Entre la Independencia y la pandemia
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Entre la Independencia y la pandemia

Colombia, 1810 a 2020

  1. 850 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Entre la Independencia y la pandemia

Colombia, 1810 a 2020

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Información del libro

Entre la Independencia y la pandemia es un libro apasionante y retador que recoge los hechos importantes de la historia de Colombia para entender con perspectiva los grandes dilemas de nuestro presente: ¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades de Colombia? ¿En qué somos distintos de los países vecinos? ¿Quiénes son los culpables de la violencia? ¿Qué tan débil es de veras el Estado colombiano? ¿Cómo se han hecho las grandes fortunas? ¿vendrá la paz estable y duradera después del millón de muertos que ha causado nuestra violencia? Al fin de cuentas, ¿para dónde va Colombia en los próximos años y cómo podríamos hacer mejor ese futuro?

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Información

Año
2022
ISBN
9789585586901
VIII
Post scriptum: en tiempos de pandemia
(Principios de 2020-finales de 2020)
Incertidumbre
Cuando estaba acabando de escribir este libro me enteré de que en una ciudad para mí desconocida de China había aparecido un virus contagioso y eventualmente letal. Como creo que hicimos casi todos, pensé en las epidemias que habían afectado a algunos países en los últimos años y que después de despertar cierta alarma habían sido controladas o al parecer se habían extinguido por sí solas; algo así como el SARS que en 2003 había contagiado a 8.098 personas en el mundo (ahora me entero de la cifra), como la gripa porcina H1N1 que paralizó a México en 2009, como el brutal ébola que entre 2014 y 2106 nos había conmovido desde el África, quizás como la fiebre chikungunya o los brotes de dengue y de Zika en Colombia que habíamos cubierto en Razón Pública (de hecho, el primer artículo sobre el nuevo virus apareció en la revista de actualidad que dirijo en la edición del pasado 2 de marzo1).
Aquella era la época, que hoy parece lejana, cuando no todos éramos virólogos por necesidad y la traigo a colación porque confirma que el futuro no se puede predecir o, en todo caso, que este modesto escritor no lo predijo. Podría sí decir que este nuevo capítulo en la historia de Colombia comenzó, como todos, por fuera del país, que “antes de ser colombianos somos parte de la humanidad” y que “muy probablemente seguiremos progresando con la humanidad, más o menos al ritmo de la humanidad, mientras la humanidad siga avanzando”. Pues el virus bautizado como SARS-Cov-2 y causante de la COVID-19 es en varios sentidos el obstáculo más grave que ha enfrentado la humanidad en los últimos siglos: lo es en el sentido de que hoy somos muchos más los habitantes del planeta, de que el contagio se extendió prácticamente a todos los Estados y territorios del mundo (unos doscientos veinte según cuentas) y que la densidad de los nexos económicos más la globalización informativa han hecho que un número sin precedentes de personas se vean o se sientan afectadas por la amenaza del virus y/o por las consecuencias de las medidas adoptadas para confrontarlo.
Es muy difícil analizar la situación cuando estamos ante un mar de incertidumbres, cuando las cosas cambian a gran velocidad y cuando los mejores cerebros de la Tierra están pensando de manera obsesiva en este asunto. Espero que las ideas que esbozaré a continuación tengan algún sentido o validez duradera (y, sobre todo, espero vivir lo suficiente para ver si la tenían; la imagen no me agrada, pero en mi edad y oficio no deja de asomarse aquel colega distante, el fraile franciscano John Clyn, en cuya celda encontraron este manuscrito: “Dejo pergamino con el fin de que esta obra se continúe, si por ventura alguien sobrevive y alguno de la estirpe de Adán burla la pestilencia y prosigue la tarea que he iniciado”2; el texto data de 1348 y para tranquilidad de mi familia quiero más bien pensar en las cosas que han cambiado en los seiscientos setenta y dos años transcurridos desde entonces).
El mar de incertidumbres comienza por las cifras o estadísticas básicas sobre la pandemia, cuyos problemas de confiabilidad son tales que pueden invalidar cualquier inferencia o proyección que se apoye sobre ellas. El dato más elemental, el número de personas contagiadas por el SARS-Cov-2, depende de la disponibilidad de exámenes de laboratorio, que a su vez han sido muy escasos y desigualmente repartidos en el mundo. El número de muertes suele ser la cifra más confiable con que cuentan los demógrafos, pero en esta ocasión es bien posible que muchas de ellas estén mal diagnosticadas o se atribuyan a las causas que no eran —sin añadir que los gobiernos, tal vez muchos gobiernos, oculten la información por motivos políticos o que el subregistro suele ser mayor en los países pobres donde vive la mayor parte de la humanidad (de hecho ya parece que el subregistro es inmenso3)—. Estos reportes dudosos de cada país alimentan las series que día a día actualizan la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros centros internacionales, series estas que a su vez utilizan incontables analistas en toda clase de especialidades y cuyas conclusiones son tan frágiles como las cifras en las cuales se sustentan. Lo mismo ocurre, pero peor, con los múltiples indicadores económicos y sociales que están siendo afectados por la pandemia (caídas en las ventas, tasas de pobreza, deserción escolar, violencia intrafamiliar...) y sin embargo son utilizados por ministerios y organismos multilaterales para hacer proyecciones cuyo parecido con la realidad... será pura coincidencia.
