Palabra de Soldado
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Palabra de Soldado

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Palabra de Soldado

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Los cuatro generales de Ejército entrevistados en PALABRA DE SOLDADO entregan visiones controvertidas de los dieciséis años de gobierno militar, de la historia de las relaciones entre civiles y militares, y de las posibilidades de un reencuentro futuro entre ambos estamentos de la sociedad chilena. Muestran, cada uno desde su punto de vista, el delicado camino que debería haber recorrido la reconciliación nacional, a partir del plebiscito de 1988, para conseguir el advenimiento real de la democracia en Chile y superar las abismales diferencias que existían entre la lógica civil y la militar.Todos ellos tuvieron posiciones de gran importancia en el régimen del general Augusto Pinochet. Baeza Michaelsen fue director de la policía de Investigaciones de Chile, hoy PDI, y fue quien intentó negociar sin éxito la salida del presidente Salvador Allende de La Moneda y su rendición. Medina Lois fue director de la Escuela de Fuerzas Especiales del Ejército, ministro, rector de la Universidad de Chile y Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional; Toro Iturra fue parte del Comité Asesor de la Junta de Gobierno y único redactor militar de la "Declaración de Principios del 11 de septiembre". Así y todo fue el primer director de la policía de Investigaciones del gobierno de Patricio Aylwin; Danús Covián fue vicepresidente de la CORFO, ministro de Economía, director de Odeplan e intendente de la XII Región.En esta edición digital se ha preservado intacta la versión hecha en 1989. No se han actualizado los datos biográficos ni de los participantes ni de los aludidos. Sin embargo, tal y como fue publicado entonces, hoy, en 2022, sus palabras le agregan sentido al camino que aún falta por recorrer para lograr una verdadera reconciliación entre los chilenos, para que todos los grupos políticos y sociales, de distintas generaciones, construyan, por fin, una verdadera democracia republicana.

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Información

Editorial
Ornitorrinco
Año
2022
ISBN
9789569462085

General Luis Danús Covián

Nació el 27 de diciembre de 1929. Hizo sus estudios secundarios en el Instituto Alonso de Ercilla de los Hermanos Maristas. En 1949 egresó de la Escuela Militar Bernardo O'Higgins como alférez del arma de Artillería. En 1963 obtuvo el título de oficial de Estado Mayor en la Academia de Guerra. Entre 1964 y 1968 estudió Auditoría en la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, obteniendo el título de Contador Auditor.

Desde 1969 hasta 1973 fue subdirector de la Escuela Militar.

Entre 1973 y 1975 se desempeñó como jefe del Departamento Económico del Comité Asesor de la Junta Militar de Gobierno. En l975 asumió la vicepresidencia ejecutiva de la Corfo, cargo que ejerció hasta 1979, año en que viajó a Washington para desempeñarse como vicedirector del Colegio Interamericano de Defensa. En 1981, ya de regreso en Chile, fue ascendido a general y nominado ministro director de Odeplan. En mayo de 1982 fue designado ministro de Economía, Fomento y Reconstrucción, cargo que mantuvo hasta septiembre de ese mismo año. Tres años después, en 1985, fue destinado a la Comandancia de la Región Militar Austral con sede en Punta Arenas, ejerciendo además el cargo de intendente de la XII región, donde se mantuvo por dos años. En 1987 pasó a retiro para dedicarse a la empresa privada y a la política llegando a ser presidente del Centro Democrático Libre y candidato a senador por la XII Región.

En los últimos dieciséis años, ha pertenecido al directorio de catorce empresas del Estado. Entre otras, Corfo, ENAP, Soquimich, Prochile. Es aficionado al golf y a la equitación.

– ¿Cree usted que, en 1973, dentro de la alta oficialidad del Ejército había un pensamiento económico?

– No, en el año 1973 no existía un planteamiento económico positivo; había en la comunidad, en general, un planteamiento de rechazo a lo que se consideraba el fracaso económico del período de la Unidad Popular, por las dificultades que había para obtener alimentos y ese tipo de cosas. Había un rechazo del sistema, pero de ninguna manera los oficiales tenían un pensamiento económico.

