La corriente del Padre
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La corriente del Padre

Integración, continuación, consolidación. Pláticas de la jornadad de navidad 1967

  1. 218 páginas
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La corriente del Padre

Integración, continuación, consolidación. Pláticas de la jornadad de navidad 1967

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Las páginas de este libro hablan de diagnósticos y de propuestas. Es el sacerdote José Kentenich quien articula en palabras el elemento central de un proceso de secularización ¡la huida de Dios! Sí, ¡el diálogo personal con Dios Padre y creador está fracturado! ¿Y por qué? Faltan testimonios que den cuenta de lo esencial del Evangelio y resumido por Jesús: "Que te conozcan a ti, Padre" (Juan 17, 3) Son conferencias dictadas en 1967 a los dirigentes del movimiento de Schoenstatt y que sacan a la luz las corrientes de vida de ese entonces en esa porción de Iglesia. José Kentenich aborda una larga historia recorrida por una corriente vital transitando por un camino seguro: En alianza de amor con María, por Cristo al Padre. Son textos que aportan una lectura del momento de la Iglesia en esta década del siglo 21 y son coherentes con el Concilio Vaticano II. Son para hoy.

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Información

Año
2021
ISBN
9789567598687
Séptima plática
29 de diciembre de 1967
Mi querida Familia de Schoenstatt:
¡Se dice que esto no funciona! —así se afirma—. ¿Qué es lo que no funciona? Quien pone a los espíritus en tensión tendría que procurar también distensión. Se afirma que se han tocado muchos, muchos temas, entre otros la cuestión del pecado original, la cuestión bíblica y tantas otras cosas. Que las cuestiones de este tiempo y el anhelo de solución no solamente están flotando en la atmósfera de la época, sino —notarán de inmediato que ahora les habla el metafísico— también en la sustancia de la Familia. ¿Qué es sustancia y qué es accidente? Verdad es que todas estas cuestiones queríamos tratarlas también en común. Solo me temo que no terminaremos tan fácilmente de tratarlas. Hay quienes han agregado también que solamente el profeta del monte puede tratar todos estos temas. Al respecto tengo que decir, para complementarlo: hasta cierto punto, nosotros también estamos a favor de la mezcolanza de los sexos. También hay profetisas del monte ¡y ellas están con apetito! ¿Qué les apetece y cómo? ¡Qué desdichadas serían si…! ¡Y jamás deberíamos atrevernos a herir a las profetisas! Por tanto, ahora hay que darles la palabra [risas].
Pero a esto se agrega otra cosa. Esto no estaba pensado y planeado por mí de manera tan superficial. En realidad —ya lo dije esta mañana—, estaba pensado justamente de ese modo. Cuando expuse las distintas imágenes de Cristo, sobre todo la imagen eucarístico-litúrgica, a continuación, debía venir la exposición ilustrativa de aquello que tenemos ante nosotros como grandísima meta. Me permito recordar en este contexto que en realidad nunca nos ha faltado una forma de pensar global. En efecto, todo lo que hemos reflexionado juntos en estos días señala con todos los dedos hacia esa globalidad del pensamiento y de los objetivos. Desde hace tantísimos años el objetivo ha sido para mí que todo aquello que a lo largo de los milenios ha demostrado sus bondades en el ámbito y en marco de la Iglesia —sea en nuestro país o en el exterior, sea en Occidente o en Oriente: notarán ustedes que el águila está volando— que todo eso me gustaría que la Familia lo incorporara, le imprimiera un cuño moderno y después ayudara a rescatarlo llevándolo a través de la terrible tempestad de los tiempos actuales y venideros hasta la nueva orilla.
En estos días hemos dicho tantas cosas importantes, tanto así que sería de verdad preocupante que las diéramos a la publicidad. Así sucede también con la frase que acabo de decir. Mi vida en Dachau no careció de sus ribetes y seguramente tiene también una importancia muy especial en el plan de Dios. Allí pude encontrarme con casi todo el mundo, también con las corrientes a nivel mundial. Desde entonces, la gran idea —no, no debo decir desde entonces—, ya antes había una idea que estaba muy viva: nuestra adoración tenía que convertirse en un baluarte de la liturgia, concretamente de una liturgia clásica, orgánica, orgánico-integral. Nosotros como conjunto no podemos hacerlo: demasiado exigidos estamos para eso en la vida práctica. Pero lo que se ha hecho a lo largo de los siglos y lo que se sigue haciendo hoy en la liturgia debería retomarse no solamente en la práctica, sino también de forma teórica y científica. Los miembros, los hijos de la Familia que tienen requerimientos especiales en ese sentido deberían poder encontrar allí lo que Dios ha exigido de la Familia al respecto en el sentido de la orilla de los nuevos tiempos. Escúchenlo una vez más: ideas y metas globales.
