CUENTO
Camilo Múnera Benítez
Luces y sombras
Despertó como de costumbre con una sensación de incertidumbre, al abrir sus ojos quedó estupefacto al ver la terrible escena en su habitación, alguien había destrozado su armario, la mesa de noche y el televisor; sintió un gran dolor cabeza cuando intentó levantarse de la cama, se tocó y vio su mano ensangrentada, tambaleándose caminó hacia el baño para enjugarse y vio que el espejo también estaba roto.
Con lagunas en sus recuerdos, se apresuró a buscar la libreta de apuntes (hace algunos años le diagnosticaron TDI y la libreta era la manera con la que se podía enterar de lo que la otra personalidad había hecho el día anterior) con la esperanza de que ella hubiese anotado algo en ella que le permitiera saber qué había pasado. Cuando al fin la encontró no pudo leer los tristes garabatos que intentaron escribir.
Asustado por todas las dudas que se le acumulaban en la cabeza, salió de su cuarto hacia el sótano, en él había muchos espejos y uno de ellos tenía un nombre escrito en la parte de arriba: “SOFÍA”. Caminó con decisión y se sentó una silla frente del espejo y esperó a que ella apareciera para poder hablar. Después de quince minutos sintió que la otra identidad no iba a aparecer y la ansiedad empezaba a afectarle.
—¡SOFÍA...! (grito desesperado).
—Ella no va a volver (susurró una voz a su espalda).
—¿Qui... quién eres?
—Todos vamos a morir… ja, ja, ja…
—¡Dime quién eres…! (preguntó molesto).
—Uno más…
Simón se dio vuelta para ver de quién era la voz y pudo ver que todos los espejos tenían sombras, solo en uno había un reflejo; en él estaba un rostro, pero no era el suyo ni el de Sofía. Este rostro, de sonrisa perversa y ojos llenos de lágrimas, era una nueva identidad que aparecía, uno más para el sistema.
Carlos Andrés Patiño Hernández
Carta a un árbol seco
Todos los que quedan atrás siempre dicen que optó por la decisión más difícil, yo creo que es la salida más rápida al sufrimiento, a la soledad y al odio que se genera en nuestro ser.
—¡Oh, qué extraño! Esta es la primera vez que veo a un humano acercarse a mí en tiempo de sequía, sin lugar a duda este será un día diferente.
—Ya no aguanto más esto… Dijeron que no sería capaz, pero aquí estoy… Sé que puedo hacerlo.
—Qué extraño es el ser humano, no entiendo por qué dan tantas vueltas, ellos son increíbles, pueden hacer muchas cosas buenas y aun si eligen destruirse unos a otros, nunca es suficiente para ellos.
—¿Por qué estará aquí? Estoy seco, ya no tengo nada que ofrecerle ¿Puede ser que viene por mis ramas secas? Oh… El final… Siempre supe que llegaría mi fin a mano del ser humano, ya sufrí mucho y por su culpa, ya estoy harto de ser el árbol que nadie riega, pero sí quieren que dé mis frutos… Acaba conmigo de una vez.
—¡Malditos sean todos ellos!, ya no podrán lastimarme más, adiós a todos.
—¡Así que no está aquí para hacerme daño! La soga se está tensando más y más. Qué mala suerte tiene, de los tres malditos posibles resultados por este método le tocó el más doloroso… La presión en la tráquea y en la yugular está provocando que llegue poca sangre y oxígeno al cerebro.
Había escuchado sobre esto, pero nunca lo había presenciado. Ha pasado un minuto y su cara está roja, está pataleando. ¿Trata de salvarse? ¿Acaso se está arrepintiendo? Al parecer trata de decir ¡Ayuda!, no puede ser, ató la soga en mi rama más fuerte, pero aun así no dejaré que esto tenga un final triste, sacrificaré mi rama más fuerte por un ser humano.
— ¡Qué idiota he sido! Eso, márchate llorando, al final siempre se tiene que perder algo.
Ha pasado una semana y el ser humano está de regreso, esta vez se le ve diferente y trajo consigo una regadera. ¡Es la primera vez que alguien me riega en tiempo de sequía!
Como nota final: Puede ser que seas un árbol seco o un ser humano con una gran soga al cuello.
Una habitación algo extraña
—Cómo amo esta habitación, puedes caminar por las paredes, lo malo de esta habitación es que…
—¡Oye, tú, la habitación no es para eso! Estás dejando marcas en las paredes, no es necesario que hagas eso, es muy tenebroso, me da mucho miedo.
—Déjalo, es un aburrido que no puede ver lo increíble de esta habitación.
—Lo dices tú, que permaneces pegado al techo viendo todo patas arriba.
—No, tú eres el que está pagado al techo. ¿Acaso no lo ves?
—¡Callen ya!, me hacen perder mi cuenta, debo estar pendiente de la hora, ya que esta habitación es muy confusa, por si no se han dado cuenta, aquí no se puede saber si es de día o de noche.
—Sí, ¿y qué? Al que está pegado al techo no le importa nada, y el que camina por las paredes…
—¡Oye, eso es increíble! ¿Cómo lo haces?
—¿Al final de esto llegaremos a la conclusión de que somos un solo ser?
—Negativo. ¿Y si decimos que es un sueño?
—Sí…, eso siempre funciona en las historias confusas.
—No, yo digo que es culpa del analgésico.
—Sernad, Sernad, ¡te estoy hablando! ¿Otra vez mirando la pared? Por favor, concéntrate en nuestra co...