La taza de tilo
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La taza de tilo

  1. 164 páginas
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Índice
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Información del libro

«La taza de tilo» es una recopilación de textos breves y reflexiones de Wimpi relacionados con muy distintos temas sociológicos, culturales y filosóficos y tratados con el particular estilo desenfadado de su autor. Algunos de estos textos son «El juego, la filosofía y el calor», «Nociones de huevología», «Progreso» o «Evocación de don Quijote, frente a los nuevos molinos».-

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2022
ISBN
9788726682014
Categoría
Literature

EL CORDERO DE DIOS

La gente que pasaba por la tienda de José, el carpintero, se detenía y se inclinaba respetuosamente aquella tarde:
—José ha muerto.
—¡Tan sola que ha quedado María!
—Vino su hermana, la de Cleofás, para hacerle compañía, pero tampoco puede quedarse mucho porque Cleofás está viejo: casi como lo era José.
—Y el hijo ha partido.
—¿Jesús? Sí, ayer. Díjose que cuando oyó que unos romeros que venían del desierto mentaron a un profeta, o no sé qué, que anuncia al Salvador del Mundo, tomó por la calle de los tahoneros y... todavía no ha vuelto.
Es Juan, el Bautista, quien ha desatado en el desierto su palabra de condenación y de vísperas:
—¡Raza de víboras! ¡Llega la cólera y huís! Pero la cólera os alcanzará.
Ya está el hacha sobre la raíz del árbol sin fruto, para abatirlo en buena hora. Ya está la segur sobre la madera podrida para cortarla y que arda. Ya viene el que es más poderoso que yo. Su mano sostiene el amero. Y Él limpiará su campo. Y Él quemará la paja en un fuego que no ha de extinguirse nunca.
Pero nosotros, los que os seguimos . . . ¿qué tenemos que hacer?
—¿Tenéis dos túnicas? Dad una al que no la tiene. ¿Tenéis para comer? ¡Dad de comer al hambriento! No exijais a cada uno más de lo debido. La desgracia caerá sobre la mala semilla. El trigo irá a los graneros de arriba, pero la paja será quemada en un fuego que no se extinguirá jamás.
—¿Sois el Salvador?
—¡No soy el Salvador!
—¿Sois Elías, el Profeta resucitado?
—¡No soy Elías!
—¿Quién sois?
—Soy el que ha dicho Isaías: “¡Voz que clama en el desierto!”. ¡Aparejad conmigo el camino del Señor! ¡Todo valle ha de ser alzado y toda montaña ha de ser abatida! Y los caminos torcidos se harán derechos. Y los ásperos, llanos. Yo soy el que clama en el desierto. Ese, soy.
Y he ahí que de pronto se acerca hacia el sitio en que Juan, el Bautista, hace restallar su palabra de condenación y de vísperas, se acerca lentamente, vertiendo su presencia en cada paso, como para dejarla acuñada en la merced entrañable de la tierra, el hijo del finado carpintero de Nazaret. El hijo de María.
Diríase que toda la tierra entera y tremente, viva y grave, floreciera en una sola rosa de gracia.
Huyen los cuervos que crascitaban sobre los camellos muertos. Y una lejanía voraz se traga, acallándolo, el himplar de las hienas.
Dicen, inquietos, los discípulos del Bautista:
—¿Quién es el peregrino que se acerca?
Y cuando Jesús ha llegado junto a ellos, la lengua de Juan, que parecía hecha nada más que para la maldición y el alarido, se ablanda como harina para henchir de un alma limpia y fragante las palabras únicas:
—¡Es el cordero de Dios! ¡El que viene a borrar los pecados del mundo! El Señor me había dicho: Aquel sobre quien veas el Espíritu descender y posarse, será Él. ¡Y yo lo he visto! ¡Es el hijo de Dios!
Jesús ha sonreído y se ha apartado caminando lentamente hacia la orilla del agua.
—Y, entonces, los discípulos asedian al Bautista:
—¡Qué quisisteis decir?
—Cuando nos dijísteis que es el cordero de Dios, ¿qué nos dijísteis?
—¿Es, acaso el Cristo Salvador?
—Y el Bautista responde:
—No pertenece al hombre revelar los secretos del Cielo. El que viene de Dios, dirá El mismo por qué viene de Dios. Yo le dejo el camino.
Los discípulos de Juan, al ver que Juan descendía solo por los acantilados, en el vado de Gilgal, se dispersaron pensativos.
Tres de ellos, empero, pescadores de Betsaida —Simón, su hermano Andrés y Juan, su amigo— siguieron a Jesús. No se atrevían a aproximársele demasiado.
Y entonces El, que los sintió tras suyo, se volvió y les dijo:
—¿A quién buscáis?
—Y dijo Juan:
—Rabí... ¿dónde vivís?
—Venid y veréis.
Y fue así como el Cristo tornó a subir el Jordán hacia la tierra galilea, seguido por los tres primeros discípulos que tuvo: Andrés, ya un hombre, maduro y recio; Juan, un adolescente, todavía; y Simón, que iba a ser Pedro.
Y fue así, aun como Jesús, el Cristo, inició hacia Nazaret —de donde saliera para el desierto en el que crujía, tremenda, anunciándole la voz del Bautista— el único camino de Salvación (porque lo fue de perdón y de amor) que el cielo en vano trató de enseñarle a la tierra...

