Diario del año de la peste
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Diario del año de la peste

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Diario del año de la peste

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Considerado una de las cumbres de la literatura inglesa de todos los tiempos, Diario del año de la peste es un escalofriante relato novelado en el que se describen con crudeza los horribles acontecimientos que coincidieron con la epidemia de peste que asoló Londres y sus alrededores entre 1664 y 1666.Daniel Defoe, con precisión de cirujano, se convierte en testigo de los comportamientos humanos más heroicos pero también de los más mezquinos: siervos que cuidan abnegadamente de sus amos, padres que abandonan a sus hijos infectados, casas tapiadas con los enfermos dentro, ricos huyendo a sus casas de campo y extendiendo la epidemia allende las murallas de la ciudad. Diario del año de la pestees una narración dramática y sobrecogedora, con episodios que van de lo emotivo a lo terrorífico, un relato preciso y sin concesiones de una altura literaria que todavía hoy es capaz de conmovernos hasta las lágrimas.

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Información

Año
2010
ISBN
9788415130901
Edición
1
Categoría
Literatura



Diario del año de la peste


















Fue en los comienzos de septiembre de 1664 cuando, mezclado entre los demás vecinos, escuché durante una charla habitual que la peste había vuelto a Holanda; pues había sido muy violenta allí, particularmente en Ámsterdam y Róterdam, en el año 1663, sitio al que había sido llevada, según unos desde Italia, según otros desde el Levante, entre algunos géneros traídos por su flota; otros dicen que fue traída de Candía, otros que provenía de Chipre. No se dio importancia a la procedencia; mas todos concordaron en que había vuelto a Holanda.
En aquellos días no teníamos nada que se pareciese a los periódicos impresos para diseminar rumores e informes sobre las cosas y para mejorarlos con la inventiva de los hombres, cosa que he visto hacer desde entonces. Pero las noticias como ésta se recogían a través de las cartas de los mercaderes y de otras personas que mantenían correspondencia con el extranjero, y se hacían llegar verbalmente a todas partes; así, las noticias no se divulgaban instantáneamente por toda la nación, como sucede hoy día. Pero al parecer el Gobierno tenía un informe veraz sobre el asunto, habiéndose celebrado varios consejos para discutir los medios de evitar que el mal llegase hasta nosotros; mas todo ello se mantuvo muy en secreto. De ahí que este rumor se extinguiese nuevamente, y que las gentes comenzasen a olvidarlo como si fuese una cosa que realmente no les concerniese y de la que esperaban que no fuese cierta; hasta el final de noviembre o los primeros días de diciembre de 1664, cuando dos hombres, que se suponía franceses, murieron de peste en Long Acre; o mejor dicho, en el extremo superior de Drury Lane. La familia con la que vivían se esforzó todo lo posible por ocultarlo, pero tan pronto como las conversaciones del vecindario ventilaron la cuestión, ésta llegó a conocimiento de los secretarios de Estado; ciento cinco que, sintiéndose preocupados, ordenaron a dos médicos y a un cirujano que fuesen a inspeccionar la casa, a fin de estar seguros de la verdad. Así lo hicieron éstos, y habiendo encontrado señales evidentes de la enfermedad sobre ambos cadáveres, dieron públicamente sus opiniones de que habían muerto a causa de la peste. Después de lo cual se notificó al escribano de la parroquia, quien también dio parte al Consistorio; y el hecho fue impreso en la lista de mortalidad en la forma acostumbrada, o sea:

Peste, 2. Parroquias infectadas, 1.

