La mente a juicio
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La mente a juicio

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La mente a juicio

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Información del libro

A menudo en lugar de pensar somos "pensados" por nuestra mente, que termina dominando nuestra vida.Y si la mente nos gobierna, y puede producir guerras, conflictividad, miseria y sufrimiento, ¿por qué no hacerla responsable?, ¿por qué no llevar la mente a juicio?Un caso basado en hechos verídicos con protagonistas reales es la llave para sentar a la mente en el banquillo de los acusados, y observar qué tiene para decirnos y cuál es su defensa, seguramente desde allí develaremos muchos de sus misterios y secretos.¿Por qué leer este libro? Porque es un desafío, te desafía a descifrar el entramado que propone la mente, pero no desde la neurociencia, la psicología u otras disciplinas, sino al ser acusada ante un Tribunal, con otra nueva y diferente mirada que nos permita decodificarlo, y así lograr obtener, a modo de un gran premio, enseñanzas útiles, simples, prácticas y provechosas para nuestra propia vida personal. Por todo esto, y mucho más te pregunto ¿estás dispuesto al desafío de llevar la mente a juicio?

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Información

Año
2022
ISBN
9789878723211
Edición
1

PARTE I

EL JUICIO A LA MENTE. UN CASO BASADO
EN HECHOS REALES

Aclaración previa
El caso judicial que pasara ante tus ojos, a partir de las próximas páginas, está basado en hechos reales.
La fuente de donde proviene este caso, no ha sido ningún artículo periodístico, extracto de internet, ni nadie me lo ha relatado, en realidad lo he vivido en primera persona, simplemente ha sido parte de mi propia vivencia personal como abogado, en el ejercicio profesional de mi carrera, que he llevado adelante durante casi tres décadas.
Para salvaguardar el derecho de las personas involucradas en el caso, se han modificado los nombres y demás datos personales de los mismos, así como fechas y lugares. También, en el relato del juicio se han utilizado dichos, expresiones y conceptos simples, evitando el lenguaje forense o técnico para facilitar la comprensión del lector. Finalmente se omitieron detalles de aspectos formales o protocolares del trámite judicial, que resultan innecesarios citarlos.
Prolegómenos al caso -Acusar a la mente
“Hay dos decisiones importantes en la vida:
aceptar las condiciones actuales
o aceptar la responsabilidad de cambiarlas”
Dr. Denis Waitley.
Se quitó las gafas, y las arrojó ligeramente sobre el expediente abierto de par en par sobre su escritorio, se levanto de la butaca y se acercó a una de las ventanas de su despacho.
Miro hacia la calle con la mirada perdida sin ver nada en particular, no podía creer que a sólo diez meses de jubilarse como magistrado, debía conocer en ese caso casi ridículamente extraño, tan inusual, era preocupante para él, algo raro a esta altura de su carrera, donde casi no había cosa alguna del cielo para abajo que ya lo inquietara.
Pero este caso era diferente.
Se sentía incómodo interiormente, una intranquilidad que venía de algún lado, una especie de presentimiento inquietante.
Claro que influía el desafío de ser aquél caso, el primero en la historia judicial del país e incluso sin antecedentes en el mundo, de llevarse adelante la novísima y flamante doctrina “radix arboris poisoned”, conocida como la doctrina de la raíz del árbol envenenado.
Esta doctrina judicial aceptada, se refería a la influencia o el poder de una persona sobre otra para determinar o alterar la forma de pensar, de actuar y hasta de sentir, trayendo como consecuencia graves perjuicios en la vida de la persona influenciada.
El magistrado estaba algo turbado por la “moda” de estas nuevas teorías, no creía nada en las mismas, de hecho se había declarado incompetente para resolver la cuestión, pero la corte superior resolvió lo contrario, por lo que no tuvo alternativa más que llevar el caso adelante en su Juzgado.
Tocaron la puerta, el secretario ingresó veloz al despacho y afirmo que ya estaban presentes, y le pregunto si los hacía pasar, el Juez Juan Verum, le dijo: –bien, que pasen.
Cinco minutos después, sentado nuevamente en su butaca, y ya hechos los saludos formales, miró fijamente a los abogados de las partes, sentados del otro lado del escritorio, y seriamente con un dejo de molestia, les dijo:
