Entrenamiento en habilidades emocionales para jóvenes

Herramientas para la búsqueda del sentido de la vida

Cecilia Barovero

• Editorial: Editorial Universidad Católica de Córdoba
• Año: 2022
• ISBN:
  9789876264853
• Edición: 1
• Categoría: Education
• Categoría: Educational Psychology

El entrenamiento en habilidades emocionales para jóvenes es una propuesta que pretende ser una guía para fortalecer el proceso de crecimiento de los jóvenes no solo acompañándolos a ellos, sino además acompañando con herramientas específicas a los adultos, quienes tienen la tarea de orientar las búsquedas de estos jóvenes en un contexto actual que es desafiante y está en constante cambio, con realidades cada vez más imprevisibles e incomprensibles. De esta manera, se pretende facilitar recursos para el desarrollo de liderazgos genuinos y conscientes, ya que desempeñándose habilidosamente en las emociones es posible sortear todos los obstáculos que se presenten. De esta forma, se entrenan todos, grandes y jóvenes, en el desarrollo de habilidades emocionales que permitan emprender un puente existencial que una dos caminos posibles: el encuentro personal y el encuentro con los otros. En el libro, este recorrido se realiza siguiendo las huellas del maestro Viktor Frankl, presentando el entrenamiento de tres habilidades emocionales para el descubrimiento del sentido: habilidades creativas, habilidades empáticas y habilidades resilientes. Estas tres rutas son la brújula que orientará las búsquedas y están acompañadas de herramientas y ejercicios concretos con el fin de entrenar para aprender a con-vivir de manera más plena y saludable en los entornos cotidianos.

PRIMERA PARTE
MIS ENCUENTROS

CAPÍTULO 1

CONOCER LAS EMOCIONES Y VALORARLAS

Aprender a valorarse es un proceso que dura toda la vida, y que requiere no solo un compromiso personal sino además una entera implicación con nuestro ser interior. Implicarnos no es solo tomar en serio tal tarea, sino que además es adentrarnos en nuestros principios y valores más profundos y hondos, allí en donde no amerita nada más que entendernos y comprendernos desde nuestra historia personal y nuestras decisiones actuales lanzándonos hacia más allá de nosotros mismos. El auténtico aprender a valorarse a uno mismo, nos invita en el mismo sentido a salir de sí para valorar aquello que nos rodea.

Asimismo, este camino de encuentro personal para aprender a valorarse requiere una búsqueda. Y no se trata de cualquier búsqueda. Se trata de la vida de alguien que emprende este camino de encuentro personal consigo mismo, con su vida como el gran valor hallado, y este encuentro es motivador para salir de sí, ponerse en actitud de búsqueda-encuentro hacia nuevos proyectos de sentido por delante.

Pensamientos cotidianos…

Claudio García Pintos (2013, pp. 126-127).) en su obra Me lo contó el mar nos cuenta a través de la historia de la búsqueda de María que hay caminos para encontrarnos y otros para desencontrarnos respecto de lo que entendemos que es valioso. Vamos a leerla con atención.

La búsqueda de María

María vivía en un pueblo pequeño. Era tal vez la vez la vecina más vieja del vecindario. Su casa daba cuenta de ello. Era pequeña, humilde y en sus paredes podía notarse el paso del tiempo. De mucho tiempo. Viuda y sin hijos era de todos modos la abuela del pueblo, la madre de todos. Sabía curar el empacho y el mal de ojos, sus recetas de cocina eran las más consultadas y sus consejos los más apreciados cuando alguien tenía problemas conyugales o en la crianza de los niños. Muy querida y respetada era un referente social importante.

