Educación y arte
eBook - ePub

Educación y arte

  1. 252 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Educación y arte

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Esta obra es una recopilación de los artículos y reflexiones que Pedro Figari escribió a propósito del sistema educativo y la enseñanza en general. Una de las ideas principales que Figari defiende en sus textos es, por ejemplo, la de que el arte y la industria deberían ser disciplinas inseparables en el ámbito educativo. -

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Educación y arte de Pedro Figari, Pedro Figari en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Arte y Arte general. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2022
ISBN
9788726682038
Categoría
Arte
Categoría
Arte general

EDUCACION Y ARTE

DISCURSO SOBRE CREACION DE UNA ESCUELA DE BELLAS ARTES 7

Sr. Figari. — Sólo voy a decir pocas palabras en favor del proyecto que acaba de leerse. Conviene eludir las disertaciones extensas en asuntos de esta índole, porque se corre el peligro de decir cosas muy sabidas, hiriendo asi la ilustración y competencia de los que escuchan, lo cual sería imperdonable.
Debo declarar, ante todo, que la iniciativa del proyecto que he presentado no es mía; viene de tiempo atrás. Según informes que he obtenido, el Presidente de la República, señor Cuestas, en instantes en que desempeñaba una Senaturía, presentó al Cuerpo Legislativo un proyecto análogo, creando una Escuela o Academia de Bellas Artes, el cual quedó por desgracia relegado al olvido. Posteriormente, nuestro ilustrado Ministro en Italia, don Daniel Muñoz, en una interesantísima epístola encarecía la conveniencia de crear una Escuela de Bellas Artes, no sólo para dotar al país de una institución reclamada por su cultura, sino también como medio de corregir nuestra práctica viciosa de enviar pensionados a los grandes centros del arte, a perfeccionar conocimientos que no han podido adquirir en el país, y que pueden adquirirse donde quiera que haya una modesta escuela —siempre que sea formal— como las hay en todas partes, donde se cursan las asignaturas que comprende ese estudio. Pocas son las ciudades adelantadas, no ya las capitales, donde no se cuente con una o más escuelas de arte.
Yo también debí presentar en la anterior Legislatura este mismo proyecto, conjuntamente con mi distinguido amigo el Senador don Antonio María Rodríguez, pero una serie de sucesos que todos conocen nos hicieron aplazar el pensamiento, hasta mejor oportunidad. Ahora me parece llegado el caso de abordar esta cuestión y de pedir la sanción de esa ley.
Me he dado clara cuenta de que en estos momentos estamos tal vez demasiado imbuidos de la idea práctica de la economía, y aun cuando todos reconocemos que las economías saludables son las economías bien entendidas, como hay en nuestro modo de ser cierto espíritu de novelería, extremamos fácilmente las cosas; lo cual, si se quiere, es genuinamente humano. Y por más que estas reacciones, como digo, van a menudo más allá del justo límite, confío, sin embargo, en la discreción y el tino de la H Cámara; puesto que a nadie escapará que sería pasarse de prácticos el menospreciar el culto de las bellas artes y la producción artística. Parecería que eso se deja de lado sólo porque no procura lana, cueros, trigo y otros elementos de orden necesario.
Yo también soy partidario, señor Presidente, y más que partidario, admirador del espíritu de orden, de sobriedad y economía, pero entiendo que el criterio con que han de dirigirse los destinos de un país, no puede ser tan restrictivo sin excederse y desnaturalizar la misión del legislador. Para la vida nacional, sobre todo en los pueblos adelantados, no son sólo necesidades las materiales y las más apremiantes; hay necesidades que aun cuando no nos aboquen una pistola al pecho, deben también ser satisfechas.