–Son muchos años al frente de este Juzgado, ya deben saber que me produce malestar estomacal los planteos “raros” o “extraños”, veo demasiada prueba que vamos a ordenar y simplificar, pero antes, antes de eso… (miro muy fijo a ambos abogados) –quiero que me prometan algo (hizo un silencio de unos segundos) y les dijo: –hay mucha prensa y bastante revuelo con este caso, les pido seriedad en su conducta profesional en este Juzgado, no quisiera que se transforme en un circo.
Los abogados no dudaron en asentir, aunque el tiempo diría hasta que punto ganar el caso era lo único que importaba, incluso si para hacerlo era necesario llevar el mismísimo “cirque du Soleil” al Juzgado.
Primer día de audiencia oral -
Presentaciones demanda y defensa
La sala de audiencias del Juzgado estaba ocupada en todas sus butacas por asistentes registrados, la prensa, y por su lado, las partes y sus abogados estaban ubicadas de manera enfrentadas una a la otra a cada lado de la sala, el personal policial a la vista y la entrada del Juez junto a dos secretarios no se hizo esperar.
El Juez Verum, se sentó rápidamente en el estrado, tomó el micrófono, levantó la vista, y con voz resuelta dijo: –Buen día. Para dar inicio a las actuaciones, le voy a ceder primero la palabra al abogado de la parte demandante para que exponga sobre la acusación promovida. Sr. Abogado, proceda por favor– miro seriamente al abogado, sabiendo que daba inicio a la movida de la primera ficha de un gran juego llamado proceso judicial.
El abogado de la demandante, un millennial de unos 25 ó 26 años de edad, vestido con un traje marrón café, que aunque impecable, era un estilo añejo, diría “vintage”, que hubiera sido más adecuado lucirlo en la década de los cincuentas o sesentas. Alejó su smartphone de su vista, se ajustó el botón del medio del saco, se inclinó hacia delante de su butaca, tomó el micrófono, no sin antes carraspear su garganta, y dijo:
—Gracias, Sr. Juez. Voy a exponer brevemente las razones de hecho y de derecho que nos trajo hasta aquí. Mi clienta, aquí presente, la Sra. Juana Sehumano, es una mujer de 39 años, una buena mujer, una ciudadana honesta y una vecina solidaria, sin embargo, su vida ha sido un verdadero calvario, por momentos una pesadilla, una serie de hechos que la han hecho sufrir y padecer, así es, luego de un parto complicado, nació prematuramente, luego la madre la abandonó a la entrada de una iglesia, fue dada en adopción a partir del año y medio de vida. Pero este padre adoptivo prácticamente estuvo ausente durante sus primeros años, y dejó librado ese cuidado tan especial en la primera infancia a una niñera. A los tres años de edad, se le descubrió una anomalía cardiaca, una arritmia cardiaca, a partir de allí nunca dejó de ingerir medicación coronaria. A los cinco años de edad, tuvo un accidente en la cocina del hogar, derramo sobre si misma agua hirviendo de una olla de cocina, producto de lo cual sufrió quemaduras de segundo grado en el brazo derecho, parte del cuello y el lado derecho del cuerpo, debió someterse a extenso tratamiento médico por varios meses y hoy su cuerpo se encuentra con varias cicatrices de quemaduras. A los siete años de edad, sufrió un accidente de tránsito a la salida de la escuela, (tras esperar que la pasen a buscar, cruzo sola la calle y fue arrollada por el autobus escolar que estaba haciendo maniobras para estacionar), tuvo fracturas y escoriaciones múltiples, estuvo internada varias semanas, y luego tuvo que seguir haciendo reposo, enyesada en su casa, y no pudo concurrir a clases, por lo que perdió el primer año de la escuela. A partir de los ocho años de edad, comenzó a tener deficiencias auditivas transitorias, nunca tuvo un tratamiento médico, hasta que se le presentó una hipoacusia definitiva, por la que tuvo que dejar la escuela y a sus compañeros para acudir a un colegio de sordos e hipoacúsicos. Hoy mi clienta tiene una pérdida del 72% de su capacidad auditiva, y si no fuera por los audífonos que utiliza, prácticamente no escucharía casi nada.
