Culturas políticas y políticas culturales.
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Escenarios de Asia, África, Europa y América

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Escenarios de Asia, África, Europa y América

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Este libro recorre un camino ambicioso y aventurado; intenta explorar la interacción entre cultura y política -ambas entendidas en el sentido amplio y crítico, implícito y explícito de las palabras- para entender temas de culturas políticas y políticas culturales en diversas sociedades colonizadas de un modo u otro en algún momento de su historia. Este volumen plantea preguntas serias acerca de nuestras suposiciones sobre conceptos como los de "Occidente" y "no Occidente", modernidad e historia, imperio, colonia y nación, e interroga binomios influyentes como el de historia y mito, lo secular y lo religioso, lo moderno y la tradición, con base en trabajos histórico-etnográficos.

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Información

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LOS HÉROES DE MEZCALA Y LA NACIÓN MEXICANA

UNA DISPUTA POR EL SUJETO HISTÓRICO
1


Elisa Cárdenas Ayala



Entre 1812 y 1816 tuvo lugar en torno a la isla de Mezcala, en el lago de Chapala, en la zona occidente del actual México, uno de los episodios más dramáticos de la Guerra de Independencia: el sitio de la pequeña isla, donde se habían hecho fuertes los insurgentes apoyados por las comunidades de la ribera, como corazón de resistencia de una región muy amplia, en años en que las fuerzas insurgentes sufrieron varios reveses, uno tras otro, que condujeron casi a su extinción. Los insurgentes de Mezcala no sólo resistieron, sino que se consideraron vencedores ya que el armisticio firmado al término de cuatro años no sólo les dejó la vida salva, sino que estableció el compromiso de que serían reconstruidas sus propiedades y se les dotaría de ganado y de lo necesario para trabajar sus tierras, además de ser reconocidos sus dirigentes como autoridades ante el Estado y ellos mismos tratados “con consideración”. El armisticio ha sido considerado en lo general como un empate: un punto al que ambas fuerzas llegaron agotadas y sin posibilidades de vencer. Sin duda esta fue la situación en Mezcala; no obstante, en el contexto de la Guerra de Independencia, que fue una guerra sin cuartel, el armisticio firmado en este sitio parece traducirse en una victoria para los defensores de la isla. En el curso de dicha guerra, los realistas tendieron más bien a aplicar penas ejemplares sobre los insurgentes, en particular el capitán José de la Cruz, que estaba al mando de las fuerzas sitiadoras, quien destacó por su severidad; no es pues el caso imaginar que hubiera podido ser indulgente en Mezcala.
La historiografía decimonónica abrió un espacio importante a los héroes de Mezcala, al aceptar como fuente principal el testimonio de los líderes sobrevivientes que el propio Estado instruyó reunir, una vez terminada la guerra. En cambio el episodio tiende a diluirse en la historiografía del siglo XX y hoy está completamente excluido de los textos escolares.
La comunidad indígena de Mezcala de la Asunción, Jalisco, reivindica hoy como propio ese legado histórico, transmitido de generación en generación por vía oral, y año tras año conmemora la gesta. Gracias a ello, en 2009, por medio de talleres dominicales, con un grupo de 106 niñas y niños, se realizó un ejercicio de recuperación de la memoria histórica de la comunidad. El resultado se publicó en forma de libro en 2010.2 En estas páginas, a partir de la experiencia del taller y del libro, propongo una reflexión sobre la forma de concebir al sujeto histórico por parte de la comunidad frente a la concepción del Estado.