– ¿Tampoco se había desarrollado un pensamiento teórico en las escuelas superiores de la Defensa?

– Yo diría que no. En aquel momento no había una diferencia entre las instituciones armadas y el resto del país; la gente quería más libertad económica, no estaba de acuerdo con algunos controles o con algunas estatizaciones que iban más allá de nuestro gusto, pero no más que eso.

– ¿Y cómo fueron los militares desarrollando un pensamiento económico, a medida que avanzaba el gobierno de las Fuerzas Armadas?

– Se fue desarrollando, en primer lugar, a través de la selección y designación de los oficiales. Se seleccionó lógicamente a los oficiales que habíamos estudiado en la universidad y a otros que habían estudiado en la Academia Politécnica. Varios de ellos nos concentramos en el Comité Asesor de la Junta, en el año 1973, y otros, posteriormente, fueron recibiendo designaciones en las empresas del Estado. Entonces con esos conocimientos, con el aprendizaje en el trabajo y con la influencia del sector económico civil del gobierno, de los llamados Chicago Boys, se fue produciendo una integración y un acuerdo en la forma de actuar. Ahora, en general, los oficiales no siempre estuvieron –diría yo y uso cuidadosamente la palabra– de acuerdo con los planteamientos del equipo económico del gobierno. Yo estuve cerca de esos planteamientos. Más convencido, y todavía lo estoy en muchos aspectos, de que el sistema que nosotros consideramos libertario ha sido el adecuado.

– O sea, ¿usted estuvo de acuerdo con el equipo económico de Sergio de Castro82?

– Yo estuve de acuerdo en un porcentaje relativamente alto; aunque yo no pertenecía al grupo porque, si bien había estudiado en la Universidad de Chile, yo soy contador auditor y no economista. Tenía conocimientos, práctica que fui adquiriendo a través del tiempo tanto en el Comité Asesor de la Junta de Gobierno como en la Corporación de Fomento y en otros puestos posteriores. Yo estoy y estaba convencido de que el sistema era y es bueno.

– ¿No todos estaban convencidos?

– No todos estaban convencidos. Yo diría que, a medida que pasaron los años, se fue produciendo un acercamiento entre las tendencias y en este momento yo pienso que hay muchos más militares que están convencidos de las ventajas de la política social de mercado.

– ¿Cree usted que fue definitiva la influencia de los Chicago Boys en los militares que estuvieron en el sector económico para que se desarrollara un libremercadismo total, incluso con el apoyo incondicional del Alto Mando?

– Mire, yo creo que no fue definitiva. Le voy a contar una anécdota: yo, cuando era capitán y tenía unos veintiocho años, recibí una batería de artillería que tenía ciento cincuenta mulas indóciles que eran las que llevaban a lomo las piezas de artillería en la montaña. Entonces enfrenté a cada soldado con cada mula y les dije: esta es la mula con la cual usted va a campaña a final de año, ésta es su mula. Bueno, a los pocos días las mulas eran dóciles porque los soldados les llevaban pan, les llevaban azúcar y las cuidaban. Esto lo sabía hace veinte o treinta años, mucho antes de conocer a los Chicago, así que no es que ellos me hayan cambiado la forma de ser. Yo siempre sabía, quizás con otras palabras, que el género humano funciona de la forma como se lo describo. Me parece que los que tienen ideas totalitarias y colectivistas sencillamente están equivocados a mi muy modesto entender.

– ¿Cree usted que la política económica del gobierno militar podría haber variado fundamentalmente si hubiera tenido apoyo de sectores como la Democracia Cristiana u otros sectores de centro?

– Indudablemente que todos nos influenciamos cuando estamos cerca o trabajamos con otras personas. Si usted me pregunta si la Democracia Cristiana hubiera continuado, y uso la palabra cuidadosamente, con el apoyo al gobierno que prestó los primeros meses después del pronunciamiento, indudablemente que la historia de Chile hubiera sido distinta. Habría habido alguna influencia.