A esta altura del relato, las personas presentes en la sala de audiencias que no habían tenido conocimiento previo de la vida de la demandante, empezaron a mirarla con una mirada diferente, una mirada penosa, no era común escuchar tanto infortunio en la vida infantil de alguien. La lástima flotaba en el aire al son del relato del letrado, que por cierto, buscaba justamente ese efecto. El abogado prosiguió:
—Si la infancia de Juana, fue gris, su adolescencia no fue la excepción, Sr. Juez. Entre los 12 y 13 años de edad, se le diagnosticó trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que la complicaría con problemas de conducta en la escuela secundaria. Fue expulsada de dos instituciones, y nunca pudo concluir sus estudios secundarios. En esta parte del relato, dejo sentado que he sido autorizado por mi clienta para expresar lo que voy a manifestar seguidamente– hizo un silencio de unos 10 segundos, para ganar cierto de ala de misterio y continuó:
—A los 15 años recién cumplidos, fue sorprendida por alguien que entró a su casa y fue abusada sexualmente por un hombre al que nunca se pudo identificar. La causa fue cerrada y archivada luego que la investigación no arribara a ningún resultado positivo. Lamentablemente luego de aquella violación, quedó embarazada… pero perdió el bebe a la semana 21 de embarazo. Juana fue asistida por intento de suicidio, hasta que finalmente se fue de la casa en la que se crio tan pronto cumplió la mayoría de edad, sobrevivió un tiempo con el dinero de la pensión por discapacidad auditiva, y luego, consiguió empleo como niñera, y después como mesera en un restaurante, y ahora, empleada de un supermercado. Hoy sufre de síndrome de ansiedad generalizada y trastorno depresivo persistente, con internaciones hospitalarias varias. Hasta aquí, les he hablado de mi clienta y sus padecimientos. Ahora les voy a relatar quien es el causante de todo ese daño, y la relación existente entre los perjuicios sufridos y quien lo provoco– el abogado tomó un breve sorbo de agua, y se sintió a gusto con el silencio de la sala de audiencias, como si fuera la sala de un cine con las localidades agotadas proyectando un film atrapante.
Continuó: –La perversa, consistente en el tiempo y profunda influencia del demandado, el Sr. De Lamente, sobre quien fuera su hija adoptiva, la demandante, es la explicación por la cual ésta última sufrió tantos padecimientos en su vida. Quedará probado que el demandado fue el único causante de tanto sufrimiento y dolor, y que es el único responsable de los daños y perjuicios ocasionados. Para ello, vamos a apoyarnos en la doctrina de la Corte Suprema sobre la doctrina de la raíz del árbol envenenado, en cuanto a que la psiquis de mi clienta fue sometida sistemáticamente, durante los años de su infancia y parte de su adolescencia, a una programación subconsciente destructora, demoledora y ruinosa para la salud psicofísica sana de su hija, provocándole secuelas, consecuencias nefastas en su vida, muy lejos de la conducta asumida por un buen padre de familia, atento, afectuoso, amoroso y contenedor, mi clienta recibió ataques constantes a través de mensajes violentos, crueles, atroces e inhumanos. En suma, concluimos que en gran medida las enfermedades, trastornos, síndromes, accidentes, infelicidades y desdichas acumulados en la vida de la demandante ha sido causada por este señor, el demandado, quien debe hoy pagar por ello y hacerse justicia– Hizo un abreviado silencio, y agregó: –Por eso, hoy venimos a reclamar una indemnización por los daños y perjuicios sufridos por mi clienta, en la suma justa que este Tribunal considere a su saber y entender, y que llegado el caso, el demandado sea detenido y Juzgado en un Tribunal penal por los posibles delitos que cometiera. Eso es todo, Sr. Juez–
El Juez Verum, aprecio en su interior que la presentación se haya ajustado a lo hablado en su despacho, 10 ó 15 minutos de extensión.
Luego, paso la palabra a la abogada de la parte demandada, que esperaba concentrada su turno de exponer. Destacaba en un elegante traje azul marino, cabello largo recogido, y los tacos altos de sus zapatos negros sostenían sus 48 años de edad con soltura y cierta agilidad. Ella, era la especialista en este tipo de casos de un buffet de muchos abogados, y su imagen hacía honor a su reputación profesional de mujer “combativa”, nunca dejaba pasar ninguna ocasión para posicionarse ante quien sea y como sea. Su voz resuelta y firme se escucho en la sala de audiencias.
