Actores y espacios de la geografía y la historia natural de México, siglos XVIII-XX
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Actores y espacios de la geografía y la historia natural de México, siglos XVIII-XX

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Actores y espacios de la geografía y la historia natural de México, siglos XVIII-XX

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Actores y espacios de la Geografía y la Historia Natural, siglos XVIII-XX se propone reflexionar sobre la conformación del devenir de ambas ciencias en las ciudades y regiones de la Nueva España y la República Mexicana. En cada uno de los capítulos se pone de manifiesto la peculiaridad del conocimiento científico y las prácticas locales en el periodo de estudio. Para ello se abordarán algunas de las iniciativas desarrolladas por las élites locales encaminadas a la exploración y la descripción territorial; el fomento de empresas económicas de tipo agrícola y minero; la difusión y divulgación de las ciencias mediante las cátedras impartidas en las escuelas superiores; los contenidos geográfico-naturalistas publicados en la prensa; la reunión de los científicos en las asociaciones profesionales y los espacios especializados que se constituyeron al amparo de los poderes políticos, como museos, gabinetes, observatorios y mapotecas.

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Información

Año
2023
ISBN
9786073058551
Categoría
Historia

Capítulo 1. José Antonio Alzate (1737-1799).
Su práctica naturalista en la Ilustración novohispana

Graciela Zamudio1
Facultad de Ciencias
Universidad Nacional Autónoma de México

Introducción

En la historiografía de la ciencia se han hecho propuestas para delimitar las distintas tradiciones en la práctica propia de la historia natural, así como intentos por caracterizar las labores desarrolladas por sus practicantes. De manera general se han definido dos tipos de naturalistas: a) los viajeros o de campo, como aquéllos en los que la curiosidad por la diversidad de objetos naturales los llevó a desplazarse a tierras lejanas para colectarlos in situ, y b) los de gabinete, aquéllos que permanecieron en los espacios creados en la metrópoli para la construcción de las teorías científicas, producto de la objetividad que permitía el estar lejos de las emociones provocadas por el contacto con la naturaleza, pero que dependía de las colecciones trasladadas por los naturalistas de campo (Outram, 1996:249-265).
Abocándonos a su práctica naturalista, ¿a cuál de estos dos tipos perteneció José Antonio Alzate? Para acercarnos a una respuesta, será importante mencionar las motivaciones que generaron en él tal práctica. En Alzate (véase para ello Saladino, 2001), como en otros ilustrados, hubo un genuino interés por el conocimiento científico que les permitiera “una revalorización de la naturaleza, los recursos, la riqueza y la variedad física de lo que consideraban como su patria” (Trabulse, 1998:19). Este acercamiento a la trayectoria naturalista de Alzate intenta presentar al sabio novohispano jugando ambos roles; en un primer momento, como naturalista viajero lo seguiremos a lo largo de su excusión a la Sierra Nevada registrando sus observaciones sobre la distribución de las especies y registrando mediciones de las condiciones físicas; y en un segundo momento, nos estableceremos en su gabinete de instrumentos científicos y en su jardín, espacios desde los cuales llevó a cabo, entre otras, su práctica botánica la cual le permitió, sin necesidad de trasladarse, establecer vínculos académicos con sabios locales y europeos.