Lo anterior permite explorar distintos caminos transitados por la conciencia histórica colectiva a partir de un caso concreto, desde los primeros momentos en que dicha conciencia empezó a bosquejarse, hasta la actualidad, y estimar el lugar que en cada uno de ellos han tenido la memoria y la monumentalización como formas concretas de relación con el pasado y de negociación del lugar histórico en la sociedad mexicana contemporánea. Permite subrayar además su papel en los procesos históricos, por la elaboración de relatos transgeneracionales con un alto sentido para la comunidad que los elabora, relatos que en alguna medida corresponden a lo que Reinhart Koselleck considera parte de la “experiencia histórica estructural”, sea por la vía de la monumentalización de acontecimientos del pasado o por la de la construcción de mitos que ofrecen a la comunidad un relato significativo sobre su pasado y en cierta medida una “explicación” de su historia, tal como lo muestra Saurabh Dube en su estudio sobre los satnamis de India Central que puede leerse en el segundo capítulo de esta obra.3
Los principales actores que han contribuido a la construcción de una conciencia histórica sobre lo acontecido en torno a la isla de Mezcala entre 1812 y 1816 han sido en primer lugar los herederos directos de la experiencia de la guerra, es decir los habitantes de la ribera de Chapala en el que fuera el amplio escenario de las principales batallas y de la resistencia, señaladamente, la comunidad indígena de Mezcala. Muchos otros pueblos de la ribera también participaron activamente en una guerra que de manera general los devastó, como lo muestran los relatos disponibles, proveyendo pólvora, alimentos, información y solidaridad en muy diversos niveles; su papel en la construcción de una narración de los hechos ha sido menos protagónico y por lo mismo resulta menos conocido.4 La centralidad de Mezcala en la reconstrucción del relato histórico está íntimamente ligada a la defensa, por parte de esta comunidad, de su territorio ancestral, y a la forma en que a favor de esta defensa se ha movilizado por varias generaciones la memoria de la guerra. Explorar la relación de otras comunidades de la ribera con este pasado común es una tarea aún pendiente para la historia y la antropología mexicanistas.
Una producción historiográfica de variado signo también ha contribuido a perfilar la conciencia histórica sobre lo ocurrido en aquellos años en el corazón del lago. Durante el siglo XIX el episodio del sitio de Mezcala estuvo vinculado, en el trabajo de varios historiadores, a la narración de la historia patria, como parte de la lucha paridora de la nación que fue la Guerra de Independencia. En las últimas décadas del mismo siglo, al emprenderse la escritura de la historia política del estado de Jalisco se le incluyó en ella, siempre desde una perspectiva patriótica. Luego el episodio se sumió por décadas en el silencio, y reapareció a finales del siglo XX ligado a la exploración de la historia local, a la renovación de los relatos sobre la Guerra de Independencia en general y a la revaloración de la historia de los pueblos indígenas. En años recientes, desde la academia, no sólo han sido historiadores los interesados en el tema, sino que el caso ha atraído a algunos antropólogos, quienes han constatado el peso de la conciencia histórica en la acción política de la comunidad. Los propios mezcaleños han sido motor central de esta renovación, no sólo porque han reavivado sus demandas políticas apoyadas en un discurso que moviliza la memoria colectiva del episodio, sino también porque han incursionado activa y profesionalmente en el campo de la historiografía.
Además de estos actores, como se verá enseguida, el Estado mexicano ha desempeñado un papel nada desdeñable en la construcción de conciencia histórica en relación con el caso Mezcala, en un inicio emprendiendo una labor de monumentalización y apostando, en épocas recientes, por la desmemoria.
Como ha mostrado Gyanendra Pandey en su trabajo en torno al caso de la qasba de Mubarakpur en el norte de la India y la escritura de su historia para el siglo XIX, los distintos actores involucrados en la elaboración de narrativas sobre un mismo proceso o sucesos históricos llevan a lo íntimo de estas narrativas parte de su propia condición histórica.5 En esa medida el caso Mezcala nos abre ventanas hacia la conciencia histórica de la propia comunidad, pero también hacia el deslavado devenir del concepto nación en el marco de las transformaciones del Estado mexicano.

