Kubla Khan
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Información del libro

Héctor Manjarrez publica una nueva e insólita colección de cuentos. Cuentos de Londres, de la habana, de Managua, de la sierra madre occidental, de la ciudad de México. Cuentos sobre el siglo XX que acabó y que no acaba. Cuentos sobre cómo recordamos, añoramos y no logramos salir del siglo XX, con sus revoluciones políticas y sus revoluciones íntimas, sus aventuras y sus exilios. cuentos de mujeres: presentes o afloradas, oprimidas o liberadas. Todas estas mujeres están interminablemente vivas. Sobre todas, la vivísima concha que apareció por primera vez en el otro amor de su vida y ahora nos regresa en los seis cuentos enlazados de una semana santa entre los indios. el tiempo en anoche dormí en la montaña pasa a veces muy rápido y en otras con la lentitud placentera cifrada en la palabra despacito. Como en la buena música. Como en la buena cama. y es que en estos doce cuentos —ya el número es sabio— la velocidad y la paciencia son especies del mismo saber: el de quien inventa como si recordara y escribe como si estuviera platicando. es el tiempo del tigre que reposa y del tigre que ataca. estos cuentos laten con tanta fuerza que son, con toda la potencia de la palabra, memorables. la precisión de sus verdades, de los detalles que se observan con amor y dolor, nos comunica un genio verbal generoso, que nunca se pierde en su propia celebración, que está tan cerca de la voz de todos como de la suya propia, la de cada ocasión y cada personaje. este es el libro perfecto para empezar a leer a Héctor Manjarrez o para seguir leyendo a uno de los autores más entrañables, más sabios, más honestos de la literatura de América latina.

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Información

Editorial
Ediciones Era
Año
2013
ISBN
9786074451368
Categoría
Literatura
Categoría
Poesía

IV. Autobuses de Oriente

No es que Kublai Khan crea en todo lo que le dice Marco Polo cuando le describe las ciudades que ha visitado en sus embajadas, pero es cierto que el emperador de los tártaros sigue escuchando al joven veneciano con más curiosidad y atención que a ningún otro de sus mensajeros o exploradores.
Italo Calvino
Estoy esperando mi camión en la terminal del ADO. Quiero que me lleve muy lejos, a la chingada de aquí.
Alex Lora

Miramar

Para Nacho Valdez y Jonathan Bouchardt
1
La ola que gira junto al pie
es una percepción banal.
No dura ni un latido;
eso la vuelve prodigiosa
(otra vez:)
la ola el olvido,
este ojo
que ha mirado el mar mil años /
busco mis restos frente a Playa Miramar.
De un lado a otro mariposas de unicel
y cantinas
como Lázaros en un palmo de sol.
La marea intenta ayudarme:
desentierra una tibia
(pero sumerge la clavícula)
y solapa cabellos
(aunque ya sin cabeza).
El tiempo es nuevamente piel bronceada y tejabanes,
una radio de pilas, jícaras, embriaguez
de pescado podrido,
voces de niños colgadas de la tarde
como lámparas encendiéndose una a una,
torsos que se desnudan en la espuma
con un gesto tan viejo que es la viva pureza.
El tiempo no cambia de lugar.
Si las palabras no salieran al encuentro de este instante
el mar sería sólo una infinita procesión de melodías equivocadas.
Los dioses de todas las provincias del miedo
se olvidaron de mí. No me visitan
ni siquiera en medio de esta bella celada.
Busco en vano mis restos
frente a Playa Miramar.
2
De una salva de viento
florecen las gaviotas como llamas oscuras.
Los baños están sucios
y ya casi no nos queda gasolina.
El silencio es un seco mendrugo
de las seis de la mañana.
Los colores ascienden de la tierra
como lajas bajo un tajo de bronce.
Una adolescente de bikini rojo
con un tatuaje falso al final de la espalda.
En la gasolinera
vomitamos por turnos.
Después otra cerveza:
una luna de aluminio al ras del agua.
Hay un ciego en mis mosquitos, un molusco
enconchado en mis párpados.
El griego y Matthew Arnold
escucharon también esta sortija encantada.
A las ocho pensamos en comida
pero el sueño nos vence.
El mar habla dormido
como un viejo contando monedas que le faltan.
Despertamos cuando el arco iris
decolora las casas con su aspa de cristal.
De una salva de viento
florecen la Marina y el petróleo.
Tomo notas puntuales
pero no cabe la brisa.
Mis ojos son palabras que caminan en círculos.
Mis huesos un cadáver en la luz de otro día.
3
Cosas que dan felicidad:
Limpiar los camarones que vas a comerte.
Cazar un animal en los ojos de una muchacha.
Tener en el bolsillo las monedas exactas.
Cosas que dan insomnio:
Un suspiro de cáncer punzando en el esófago.
Una gasa de diesel flotando sobre el rostro.
Una escalera roja entrevista en el sueño.
Cosas lentas:
Relojes de arena mojada.
Un parpadeo entre dos gaviotas.
Estrellas que parecen náufragos del Titanic.
(El cielo se empoza. El tiempo
no cambia de lugar.)
Hay en mi boca un príncipe quitándose la túnica,
hay una mantarraya de gas matando pájaros,
hay jardines de veneno
y senderos flanqueados de naranjos:
cosas
que van al vértigo.
La oscuridad empuña todo el Golfo de México.
Yo soy ese caballo
al final de la rienda.
Ciudad Madero, primavera de 2002

Tan claro como una tumba

Para Lauréline
Oscuro como la tumba donde yace mi amigo
Malcolm Lowry
1
Una esfera lúcida: viento,
colibríes,
esquizofrenia atravesando las montañas.
El bosque a donde fuimos, aserrín
de alto voltaje derramado en la niebla
–mas sin fulminación: todo tan claro
como una tumba a ras de aurora.
Vine a morir –farsa backp...

Índice

  1. Cubrir
  2. Portada
  3. Derechos de Autor
  4. Índice
  5. I. Xanadú
  6. II. Poemas para la televisión
  7. III. Sound System en Provenza
  8. IV. Autobuses de Oriente
  9. V. Gengis Khan