Impedimenta
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Impedimenta

  1. 360 páginas
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Cuando un poema desconocido de Emily Dickinson apareció en una subasta de Sotheby's en 1997, un escalofrío recorrió el mundo del coleccionismo literario. Cuatro meses después, sin embargo, el poema fue devuelto por tratarse de una falsificación.La poeta: Emily Dickinson. Una mujer solitaria, que garabateaba versos en todo lo que tuviese a mano, para revisarlos, cada noche, frente a su escritorio. No vio ninguno publicado en vida, pero escribió más de mil setecientos mientras ayudaba a caminar a su madre por el jardín y cocía pasteles de jengibre.El asesino: Mark Hofmann. Un manipulador nato, un maestro de la psicología humana. Comerciante de documentos raros, creó una serie de sensacionales falsificaciones con las que pretendía socavar los principios de la Iglesia mormona, y también decidió "especializarse" en la obra de la poeta norteamericana. Un hombre que de ser uno de los más grandes falsificadores del siglo xx pasó a convertirse en un despiadado asesino.Simon Worrall explora el filo que separa arte y artificio, genialidad y locura, en esta trepidante crónica sobre una de las falsificaciones literarias más famosas de toda la historia.

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Información

Año
2019
ISBN
9788417553258
Edición
1
Categoría
Literatura

1

Emily Dickinson a la venta
Doce años después de los acontecimientos de aquella noche, Daniel Lombardo, conservador de colecciones especiales de la Biblioteca Jones de Amherst, Massachusetts, comenzó a recorrer los veinticuatro kilómetros que separaban Amherst de su casa, próxima a Westhampton. No podía sospechar que la onda expansiva de aquella bomba estaba a punto de hacer tambalear los pilares sobre los que había construido su vida.
Era un día glorioso de mayo, y mientras cruzaba el puente Coolidge en su deportivo Fiat Spider, con la capota bajada y su cinta favorita de Van Morrison en el radiocasete, sintió que la vida no podía tratarlo mejor. Le encantaba su trabajo en la biblioteca, estaba escribiendo un libro, había vuelto a tocar la batería y su matrimonio iba viento en popa. Mientras rodaba por las colinas camino a Amherst se puso a pensar en la noticia que estaba a punto de dar a los miembros de la Sociedad Internacional Emily Dickinson que habían acudido a su reunión anual desde todos los rincones de América. Si todo salía como esperaba, si lograba recaudar el dinero suficiente, podría realizar una contribución imperecedera para la comunidad que había llegado a considerar como su propio hogar.
Lombardo recordaba perfectamente el momento en que vio el poema por primera vez. Estaba sentado frente a su escritorio, en la planta superior de la Biblioteca Jones, una gran casa del siglo XVIII construida con granito gris y situada justo en el centro de Amherst, ojeando el catálogo de libros y manuscritos que Sotheby’s sacaría a subasta en junio de 1997. Lombardo era consciente de que un manuscrito original e inédito de Emily Dickinson resultaba tan raro como una perla negra. De hecho, hacía más de cuarenta años que no se encontraba un poema nuevo de Dickinson. En 1955, Thomas H. Johnson, un académico de Harvard especializado en el tema, había publicado una edición variorum en tres volúmenes que fijaba el canon de Dickin-son en 1775 poemas. Sin embargo, y debido al extraño modo en que su obra ha llegado hasta nosotros —prácticamente no publicó nada en vida, y era tremendamente reservada respecto a lo que escribía (tras su muerte, de hecho, muchos de sus poemas y cartas fueron destruidos por su familia)— siempre ha existido la persistente sensación de que podría salir a la luz nuevo material inédito. El año anterior se habían descubierto repentinamente dos poemas nuevos. ¿Quién se atrevería a negar que hubiese más poemas por ahí, escondidos en un ático polvoriento de Nantucket o tras las tapas de algún libro en una decadente mansión de Nueva Inglaterra?