Bajo tales circunstancias quizás hubiera sido más sensato no añadir este post scriptum, pero sucede que pasarán más años de los que me quedan para que alguien reconstruya las series estadísticas sobre la pandemia que estamos viviendo (una tarea tan difícil que tiene nombre propio entre las ciencias sociales —el nombre de cliometría, por Clío, la musa de la historia—). No puedo entonces exagerar la advertencia acerca de la precariedad de las cifras subyacentes a mi análisis: la medición confiable es la base de las ciencias (incluso hay quienes dicen que la ciencia es medición4) y aun en la lectura que propuse en este libro (la ciencia como conjunto ordenado de explicaciones sobre las apariencias) admitiré de buena gana que las explicaciones son ilusorias si las apariencias... no son como parecen. Esta cuestión ha trasnochado a los filósofos de todos los tiempos, así que en este punto me limito a advertir que utilicé las fuentes más autorizadas y en lo que sigue trataré de navegar por entre el mar de explicaciones ad hoc sobre lo que (parece) estar pasando en este o aquel país, ciudad o región del mundo o de Colombia, los informes de la prensa internacional (que en realidad es la prensa del Norte) y la maraña de libros o artículos científicos que han llamado mi atención en estos días de confinamiento.
Eso sí: eché mano del recurso que sigue siendo más seguro, el de las explicaciones más generales o que han mostrado más capacidad para dar cuenta de apariencias numerosas —lo cual, en castellano, significa comenzar con un grado elevado de generalidad o abstracción que le da solidez a las hipótesis y se va aterrizando en el terreno cada vez más movedizo de las afirmaciones sobre el aquí y el ahora de Colombia—. En vez de recapitular las noticias de estos últimos meses, y también en lugar de escudriñar nuestras dudosas estadísticas, esta postdata examina con un cierto detalle en qué precisamente consiste el desafío novedoso que tenemos, para a partir de aquí entender y comparar los tipos de respuestas que se han dado en diferentes países, y ya con estos elementos a la mano aterrizar de manera ordenada y resumida en las cifras y sucesos de estos últimos meses en Colombia.
Hay un motivo adicional, formidable e intelectualmente fascinante, para intentar este enfoque deductivo y multidisciplinar: la pandemia desnudó súbitamente la inadecuación y los peligros de las visiones del mundo inevitablemente parciales y sesgadas que tenemos los humanos. Recordemos que cada ideología niega u oculta ciertos hechos o aspectos de la realidad —y es por eso que nuestras convicciones arraigadas no cambian, aunque nos muestren evidencias en contrario—; cada ideología minimiza además ciertos valores que para otras personas son fundamentales (y es por eso que no llegamos a acuerdos sobre qué es lo prioritario). Así funcionan las sociedades humanas, pero una pandemia es un fenómeno natural sujeto a leyes simples e implacables que redefinen cuáles hechos o aspectos de la realidad importan o dejan de importar y que agudizan las tensiones entre valores legítimos en cada sociedad. El resultado ha sido un desajuste de grandes proporciones entre las verdades y valores que teníamos y aquellos otros que hoy por hoy son relevantes; la reacción automática de los académicos, de las autoridades y en general de todos los sectores, es abordar el desafío de la pandemia desde su propia especialidad, órbita de competencia, interés sectorial o herramientas disponibles, pero nada garantiza que aquellos enfoques, actuaciones o instrumentos ayuden a comprender o a resolver el problema. Todas o casi todas las personas o entidades actúan por supuesto de buena voluntad, pero su aporte puede y suele ser irrelevante, desenfocado e incluso perjudicial; infortunadamente son muchos los expertos en cosas que no vienen al caso y quieren ayudar pero en efecto estorban, los médicos que no son intensivistas, los académicos que escriben sobre su tema en relación con la COVID-19 así el título sea, por ejemplo, “los patógenos en el teatro japonés del siglo XVII”, las ONG que siguen amarradas a sus causas, los economistas que siguen siendo ortodoxos o marxistas, los opinadores y los jefes políticos que repiten su cuento en versión pandemizada, las burocracias que gastan sumas millonarias en lo que no era, los simplemente egoístas que miran por lo suyo o hasta sacan tajada, los ministros que salen sobrando pero no se resignan, los lunáticos que dicen cosas en las redes, los presidentes que buscan reelegirse... Es la trampa de las ideologías que a todos nos acecha, es la gran dificultad para salir de los problemas que ha tenido Colombia... y es la razón para tratar —digo tratar— de entender exactamente el desafío o de mirar a la ciencia silenciando mi propia ideología. Por eso adopto una perspectiva interdisciplinaria y por eso empiezo desde muy arriba.
Cuatro fuerzas y dos vías
Entre los tiempos lejanos de fray John Clyn y los de este cronista hay dos cosas que en esencia no han cambiado y que creo siguen siendo necesarias para entender la pandemia y sus efectos: las leyes de la naturaleza y la libertad de los seres humanos. Hay otras dos cosas que sin embargo han cambiado y que son igualmente necesarias para entender la diferencia entre el siglo XIV y el XXI: la ciencia y el Estado de la modernidad o del proyecto de la modernidad. Naturaleza, libertad, ciencia y Estado serían las fuerzas ...

