Está bien no estar bien
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Está bien no estar bien

Cómo predicar los Salmos de lamentación

  1. 178 páginas
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Cómo predicar los Salmos de lamentación

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¿Cuántas veces un amigo con el que nos encontramos nos saludó con un 'Cómo estás'? Casi siempre nuestra respuesta automática es 'Bien, gracias', no importa si es o no cierto. En los servicios de la iglesia solemos proclamar que 'Dios es siempre bueno... siempre bueno', pero con frecuencia hay momentos en los que sentimos que la vida no es justa y le preguntamos a Dios '¿Por qué?'.Las canciones motivadoras y los testimonios victoriosos de las reuniones en la iglesia no evocan nuestras experiencias de sufrimiento y adversidad. Es decir, en las comunidades cristianas casi nunca hay lugar para experiencias de 'no estar bien'. Esto es especialmente cierto para los pastores y los líderes, de quienes se espera que sean fuertes y que estén bien en todo momento.Sin embargo, los Salmos de lamentación en la Biblia pintan un cuadro muy diferente sobre la comprensión de la vida y la manera en que los seres humanos se expresan ante Dios. El autor de este libro recurre a las Escrituras para enseñarnos que en la presencia de Dios hay lugar para 'no estar bien' y que nuestras experiencias negativas no tienen por qué ser ignoradas; nos desafía a enfrentar nuestras luchas y preguntas, en lugar de negarlas. Lo que es más importante, el autor nos invita a presentar todo nuestro ser en la presencia de Dios y de nuestra comunidad de fe porque cuando nos abrimos, crecemos en comunión con Dios y en nuestra relación de unos con otros. Muy útil para predicadores, pastores y líderes cristianos en general.

