LIBRO COLECTIVO: Parentalidad, Vulnerabilidad Social y Convivencia Social
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"El semillero de investigación "Parentalidad, vulnerabilidad y convivencia social" nace en el año 2015 como resultado de la convocatoria Fortalecimiento de los semilleros de investigación, del Programa institucional para el fomento de la investigación, liderado por la Oficina de Investigación, Desarrollo e Innovación (OIDI) de la vicerrectoría académica de la Pontificia Universidad Javeriana Cali. Dicha convocatoria tiene por objetivo: Incentivar las propuestas de profesores y estudiantes dirigidas a formar semilleros de investigación, siendo estos definidos como una comunidad de enseñanza y aprendizaje que reúne a docentes, estudiantes y líderes institucionales para adquirir competencias investigativas a través del aprendizaje colectivo y el apoyo al trabajo realizado por el profesor y los Grupos de Investigación. (Pontificia Universidad Javeriana, 2018, p.50). Desde 2015 al 2020 el semillero ha sido avalado por el grupo de investigación Bienestar, Trabajo, Cultura y Sociedad (Bitacus) adscrito al Departamento de Ciencias Sociales. En él participan estudiantes y egresados de la carrera de Psicología y de la maestría en Familia e investigadores de la línea "Cultura, Memorias y Convivencia Social" del grupo Bitacus "

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Información

Año
2020
ISBN
9789585177314
Categoría
Historia
Categoría
Historia social
Capítulo 1.
Parentalidad, vulnerabilidad social y convivencia social
Nathalia Gordillo Calderón Jimmy Alberto Prado Tovar Norberto Giraldo Garzón Myriam Román Muñoz César Fabricio Torres
1.1 Aproximación sistémica a los conceptos1
Desde el año 2015 el semillero de investigación Parentalidad, Vulnerabilidad y Convivencia Social ha desarrollado diversas investigaciones formativas con aproximaciones teóricas específicas y comunes, con el fin de contribuir a la generación del pensamiento reflexivo y crítico sobre familias en contextos de vulnerabilidad, y al fortalecimiento de la convivencia social. Por lo tanto, en este capítulo se presenta el abordaje teórico sobre la parentalidad, la vulnerabilidad social y la convivencia social, con el objetivo de construir un marco teórico común a los trabajos de investigación que se exponen en este libro. Además, se plantea la discusión sobre futuras indagaciones en temas relacionados con la familia y otros conceptos que han tomado relevancia durante el desarrollo de las investigaciones.
Acerca de la parentalidad
Son de vital importancia los estudios y los procesos de intervención sobre las competencias parentales de los padres, las madres o los cuidadores al interior de la familia, pues en esta el ejercicio de la parentalidad es muy importante porque está fuertemente determinada por la época, la cultura y la situación económica, política y social que enfrenta la familia, teniendo en cuenta que sus lazos familiares oscilan entre las diferentes funciones que a través de la historia se le ha atribuido a la familia, entre ellas la más importante: la crianza de los hijos. Si bien, gran cantidad de familias persiguen el mismo objetivo en la crianza de los hijos; formar seres humanos íntegros para la sociedad, cada familia se enfrenta a diferentes retos que son exclusivos para cada una, como la enfermedad, la violencia, el desplazamiento, la vulnerabilidad, entre algunos otros fenómenos que afectan de diferente forma a cada uno de sus integrantes. Y que al final influyen significativamente en las relaciones familiares y, fundamentalmente, en el ejercicio de la parentalidad. Barudy y Dantagnan (2005) refieren que las competencias parentales se dividen en parentalidad social y biológica.
Según Barudy y Dantagnan (2005) las competencias parentales “son una forma semántica de referirse a las capacidades prácticas de los padres para cuidar, proteger, educar a sus hijos y asegurarles un desarrollo sano” (p. 77). De este modo, los autores refieren que las competencias parentales están divididas en competencias biológicas y sociales, las cuales le permiten a los padres y madres establecer pautas de crianza que aseguren el desarrollo óptimo del infante. No obstante, algunos padres presentan dificultades con respecto a las funciones parentales sociales, lo que supone que los progenitores cumplen con la parentalidad biológica, mas no asumen o desarrollan las funciones de cuidadores.