¿Qué es pues lo que he traído de Dachau? Notarán que se trata de pensamientos que me persiguen constantemente, que me mantienen constantemente en movimiento. Allí entré en contacto con la ciudad monacal —no debo decir república— del Monte Athos, conocí mejor la institución de la vida eremítica en Oriente, pedí que me contaran cómo ese tipo de vida va levantando germinalmente la cabeza en uno que otro lugar en Occidente. Desde ese tiempo ha estado también presente esta gran visión: si se ha de asumir, filtrar y modernizar todo lo que ha probado sus bondades a lo largo de los milenios —por supuesto siempre según la ley ordo essendi est ordo agendi— entonces también tendríamos que procurar que aquí arriba86 consigamos no solo levantar un baluarte de la liturgia, sino que, en cierto sentido, elaborar interiormente lo que ha sido el Monte Athos y repetirlo aquí. Y no deben pensar que se haya tratado de planes huecos. Ya se ha previsto arriba un espacio para ermitas.87
Si ven todo esto en los grandes contextos, pienso que ustedes casi deberían opinar que estamos locos —y entonces no deberían permanecer en la Familia— o bien que estamos extasiados88 —y entonces todos ustedes son cordialmente bienvenidos—.
¿Comprenden ahora por qué estaba planeado que debiesen mostrarse también un poco los esfuerzos que se orientan en ese sentido? Creo poder confesarles que todo lo que a lo largo de los años se ha desarrollado silenciosamente, en segundo plano, no es ninguna prueba en contra sino a la inversa, una prueba a favor. Más aún creo tener que señalarles lo siguiente: también las estremecedoras luchas que hemos librado en los últimos años, en las últimas dos o tres décadas, solo las comprenderemos correctamente si creemos en esas grandes metas. Que esas metas allá abajo —o allá arriba, no sé dónde está el infierno según la nueva imagen del mundo [risas]—… Pero en realidad es evidente: si una comunidad persigue metas tan grandiosas, el infierno entero tiene que estar interesado en ella. Solo de esa manera tendrán ante ustedes de una forma más o menos comprensible el sentido profundo de las enormes luchas de las décadas pasadas.
Así pues, pienso que deberíamos dar la palabra a nuestras profetisas. ¡Cuánto se alegran ellas! ¡Qué agradecidas están de que yo no me haya dejado conmover! Al profeta corresponden profetisas. Sin duda, es verdad: lo que escuchamos esta mañana presuponía, en lo esencial, el conocimiento del movimiento de adoración en el ámbito de nuestros sacerdotes. Ustedes pueden pedir a alguna otra fuente que les cuenten a grandes rasgos lo que todavía no sabían. El respeto mutuo por la libertad del otro, la confianza en la benevolencia interior y en el querer cooperar, el sentido de responsabilidad del conjunto implica y exige que, por lo menos, a veces nos dejemos orientar de nuevo sobre nuestros enormes planes, pero también sobre la manera en que Dios ha ayudado a hacer que, aquí y allá, poquito a poco se vaya haciendo realidad.
¿Estarán ustedes de acuerdo en que ahora yo desaparezca [risas]? Ahora pueden comenzar a hablar las profetisas. ¡Muy bienvenidas! Desde luego, primero vienen las hermanas; después, en segundo lugar, las señoras de Schoenstatt; y, en tercer lugar, como coronación del conjunto, la nueva pars motrix et centralis. Si después consideran que todo eso no es nada especial, bien sé yo que no es nada especial. ¡Pero debe llegar a serlo! Aquellos que siguen teniendo siempre el temor de que tengamos demasiado poco en cuenta la problemática moderna, sobre todo cuando se trata de la Biblia y de la liturgia, que tengan a bien tranquilizarse un poco y, después, procurar que todo lo que ellos mismos tienen en su interior en cuanto a planes de reforma sea transmitido a las instancias correspondientes. ¡Quedamos en eso!
El Instituto de Adoración de las Hermanas de María de Schoenstatt
(Hna. Toni-Maria)
Schoenstatt es una obra de Dios en la cual Dios ha depositado fuerzas de sanación necesarias para nuestro tiempo y nuestro mundo modernos, enfermos y alejados de Dios.
Las fuerzas son tantas que es imposible que una persona individual pueda incorporarlas todas. Demasiado limitados somos para eso. Nosotras, las hermanas de la adoración, estamos llamadas a llevar de manera orgánicamente unilateral a su máximo despliegue una de esas fuerzas: la fuerza sanadora de la vida interior, de la vida contemplativa de la adoración perpetua.