El culto de las bellas artes es una de ellas. Hoy en día eso es más que un lujo, una necesidad moral.
Nadie ignora que la vida de una Nación no puede consagrarse ya a atender solamente las necesidades más perentorias de la animalidad. Es demasiado primitivo eso de concretarse a llenar necesidades materiales y a vivir perpetuamente preocupados, en absoluto, de dar batallas campales, por el pan de cada día. El espíritu moderno de sociabilidad busca además una tregua que mitigue esas crudezas, un campo neutral donde pueda lograrse el solaz, el reposo mental y donde puedan, después de las asperezas de la lucha, estrecharse las manos los adversarios y los amigos.
En los grandes centros se ha operado ya este admirable fenómeno, de una manera amplia: y nosotros debemos aspirar a igual bien, ¿por qué han de reducirse los elementos del trabajo útil y honesto?; ¿por qué ha de excluirse el arte de nuestra acción social? Eso sería sancionar una tesis que pueda complacer a la política colonial, mas no, de ningún modo, a las ambiciones legítimas de una nación libre y adelantada. Eso sería desmentir la historia misma de la civilización que, desde la antiguedad a la fecha, adopta el arte como un segundo barómetro para medir la cultura de los pueblos.
Haciendo, naturalmente, excepciones honrosas, vivimos aquí —preciso es confesarlo— poco menos que a ciegas en materia de arte.
Reina entre nosotros el empirismo artístico. Creemos en mil sortilegios y supercherías; se dicen, se exhiben y se estampan herejías de todo tamaño; en estos mismos momentos un pintor relámpago hace las delicias y la admiración de muchísimas personas; y la prensa daba cuenta, no ha mucho, de que en un trabajo crítico del conocido Sarcey se decía que hay fábricas en París que hacen jarrones churriguerescos y otros adornos detestables, expresamente confeccionados para Sud América. Quiero creer que esos mamarrachos serán destinados para otros países sudamericanos: pero habría sido muy satisfactorio para nuestro decoro nacional, que se hiciera esta salvedad: ‟No serán, de cierto, para el Uruguay”.
El caso es que no hemos hecho nada, nada serio por lo menos, en materia de bellas artes, para poner nuestra conciencia a salvo de reproches, si bien es proverbial la brillantez de la intelectualidad juvenil uruguaya y habría por lo mismo mucho que esperar. El Museo Nacional no habla tampoco muy alto en favor de nuestra pericia en esta materia. No niego que se haya bregado algo, individual y privadamente, por señalar un puesto mejor a las artes uruguayas; pero como es tan débil e ineficaz la iniciativa privada, en cuanto a pintura y escultura se ha hecho muy poco; y me parece sensato que el Estado intervenga abriendo una nueva vía a la intelectualidad nacional y fomente esa hermosa producción, como lo han hecho todos los países que van al frente del progreso general.
Hay error cuando se piensa que una Escuela de Bellas Artes produce solamente la gran pintura y la estatuaria. Esto queda para los elegidos, que son pocos; pero se producen mil derivaciones aparte de la estatuaria y de las diversidades de la gran pintura: la escenografía, la decoración con sus infinitas variedades y sus múltiples aplicaciones a la industria, que son incalculables; el reclamo, tan en auge; la litografía, los cincelados, el grabado, la ebanistería, las ilustraciones, la escultura en madera, la fototipia, etc., etc., y pocos son los artesanos que pueden prescindir del dibujo. Y no diré que no hay demanda al respecto, cuando la gran mayoría, sino la totalidad de estos trabajos, vienen del exterior, como vienen los artistas.
Las pensiones en la forma en que se han otorgado si bien en algunos años han llegado a importar más de lo que se requiere para hacer funcionar juiciosamente una escuela, no han producido resultado positivo y no podrán producirlo mientras no se exijan previamente a los pensionados los conocimientos técnicos y manuales, capaces de prepararlos al trabajo de asimilación en el medio ambiente de los grandes centros del arte.
