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Tratados de armonía
Información del libro
En estos Tratados de armonía el lector se sumergirá en un laberinto de reflexiones apacibles y, a la vez, reveladoras de problemas de nuestro tiempo y de siempre. Estamos ante una contemplación de la realidad en los límites. ¿Aforismos, poemas en prosa, pensamientos, páginas de diario? Meditaciones también, desde una óptica universalista, por el diálogo que en estas páginas se da entre culturas: las del espíritu mediterráneo con las de la España del noroeste, las de Extremo Oriente (Corea) con las de Medio Oriente (Jerusalén); o el testimonio de la barbarie de las ideologías extremadas en la lectura que se hace de Pasternak.Fragmentos, pues, que sanan y salvan a través de un lenguaje siempre inspirado, aunque encontremos en él algo más de lo que entendemos como un libro de «autoayuda». La reflexión metafísica y el vislumbre de lo sagrado nos llevan a una profunda meditación, a la vez realista y con sentido trascendente. Creación en estado puro que brota de la experiencia de ser. Experiencia de ser de la que brota la pura creación.
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CUARTO TRATADO DE ARMONÍA
Una lectura de Pasternak
He basado esta nueva lectura de Boris Pasternak en la última que he hecho de su novela El doctor Zhivago. Pasternak fue, además de un gran poeta, un autor de relatos y de páginas autobiográficas, también un traductor. En distintos momentos y con distintos estados de ánimo, he leído sobre todo su novela. Pasternak ya era un autor fecundo y había sido candidato al premio Nobel antes de que se editara su famosa novela y de que el KGB y la CIA entablaran una batalla para utilizar políticamente a este libro y a su autor. La mayoría de las lecturas que he hecho de esta obra han sido en su versión italiana ¿Por qué?
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La mayoría de los lectores saben de las resonancias múltiples que tuvo esta obra —escrita entre los años 1945 y 1955— a medida que se intensificaba la «guerra fría» y se iba atenuando el fervor del poeta por la Revolución bolchevique y por la posterior evolución de Rusia, que él y los suyos padecerían hasta su muerte. Y más allá de su muerte, pues no hay que olvidar que no se permitió editar El doctor Zhivago en Rusia ¡hasta 1988!, Pasternak no obtuvo permiso para editarlo en su momento y la edición semiautorizada de Feltrinelli no solo desencadenaría un gran eco mundial con la inmediata concesión del Nobel, sino que llevaría al gobierno ruso a una persecución inmisericorde del poeta. Por medio del aislamiento social, pero sobre todo porque le forzaron a rechazar el premio que se le había concedido.
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Su segunda mujer, Olga Ivinskaya —la inspiradora de la figura de Lara en la novela—, fue condenada al gulag en dos ocasiones —en una de ellas, durante cuatro años— en 1949 y todavía en 1961, solo un año después de la muerte del poeta. «Desde el Nobel fuimos unos apestados», escribió Olga, que no desapareció, que no murió en el gulag, como se nos sugiere en la novela que murió Lara, sino muchos años después, en 1995. Ella es la autora de un valioso libro de memorias: Rehén de la eternidad. Mis años con Pasternak.
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A veces nos hemos preguntado por qué Pasternak no fue detenido, incluso durante los años de las purgas más duras. Es obvio que su detención a partir de la obtención del Premio Nobel habría supuesto un escándalo mundial profundamente dañino para la Unión Soviética. Olga habla de «un extraordinario duelo silencioso» entre Stalin y el poeta. ¿Por qué «silencioso»? Hay una razón aparentemente circunstancial, pero no por ello menos sugerente: Pasternak había sido en el pasado el autor de una antología de poesía georgiana. Este hecho podría haber llevado a que Stalin —georgiano, de nacimiento— tuviese cierta simpatía hacia él. En cualquier caso, ese respeto debió darse, pues en un informe de la policía sobre Pasternak aparece una nota al margen, escrita a mano por el propio Stalin, que dice: «No toquéis a este habitante de los cielos».
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Más efectivo fue por ello para el Régimen presionar indirectamente sobre Olga Ivinskaya, la amada del poeta. Últimamente también se ha dicho que Olga pudo influir, bajo presión gubernamental, sobre Pasternak para que este rechazara el Nobel. Hay una tercera razón de fondo: el profundo amor del poeta a su tierra, pues el mismo Pasternak declaró de manera expresa que él jamás abandonaría su país. ¿Fue sincero al hablar así o actuaba bajo las presiones políticas?