De ahí resulta la posición de nuestra adoración en el conjunto de la Obra de Schoenstatt. Nuestra adoración es lo más íntimo, lo más necesario, el nervio vital, el corazón de la Familia toda en virtud de la más viva unión con Dios, una unión viva que las hermanas de adoración deberíamos tener ya por nuestra propia vocación. En la oración nosotras participamos en todas las tareas apostólicas de la Familia en su conjunto, mientras que la Familia puede apoyarse en todo momento en el poder orante que la respalda en un segundo plano. Por eso el padre pudo escribir, desde Dachau: «Quienes se inclinan filialmente ante Dios en la oración sirven a todas las ramas de nuestra Familia».
Ahora bien, ¿cuál es la historia de nuestra adoración schoenstattiana? El padre habló en nuestro Capítulo General acerca de la semilla en sí misma y del desarrollo de la semilla. Ambas líneas podemos constatarlas en todas las ramas de nuestra Familia de Schoenstatt. La forma en que la línea de la semilla y la línea de desarrollo de la semilla han actuado en la adoración aparece en la historia previa de nuestra adoración hasta el año 1934 y en su historia principal. Esta última comienza con un pequeño círculo de hermanas que fueron eximidas de toda otra tarea para estar totalmente disponibles para la adoración.
A. La historia previa de nuestra adoración hasta 1934
Este período de historia se subdivide en dos partes: el desarrollo hacia el Servicio de Honor Mariano y el desarrollo hacia la Guardia de Honor Eucarística.
I. El desarrollo hacia el Servicio de Honor Mariano
Aun antes de que en 1926 se fundara la familia de las hermanas, las mujeres que como miembros de la Unión Apostólica Femenina vivíamos en el mundo teníamos, por un lado, la necesidad de realizar nuestro trabajo espiritualmente en el santuario y, por el otro, la de informar sobre nuestras inquietudes de todo tipo a las unionistas89 que permanecían en Schoenstatt y que en su mayoría querían prestar su servicio en Schoenstatt con dedicación exclusiva a la Obra. Las llamábamos Heimkinder.90 Varias de ellas entraron después en la comunidad de las hermanas de María. De modo que estas hijas del hogar debían orar por nosotras en el santuario junto a la Santísima Virgen. Por eso, la directora de este grupo de unionistas le manifestó al padre ya en el verano de 1926 el deseo de que fuese posible instituir en el santuario algo así como un servicio apostólico mariano.
En octubre de 1926 se fundó la familia de las hermanas. En una reunión realizada poco después se habló por primera vez públicamente de este servicio apostólico mariano. La propuesta halló un eco nutrido y alegre. Dice nuestra hoja informativa de Familia que llevaba el nombre de Marienschwester, Hermana de María:
«La propuesta se tomó en serio de inmediato y se elaboró un plan para que el trabajo no tuviese que sufrir por ese motivo. El 13 de enero de 1927 se comenzó y enseguida doce “apóstoles” comenzaron a alternarse en su servicio de honor junto al trono de nuestra Madre desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche. Sobre el título de esta nueva institución no había un acuerdo completo. El título más utilizado fue: guardia de honor mariana y pronto se habló solamente de guardia de honor. Al comienzo la guardia de honor era puramente mariana y solo se realizaba de día».
Así pues, esta guardia era una oración de petición constante ante nuestra Madre por sus apóstoles de Schoenstatt en el mundo.
II. Paso a hablar ahora del desarrollo de la guardia de honor eucarística. Nuestra hoja informativa familiar habla de dos fuentes.
1) La primera fuente era una corriente que se desarrollaba en el Movimiento Apostólico y que apuntaba a fundar una comunidad de hermanas de adoración, del mismo modo como otras órdenes y sociedades tienen una rama que se dedica a la vida contemplativa, por ejemplo, la Congregación de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo, que en aquel tiempo tenían su casa provincial en la casa Marienau, en Schoenstatt.
2) Una segunda fuente de la adoración perpetua se encuentra en la Familia de las Hermanas. Tres aspectos impulsaban dentro de la familia hacia la creación de la guardia de honor eucarística.
a) En febrero de 1928 se celebró la vestición de las hermanas del curso Virgo Sacerdos. En ellas se puso de manifiesto un fuerte impulso hacia la eucaristía. La guardia de honor mariana no les bastaba. Estas hermanas urgieron a realizar la adoración nocturna ante el Santísimo expuesto. El 12 de febrero de 1928 tuvo lugar la primera adoración nocturna en el santuario; la segunda siguió el 4 de junio del mismo año.
