Cuida de los tuyos, encaja los golpes y sé optimista
Como decía Confucio, una casa fuerte e indestructible debe estar sustentada por cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente y hermano complaciente. Como todos sabemos, la familia no se elige, pero sí podemos elegir el tipo de relación de deseamos mantener con los nuestros. De hecho, la familia sana es la mejor escuela para quererse a uno mismo. Tanto así que con frecuencia resulta la única posibilidad de cura para los adictos.
Analiza la relación que mantienes con tu familia preguntándote lo siguiente: ¿Quiénes forman parte de mi familia? ¿Qué es lo más positivo de cada uno de ellos? ¿En qué debería mejorar la relación con cada uno de ellos? ¿Qué voy a hacer para mejorarla? A continuación, además de mejorar tú primero, prestar atención en positivo y agradecer lo que han hecho y hacen por ti, exprésate mediante afirmaciones que indiquen lo que quieres. Y antes de irte a dormir o al levantarte, visualiza cómo te gustaría que fuese la relación con tu familia. Y, por supuesto, actúa y acorta la distancia. Que el orgullo mal entendido no te impida estar con personas que forman parte de tu vida.
¿Qué son los amigos? Ni los que tienes en Facebook ni tus seguidores en Twitter. Un amigo es simplemente a quien se ama. Aristóteles dividía las amistades en tres tipos: por interés, por placer y por utilidad. Para el filósofo, la amistad perfecta es la de personas virtuosas e iguales en virtud que desean el bien del otro. Esa es la amistad que debemos tomarnos en serio y cultivar para no perderla. Para ello, pregúntate qué sabes de tus amistades y recuerda que conocer es amar. En segundo lugar, enfoca tu mirada hacia las amistades y ten detalles con ellas. Y queda con frecuencia con tus amigos. Apunta esas citas como importantes en tu agenda y demuéstrales el cariño que se merecen.
Si tienes conflictos pendientes, resuélvelos mediante la asertividad, que no significa otra cosa que afirmarse. Consiste en mostrar el propio punto de vista sin herir a la otra persona, una combinación de empatía y autoconfianza. Igual que las físicas, las heridas emocionales que no se limpian adecuadamente pueden infectarse. Para resolver un conflicto hace falta valentía y saber qué vas a hacer para solventarlo. La solución a los conflictos no es la huida, sino encararse con ellos, porque limpiar el alma es como limpiar el cuerpo. Escoge amigos de crecimiento, personas que te animen, te apoyen y que acudan en tu ayuda, gente que te aporte un equilibrio entre lo que exigen y lo que dan.
En definitiva, debemos cuidar y ser cuidados, es decir, asistidos, guardados y conservados. En primer lugar, cuida de ti mismo tomando las riendas de tu propia vida. Y, en segundo lugar, cuida a los demás. Preocúpate por ellos y busca sinceramente la conexión con ellos. De ese modo activarás las hormonas de los vínculos sociales y harás que se sientan mejor. Y, en tercer lugar, muéstrate vulnerable y acepta el cariño de los demás. No seas como los que son atentos con los demás pero que sólo a duras penas aceptan las atenciones dirigidas a ellos. Recuerda que cuidar es positivo, pero mimar puede resultar pernicioso. No sobrepases los límites.
John Gottman, el mayor experto mundial en terapia de parejas, calcula que las parejas felices dedican al menos cinco horas a la semana a hablar de cosas aparentemente intrascendentes. Además, generan al menos cinco emociones positivas por cada una negativa. Ser amable es muy importante para nuestra motivación porque conseguimos en los demás lo que queremos para nosotros mismos. La amabilidad es una suma de factores como la simpatía, la cortesía, la generosidad, la solidaridad, la atención, el respeto y el reconocimiento. Una persona amable es una persona con confianza...