Una mañana sus vecinos la encuentran buscando algo en la vereda de su casa. Estaba echada en el piso tratando de encontrar algo. Se acercan a ayudarla y ella les dice que ha perdido su aguja: “He perdido mi aguja, la única que tengo y sin ella no puedo realizar mis labores”. Ellos se ofrecen a buscarla. Pasa el tiempo y no lo logran. Otros vecinos se suman a la búsqueda, pero va pasando el día, comienza a hacerse de noche y con su oscuridad María da por terminada la búsqueda. Sin embargo, la aguja no apareció. Con cierta desazón los vecinos le avisan a María que no encontraron la aguja. Y le preguntan “¿está segura que perdió la aguja?”. “Sí, la he perdido esta mañana muy temprano”, responde María. “¿Y está segura que la perdió acá afuera en la vereda de su casa?”. “La perdí dentro de mi cuarto”. Con cierto enojo los vecinos le dicen “pero María hemos perdido todo el día buscando aquí afuera la aguja y ahora nos dice que lo perdió dentro de su cuarto. ¿Por qué nos ha hecho esto a nosotros?”.

Esta reflexión nos ayuda a comprender que el proceso de búsqueda es personal, nadie puede buscar por el otro lo que es de otro, tan solo se puede acompañar en tal búsqueda, pero el camino se emprende desde la respuesta personal; tal compromiso es único e irrepetible y nadie lo puede hacer por otro.

La invitación es animarse a buscarse para encontrarse. Y encontrarse para valorarse. Emprenderemos este camino mediante la lectura de nuestras emociones. Por medio de ellas podremos encontrar las más nobles intenciones, valores y habilidades personales…

¿Se animan a emprender este camino de búsqueda y encuentro personal con nuestras habilidades personales? ¿Se animan a acompañar en esta búsqueda a otros?

El recorrido de búsqueda personal en clave de nuestras emociones…

En el proceso de búsqueda de nuestras emociones se interponen dos posibilidades que aluden al bien-estar emocional y al bien-ser emocional. En vistas a desarrollar la competencia existencial del bien –ser emocional que nos conduce al aprender a ser (Bruzzone, 2008) –, en nuestro contexto actual hay una primacía del bienestar emocional por sobre el bien ser emocional.

Respecto del bienestar emocional es dejarse llevar por aquellas emociones que nos ayuden a estar mejor y rechazando todo tipo de malestar persistente. En consecuencia, este bienestar emocional tiene riesgos tales como incurrir en consumo de sustancia, poca tolerancia a la frustración, aburrimientos, falta de compromiso en sostener un proyecto o una tarea en el tiempo, etc. Tales acciones también se pueden explicar mediante el vacío existencial y la pérdida del sentido de la vida, a lo que Viktor Frankl (1980, p. 90) describe así: “El hombre actual sufre principalmente del sentimiento de que su existencia no tiene sentido. Existen varias máscaras detrás de las cuales se oculta el vacío existencial: el afán del trabajo, la bebida, las drogas, el rugido de los motores, la embriaguez de la velocidad, la sobre-medicación entre otros; todos ellos, son intentos de ensordecer el vacío existencial … se tratará entonces de anteponer a la frustración existencial la posibilidad de movilizar la voluntad de sentido, el despertar a la vida, allí donde ha sido resquebrajada”.

Vemos, como tales comportamientos pueden llevar al sin sentido de la existencia a su propio vacío interior; en consecuencia, se tratará entonces más de un mal –estar emocional que el bien– estar emocional tan anhelado.

Por su parte, el bien -ser emocional, promueve la escucha atenta de las propias emociones para desarrollar habilidades emocionales en pos de la respuesta personal. Se requiere implicación de un proyecto de vida, el compromiso social, la paz, los valores, la coherencia de vida, entre otros, que nos lanzan hacia adelante mediante un proyecto con sentido. Es un camino mucho más arduo, pero con consecuencias de lograr una identidad con habilidades emocionales auténticas y de largo alcance: en vistas a consolidar una identidad que aprendiendo a convivir y a ser pueda desplegar habilidades emocionales que cultiven el arte de aprender a vivir con sentido.

¿Qué son las emociones? ¿Cómo funcionan?

El término emoción en su origen latín significa e-motio es decir mover hacia fuera. En doble sentido, si se profundiza junto al origen del término en latín de e-ducatio también alude al movimiento hacia afuera, se encuentra en sintonía con el profundo sentido de la educación emocional: sacar a través de las emociones lo mejor de sí mismo hacia otros. En alusión a este movimiento, Boglarka Hadinger (2008, p. 17) en su libro Aprender a vivir nos explica que las emociones no se pueden manipular como uno quiere. Lo describe de este modo: “Los sentimientos necesitan de motivos humanos”. Vemos entonces que este movimiento de salir de sí, se logra gracias a un motivo –personal y profundo– que se experimenta a partir de un valor hallado.