–Gracias Su Señoría. Hoy venimos a presentarnos porque hemos sido citados por este Juzgado, mi cliente, el Sr. Adolfo De Lamente, ha sido insólitamente demandado, por su hija adoptiva. Y decimos que es insólita esta demanda porque luego de escuchar la presentación de los hechos, los mismos se asimilan a una novela mediocre, llena de dramatismo y plagada de accidentes y enfermedades, que lamentamos, pero en nada tienen que ver estos hechos fortuitos con cualquier responsabilidad de mi cliente, que desde ya negamos enfáticamente. Estamos en estado de total sorpresa, diría de perplejidad, es que fue mi cliente quien adoptó a Juana hace unos 37 años y medio, cuando era tan solo un bebe, la cuidó, la crio, la educó, y se hizo cargo de ella hasta que un día, al cumplir la mayoría de edad, Juana decidió alejarse definitivamente de su hogar, marchándose sin siquiera avisar a que lugar y por qué. Inútiles fueron los intentos de su padre para que regrese. Probaremos que más que un buen padre de familia, cumplió un rol de madre–padre, que fue afectuoso, dedicado y que le proveyó a su hija de todo lo necesario e indispensable para que sea alguien feliz, sana y educada. Hemos acompañado documentación que será exhibida, y los testigos varios que relataran la buena persona y excelente padre que fue mi cliente en todos esos años. Finalmente en relación a la mencionada doctrina de la raíz del árbol envenenado, en la que se basa la demanda, en cuanto a que la psiquis de la demandante fue “abducida” por la influencia sistemática de mi cliente, causándole a su hija una vida “miserable” con secuelas psicofísicas graves, no es aplicable al caso y si lo fuera, tachamos la misma de inconstitucional, por ser contraria a garantías constitucionales del debido proceso, defensa en juicio y el respeto de la dignidad humana y la garantía efectiva y real de los valores superiores de igualdad, libertad y defensa en juicio– Al igual que su colega de la contraparte, tomó un ligero sorbo de agua y apenas apoyo el vaso en el escritorio, prosiguió:
–Su Señoría, quiero ser clara, y precisa, rechazamos y negamos categóricamente que mi cliente haya sometido durante la infancia y parte de la adolescencia a la demandante, no creemos en ninguna programación subconsciente ruinosa para su salud, provocándole secuelas o consecuencias negativas en su vida, creemos que todo el relato de enfermedades y accidentes sufridos, son hechos fortuitos o de responsabilidad de la demandante. Finalmente, quiero destacar que mi cliente ha sido asesorado, en cuanto a que a partir de la presente denuncia judicial hecha por su hija, goza del derecho de desheredar a la demandante, pero por el momento no ha considerado efectuarlo. Para terminar, expreso que mi cliente se encuentra muy dolido emocionalmente por esta demanda sin sentido e injustificada que se le acusa, y espera que se aclare esta situación y quede demostrado que gran parte de su vida, fue dedicada con amor a su hija. Por ello, pido a Su Señoría se sirva hacer justicia–
Segundo día de audiencia oral -
Informes científicos. Pericias médica
y psicológica
En la sala de audiencias estaba desplegada en un costado visible desde el estrado y desde los escritorios de las partes, una pantalla de unas 150 pulgadas apoyada con un trípode y un proyector ubicado en un escritorio improvisado.
El Juez le dijo a su secretario que verificara si se encontraba todo listo, luego de un momento, en el que se chequeo que la pantalla fuera perfectamente visible a las partes, el Dr. Oscar Luendo, perito médico especialista en pediatría del Juzgado tomó el micrófono, se presentó y expresó en que consistiría el informe pericial.
Luego de más o menos una hora de exposición sobre historias clínicas y estudios médicos de Juana, llegaron las preguntas de los abogados de las partes.
El abogado de Juana, dijo: –Doctor, usted ha tenido acceso a toda la información médica de mi clienta, y la ha revisado personalmente, dígame que periodo de la vida de Juana, fue en la que sufrió enfermedades y accidentes.
–Definitivamente en su infancia, y en su primera adolescencia, digamos entre los 3 años de vida, en la que se le ...

Índice

  1. AGRADECIMIENTOS
  2. PARTE I
  3. PARTE II
  4. Capítulo I
  5. Capítulo II
  6. Capítulo III
  7. Capítulo IV
  8. Capítulo V
  9. Capítulo VI
  10. Capítulo VII
  11. Capítulo VIII
  12. PARTE III