La leyenda del monje y el mercader
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La leyenda del monje y el mercader

  1. 208 páginas
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La leyenda del monje y el mercader

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Índice
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Información del libro

Una parábola que invita a la reflexión e ilustra importantes verdades acerca del trabajo, las finanzas, el liderazgo y el carácter.

En la Roma del siglo dieciséis, Antonio prepara a su nieto Julio, de dieciocho años, para que se integre a los negocios de la familia. Sus conversaciones, complementadas con los doce principios para el éxito que se encuentran en el diario de Antonio, invitan a los lectores a revisar sus propios pensamientos sobre cómo las personas de fe pueden participar en el mundo de los negocios y a la vez honrar a Dios.

Los principios de Antonio, que incluyen «Trabaja duro y Dios te prosperará», «Vé los desafíos como peldaños, no como obstáculos», «Vive sin deudas y dentro de tus posibilidades» y «Separa el primer 10% para honrar a Dios», son especialmente relevantes en el ambiente del siglo veintiuno, donde con frecuencia las actividades comerciales son tratadas con escepticismo por creyentes y no creyentes por igual.

Un libro que Dave Ramsey acredita con haberle aclarado sus propios pensamientos sobre la relación entre los negocios y la iglesia, La leyenda del monje y el mercader afinará la comprensión de los lectores respecto a sus carreras, riqueza y éxitos.