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Información

Año
2022
ISBN
9786125026156
Capítulo 1
Aprendamos de los Salmos de lamentación
Domingo tras domingo, observaba el abismo creciente entre lo que experimentábamos y lo que declarábamos en nuestros cantos y testimonios. De modo que comencé a buscar guía para enfrentar ese problema. Lo que descubrí es que había lamentos en todo el Antiguo Testamento (por ejemplo: Isaías 63.7–64.11; el libro de Lamentaciones). Pero los lamentos se concentraban particularmente en el libro de los Salmos, que está lleno de canciones y oraciones que brotan de las experiencias dolorosas de la gente. Allí encontré la voz que estaba buscando, la que proviene de lo profundo. ‘A ti, Señor, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo’ (Sal 130.1).
¿Qué son los salmos de lamentación?
Los autores de los salmos de lamentación no se quejan ni se lamentan de cosas como estar estancados en un embotellamiento de tráfico. Sus salmos surgen de experiencias desesperantes, graves, continuas, de las que no pueden escapar. Algunas son provocadas por crisis nacionales como una cosecha perdida o la derrota en una guerra (Sal 44), y muchas parecen haber sido escritas por el rey, que se refiere a sí mismo como ‘yo’ cuando habla en lugar de su pueblo sufriente. Otros salmos hablan de crisis más personales como enfermedades prolongadas (Sal 6), depresión (Sal 13.2), o la traición de alguien muy cercano (Sal 55.12–14)12.
Es importante observar que todos esos lamentos, los personales y los comunitarios, son parte del libro de Salmos, que funcionaba más bien como un himnario utilizado en la adoración en el templo de Jerusalén. Eso significa que incluso los lamentos personales no eran puramente personales sino destinados a ser usados en comunidad. Los autores se lamentaban ante Dios en el contexto de la comunidad, y la comunidad escribía y utilizaba sus lamentos.
Las personas que escribieron los salmos de lamentación no guardaban silencio respecto a lo que sentían o experimentaban. Plasmaron sus experiencias con poesías y música. Aunque ya no tenemos acceso a la música original de estos salmos, las palabras poéticas permanecen, junto con la emoción que las acompañaba. En estas lamentaciones conocemos la agonía del pueblo. Sentimos su dolor. Tenemos el privilegio de ver las luchas, los sufrimientos y la oscuridad que soportaron los creyentes del Antiguo Testamento. Se nos invita a caminar con ellos ‘por el valle de sombra y de muerte’ mientras nos conducen a la senda que lleva a la luz. Sus lamentos nos hacen sentir que no estamos solos. Nos ofrecen palabras que podemos usar en nuestro recorrido, que también está marcado por el dolor y el sufrimiento.
Lo más importante de todo es que los lamentos nos abren un camino hacia Dios. No son palabras vacías lanzadas a la nada. El pueblo de Dios tiene alguien a quien dirigir sus lamentos. De hecho, el lamento es un tipo de oración. Eso es lo que diferencia los lamentos bíblicos de muchos lamentos modernos, que simplemente se quejan de la vida en general, del gobierno, de la corrupción y demás. Los lamentos que encontramos en el libro de los Salmos no son solo quejas; son oraciones, oraciones honestas. Lo que hace particularmente poderosos a los salmos de lamentación es que son oraciones y Palabra a la vez. Los salmos de lamentación han sido incluidos en nuestra Biblia y, por lo tanto, tienen un mensaje importante para nosotros hoy. Nos invitan a presentar todas nuestras emociones negativas y nuestros fracasos ante Dios. Usando sus mismas palabras, podemos luchar, llorar e incluso plantearle a Dios nuestras preguntas.
¿Por qué predicar sobre los salmos de lamentación?
Como vimos en el capítulo anterior, el fuerte énfasis en lo positivo y en las victorias de algunas iglesias y comunidades significa que nuestras experiencias negativas se ven ahogadas por el ruido de la alabanza. Pero nuestras experiencias negativas son reales y tienen un lugar en la Biblia. Como pastores, tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestra gente a entender eso, predicando sobre los salmos de lamentación. Al hacerlo:
crearemos un espacio para nuestras experiencias negativas en la comunidad de adoración. Necesitamos de los salmos de lamentación para dar voz a nuestras experiencias negativas. Los salmos nos dicen que está bien no estar bien. Hay lugar para la tristeza, la depresión, la ira, las preguntas y las luchas. No tenemos por qué negarlas; son parte de nuestra espiritualidad y de nuestro caminar con Dios. Al reconocerlas y traerlas ante Dios de la manera que lo hacen los salmos de lamentación, convertimos nuestras experiencias negativas en oportunidades para crecer y acercarnos a Dios.
desafiaremos a las personas a confrontar sus sufrimientos y sus luchas. Ninguno de nosotros quiere el sufrimiento y el dolor. Preferiríamos negarlos o ignorarlos. Pero también sabemos que no somos inmunes al sufrimiento. Nadie sale ileso de la vida. Todos tenemos días en los que ya no queremos levantarnos. Algunos tenemos que ir a la iglesia los domingos, aunque no nos sintamos bien o tengamos una lucha interior. Sin los lamentos, quizás no hay oportunidad de enfrentar lo que estamos atravesando. La mayor parte del servicio de adoración, los cantos, el sermón, etcétera, son para las personas que están bien. Al traer a colación los salmos de lamentación, nos aseguramos de que nuestras experiencias negativas reciben la atención que necesitan. Para algunos esto puede ser incómodo. ¿A quién le gusta reconocer que no está bien? Pero no podemos avanzar hacia la restauración hasta que no enfrentemos nuestra verdadera situación.
podremos invitar a la gente a venir a Dios y derramar frente a él su corazón. Los salmos de lamentación proporcionan palabras para expresarnos frente a Dios. Hay ocasiones en las que, simplemente, no sabemos qué decir. La belleza de los salmos de lamentación es que expresan por nosotros aquello por lo que estamos pasando. Todas las emociones que atravesamos se encuentran en el libro de los Salmos, incluyendo las negativas. Y como los salmos de lamentación son oraciones, se convierten en medios para derramar nuestra angustia y súplicas personales a Dios. Una de las mejores maneras de predicar los lamentos es invitando a la congregación a orar al final con las palabras del lamento.
Puse en práctica las ideas que mencioné recién y comencé a enseñar y predicar sobre los salmos de lamentación cada vez que fuera apropiado. Enseñaba sobre los salmos de lamentación en nuestras reuniones de oración, durante Semana Santa y en otras oportunidades. Después de dos años de hacerlo, comencé a ver fruto. En una ocasión, tuvimos lo que yo denominaría una experiencia moderna de lamento comunitario. Ese domingo por la mañana, después que terminó el servicio de adoración y todos estaban a punto de retirarse, uno de los miembros, una madre, se adelantó y comenzó a compartir sus luchas. Lloraba. Los miembros que estaban yéndose regresaron y la escucharon. No era el típico testimonio de ‘tengo un problema, pero…’. Esa madre realmente estaba compartiendo un lamento con la congregación. Regresé desde el fondo de la iglesia. Cuando terminó de hablar y todavía sollozaba, dirigí a la congregación en una oración de lamentación. Dije lo terriblemente mal que nos sentíamos por lo que le había ocurrido a ella. ‘Estamos muy mal’, dije. No terminé con una nota positiva. Terminé precisamente así. Pero cuando abrí los ojos, vi que muchos de nuestros miembros tenían lágrimas en los ojos. Percibí en ellos una sensación de alivio y liberación. Está bien no estar bien en la iglesia.
Ese es el mensaje de este libro. Si tengo que resumir el mensaje de los salmos de lamentación, es de la siguiente manera:
Está bien no estar bien
• Está bien estar deprimido
• Está bien estar triste
• Está bien tener miedo
• Está bien enojarse
• Está bien luchar
• Está bien llorar
• Está bien cuestionar a Dios
• Está bien fracasar
Espero que este libro te ayude a entender cómo podemos usar estos salmos en nuestras iglesias y comunidades. Aprenderemos a apreciarlos como poesía, lo cual expresará vivamente nuestras penas humanas, como indicadores hacia Dios, en tanto nos enseñan una teología del sufrimiento, y como oraciones, con las que podemos identificarnos y de las que podemos apropiarnos cuando nos faltan las palabras a causa del dolor.
¿Cómo predicar sobre los salmos de lamentación?
Aún es demasiado pronto en este libro como para indicarte detalladamente cómo preparar un sermón sobre un salmo de lamentación. Habrá ejemplos de ello más adelante, y algunos ejemplos detallados en el Apéndice. En este punto, solo quiero que pongas tu atención en cuatro pasos clave que te ayudarán a discernir el mensaje de Dios para ti mismo y para aquellos a quienes les predicas.
1. Presta atención al movimiento entre lamento y alabanza en estos salmos.
2. Identifica los tipos de sufrimiento descritos en cada salmo.
3. Discierne qué mensajes acerca de Dios, la vida de fe y la realidad en general podemos sacar de esas descripciones del sufrimiento.
4. Participa de cada salmo de lamentación orando literalmente con las palabras del salmo, experimentando por ti mismo los movimientos entre lamentación y alabanza, y presentando ante Dios tus propias experiencias y las de los demás a medida que te identificas con los sufrimientos descriptos en el salmo.
Cada capítulo de este libro termina con una invitación a dedicar tiempo a encontrarse con uno de los salmos de lamentación. Que Dios te hable y, por tu intermedio a su pueblo, mientras meditas en qué significa para nosotros lamentar en comunidad.