LOS INSECTOS

Hace algún tiempo, desde este mismo rincón, cumplimos con la cigarra.
La Fontaine, por falta de información, difundió la especie de que la cigarra vivía a costilla de la hormiga, cuando lo que ocurre es, precisamente, lo contrario.
En efecto: la hormiga aprovecha las incisiones que la cigarra hace en los troncos de los árboles que elige para posarse, y bebe por ellas la sabia que, de otro modo, no estaría a su alcance.
Además, cuando la cigarra, sorprendida por la muerte, cae del árbol, se lanzan sobre ella las hormigas y la devoran.
La hormiga —ponderada por laboriosa y precavida, por organizada— es uno de los bichos más detestables que se conocen.
Caryl P. Haskins, en su obra Las hormigas y el hombre, al estudiar el mecanismo mediante el cual se desarrolla el comportamiento de los integrantes de las colonias de hormigas, sostiene, categóricamente, que, además, son fascistas. (Capítulo VII del libro citado.)
La gente se deja impresionar por los literatos y concede su simpatía a seres que, generalmente, no la merecen.
Está el caso de la Luciérnaga, por ejemplo. “Lampyris noctícula”.
La luciérnaga, alhajita maravillosa en las noches fragantes de los jardines, muerde a los caracoles, los hace dormir, les fluidifica la carne con un humor especial que al efecto destila, y se lo bebe. ¡Mire qué alhaja!
El grillo, no. El grillo es vegetariano. Come pasto. Vive solo. Cama separada. Hace un pocito de 15 centímetros de profundidad y se aloja en él cuando se toma franco.
Y la grilla —de la que nadie habla, a la que nadie hace caso— pone, por vez, de 500 a 600 huevecitos, para compensar los estragos que en ellos perpetran las hormigas, cantadas por el amigo La Fontaine.
Jean Henri Fabre, el inmortal autor de Souvenire entomologiques, admirado de los “conocimientos” de Genometría que demostraban los insectos —las torres de barro de Calicodoma, las cadenetas arcillosas del Pelopeo, los saquitos de algodón del Antidio, las anforitas de las Euménides—, quiso comprobar si la avispa, uno de los arquitectos más consumados en la especie de los insectos, era verdaderamente inteligente. La avispa, como se sabe, es, además, una gran excavadora. Y bien: Fabre tapó una noche, con una campana de vidrio, la boca de un avispero. Creyó que las avispas se salvarían liberándose por un subterráneo. Cuando despertaron, empero, comenzaron a volar desesperadas contra el vidrio, sin que nada se les ocurriera para salir del encierro. A los ocho días, habían muerto todas.
Ya se ve, pues, que la avispa es una bestia.
En lo que está muy lejos de ser, por ejemplo el escorpión.
La gente dice: “Escorpión”, y, en seguida, se acuerda del tipo que va con chismes, que trabaja de zapa, que manda anónimos.
Y, sin embargo, el más feroz de los escorpiones, el escorpión langedociano —Scarpio occitamus— que tiene nueve centímetros de largo y está armado de unos tremendos palpos en forma de pinzas de cangrejos y cuyo abdomen remata —desde luego que atrás— en una gruesa ampolla de veneno y un fino dardo para inocularlo... es triste, tímido y solitario.
Y dice Fabre, que lo ha observado durante muchos años —y por muchas horas cada vez— que nunca ataca si no es atacado; y que jamás emplea su dardo venenoso contra los animalitos que han de servirle de menú.
Injusta, pues, la fama gloriosa de la hormiga. Injusta la mentada inteligencia de la avispa.
Injusto, asimismo, para el escorpión, llamarles escorpión a quienes hacen lo que él, teniendo las pinzas, el veneno y la cola en punta, no se anima a hacer nunca.