La gente se inquietó mucho por esto, y empezó a alarmarse en toda la ciudad, tanto más cuanto que en la última semana de diciembre de 1664 otro hombre murió en la misma casa, por la misma causa. Luego estuvimos tranquilos durante unas seis semanas, en las que, al no haber muerto nadie con señal alguna de infección, se dijo que la enfermedad se había marchado; mas después de esto, creo que fue alrededor del 12 de febrero, hubo otro que murió en otra casa, pero en la misma parroquia y de la misma suerte.
Esto hizo que los ojos de la gente se volviesen hacia ese extremo de la ciudad; y como las listas semanales mostraban en la parroquia de St. Giles un incremento desacostumbrado de las inhumaciones, se comenzó a sospechar que la peste habitaba entre las gentes de ese extremo de la ciudad; y que muchos habían muerto por su causa, a pesar de que habían tomado todas las precauciones para evitar que ello llegase al conocimiento del público. Esto arraigó grandemente en el espíritu del pueblo, y eran muy pocos los que se aventuraban a través de Drury Lane, a menos que tuviesen un asunto extraordinario que les obligase a hacerlo.
Este aumento de las listas fue como sigue: el número de inhumaciones semanales en las parroquias en de St. Giles-in-the-Fields y de St. Andrew, Holborn, era de unos doce a diecisiete o diecinueve, en cada una; mas desde el momento en que la peste apareció por primera vez en la parroquia de St. Giles, se observó que el número de inhumaciones corrientes aumentaba considerablemente. Por ejemplo:

Desde el 27 de diciembre hasta el 3 de enero
St. Giles
St. Andrews
16
17
Desde el 3 de enero
hasta el 10 de enero
St. Giles
St. Andrews
12
25
Desde el 7 de febrero
hasta el 14 de febrero
St. Giles
St. Andrews
24
Desde el 10 de enero
hasta el 17 de enero
St. Giles
St. Andrews
18
18
Desde el 17 de enero
hasta el 24 de enero
St. Giles
St. Andrews
23
16
Desde el 24 de enero
hasta el 31 de enero
St. Giles
St. Andrews
24
15
Desde el 31 de enero
hasta el 7 de febrero
St. Giles
St. Andrews
21
23

Entre los que hubo uno de peste.

En la parroquia de St. Bride, que limita por uno de los lados con la parroquia de Holborn, así como en la parroquia de St. James, Clerkenwell, que limita con Holborn por su parte opuesta, se observó un aumento similar en las listas; en las dos parroquias citadas, el número de personas que normalmente moría cada semana era de seis a ocho, mientras que durante ese tiempo aumentó como sigue:

Desde el 20 de diciembre
hasta el 27 de diciembre
St. Bride
St.James
0
8
Desde el 27 de diciembre hasta el 3 de enero
St. Bride
St.James
6
9
Desde el 31 de enero
hasta el 7 de febrero
St. Bride
St.James
13
5
Desde el 7 de febrero
hasta el 14 de febrero
St. Bride
St.James
12
6
Desde el 3 de enero
hasta el 10 de enero
St. Bride
St.James
11
7
Desde el 10 de enero
hasta el 17 de enero
St. Bride
St.James
12
9
Desde el 17 de enero
hasta el 24 de enero
St. Bride
St.James
9
15
Desde el 24 de enero
hasta el 31 de enero
St. Bride
St.James
8
12

Además de esto, la gente veía con gran desasosiego que todas las listas semanales crecían mucho durante estas semanas, pese a que era una época del año en la que, por regla general, las listas son muy moderadas.
La cantidad usual de inhumaciones según las listas de mortalidad era de unas doscientas cuarenta o así, hasta trescientas en una semana. Se tenía por bastante alta esta última cifra; pero luego vemos que las listas sucesivas aumentaron como sigue:

Inhumación
Incremento
Del 20 al 27 de diciembre
291
...
Del 27 de diciembre al 3 de enero
349
58
Del 3 al 10 de enero
394
45
Del 10 al 17 de enero
415
21
Del 17 al 24 de enero
474
59