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La novela El doctor Zhivago se abre con un funeral, el de la madre del protagonista, y se cierra con otro, el suyo. La muerte va a presidir el extenso relato, pero en ambos funerales no es en la muerte sino en los cánticos y en los signos sagrados donde se halla la armonía para los afligidos, para los que lloran y sufren. Enfrentamiento brutal el de lo sagrado con la historia en los años que describe el autor: los de la Primera Guerra Mundial, el de la Revolución de 1917 y los de la guerra civil librada en el país entre 1918 y 1920.
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En un mundo de juventud ilusionada y culta, la perversa relación del personaje Komarovskij con la estudiante Lara. La sumisión terrible de esta, sus torturas psicológicas y padecimientos, que sufre hasta que toma una pistola y sale en busca de él para matarlo en la fiesta de Navidad. Como «la chica de la pistola» recordará más tarde Yuri Zhivago a Lara, ante Tonia, su mujer.
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La persona sin escrúpulos —desde el principio hasta el final del libro— del abogado Komarovskij, que aparece ya al comienzo del relato influyendo sobre la madre de Lara y forzándola al suicidio. Este tipo de personas son especialistas en flotar entre dos aguas durante los cambios históricos, resultan imperturbables entre poderes políticos distintos con su ausencia de principios morales, e incluso en esos momentos de guerra en que a veces aflora una mínima humanidad en las personas. Un ser en sintonía con las ratas del relato. En la conversación final en Jurjatin, antes de huir llevándose a Lara y a su hija, nos ofrece sus últimas capacidades para el engaño, la intriga y el propio beneficio. A Zhivago y a Lara les da a elegir entre los lobos de los bosques y su solución: la de que él huya con Lara para «salvarla» del peligro de ser la mujer del cabecilla Strélnikov (caído en desgracia por sus excesos), la de utilizar una vez más a la mujer, hasta el final, en su beneficio.
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En aquellos días de fiebre y depresión hay una noche en la que Lara siente cómo repican todas las campanas de las iglesias de Moscú. Enseguida he pensado en aquella noche en que Teresa de Ávila y su compañera entran en secreto a fundar en Salamanca. Era la Noche de Ánimas y también repicaban todas las campanas de esta ciudad. En momentos de crisis o de gravedad se da esa llamada insistente de lo que remite a lo sagrado bien entendido y que puede señalar un camino en la noche angustiada de los humanos. Las que oye Lara son las mismas campanas (entonces jubilosas) que escucha Rainer Maria Rilke en Moscú, en la Pascua de 1900, durante su primer viaje a Rusia.
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El mismo día en que Lara decide dejar de ser «esclava del horror» y dispara a Komarovskij muere la madre de Tonia. Para Yuri el funeral de esta revuelve en su interior su infancia, porque la entierran en el mismo cementerio que enterraron a su madre. Aquella muerte le llevó a las estrellas y a la nieve que siendo niño contempló desde el patio y el ventanuco del monasterio, al «resplandor de los iconos», a su fe en un Dios de los bosques. Pensó que desde entonces había sometido su vida a las «fuerzas supremas de la tierra y del cielo». El recuerdo de la temprana muerte de su madre pareció también despertar en él su pasión por temas muy concretos del conocimiento: la antigüedad, la historia sagrada, las leyendas, los poetas, las ciencias del pasado y las de la naturaleza. Como la misma naturaleza, en muchos momentos de la novela, ahora la muerte es el desencadenante de lo que él deseaba ser, pero que las convulsiones de la guerra y de la Revolución en parte truncarían: un médico y un poeta.
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Yuri y Tonia, Lara y Pasha deciden casarse casi al mismo tiempo. Este último lo hace muy torturado por la relación y el escándalo que Komaroskij y Lara habían provocado al dispararle ella en la fiesta navideña. Pero los cuatro no sabían que enseguida el destino iba a revolverlo todo, comenzando por sus matrimonios, sus vidas y las de los hijos que iban a tener. Ese mismo destino —la separación de las familias— favorecerá la sutil trama de la relación entre Zhivago y Lara. Las familias se dispersan, pero la guerra los hará coincidir a ellos dos en un hospital de campaña. Todos los hechos de la novela quedarán a partir de ahora en manos del Desti...
Índice
- Portada
- Portadilla
- Créditos
- Índice
- PRIMER TRATADO DE ARMONÍA
- SEGUNDO TRATADO DE ARMONÍA
- TERCER TRATADO DE ARMONÍA
- CUARTO TRATADO DE ARMONÍA