MAS VALE ENVEJECER

Ya Homero nos cuenta que la maga Medea, hija de un rey de la Cólquida, rejuveneció a su suegro —padre de Jasón, el argonauta— con ensalmos y secretos. Y ya los magos taoístas de la China preparaban el Kim-Tam, un brebaje que, asimismo, prolongaba la vida.
Y Juan de Mandeville, el inquieto viajero —según Voguels en Untersuchungen über Mandeville— dijo haber bebido en la ciudad de Polombe, en el Asia Menor, agua de una fuente a la que llamaban “Fons Juventutis” que le sanó de sus males y le rejuveneció.
Y el padre Bernabé Cobo, en su Historia del Nuevo Mundo, habla de las virtudes que le asignaban los aborígenes de la Nueva España a un árbol extraño de cuya madera se hacían vasos que comunicaban un incomparable color azul al agua que en ellos se vertía, por lo cual quien en ellos su agua bebiera, sanaba y se amozaba de inmediato.
Y don Juan Ponce de León se pasó años empecinado en la búsqueda del río flanqueado de palosantos y guayacanes, cuyas aguas rejuvenecían la vida.
Hace doscientos mil años —o trescientos mil años— que el hombre propiamente dicho envejece y todavía nadie se acostumbró a envejecer.
En el siglo xv existió, verdaderamente —según unos en Knittlingen— un nigromante llamado Johann Faust, elemento original histórico de los poemas de Balhorn y Lübeck y de Rudolf Widman y de Nicholaus Pfitzer y de Kliger y de Federico Müller y de Lessing y de Marlowe y, al final, ya, de Goethe.
Cuentan las viejas tradiciones alemanas del lugar que la gente atribuía al verdadero Johann Faust serios tratos con el diablo y que sostenía que el diablo lo estaba encarnando en el perro que acompañaba en todos sus paseos al nigromante.
La disposición faústica de vender el alma a cambio de la eterna juventud, es, pues inmemorial y cierta.
Se sucedieron los años y un buen día cuando Charles Edward Brown Séquard supo que Leuquer había aislado la testosterona, creyó que inyectándosela —jugo vital— al calandraca, saldría el calandraca —despojado de las polonesas y el bastón— a pedir guerra.
Los sabios nunca han comprendido la honorabilidad que, cuando se las acepta dignamente, es inmanente a todas las vejeces.
Con su turbadora esperanza de tornar en nueva brincadeira la augusta serenidad de las ancianidades venerables, les impiden su lógica y noble maduración. Y propenden, así, a la multiplicación del viejo verde.
A Brown-Séquard, que quiso rejuvenecerse a sí mismo inyectándose jugos insólitos, le sucedieron, entre otros, Voronoff, Steinach y Carrel. Carrel con sus inauditas transfusiones; Steinach con sus ligaduras y Voronoff con sus injestor, siguieron buscando por otros caminos, lo mismo que en vano buscaran los magos chinos y el viejo Ponce de León.
Y fracasó Alexander Gürwich con sus llamados “rayos mitogenéticos”.
Y ya ni se habla —después de su lamentada muerte, a los 62 años, apenas— del suero citóxico recticular (A.C.S.) que descubrió para prolonga...

