Qué alegría tan pura, cuando mis manos se abren ¡Los volúmenes, pequeños, raros y negros con oro empañado se descubren!
Bibliomanía
JOHN FERRIAR
El Dr. John Ferriar (1761-1815) no solo fue un promotor tenaz de la mejora de la atención médica pública para los pobres a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, sino que también fue aclamado como el inventor del término “bibliomanía” que acuñó en el momento de la bonanza europea por la recolección de libros entre los aristócratas y la clase media. Nacido en Oxnam, en las fronteras escocesas, se convirtió en un médico destacado en el hospital de Manchester. En un principio, Ferriar se concentró en la fiebre tifoidea, pero luego comenzó a dedicarse cada vez más a los problemas mentales y desarrolló un enfoque prematuro de la enfermedad basado en la siquiatría. En este poema alegre (1809) dedicado su amigo y compulsivo coleccionista de libros Richard Heber, miembro de la sociedad de bibliófilos más antigua del mundo, The Roxburghe Club, que continúa reuniéndose hoy, apuntó con humor a los coleccionistas de libros ricos que llevaron su obsesión demasiado lejos. De hecho, Heber fue uno de los fundadores de Roxburghe (para obtener una visión general completa, revisar The Early Roxburghe Club 1812-1835: Book Club Pioneers and the Advancement of English Literature de Shayne Husbands) y su biblioteca fue descrita por su compañero Sir Walter Scott como la mejor del mundo. Al momento de su muerte, contenía alrededor de 150.000 libros, además de numerosos panfletos en sus casas en Inglaterra y en toda Europa. El poema de Ferriar inspiró al reverendo Thomas Dibdin, quien fundó las exclusivas reuniones de Roxburghe, para escribir el primer trabajo influyente sobre el tema un año después, Bibliomania (o Book Madness).
La bibliomanía, una epístola dedicada al Sr. Richard Heber por el Dr. John Ferriar
Hic, inquis, Veto quisquam faxit Oletum. Pinge duos Angues3
Pers. Sat. 1. l. 108.
Qué deseos salvajes, qué tormentos inquietos se apoderan
Del hombre desventurado, que por la enfermedad del libro está atrapado,
Si la miserable Fortuna obstaculiza su mente generosa,
¡Y la Prudencia apaga la chispa que el cielo osa!
Con mirada melancólica, sus ojos angustiados contemplan
La copia del Princeps, revestida de azul y dorado,
Donde la estantería alta, con partición delgada,
Muestra los encantamientos tentadores
que en su interior aguarda:
La claridad con que Facardin vio, como dicen los doctos,
A Crystalline en el confinamiento.
No así unos pocos, por fortuna más felices,
Y bendecidos, como tú, con talento, riqueza y buen gusto,
Que se reúnen con nobleza y ademán juicioso
Los tesoros de la Musa con aspecto elegante.
Para ti el monje iluminó su página ilustrada,
Para ti la prensa desafía los despojos de la edad acaecida;
Para ti FAUSTO torturas infernales fastidió,
Para ti ERASMO de inanición en la costa de Adria sufrió.
El FOLIO DE ALDO tus dichosos estantes llena,
Y la distinguida obra de ELZEVIR celebra, como duendes mágicos,
sus formas luminosas en medio de los Doce enchapados en oro:
Esbeltos los GIOLITOS brillan,
Y el audaz BODONI su línea romana sella.
Para ti el LOUVRE sus majestuosas puertas abre,
Y DIDOT a disposición sus brillantes tiendas cede:
Con clases impecables y brillantes esculturas onerosas,
el Quijote de IBARRA cautiva tu vista deslumbrante:
En espléndidas libretas tus bellezas y glorias LABORDE analizará,
¡aunque el pesar sobre España caerá!
Oh, nombre sagrado, el tema de los años futuros,
Embalsamado en sangre patriota, y las lágrimas de Inglaterra,
Sé tus nuevos honores de la lengua melodiosa,
¡Por las corrientes de Isis que el duelo de Sión vocaliza!
Pero enrevesados a menudo por la musa clásica,
El entusiasta y decidido camino del coleccionista entresaca:
Y primero la amplitud del margen su alma usa,
Pura, blanca, abierta, la clase de alegrías más generosa.
En vano podría Homero rodar la marea de la canción,
U HORACIO sonreír, o TULLY encantar a la aglomeración;
Si por la ira de Pallas la espada mordaz lo atraviesa
O demasiado oblicuo, o cerca, el borde traspasa,
El bibliómano exclama, con ojos demacrados,
“¡Sin margen!” se apresura y su adquisición rechaza.
Se gira donde PYBUS su cabeza de Atlas levanta,
O donde la masa de MADOC vetas de plomo oculta.
La línea brillante en orden pulido se distingue,
Mientras el amplio margen se difunde,
Al igual que los desechos rusos, que las profundidades heladas bordean,
con un resplandor pálido se enfrían y el sueño mortal arrullan.
O libros en inglés, descuidados y olvidados,
Alientan su deseo en muchos lugares polvorientos:
Cualquiera que fuere la basura que el solsticio de invierno dio al día,
O a los cantos con rimas de Harper, en el papel gris que concedía,
En cada subasta, empeñados en artículos nuevos,
Su catálogo con ojos ansiosos faculta:
Donde las cursivas delgadas la página marcan,
Curiosa y extraña su mente apasionada se involucra.
A diferencia de los cisnes, mencionados en la canción toscana,
Por la sombra del olvido se encamina,
Para arrebatar nombres más oscuros de la noche interminable,
Para devolverles a COKAIN o a FLETCHER la luz afable.
Ataviado de rojo marroquí le gusta presumir
Al asesino sangriento o al fantasma gemir;
O baladas sombrías, cantadas a multitudes de viejos,
Ahora compradas por tres veces su peso en oro a bajo precio.
Sin embargo, para los muertos deshonrados es sátira justa;
Una flora “que en su polvo florece y un dulce olor ostenta”.
Así, incluso SHIRLEY presume una línea dorada,
Y LOVELACE arremete con una nota divina.
Los destellos desigua...