Para eso hay que estudiar y estudiar mucho y concienzudamente. Eso de mandar pensionados a perfeccionar conocimientos que no han podido adquirir en el país, de mandarlos a hacer palotes, es absurdo.
Y aquí una vez que tratamos de fomentar industrias, dictando leyes proteccionistas, ¿por qué no hemos de fomentar las bellas artes que son una riqueza y un bien moral y social tan estimable?
Y precisamente así se fomentarían muchas nuevas y pequeñas industrias, puesto que son las más, las que requieren la intervención del artista. Yo no sé, señor Presidente, qué se diría en los países más avanzados si se pusiera en duda la conveniencia de fomentar esta rama del saber; pero de seguro no se vertería un juicio muy edificante. Aparte del valor material de las obras de arte, es una escuela educativa del sentimiento y es una fuerza muy apreciable de sociabilidad y cultura. Hay países cuya mayor riqueza material y moral, puede decirse que consiste en su stock y producción artística, y ya sabemos que los hombres más prácticos de la tierra, según las crónicas, los ingleses y los yankees, pagan sumas fabulosas por lienzos y estatuas.
Es sólo en medio del completo atraso, señor Presidente, que no se cotizan estas obras y las ventajas de ese género. Los indios cambian una preciosa tela o una estatua admirable por un puñado de cuentas de vidrio a condición de que ostenten colorinches; luego comienzan a gustarse las armonías del color y de la forma, y entonces el cuadro y la estatua se aprecian algo más, si bien no se distinguen un facsímil, una oleografía, o un yeso toscamente modelado de una obra de arte exquisito; y así sucesivamente se van cotizando más y más los productos artísticos a medida que se desarrolla la cultura, al extremo de que se pagan decenas y centenas de millares de francos, verdaderas fortunas, por un lienzo, como ocurrió con el ‟Mercado de Caballos” de Rosa Bonheur, ‟L’Angelus” de Millet y tantos otros cuadros. Y hay, como es sabido, obras de arte cuyo precio no podría fijarse.
Nosotros tenemos un Presupuesto General de Gastos de más de 16 000.000. Se dedica una suma importante a la Instrucción Pública y a las diversas Facultades de enseñanza superior; bien puede, pues, emplearse una pequeña cantidad como la que representa el proyecto de ley presentado, al fomento de las bellas artes, sin que tal cosa pueda en buena ley, tacharse de derroche, de imprevisión o de imprudencia. Esto nos ha de honrar mucho más que el hacer esa pequeña economía de cabo de vela.
En ese proyecto, he tratado de planear en la forma más modesta posible, la instalación de una escuela, sin preocuparme de otra cosa que cimentar su funcionamiento sobre bases serias, impidiendo que invada allí el empirismo y la informalidad.
Aun cuando estamos en una época de economías, me parece que esta ley no habrá de hallar mayores resistencias porque no produce trastornos al erario público y en cambio se procurará ventajas materiales y morales, que pueden ser muy halagueñas. Por otra parte, los que se precian de conocer el carácter nacional no creen que sea hecho de medida para vivir en perpetua y estricta economía.
Corremos, pues, el albur de que se invierta en cualquier momento en pensiones, en adquisiciones de obras de arte para el Museo, o en subvenciones, mayor capital del requerido para la Escuela, sin obtenerse los beneficios de una institución permanente que produce riqueza, que educa y dignifica.
Por mi parte declaro que, cualquiera sea la suerte de este proyecto, me consideraré honrado por el solo hecho de haber secundado esta noble iniciativa.
Antes de terminar, debo hacer presente a la Mesa, que no encontrándose este asunto encuadrado en las atribuciones de las diversas Comisiones de la H. Cámara, debe nombrarse para que lo informe, si fuese apoyado, una Comisión especial, y mociono en ese sentido.
He dicho.