Barudy y Dantagnan (2005) refieren que las competencias parentales están asociadas a los procesos de cuidado y de crianza que las personas viven durante su infancia, en tanto la mayoría de veces las habilidades y las capacidades que se tienen para ser competentes como padres surgen de la historia de vida en la infancia. No obstante, Ausloos (1998) asegura que “todas las familias tienen competencias, pero en algunas situaciones o no saben utilizarlas correctamente, o no saben que las tienen o se les impide utilizarlas por diferentes razones” (p. 183). En ese sentido, se puede decir que no hay padres completamente incompetentes, hay padres que podrían llegar a fortalecer y mejorar sus competencias parentales. Barudy y Dantagnan (2005) refieren: “la adquisición de competencias parentales se conforma a partir de la articulación de factores biológicos y hereditarios, y su interacción con las experiencias vitales y el contexto sociocultural de desarrollo de los progenitores o de los cuidadores de un niño o una niña” (p. 36).
En este contexto, la adquisición y el desarrollo de competencias parentales implica tres complejos procesos de interacción que se relacionan con los hereditarios, socioculturales y experimentales, razón por la que Podría esperarse que en algunas ocasiones los padres o los cuidadores no cuenten en su totalidad con los tres requisitos para poder llegar a ser “competentes”, pues en su historia de vida no se han satisfecho los tres procesos necesarios.
Barudy y Dantagnan (2005) refieren que las competencias parentales se dividen en parentalidad social y biológica. Entre las funciones de la parentalidad social define tres líneas fundamentales: la función nutriente que consiste en proporcionar los aportes necesarios para asegurar la vida y el crecimiento de los hijos; La socializadora se refiere al hecho de que los padres y las madres son fuentes fundamentales que permiten a sus hijos el desarrollo de un autoconcepto e identidad; y la función educativa hace referencia a que “los padres deben garantizar el aprendizaje de los modelos de conducta necesarios para que sus hijos e hijas sean capaces de convivir, primero en familia y luego en la sociedad, respetándose a sí mismos y a los demás” (p. 83). Bajo este concepto se presentan los tres ejes centrales sobre los que se puede llegar a observar la parentalidad social como parte fundamental en toda practica parental durante los procesos de cuidado y de crianza. Por su parte, la parentalidad biológica solo asegura la reproducción biológica de los hijos para dar cuenta de las habilidades y de las capacidades parentales, por lo que es necesario desarrollar la parentalidad social.
En este punto se definen dos componentes de la parentalidad social desde Barudy y Dantagnan (2005). En primera medida, mencionan que las competencias parentales están divididas en capacidades y habilidades, pese a que no hay que olvidar que se trata de un modelo dinámico. Las capacidades parentales se subdividen en la capacidad de apegarse a los hijos, que se refiere a los recursos emotivos, cognitivos y conductuales que tienen los padres o cuidadores para responder a las necesidades y demandas de los niños, para promover un apego seguro -a diferencia de uno inseguro o ambivalente- Y así garantizar el bienestar y la salud emocional del menor.
Se ha evidenciado que en los primeros años de vida, la relación cercana de los niños y niñas con sus padres o sustitutos parentales los estimulan mientras responden a sus necesidades afectivas, lo que se constituye como la fuente de recursos fundamentales para el desarrollo de una seguridad de base y una personalidad sana (Bowlby, citado en Barudy y Dantagnan, 2010, p. 50).
En el mismo orden, se encuentra la empatía, la cual refiere a la capacidad que tienen los padres o cuidadores para reconocer las manifestaciones emocionales de los niños cuando tienen miedo, alegría, tristeza, ira, entre otras, lo cual permite identificar estados de ánimo y brindar un acompañamiento que favorece los procesos de desarrollo de los menores. A su vez, los modelos de crianza tienen que ver con los modelos culturales que se transmiten generacionalmente y que se traducen en la protección, la educación y la satisfacción de necesidades. Finalmente, se señala la participación en redes sociales y la utilización de recursos comunitarios que se evidencia, a su vez, en la conformación y el fortalecimiento de las redes de apoyo para la familia y las redes de tipo formal e informal que constituyen un elemento significativo para el ejercicio de la parentalidad.