Índice

  1. La taza de tilo
  2. Copyright
  3. Other
  4. LA COCA
  5. EL JUEGO, LA FILOSOFIA Y EL CALOR
  6. EL CORDERO DE DIOS
  7. LOS INSECTOS
  8. MAS VALE ENVEJECER
  9. NOCIONES DE HUEVOLOGIA
  10. FUNCION DE LA CARETA
  11. EL TIPO REGULADO
  12. REFACCION DEL TIPO
  13. TIPOS DE TIPOS-PLAGAS
  14. EXPLICACION CIENTIFICA DE UN MILAGRO
  15. OMBLIGUISTAS Y ANTIOMBLIGUISTAS
  16. JINETES
  17. HAY QUE SABER ESPERAR CON PACIENCIA
  18. PROGRESO
  19. REFLEXIONES EN TORNO A LA TRASCENDENCIA DE LAS PALABRAS
  20. LA ONDA SUPERSONICA
  21. LA SUERTE DE LOS CHINOS
  22. EL PEYOTL Y LA BERENJENA
  23. NO SOMOS NADA
  24. COMPLEJIDAD DESAPROVECHADA
  25. COSAS DE GAUCHOS
  26. DESAIRADA FUNCION DE LA HISTORIA
  27. ALCALA DE HENARES: OLVIDADA EN LOS HOMENAJES
  28. ¿SE ESPECULARIA CON LOS “TOQUES”?
  29. LA GLORIA A SOLA FIRMA
  30. EVOCACION DE DON QUIJOTE FRENTE A LOS NUEVOS MOLINOS
  31. RAZON POR LA CUAL EL, DESPUES, SE TRAGA A LOS OTROS
  32. “LO QUE PASA ES ESTO...”
  33. EL SUICIDIO EJEMPLARIZADOR
  34. LANCHAS AUTOMOVILES BAJO EL PUENTE DE LOS SUSPIROS
  35. ENCANECER
  36. LA “TERAPIA REFRIGERADA”: UNA ESPERANZA
  37. CUATRO OJALAES
  38. EL VESTIDO DE LA PRINCESA
  39. HABRIA QUE PRESUPUESTAR AL CUCO
  40. LA “PICHONGA”, EL “COQUITO” Y “MINUSA”
  41. LOS DIALOGOS DE ELLA Y EL
  42. HACIA UNA ERA DE CUADRUMANIZACION
  43. PROFUSION DE EJEMPLOS
  44. OTRO INTERVENCIONISMO
  45. EL COMETA FRACASADO
  46. DEBATE EN TORNO A ELLAS
  47. EL DIARIO DE UN PERRO
  48. ¡... Y EL MUNDO SIGUE ANDANDO!
  49. PARA NO COMER CARNE MUERTA
  50. VIDA DESGUARNICIONADA
  51. FUNCION PERTURBADORA DE LA VERDAD
  52. COSAS QUE UNO CREE
  53. TABACO SINTETICO
  54. COMO SE HACE EL DESTINO
  55. TIPOS PSICOLOGICOS
  56. “SANAGORIA”, CHURRO Y PAPA
  57. FOLKLORE
  58. CHARLAS DE ANIMALES
  59. MIMICA Y LENGUAJE
  60. VARIACIONES EN TORNO A NUESTRAS DIFERENCIAS
  61. LOS VIEJOS RETRATOS
  62. EL TIPO Y EL CONEJO
  63. LOS ADIESTRAMIENTOS
  64. LA UNICA ESPERANZA
  65. SobreLa taza de tilo