b) Ahora bien, ¿cómo se llegó a la guardia de honor nocturna permanente? Fue un proceso muy peculiar: el 8 de junio de 1928, en hora muy temprana, llegaron las hermanas como de costumbre al santuario, pero se detuvieron horrorizadas frente a la puerta. La primera hermana vio una gran palanca de hierro, la segunda, la ventana rota. Su primera mirada se dirigió hacia el sagrario. ¡Gracias a Dios, todavía estaba cerrado! Otras hermanas permanecieron fuera del santuario: no se atrevían a entrar de puro espanto. En una investigación posterior se descubrió que el ladrón había violentado la caja de las ofrendas, pero que no había logrado abrir el sagrario. Las hermanas lo tuvieron claro de inmediato: ahora hay que realizar la guardia, es imprescindible que introduzcamos la adoración perpetua. Pero por el momento todo quedó solo en el deseo.
El 30 de octubre del mismo año, ladrones furtivos intentaron por segunda vez irrumpir en el santuario. Sin embargo, esta vez el intento no prosperó. La consecuencia fue que, a partir de entonces, el Santísimo se llevó por la noche a un oratorio provisional dentro de la Casa Antigua. A partir de esas circunstancias comenzó la adoración nocturna. Una vez más, era una prueba de que Dios escribe recto en renglones torcidos.
Primeramente, la adoración se realizaba con el sagrario cerrado. El sacerdote que llevaba el Santísimo del santuario a la casa cada noche fue el instrumento en manos de la divina Providencia para que, pronto, el sagrario permaneciese abierto durante la noche: en efecto, el sagrario provisional era antiguo y ya no se podía cerrar correctamente. Entonces, al parecer sin darse cuenta, el sacerdote lo dejó una noche abierto. La mayoría de las hermanas que vivían en la Casa Madre en aquel tiempo cuentan que a partir de esa circunstancia el tabernáculo del santuario quedó abierto sin interrupción alguna.
c) La Navidad de 1929 significa un hito en la historia de nuestra adoración eucarística. Las hermanas de nuestro curso Filia Ter Admirabilis estaban en el noviciado. Ellas le confiaron al padre su gran deseo de Navidad: que en la Nochebuena se abriera para siempre el sagrario en el santuario. Para gran alegría del noviciado, el padre accedió a esa petición y después de la misa de Nochebuena, abrió el sagrario. A partir de entonces ha habido adoración en el santuario con el sagrario abierto también durante el día. Desde esa Nochebuena de 1929, el sagrario no se cerró nunca más en Schoenstatt. Las hermanas del noviciado, de la Casa Madre y, después. también de los terciados asumieron la guardia de honor. El desarrollo de nuestra guardia de honor mariana a la adoración eucarística es una prueba ilustrativa de lo acertado de la ley que dice: el amor a María conduce al amor a Cristo.
En este punto tenemos que dirigir unas cordiales palabras de agradecimiento al P. Kolb en la eternidad. El padre fundador le había encargado ocuparse de la posibilidad exterior de una adoración en Schoenstatt, es decir, que existiera una comunidad establecida en el lugar que se dedicara a la adoración, aún no fundada. Aun con grandes dificultades, el P. Kolb logró que el consejo de los palotinos en Limburgo aprobara que, hasta nuevo aviso, la Casa Antigua permaneciese a disposición de las hermanas de María, de modo que, un día, ellas pudiesen seguir cultivando desde allí la adoración perpetua en el santuario.
B. La historia principal desde 1934 hasta el presente
El 17 de diciembre de 1933 se enviaron las primeras siete hermanas misioneras a África: una empresa muy arriesgada para la familia de las hermanas, todavía joven. Ellas pidieron al padre que en ese momento se fundara en Schoenstatt una comunidad de adoración propia que se dedicara exclusivamente a la oración. Las hermanas misioneras querían arriesgarse a dar el paso hacia ese lejano país confiando en el poder de la oración de sus hermanas de comunidad.
A comienzos de enero de 1934 se pusieron efectivamente a disposición seis hermanas para la adoración perpetua. En la fiesta de Epifanía de 1934 ellas comenzaron con la adoración perpetua en el santuario frente al Santísimo expuesto en el ostensorio. Estas seis hermanas debían afrontar ahora en forma autónoma la guardia de honor eucarística y, como el día tiene veinticuatro horas, a cada hermana le tocaban en ese tiempo cuatro horas de adoración. Vivían en un dormitorio grande con siete celdas individuales, una para trabajar y el resto para dormir. Desde luego, semejante ordenamiento del día y de la noche presentaba exigencias enormes para estas pocas hermanas en un espacio tan estrecho para vivir. Por ejemplo, si una acababa de conciliar el sueño en la noche, la siguiente hermana la despertaba de nuevo. Pero las seis valientes her...

Índice

  1. Portada
  2. Título
  3. Derechos de autor
  4. Portadilla
  5. Índice
  6. Introducción
  7. Primera plática
  8. Segunda plática
  9. Tercera plática
  10. Cuarta plática
  11. Quinta plática
  12. Sexta plática
  13. Séptima plática
  14. Octava plática
  15. Novena plática
  16. Índice detallado