El poema, descrito en el catálogo de Sotheby’s como «un manuscrito poético autógrafo firmado (“Emily”)», estaba listado entre una extraña edición de 1887 de los Papeles Pickwick de Charles Dickens, encuadernada en cuero verde marroquí, y un dibujo original en acuarela de Mickey Mouse y Pluto. Mientras sacaba un regaliz de Amarelline de un bote que había traído de su reciente viaje a Sicilia y se ponía a leer el poema, Lombardo pensó que a Dickinson le habría encantado la yuxtaposición con Mickey Mouse.
El poema estaba escrito a lápiz en un trozo de papel con rayas azules que medía veinte centímetros por trece. En la esquina superior izquierda había un membrete en relieve, y estaba firmado, efectivamente, como «Emily». En tinta roja, en la esquina superior derecha del dorso, alguien había escrito «Tía Emily» en una letra no identificada:
That God cannot
be understood
Everyone agrees
We do not know
His motives nor
Comprehend his
Deeds –
Then why should I
Seek solace in
What I cannot
Know?
Better to play
In winter’s sun
Than to fear the
Snow[3]
Con sus rasgos de elfo, su poblada barba castaño rojiza y su media melena, Dan Lombardo parece uno de los personajes de El hobbit de Tolkien. Pesa 45 kilos y mide 1,58 metros. Tras leer el poema se levantó de su escritorio y se acercó a una imponente caja fuerte que parecía un armario y que tenía en una esquina de su oficina. Era más alta que el propio Lombardo, estaba hecha con metal de diez centímetros de grosor y tenía una combinación que solo conocían él y el director de la biblioteca. Dentro se encontraban manuscritos por valor de cientos de miles de dólares. Lombardo fue girando las ruedas de la combinación hasta que la puerta se abrió, y entonces sacó varios manuscritos de Dickinson y los colocó sobre su escritorio.
Uno de ellos era una carta de 1871. Otro era un poema llamado «Un poco de Locura en Primavera», que la poeta había enviado a una amiga, Elizabeth Holland, en 1875. Escrito en el mismo tipo de papel y con una caligrafía similar, tenía un parecido extraordinario con el poema del catálogo de Sotheby’s. También estaba escrito a lápiz y firmado «Emily»:
Un poco de Locura en Primavera
Es sano incluso para un Rey,
Pero Dios esté con el Aldeano –
Que considera esta escena extraordinaria –
Este completo Experimento en Verde –
¡Como si fuera suyo![4]
Comparó la letra. La caligrafía de Emily Dickinson había ido cambiando de forma radical a lo largo de toda su vida. Sin embargo, dentro de cada periodo mantenía una cierta consistencia. Lombardo no era un experto calígrafo, pero la letra de ambos poemas parecía la misma. Y su tono y contenido también eran similares. La poesía de Dickinson había alcanzado su punto culminante la década anterior. A partir de 1870, el torrente de creatividad que había dado al mundo varios de los poemas más contenidos e intensos jamás escritos en lengua inglesa había comenzado a disminuir. Dickinson rondaba los cuarenta años. La vista empezaba a fallarle. Su capacidad creativa comenzaba a remitir. Muchos de los poemas de este periodo no son más que «fragmentos de sabiduría» menores, tal como parecía ser este.
El hecho de que estuviese firmado también como «Tía Emily» hizo pensar a Lombardo que el poema había sido escrito para un niño, probablemente para Ned Dickinson, el sobrino de la poeta. En 1871, Ned tendría unos diez años. Vivía cerca de ella, en Evergreens, y Dickinson, que nunca tuvo hijos, lo adoraba. Los sentimientos parecían ser recíprocos: Ned a menudo cruzaba corriendo Evergreens para visitar a su genial y excéntrica tía. En una ocasión olvidó sus botas de agua en la granja y Dickinson se las mandó de vuelta en una bandeja de plata, repletas de flores.
Quizá este nuevo poema era un gesto parecido, pensó Lombardo. Sabía que Emily había enviado otros poemas a Ned cuestionando con desenfado ciertas creencias religiosas, como uno de 1882, también escrito a lápiz y firmado «Emily»:
La Biblia es un Libro antiguo –
Escrito por Hombres decadentes
Con la inspiración de los Espíritus Sagrados –
Los temas son – Belén –
Edén – la antigua Hacienda –
Satán – el Brigadier –
Judas – el Gran Traidor –
David – el Trovador –
El Pecado – elegante Precipicio
Que otros han de resistir –
Los Muchachos que «creen» y están muy solos –
Otros Muchachos que están «perdidos» –
Si dijera el Relato un Narrador que trina –
Vendrían todos los Muchachos –
El Sermón de Orfeo los cautivó –
Pero no implica condena –