José Antonio Alzate, naturalista viajero

La práctica viajera en Alzate está claramente expuesta por el sabio en su texto “Observaciones físicas ejecutadas por… en la Sierra Nevada” (Alzate, 1831a:99). Estas actividades fueron realizadas para contribuir a las investigaciones que se llevaban a cabo para determinar la figura de la Tierra. Para Alzate no había país más a propósito para medir, con comodidad y exactitud muchos grados, que la Nueva España, tanto por sus extensas planicies como por la limpieza de su atmósfera, tarea que no se había llevado a cabo debido a lo anquilosada que se encontraba la enseñanza, particularmente la de las matemáticas. En esta tarea vemos a Alzate, a lo largo de varios años, organizando sus exploraciones a la Sierra Nevada sin más auxilio que el que le proporcionaba un poblador experimentado en la ascensión al volcán, y el propio de sus instrumentos científicos necesarios para registrar sus mediciones. Así, y a manera de diario de viaje, Alzate nos narra sus experiencias a lo largo de un día en el que finalmente logró sus objetivos. Su primer intento lo llevó a cabo en 1776, cuando tenía 39 años, y se dirigió
al volcán nevado; pero me hallé imposibilitado a causa de ser, si no imposible, muy dificultoso subir hasta la nieve: en mi primer asecho experimenté los amagos de una fuerte nevada […] y el práctico me advirtió el peligro de que nos hallábamos amenazados. En 1781 [ya con 44 años] intenté resolver mis dudas; pero no obstante de que el tiempo era muy sereno, después de vencidas las fatigas del camino, me hallé con un arenal que tendrá más de legua, que impide la llegada hasta la nieve […] por más de una cuadra caminé enterrado hasta la mitad del cuerpo […] experimenté que de ratos en ratos de la cumbre se desprenden peñascos (sin duda por no tener el apoyo necesario), capaces de machacar à todo investigador imprudente (Ibid.:101).
Aunque en párrafos previos Alzate había dicho que: “No me reputo por científico: conozco que mi aplicación à las ciencias naturales no pasa de lo que se llama afición (Ibid.:100)”. Ante este nuevo fracaso, Alzate decidió apoyarse en la experiencia de los que diariamente ascendían hasta la nieve para surtir de este producto a los consumidores de México y sus alrededores, e inicia su diario el 14 de abril anotando que:
después de haber solicitado para que me sirviese de guía un indio de Chalco de aquellos que se ocupan en conducir la nieve, al amanecer salí de dicho pueblo, y como a las seis ya comencé a subir la montaña, en cuya caminata no se experimenta el menor peligro, se camina por un bosque de pinos u ocotes: aunque de paso observé la grande devastación, porque los mayores árboles que en el día se registran son muy delgados, si se hace comparación respecto a los troncos que permanecen de los que cortaron en tiempos anteriores […] Al paso que me encumbraba, observaba que el poder de la vegetación disminuía la corpulencia de los árboles: lo es en proporción à la altura de la atmósfera en que nacen: deseaba ejecutar operaciones para reconocer las reglas que la naturaleza sigue respecto à las plantas que nacen y vegetan en suelos de diferente elevación; pero al mismo tiempo consideraba, y el practico me lo advertía, que aunque la caminata fuese segura era dilatada […] solamente puedo advertir que ya hacia las inmediaciones de la nieve en donde finaliza la arboleda, los pinos u ocotes que abajo son de veinte o treinta varas de altura, en la eminencia apenas llegan a cinco o seis varas […] Llegué finalmente al término deseado a las tres de la tarde, el tiempo más a propósito para ejecutar observaciones seguras […] Regocijado porque veía y palpaba el objeto de mis deseos, coloqué el barómetro portátil en sitio acomodado: sin pérdida de tiempo llené uno que llevaba a prevención: el primero es instrumento seguro, y construido según las reglas que comunicó a la real academia de las ciencias de París el Cardenal de Luines, y no arreglado al método de Bernoulli, que es muy defectuoso; …y por muy repetidos experimentos verifiqué se mantenía en la altura referida -16 pulgadas 4 líneas- […] siempre observé las mismas resultas.
No quedándome ya duda de la exactitud de mis observaciones, comencé a ver realizadas mis conjeturas […] No me olvidé de observar el temperamento que experimentaba en aquella cumbre: coloque el termómetro a la sombra de un peñasco; y a las tres de la tarde lo observé en cero y en 4 grados sumergido en la agua que vertía la nieve (Ibid.:102-104).
Alzate no deja de brindarnos sus observaciones y preguntas respecto del modo de vida de los diferentes tipos de organismos y de las condiciones naturales registradas a lo largo del trayecto recorrido. A continuación sus comentarios, propios de un naturalista de campo, esperanzado en poder regresar a la localidad para indagar y dar respuestas a sus cuestionamientos sobre las circunstancias determinantes de la presencia de ciertos organismos.
En esta soledad inavenible a todo viviente y vegetable no se ve una ave, ningún árbol o arbusto, ningún insecto; pero se registran en el pedregal muchas lagartijas pequeñas de color negro, de organización débil: ¿estos reptiles se mantienen con insectos? Las que observé, ¿de qué viven, puesto que allí no se ven otros vivientes que ellas? Una continuada observación desvanecería esta duda: la permanencia allí, es lo mas dificultoso: no se halla una cueva en que albergarse: no hay un peñasco que sirva de abrigo para poder libertarse de la intemperie, de alguna nevada ò granizada, que allí deben ser tan violentas como imprevistas: dejemos al tiempo para que proporcione noticias acerca de la propagación y demora de reptiles, que por su naturaleza siempre habitan en lugares calientes o templados (Ibid.:105).
En uno de los párrafos finales, Alzate reitera las dificultades que enfrentó en esta misión científica en la que su organismo se vio afectado por los cambios de altitud y temperatura propios del trayecto realizado y otros que en algunos momentos pusieron en riesgo su vida. Estos elementos utilizados para narrar su aventura científica la vamos a encontrar en otros naturalistas viajeros, en cuya obra jugó un papel importante la ascensión de los volcanes, entre los que se encuentra Alejandro von Humboldt (1769-1859), uno de los exploradores más reconocidos en la literatura de viajes. Como testigo de la naturaleza y de los cambios experimentados en su propio cuerpo, Alzate relata lo siguiente: “A las cinco de la tarde comence mi regreso de aquellas alturas solicitando lugar cómodo para descansar: despues de muchas fatigas provenidas del temperamento, de la escaséz de todo lo necesario, y sufriendo incómodos que es impertinente referir, à la una de la noche llegué al pueblo de San Juan del curato de Tlalmanalco” (Ibid.:105).