INFORME SOBRE CREACION DE UNA ESCUELA DE BELLAS ARTES 8

Comisión Especial
Honorable Cámara de Representantes:
Ha sido unánime la opinión de los miembros de vuestra Comisión Especial, en el sentido de apoyar y prestigiar el pensamiento que encierra el proyecto de creación de una Escuela de Bellas Artes, como de verdadera trascendencia para el completo desarrollo de la industria y la cultura nacional.
Cree vuestra Comisión que es oportuno agregar un nuevo centro de instrucción a los ya existentes, encargado de propagar la enseñanza artística, y muy especialmente cuando se dedique a difundir sus formas de aplicación a la industria. Este complemento a la obra de la instrucción pública, refluirá en bien de las clases menesterosas, abriéndoles campo para desarrollar su acción en la multiplicidad infinita de las manifestaciones de esta rama de conocimientos, y preparará a la vez el medio para el cultivo del arte superior. A medida que se eduque el sentimiento público por la divulgación de las nociones estéticas, se acentuará el desarrollo industrial y el espíritu de sociabilidad, ampliando los factores intelectuales y los temas de estudio tranquilo, instructivo y ameno. El arte, en su acepción superior, así como en sus mil aplicaciones, solaza, y por lo mismo, estimula y facilita el contacto social, puesto que sustituye los asuntos candentes, las controversias políticas y económicas, los debates filosóficos, morales y religiosos, por temas neutrales, capaces de mantener la discusión en un campo sereno.
Las proyecciones de tal orden de factores en nuestra economía social, son incalculables. Aquí, donde vivimos privados casi en absoluto de tales beneficios; donde no hallamos el reposo mental para nuestras agitaciones diarias en la inmensa variedad de nociones estéticas, no nos damos clara cuenta de los perjuicios morales y sociales que esto apareja, mas sí experimentamos las consecuencias a cada paso. Como no hay solución de continuidad en la lucha activa, las pasiones campean más fácilmente en nuestro escenario. Hay pues, positiva utilidad en promover —también desde este punto de vista— tal forma de instrucción, como un poderoso propulsor de sociabilidad y de cultura.
En otros países, en los más avanzados, aun cuando el arte ha tomado un desarrollo extraordinario, se destinan ingentes sumas para su cultivo, y se le considera de tan magna importancia para la marcha nacional, que, con ello solo, se forma una de las ramas superiores del gobierno. Cierto es que no vienen a llenarse con el arte necesidades materiales, mas sí se llenan otras necesidades a veces tan atendibles y tan estimables cuanto aquéllas, en la vida civilizada, puesto que genera mil recursos a la intelectualidad y abre anchas vías de actividad, en su íntima aplicación a las industrias.
Si entre nosotros aún no pueden propiciarse las modalidades más altas de la cultura estética, cree vuestra comision oportuno y ventajoso prestigiar su desarrollo rudimentario general, y con esto se irán preparando sus altos cultivos a medida que se forme el ambiente de que han menester: la divulgación del buen gusto y de la educación artística.
Las derivaciones del funcionamiento de una Escuela, en las condiciones que se proyecta, son múltiples y muy complejas; podría decirse que son indefinibles, sobre todo si se dedica a las aplicaciones del arte a la industria, que es la forma verdaderamente práctica y más adecuada para nuestro país como medio de iniciación. Esta forma, por lo demás, se halla perfectamente encuadrada en el movimiento moderno que tiende en todas partes, a universalizar el arte, haciendo que todo producto industrial lleve su sello.
Son verdaderamente halagadoras las perspectivas de trabajo y de progreso que se diseñan al pensar en la variedad infinita que pueden tener sus aplicaciones a las industrias nacientes del país, y a las que su propio desarrollo habrá de promover. La escuela no sólo habrá de procurar la mayor adaptabilidad y baratura de los productos, embelleciendo a la vez todos los objetos que nos rodean, sino que impulsará vigorosamente el desenvolvimiento industrial, dando trabajo y ocupación a muchos brazos, facilitando las corrientes inmigratorias y, a la vez, aumentando la cultura y riqueza del país.
El temperamento nacional nos deja esperar un desarrollo artístico e industrial considerables, así que se le ponga en condiciones de adquirir en tal materia los conocimientos indispensables.
Sin optimismos, puede presumirse que, en breves años, el Uruguay habrá formado su propio criterio y su ambiente al respecto, y esto contribuirá a modelar el tipo nacional, bien delineado y superior, lo cual significa un progreso efectivo, y muy estimable, como lo es todo lo que tienda a perfilar netamente la nacionalidad, de una manera elevada y consciente. Con el concurso que aportan las civilizaciones incorporadas al país, con la lozanía de nuestro organismo social, las facilidades de existencia, las riquezas aún inexploradas e inexplotadas del territorio, y con las condiciones psíquicas que todos reconocen al uruguayo, no es aventurado pensar que esta nueva rama vendría a completar auspiciosamente la cultura del país, haciendo que nuestro tipo, en vez de tributario de otras civilizaciones, por deslumbrantes que fueren, encuentre dentro de sí los elementos y recursos necesarios p...

Índice

  1. Educación y arte
  2. Copyright
  3. PROLOGO
  4. Other
  5. EDUCACION Y ARTE
  6. APENDICE
  7. Sobre Educación y arte
  8. Notes