La posibilidad de que el poema hubiese sido enviado a un niño añadía aún más encanto al asunto. La imagen que la mayoría de la gente tenía de Dickinson era la de una solterona solitaria de Nueva Inglaterra, más bien severa, que había pasado su vida recluida en Homestead bajo arresto domiciliario voluntario: la quintaesencia del genio artístico, dominada por sus propios fantasmas; el tipo de artista que más gusta al público. Pero el poema mostraba otra cara de la poeta que Lombardo creía más cercana a la realidad. En lugar de la legendaria Isolata, Dickinson se muestra como una tía cariñosa y divertida que hace pasar a través del seto de su jardín unas cuantas líneas garabateadas con poesía para su adorado sobrino.
Lombardo se entusiasmó especialmente con el nuevo poema, pues, aunque la Biblioteca Jones contaba con una excelente selección de manuscritos de otro antiguo habitante de Amherst, Robert Frost, entre los que destacaba el original de «Un alto en el bosque en una tarde de nieve», tan solo tenía unos pocos manuscritos de la hija más famosa de la ciudad. Casi todas las cartas y los poemas de Dickinson se encontraban en dos instituciones mucho más acaudaladas: el Amherst College y la Biblioteca Houghton, de la Universidad de Harvard. Desde que se convirtió en conservador de colecciones especiales, en 1983, Lombardo se había dedicado a aumentar la colección de manuscritos de la poeta para la Biblioteca Jones. La posibilidad de comprar un poema que el mundo todavía no hubiese visto representaba una oportunidad única.
Tras observar el tipo de caligrafía, Lombardo hizo una inspección superficial del papel. Para ello consultó los dos volúmenes del clásico Los libros manuscritos de Emily Dickinson, de Ralph Franklin, un académico de la Universidad de Yale que estaba considerado como el más destacado experto mundial en los manuscritos de Dickinson. El poema del catálogo de Sotheby’s estaba escrito en papel congreso, fabricado por aquel entonces en Boston. Tenía rayas azules y un membrete de una imagen del Capitolio en la esquina superior izquierda. Según el libro de Franklin, Dickinson había utilizado papel congreso durante dos periodos distintos de su vida: una vez en 1871 y otra en 1874. El poema del catálogo de Sotheby’s había sido fechado en 1871. Lombardo se dijo a sí mismo que no tenía sentido pensar en comprar el poema. Sotheby’s lo había tasado entre diez mil y quince mil dólares, pero Lombardo estaba seguro de que acabaría por alcanzar los veinte mil, y la Biblioteca Jones solo disponía de cinco mil. Pese a todo, a medida que iban pasando los días la idea de adquirir el poema iba haciendo cada vez más mella en él. Lombardo creía firmemente que la obra de Dickinson debía permanecer en la ciudad en la que fue creada. Emily Dickinson es para Amherst lo que William y Dorothy Wordsworth para Grasmere, Inglaterra, o Petrarca para Vaucluse, Francia: un objeto de orgullo al mismo tiempo que un negocio. Cada año, miles de admiradores de Dickinson peregrinan hasta su Homestead desde sitios tan lejanos como Japón o Chile; las cafeterías sirven cajitas de pan de jengibre hecho con su receta original; los eruditos abarrotan las pensiones de la ciudad y frecuentan sus restaurantes, y la tumba de la poeta está siempre cubierta de flores.
Unos años antes, a Lombardo se le había ocurrido la idea de organizar una fiesta por el aniversario del nacimiento de Dickinson. Así pues, cada 10 de diciembre los niños del pueblo y de los alrededores eran invitado...

Índice

  1. Portada
  2. La poeta y el asesino
  3. Introducción
  4. Prólogo. La poeta y el asesino
  5. 1. Emily Dickinson a la venta
  6. 2. Un enigma en una caja cerrada
  7. 3. En busca de la verdad
  8. 4. Subasta artificio
  9. 5. En la tierra de Urim y Tumim
  10. 6. El falsificador y su sello
  11. 7. El hombre mágico
  12. 8. El arte de la falsificación
  13. 9. La «Carta Salamandra»
  14. 10. Isocronismo
  15. 11. El mito de Amherst
  16. 12. «El Juramento del Ciudadano»
  17. 13. Un asunto sucio, desagradable y obsceno
  18. 14. El radio de la muerte
  19. 15. Tinta agrietada
  20. 16. Víctimas
  21. 17. Una araña en un océano de aire
  22. Epílogo. El camino a casa
  23. Agradecimientos
  24. Sobre este libro
  25. Sobre Simon Worrall
  26. Créditos
  27. Índice