Respecto de cómo funcionan las emociones, se puede precisar que una emoción se activa ante todo a partir de un acontecimiento. En relación a esto Bisquerra (2016, p. 42) refiere que “una emoción se activa a partir de un acontecimiento. Este puede ser externo o interno; actual, pasado o futuro; real o imaginario; consciente o inconsciente. Un acontecimiento interno puede ser un dolor de muelas que anticipa la visita al dentista o un pensamiento sobre algo que ilusiona hacer en el futuro. Tenemos un mecanismo de valoración automática de los acontecimientos que llegan a nuestros sentidos. Si valoramos que el acontecimiento nos afecta de alguna forma, entonces se activa la respuesta emocional”.

Podemos valorar, además, que los acontecimientos nos afectan de muchas formas, pero en general se pueden resumir en dos categorías: si el acontecimiento es bueno, voy a experimentar emociones agradables; si es lo contrario, serán emociones desagradables. No hay que confundir positivo con bueno y negativo con malo. Es importante considerar que las emociones son necesarias para poder adaptarnos a nuestro contexto, pero en sí mismas no son buenas o malas. Se podría decir en todo caso que cada una de estas emociones son necesarias. El problema puede estar en lo que hacemos con las emociones, pero no en las emociones en sí mismas.

Es clave pensar además que las emociones tienen un valor ancestral y juegan desde los inicios de nuestra humanidad un rol clave y de manera universal. A ello López Rosetti (2017, pp. 39-40) lo describe señalando que “las emociones son nuestra comunicación ancestral. Es exactamente así. No podría estar mejor descripto. Nuestra primera forma de comunicación fue la no verbal, cuando todavía no existían las palabras … Las emociones básicas se encuentran en todos los hombres del mundo independientemente de etnia o cultura a la que pertenezcan. Por eso decimos que una característica de las emociones es que son universales.

Vemos así el valor indiscutible de aprender a escuchar y conocer nuestras emociones, porque las mismas nos acompañan desde el origen de nuestra humanidad y, además trascienden toda cultura e idiosincrasia. Es por eso que a continuación vamos a detenernos en los modos en que nuestro lenguaje nos permite expresar y poner en palabras lo que nos pasa con su consecuente clasificación.

Respecto de cómo describimos lo que nos pasa y que palabras usamos para explicar nuestras emociones, Rafael Bisquerra (2016) considera que en la literatura actual existen alrededor de 500 términos para nominar las diferentes emociones que puede expresar un ser humano y propone siguiendo estos términos encontrados en la literatura el poder clasificar las emociones en positivas, negativas y especiales. No obstante, es importante remarcar que tal como se afirmaba sobre nuestro complejo mundo emocional, las emociones no son buenas o malas, simplemente son emociones y cada una de ellas tendrá uno u otro tenor acorde a la direccionalidad que le demos y sus consecuencias.

Es por ello que ofrecemos a continuación una clasificación en la que se puede valorar según Bisquerra (2016) la complejidad de términos que se aproximan a nuestro universo emocional.

­Emociones óptimas: se dan cuando suceden acontecimientos que deparan crecimientos saludables y constructivos. También pueden favorecer al fortalecimiento de una decisión tomada. Rafael Bisquerra (2016, p. 50) comprende que este universo emocional se aproxima más a las emociones que él considera que son emociones positivas y las caracteriza como:

• Alegría: entusiasmo, euforia, excitación, contento, deleite, diversión, placer, estremecimiento, gratificación, satisfacció...

Índice

• Portada
• Portadilla
• Legales
• Prólogo
• Introducción
• PRIMERA PARTE MIS ENCUENTROS
• SEGUNDA PARTE APRENDER A CAMINAR JUNTOS
• TERCERA PARTE NOS ENCONTRAMOS
• Una reflexión como cierre de este libro
• Bibliografía