciudad nueve días, y cuando quisieron partir, trajéronles caballos de los del señor, en que fuesen ellos y todos los sus hombres, y llevasen lo suyo; ca desde aquí adelante tenía el señor puestos caballos en paradas, para que los que a él fuesen, cabalgasen en ellos, y anduviesen de día y de noche, de ellos a media jornada, y de ellos a una, y en algún lugar ciento, y en otro cincuenta, y en otro lugar doscientos, y así tenía los caminos ordenados hasta la ciudad de Samarcanda, y de esta ciudad hasta Babilonia h...