Índice

  1. Hernando Gómez Buendía
  2. I La paradoja: Doscientos diez años de balas y de votos
  3. El hallazgo
  4. Este libro
  5. El último capítulo
  6. II El personaje y el escenario
  7. Las violencias de Colombia en perspectiva
  8. Adenda: las violencias no políticas
  9. Dos fases o tres períodos
  10. Las constantes
  11. Adenda: las causas de la violencia
  12. III El período de las guerras en el centro
  13. Un Estado muy precario
  14. Religión y partidos, en lugar del Estado
  15. Partidos, territorio y política económica
  16. Aparato del Estado y primacía de la ley
  17. A las buenas
  18. Y a las malas
  19. IV Hacia el orden conservador
  20. Respice polum
  21. Coffea arabiga
  22. El secreto de Colombia
  23. Los años turbulentos (1930-1957)
  24. De las violencias al conflicto interno (1902-1964)
  25. V Las guerras en la periferia
  26. Guerras de perdedores
  27. Las derrotas del Estado
  28. Adenda: los muertos periféricos
  29. Deshaciendo los ejércitos
  30. El último capítulo (otra vez)
  31. Adenda: guerrillas residuales y violencias rentística y social
  32. VI Construyendo país
  33. La gente y la economía
  34. Un progreso disparejo
  35. El Estado y los partidos
  36. Adenda: El Estado en ascenso
  37. Del país premoderno al país posmoderno
  38. vii EPÍLOGO: LO QUE SIGUE
  39. VIII Post scriptum: en tiempos de pandemia
  40. Adenda: luces al otro lado