– ¿Cuándo les quitó el apoyo la Democracia Cristiana?

– Bueno, esto fue paulatino. A partir de 1974. Lo primero que recuerdo, por ejemplo, es la participación del expresidente Frei en la Gratitud Nacional, en una misa que hubo allí, y ya como que se notó algún enfriamiento, no me acuerdo en qué fecha fue eso, y se notó algún distanciamiento y eso fue empeorando con el tiempo...

– ¿Por qué cree usted que le quitaron el apoyo?

– Yo creo que indudablemente la Democracia Cristiana, como cualquier otro partido, esperaba ser gobierno. Entonces, cuando los militares poco a poco fuimos descubriendo que no éramos tan tontos ni tan ignorantes como se nos había predicado durante muchos años, nos fuimos dando cuenta de que entendíamos ciertas cosas, que éramos capaces de manejar con orden y con eficiencia un gobierno como el que se nos presentaba en una forma tan poco organizada hasta ese momento. Entonces se fue desarrollando esta idea de poder entregar a la comunidad, algún tiempo después, una forma más orgánica de gobernar. Y así fue transcurriendo el tiempo. Nos fuimos creando otras misiones, y la verdad es que siempre hay mucho que hacer en un país, siempre hay algo mejor que hacer.

– Cuando usted era ministro de Economía le tocó ordenar la devaluación83...

– Un parto difícil.

– Claro, había habido un pacto con los empresarios. Pinochet les había jurado que el dólar no se movería; el dólar fijo era una de las banderas de la intransigencia del equipo económico y a usted le tocó anunciar de la noche a la mañana que se revaluaba, sabiendo que eso iba a provocar un derrumbe económico en el país. ¿Por qué se hizo de esa forma?

– Bueno, en primer lugar, le diría que la decisión la tomó el gobierno, no la tomé yo, como es obvio. Durante los últimos quince o veinte días anteriores al anuncio de la devaluación, que me parece recordar que fue el 14 de junio de 1982 si no me equivoco, el ministro de Hacienda, Sergio de la Cuadra84, yo, que era el ministro de Economía, junto al general Gastón Frez85 que era el ministro director de Odeplan, con otros miembros del gobierno, especialmente los miembros de la Junta, y el presidente, estuvimos analizando el problema. Porque lo que estaba sucediendo era que, por la vía del reajuste automático de todos los sueldos y salarios del país, que se había decretado con anterioridad, los sueldos habían ido subiendo en la misma forma que puede subir la UF86, porque ambos están basados en el IPC87,en forma automática, y estaban haciendo tan cara la mano de obra que ya no podíamos exportar y entonces los productos chilenos no se vendían en el exterior. Había algunas soluciones para hacer esto: una era devaluar la moneda y otra era rebajar los sueldos por decreto; también había una intermedia que era sólo rebajar los sueldos de la administración pública. Era el tipo de acción que realmente le correspondía a un gobierno porque no se podía estar fijando o rebajando los sueldos de todo el país; solamente el empleador Estado se los podía subir o rebajar a sus propios empleados, pero no a los empleados de una empresa privada. Bueno, se discutió esto durante varios días y había dudas. Se fueron tomando diversas decisiones, no definitivas; en algún momento se tomó la decisión de rebajar los sueldos de la administración pública como una forma de incentivar o de indicar que había que bajar los sueldos de toda la comunidad, de todas las empresas. Pero en definitiva transcurrió un fin de semana, anterior a ese 14, en que cada uno de los que nombré y el presidente de la República analizamos las circunstancias y las posibilidades que había de actuar y a las nueve de la mañana del día lunes 14 el presidente de la República nos comunicó: vamos a devaluar. A mí me pidió que anunciara dicha devaluación, a pesar de que era una medida que correspondía más a Hacienda, no sé por qué realmente.

– ¿Previeron ...

Índice

  1. Prefacio a la edición digital
  2. Introducción
  3. General Ernesto Baeza Michaelsen
  4. General Alejandro Medina Lois
  5. General Horacio Toro Iturra
  6. General Luis Danús Covián