12 En su libro Psalms: Reading and Studying the Book of Praises (Peabody, ma: Hendrickson, 1990, 23) W. H. Bellinger divide los Salmos de lamentación de la siguiente manera:
Salmos de lamentación individual: 3, 4, 5, 6, 7, 9–10, 11, 13, 16, 17, 22, 25, 26, 27, 28, 31, 35, 36, 38, 39, 40, 42–43, 51, 52, 54, 55, 56, 57, 59, 61, 62, 63, 64, 69, 70, 71, 77, 86, 88, 94, 102, 109, 120, 130, 140, 141, 143.
Salmos de lamentac...

Índice

  1. Cover
  2. Sinopsis
  3. Portada
  4. Créditos
  5. Dedicatoria
  6. Prólogo a la edición en español
  7. Prólogo
  8. Prefacio
  9. Introducción
  10. Capítulo 1: Aprendamos de los Salmos de lamentación
  11. Capítulo 2: Está bien estar deprimido
  12. Encuentro con un salmo
  13. Capítulo 3: Está bien estar triste
  14. Encuentro con un salmo
  15. Capítulo 4: Está bien llorar
  16. Encuentro con un salmo
  17. Capítulo 5: Está bien tener miedo
  18. Encuentro con un salmo
  19. Capítulo 6: Está bien luchar
  20. Encuentro con un salmo
  21. Capítulo 7: Está bien enojarse
  22. Encuentro con un salmo
  23. Capítulo 8: Está bien cuestionar a Dios
  24. Encuentro con un salmo
  25. Capítulo 9: Está bien fracasar
  26. Encuentro con un salmo
  27. Conclusión
  28. Apéndice: Ejemplos de sermones sobre los Salmos de lamentación
  29. Lecturas recomendadas
  30. Acerca de Langham
  31. Comentario
  32. Acerca del autor