CAMINOS DE LA MEMORIA

La memoria del Estado

Terminada la larga guerra que ahora conocemos como “de Independencia”, terminado también el episodio del llamado “primer imperio mexicano”, y ya adoptado el modelo de la república federal, el 18 de noviembre de 1824 se promulgó la primera constitución del estado de Jalisco. La cercanía de la experiencia de la guerra y el peso en esa experiencia del sitio de Mezcala parecen haber ocupado un lugar importante, si se juzga por el hecho de que desde finales de 1823 el Congreso —entonces conocido como Provincial Constituyente— instruyó la recolección de testimonios de los sobrevivientes del sitio de Mezcala. Acatando esa instrucción, se recuperó el testimonio del cura Marcos Castellanos, reconocido líder de la defensa de la isla, residente entonces en el pueblo de Ajijic, situado en la ribera norte del lago de Chapala. Meses más tarde, por instrucciones del gobernador del estado, Prisciliano Sánchez, se recuperó también el testimonio conjunto de José Santana y Pedro Nicolás Padilla, líderes de la resistencia en la isla y por entonces aún vivos y residentes en el que fuera teatro de los acontecimientos.6 Este fue el primer acto político que podemos calificar como estatal, de reconocimiento de la memoria histórica sobre lo ocurrido en torno a la isla de Mezcala en los años de la Guerra de Independencia.
Si se tiene en cuenta que “constituirse” fue uno de los actos considerados urgentes para la nueva nación por los actores políticos de la época (la nación estaba libre, pero en “estado natural” e inconstituida), podrá apreciarse cuán urgente consideraron los constituyentes jaliscienses la recuperación de la memoria de ese pasado inmediato asociado a la constitución de la nación misma. En el marco de inestabilidad política que fue el de las primeras décadas de vida independiente, la idea de que la nación debía constituirse fue parte de una base discursiva común en los medios políticos. Los vencedores de la guerra consideraban que, ya que se encontraba libre la nación de la dominación española, quedaba pendiente la tarea de constituirse, dotarse por medio de sus representantes, de un código fundamental que fijara su destino y sirviera de “base indestructible” a la sociedad. Constituirse se consideraba el medio indispensable para luchar contra la división y el desorden.7
En Jalisco el Constituyente tomó medidas, en ese marco, para garantizar la recuperación de un relato de los hechos por parte de los líderes supervivientes, aun antes de promulgada la Constitución particular del Estado. Se asoció así la recuperación de la memoria de los hechos heroicos a la constitución de la nación. Además, el tema de lo acontecido en torno a Mezcala no fue sólo materia de interés de los jaliscienses: si le creemos a Prisciliano Sánchez, en su propio interés como gobernador habrían desempeñado un papel importante las órdenes recibidas de la federación.
El interés del Congreso y del gobierno del estado de Jalisco parece haber sido motivado por una solicitud del historiador Carlos María de Bustamante, entonces diputado al Congreso nacional, quien en esa época trabajaba ya en la recolección de materiales para su Cuadro histórico de la revolución mexicana.8 “Responder a una demanda formulada por el historiador Bustamante significaba para el estado en cuestión la posibilidad de aparecer en los anales de la historia nacional”, afirma Roberto Castelán Rueda.9
Con este acto de los poderes de Jalisco, la memoria de lo sucedido en Mezcala da inicio a tres caminos de singular destino: el de los lugares de memoria (para retomar la expresión de Pierre Nora), el cual, por la vía de la monumentalización, llevó la expresión “héroes de Mezcala” en letras de oro al salón de sesiones del Congreso del Estado; el de la historiografía mexicanista, que inicia simultáneamente al anterior; y el de la memoria colectiva de la comunidad indígena de Mezcala, inscrito en una temporalidad mucho más larga. A continuación señalo algunas características de estos tres caminos.
En el camino de la memoria reconocida por el Estado, el punto de partida es la heroización de los defensores de la isla, el reconocimiento de un sujeto colectivo sintetizado en el sustantivo héroes; anónimos en su pluralidad, estos héroes reciben sin embargo su patronímico del lugar de los hechos: Mezcala.
Elemento central en este proceso es el reconocimiento de que los protagonistas centrales de la gesta son indios: “me veo en el caso de hablar de las heróicas acciones sostenidas en la laguna de Chapala por los indios de ese Estado”,10 decía el historiador Bustamante aludiendo...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLA
  3. PÁGINA DE DERECHOS RESERVADOS
  4. TABLA DE CONTENIDO
  5. CULTURAS POLÍTICAS Y POLÍTICAS CULTURALES: UNA INTRODUCCIÓN
  6. 1. LOS HÉROES DE MEZCALA Y LA NACIÓN MEXICANA: UNA DISPUTA POR EL SUJETO HISTÓRICO
  7. 2. PODER Y CULTURA: LOS SATNAMIS
  8. 3. LAS MÚLTIPLES VIDAS DE CASTA
  9. 4. LA PEREGRINACIÓN COMO TEATRO POLÍTICO EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA
  10. 5. SUBVERTIR LOS VALORES Y REÍRSE DE LA AUTORIDAD: EL ARTE DE LA RISA COMO TÁCTICA DE RESISTENCIA
  11. 6. SUFISMOS SUBVERSIVOS: LAS REBELIONES SUFÍES COMO ELEMENTOS FORMATIVOS DEL LAICISMO KEMALISTA
  12. 7. AGUA, PODER Y REBELIÓN: AUTONOMÍA KURDA LOCAL FRENTE AL ESTADO TURCO
  13. 8. LA PERCEPCIÓN DEL CONSUMO DE CANNABIS EN LA JUVENTUD DE TANZANIA