José Antonio Alzate, botánico de gabinete

Para Elías Trabulse (1998:21) los estudios sobre la flora mexicana realizados entre 1770 y 1790 se caracterizaron, en una primera etapa, por valorar la “tradición en los estudios botánicos, que incorporaban la sabiduría y experiencia de la materia médica indígena y la rica tradición colonial que basaba la caracterización científica de las plantas en sus virtudes curativas,” y una segunda, en la que la recepción de las nuevas corrientes científicas se llevó a cabo dentro de la comunidad de hombres de ciencia criollos. Alzate fue uno de los criollos más visible de esta comunidad en cuya producción literaria y científica, el estudio de las plantas mexicanas ocupó un espacio importante en el que el sabio se atribuye la responsabilidad de lograr que se reconocieran los profundos conocimientos que los indígenas tenían acerca de las plantas y que eran el resultado de una larga tradición en el uso de sus recursos naturales, los que se habían mantenido en los tres siglos del periodo colonial; pero Alzate también fue el gran impulsor y difusor de la introducción de la ciencia moderna, señalando la importancia de la creación de instituciones como el Real Jardín Botánico en la capital novohispana. Además, en los estudios realizados por el novohispano, destaca su interés por el conocimiento de la naturaleza y sus aplicaciones prácticas, dos elementos clave para la caracterización del quehacer botánico de finales del siglo de la Ilustración (López, 1996).
Sus estudios botánicos incluyeron temas como las condiciones en las que crecen las plantas; las partes que las integran; sus virtudes, en especial las útiles o peligrosas; la extraordinaria diversidad de sus formas, y la asignación de nombres, entre otros, y que fueron publicados en su Gazeta de Literatura de México. Con lo anterior cumplía uno de los objetivos que se había planteado cuando señaló:
También daré algunas noticias de la historia natural de este reino, en que ciertamente se halla cosas bien esquisitas, asi por su particularidad, como por haber hecho mención los autores que han escrito de la América. La botànica, por ejemplo, es capaz de abultar muchos volúmenes, si se describen las plantas conocidas, y que no son comunes con las de otros reinos” (Alzate, 1831b:II).
Un acercamiento a los textos sobre la flora local realizados por Alzate permiten abordar los aspectos relacionados con la generación del conocimiento y sus aplicaciones. Como primer punto interesa conocer cuáles deberían ser, según Alzate, los objetivos de la ciencia de los vegetales, señaló que
Lo que debe admirar à todo hombre sensato, es el ver la ligereza con que se ha escrito la historia de la botánica: no es lo mismo cultivar las plantas por recreo, por utilidad, o cultivarlas con el fin de estudiar las propiedades para beneficiar a la humanidad, que es lo que caracteriza un verdadero botánico”(Alzate, 1831c:98).
Agregando que la verdadera botánica, era la que servía para la conservación de la salud y para su restablecimiento, expresando así que su cultivo, de tanta utilidad, se reducía al bien público. Aspecto, este último, que caracteriza el pensamiento alzatiano.

Alzate y el conocimiento local de las plantas mexicanas

Ya en el desarrollo de sus contribuciones botánicas, Alzate destacó las características que desde su punto de vista debería tener una investigación, entre las que destaca la experiencia como vemos en un párrafo de su artículo sobre la planta del chayote, que como señala es una especie americana:
Parece que esta ligera descripción manifiesta al mundo los caracteres particulares de esta planta americana: no ignoro que el botánico alemán Jacquin que viajó por nuestras islas, describe al chayote; pero ignoro si especifica todo lo que llevo expuesto; es muy difícil lo haya ejecutado, porque estas prácticas solo se adquieren por una muy prolija y dilatada experiencia, á lo que no pueden suplir los conocimientos científicos de ningún literato, como lo es el Sr. Jacquin (Alzate, 1831d:331).
Nicolaus Joseph von Jacquin (1727-1817)2 se instaló en Viena a mediados de los años cincuenta, la corte imperial le financia un viaje por varias islas del Caribe y algunos territorios continentales donde destacan sus colecciones botánicas en Venezuela. Publica varias obras sobre las plantas americanas, entre las que se encuentra Selectarum Stirpium Americanarum Historia (ed. 1780-1781) en donde incluyó su descripción científica del Chay...

Índice

  1. Introducción
  2. Capítulo 1. José Antonio Alzate (1737-1799). Su práctica naturalista en la Ilustración novohispana
  3. Capítulo 2. El papel de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en el Imperio de Maximiliano de Habsburgo
  4. Capítulo 3. La Academia Imperial de Ciencias y Literatura de México, 1865-1866
  5. Capítulo 4. La institucionalización del Observatorio Meteorológico en el Colegio del Estado de Puebla, 1870-191044
  6. Capítulo 5. Geología y cambio tecnológico en la minería mexicana. Los casos de Tlalpujahua y Angangueo, siglo XIX
  7. Capítulo 6. Por los senderos de la geografía y la astronomía desde Jalisco a finales del siglo XIX
  8. Capítulo 7. El devenir de la Exposición Minera Permanente a través del Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Chihuahua (1904-1913)
  9. Capítulo 8. Estudiar una región para tratar de resolver conflictos. Lázaro Cárdenas, el Valle del Mezquital y la UNAM70
  10. Bibliografía
  11. Aviso legal