Por otro lado, se encuentran las habilidades expuestas por Barudy y Dantagnan (2005) que hacen referencia a las tres finalidades fundamentales de la parentalidad: la función nutriente, socializadora y educativa; expuesta anteriormente para explicar la funcionalidad de la parentalidad social. Se exponen, entonces, las competencias parentales que padres, madres y cuidadores deberían proveer para asegurar el desarrollo físico, cognitivo y social de sus hijos. Se identifica que las prácticas de cuidado y de crianza están asociadas a diferentes características de las familias. El tipo de cultura, la situación socioeconómica, política y educativa influye y, en gran parte, puede determinar las pautas de crianza utilizadas con los hijos. Distintos modelos de crianza que han sido transgeneracionales y que en su permanencia en el tiempo han aportado innumerables beneficios para los infantes, del mismo modo, podrían llegar a encontrar modelos de crianza tradicionales que en la actualidad no son aceptados por los profesionales de la salud y de las ciencias sociales, tales como los castigos físicos y verbales, el control y el establecimiento de normas y limites radicales.
Inicialmente Barudy, Dantagnan (2010) y Ausloos (1998) refieren que las competencias parentales tienen Se heredan de los procesos de cuidado y de crianza por los que se ha pasado en la infancia, en tanto la mayoría de veces, las habilidades y capacidades que se adquieren para ser competentes como padres, surgen de la historia de vida en la infancia.
Es importante tener en cuenta que a lo largo del tiempo, desde una visión muy psicologizante del siglo XX, se ha culpado a los padres de los problemas de los hijos, y esto ha tomado gran fuerza desde el modelo médico-psiquiátrico, el cual está centrado en el déficit, donde se echan de menos las competencias de la familia sin visibilizar entonces sus habilidades y capacidades en esa labor de ser padres.
En este orden de ideas Barudy y Dantagnan (2010) refieren que:
La adquisición de competencias parentales se conforma a partir de la articulación de factores biológicos y hereditarios, y su interacción con las experiencias vitales, el contexto sociocultural de desarrollo de los progenitores o cuidadores de un niño o una niña” (p.36).
La adquisición y el desarrollo de competencias parentales implica tres complejos procesos de interacción que se relacionan con procesos hereditarios, socioculturales y experimentales. Razón por la cual se podría inferir que es apenas normal que en algunas ocasiones los padres y/o cuidadores no cuenten en su totalidad con los tres requisitos para poder llegar a ser “competentes”.
Por otro lado, Barudy y Dantagnan (2010) hablan de las habilidades parentales, las cuales hacen parte también de las competencias parentales que en otro sentido corresponden a los modelos de crianza, que tienen que ver con los modelos culturales que se transmiten de generación en generación y que se traducen en la protección, educación y satisfacción de necesidades. Así mismo, se encuentra la habilidad para participar en redes sociales y utilizar recursos comunitarios que se evidencia a su vez en la conformación y fortalecimiento de las redes de apoyo para la familia, redes de tipo formal e informal que constituyen un elemento significativo para el ejercicio de la parentalidad adecuado.
Por otro lado, LeVine (1980) a través de distintos estudios refiere que la parentalidad es un ejercicio universal, en el cual -si bien cada población y cultura le apunta a unas prácticas parentales particulares, cuando se habla de parentalidad se encuentra que universalmente-, los padres y madres le apuntan a un objetivo en común y es poder hacer de sus hijos personas íntegras para la sociedad, además de otros identificados por el mismo autor, que se describen a continuación:
1. La supervivencia física y salud del niño incluyendo (implícitamente) el desarrollo normal de su capacidad reproductora durante la pubertad.
2. Desarrollar en el niño la capacidad de comportamientos que le permitan auto sostenerse económicamente en su madurez.
3. El desarrollo de las capacidades de comportamiento del niño para maximizar otros valores culturales, por ejemplo: moralidad, prestigio, riqueza, piedad religiosa, logro intelectual, satisfacción personal, auto realización tal como son formulados y simbólicamente elaborados en normas, creen...

Índice

  1. Introducción
  2. Capítulo 1. Parentalidad, vulnerabilidad socila y convivencia social
  3. Capítulo 2. Parentailidad
  4. Capítulo 3. vulnerabilidad Social
  5. Capítulo 4. Procesos de intervención en parentalidad