Esta última lista fue verdaderamente horrorosa, siendo la mayor cantidad de personas inhumadas en una semana desde el anterior azote de 1656.
Sin embargo, todo esto desapareció otra vez; y mostrándose frío el tiempo, las heladas que aparecieron en diciembre manteniéndose muy severas incluso hasta cerca de finales de febrero, acompañadas de vientos cortantes pero moderados, las listas disminuyeron otra vez y la ciudad creció sana; y todos empezaron a considerar que había pasado el peligro; sólo que las inhumaciones en St. Giles todavía seguían siendo muchas. Especialmente desde principios de abril, siendo de veinticinco por semana, hasta la semana del 18 al 25, en la que en la parroquia de St. Giles fueron enterradas treinta personas, dos de las cuales habían muerto de peste y ocho de tabardillo pintado,[1] al que se contemplaba como la misma cosa; de manera similar, el número total de muertos por tabardillo pintado aumentó, siendo de ocho la semana anterior, y de doce durante la semana arriba mencionada.
Esto nos alarmó a todos nuevamente; y el pueblo sentía terribles aprensiones, especialmente porque el tiempo había cambiado y era ahora, con el verano en puertas, cada vez más cálido. No obstante, la semana siguiente hizo concebir nuevamente algunas esperanzas. Las listas eran reducidas, ya que el número total de muertos fue de sólo 388, no habiendo ninguno de peste y solamente cuatro de tabardillo pintado.
Pero volvió la semana siguiente; y el mal se propagó a dos o tres parroquias, a saber: St. Andrew, Holborn y St. Clement Danes; y para gran aflicción de la ciudad hubo un muerto dentro de las murallas, en la parroquia de St. Mary Woolchurch, es decir, en Bearbinder Lane, cerca de la Bolsa. En total hubo nueve casos de peste y siete de tabardillo pintado. Las averiguaciones indicaron, sin embargo, que este francés que murió en Bearbinder Lane era uno que, habiendo vivido en Long Acre, cerca de las casas infectadas, se mudó por miedo a la enfermedad, sin saber que ya estaba contagiado.
Esto sucedió en los primeros días de mayo, aunque el tiempo era benigno, variable y bastante frío; y las gentes aún abrigaban ciertas esperanzas. Lo que les daba confianza, era que la ciudad estaba saludable: las noventa y siete parroquias juntas tuvieron sólo cincuenta y cuatro entierros; y comenzamos a creer que el mal no avanzaría más lejos, puesto que aparecía principalmente entre la gente de ese extremo de la ciudad. Tanto más cuanto que la semana siguiente, que fue entre el 9 de mayo y el 16, sólo murieron tres, ninguno de ellos dentro de la ciudad; y St. Andrew inhumó solamente quince, lo que era muy poco. Cierto es que St. Giles enterró a treinta y dos, pero incluso así, como sólo había uno de peste, la gente empezó a sentirse más tranquila. La lista total también era muy reducida, ya que la semana anterior fue de sólo 347; y sólo 343 en la semana arriba mencionada. Mantuvimos estas esperanzas durante algunos días, pero sólo fueron para unos pocos, puesto que al pueblo ya no se le podía engañar de tal manera; registraron las casas y encontraron que la peste estaba efectivamente extendida por todas partes, y que muchos morían de ella cada día. Así, fallaron todos nuestros atenuantes; y ya no hubo nada más que ocultar; más aún, pronto se vio que la epidemia había desbordado toda esperanza de mitigación; que en la parroquia de St. Giles había entrado en diversas calles y que varias familias completas yacían enfermas; consecuentemente, la situación comenzó a dejarse ver en la lista de la semana siguiente. Ciertamente, sólo hubo catorce anotados con peste, pero esto era una bellaquería y una confabulación, puesto que en la parroquia de St. Giles inhumaron cuarenta en total, de los que se estaba seguro que la mayor parte había muerto de la peste, aunque estuviesen registrados con otras enfermedades; y si bien todos los entierros no pasaban de treinta y dos, y la lista total mostraba sólo 385, había catorce de tabardillo pintado, así como catorce de peste; y dimos por seguro que esa semana habían muerto cincuenta a causa de la peste.
La lista siguiente fue del 23 al 30 de mayo, en la que el número de muertos de peste era diecisiete. Mas las inhumaci...

Índice

  1. Diario del año de la peste
  2. Introducción
  3. Diario del año de la peste
  4. Créditos
  5. Daniel Defoe