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Información

Editorial
HarperEnfoque
Año
2014
ISBN
9781602559745


GUÍA DE ESTUDIO
SESIÓN UNO
LA DIVISIÓN ERRÓNEA ENTRE EL MONJE Y EL MERCADER, ENTRE EL CLERO Y EL LAICADO
En su libro Marketplace Christianity, Robert Fraser afirma:
Los heroes cristianos modernos son ministros vocacionales: Rees Howells, David Brainerd, George Muller, Charles Wesley, Charles G. Finney, Jonathan Edwards, John Calvin, Smith Wigglesworth, la Madre Teresa y muchos otros.
En contraste, la mayoría de los héroes bíblicos no eran sacerdotes. Abraham era un hacendado y un hombre de negocios; José era un mercader y un hábil administrador. Josué y Caleb eran generales; David era un pastor, un general y un rey; Daniel y Nehemías eran administradores gubernamentales. Pero estos héroes bíblicos han sido interpretados para nosotros a través de los ojos de los sacerdotes de nuestros días y han sido despojados de su identidad profesional.1
En la catedral, Felipo compartía con Alessio un importante versículo de la Biblia, Apocalipsis 1.6 donde se lee que Jesús «nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios, su Padre». Ha hecho es una forma verbal que denota continuidad por lo cual es más apropiado entender el versículo como diciendo: «sigue haciéndonos reyes y sacerdotes».
Una de las doce tribus de Israel era la tribu de Levi. Bajo el antiguo pacto, los levitas eran apartados como una tribu de sacerdotes para servir a Dios (Números 3.5–10). Las otras once tribus tenían que ir a través de los levitas para adorar y hacer sacrificios. Pero bajo el nuevo pacto, debido a que ahora todos los cristianos tienen el Espíritu Santo, cada creyente es un sacerdote y puede adorar personalmente a Dios y ministrar a Dios y a su pueblo:
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16.7)
Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. (1 Pedro 2.5)
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2.9)
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. (Efesios 4.11–12)
Todos los cristianos están en el ministerio. Dios los considera a todos sacerdotes. Algunos son ministros vocacionales (recibiendo un salario) y otros lo llevan a cabo en el mundo de los negocios (y no reciben un salario por su ministerio).
Pero sea en un ministerio vocacional (monje) o en un ministerio en el mundo de los negocios (mercader) hemos sido llamados a ir y hacer «discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mateo 28.19–20).
Este mandato de Jesús se conoce como la Gran Comisión y aplica a todos los creyentes porque cada cristiano es un sacerdote y está en el ministerio. El cristianismo no es un deporte para mirar desde la tribuna desde donde la congregación (llamada el laicado) observa a los ministros vocacionales (llamados los clérigos) hacer el trabajo que corresponde a todos.
Apocalipsis 1.6 dice que todos somos «reyes» a la vez que «sacerdotes». Un rey es alguien que tiene autoridad e influencia sobre un grupo de personas. Seguramente usted habrá oído decir que el hogar de un hombre es su castillo y que él es el rey de ese castillo y sus habitantes; es decir, su familia. Una mujer es una «reyecita» de sus hijos. Usted puede tener una posición de autoridad sobre un grupo de personas en su lugar de trabajo o puede tener influencia sobre personas en la escuela de sus hijos o en su vecindario. Aun quienes ostentan un ministerio vocacional son reyes con influencia fuera del mundo religioso.
En el prólogo, Dave Ramsey dice que la lectura de La leyenda del monje y el mercader le ayudó a clarificar sus pensamientos acerca del falso conflicto entre iglesia y comercio:
Terry Felber, su autor, me ayudó a poner todo el asunto de iglesia/negocios bajo una nueva luz. Por fin podría decir que el monje es santo ¡y que igualmente lo es el mercader! Lo que este hace es un ministerio… No hemos sido llamados a separar nuestra vida espiritual de nuestra vida laboral ni a separar nuestra asistencia a los cultos de adoración los domingos con las sesiones de trabajo del lunes por la mañana. Dios está en ambos y tiene sus bendiciones también para ambos…
Todos en el edificio saben que están operando bajo un llamado sublime, porque nuestro trabajo es santo.
Charles Spurgeon corrobora el concepto de Ramsey de que todos estamos involucrados en el ministerio, sin importar en qué estamos empleados: «Cualquier cristiano tiene el derecho y la capacidad de diseminar el evangelio; es más, no solo tiene el derecho, sino que es su responsabilidad hacerlo mientras viva… La propagación del evangelio se ha dejado no a unos pocos sino a todos los discípulos del Señor Jesucristo».2
Muchos países que están cerrados a los misioneros cristianos dan gustosos la bienvenida a hombres de negocios. De modo que cuando ponemos a trabajar el ministerio en el mundo comercial no hay país que permanezca cerrado al evangelio.
PARA ANÁLISIS
• ¿Ha sustentado usted un paradigma erróneo, separando el clero y el laicado? ¿Ha puesto a las personas en el ministerio vocacional en un pedestal creyendo que ellos tienen una conexión más estrecha con Dios? Si lo ha hecho hasta ahora, ¿por qué?
• ¿Ha asumido sus funciones de rey y sacerdote? ¿Dónde es usted un rey con influencia? ¿Qué vías le ha proporcionado Dios para que desarrolle su ministerio?
• ¿Cómo se ve usted cumpliendo la Gran Comisión de que habla Mateo 28.19–20?
• ¿Qué dice la declaración de Spurgeon acerca de su llamado al ministerio?
• ¿Cuál de estos dos llamados, el ministerio vocacional o el ministerio en el mundo de los negocios cree usted que es más valioso? ¿Por qué?
SESIÓN DOS
LLAMADOS A OPERAR PRIMERAMENTE FUERA DEL LUGAR DE REUNIÓN
Recuerde la Gran Comisión de Jesús (Mateo 28.19–20): «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado». Si analizamos por partes estos versículos, veremos que la palabra «id» en el original griego es poreuomai, que significa «salir». Esto significa que el creyente tiene que dejar el lugar donde acostumbra permanecer e irse a un lugar diferente. En otras palabras, los cristianos tienen que dejar sus lugares de compañerismo, las cuatro paredes de la iglesia. ¿Y hacia dónde irán?
Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes» (Mateo 22.1–13, énfasis añadido).
En esta parábola, el rey (representando a Dios el Padre) dice a sus siervos (representando a los cristianos que han confesado a Jesús como su Señor [Romanos 10.9]) «id, pues, a las salidas de los caminos». La forma verbal «id» que puede interpretarse como «salgan» es la misma palabra del griego para «salir» y que se vuelve a usar en Mateo 28.19. ¿A dónde tienen que ir (salir) los siervos de Jesús? A las salidas de los caminos. Aquí no se está hablando de las cuatro paredes de la iglesia. ¿Y qué tienen que hacer a la salida de los caminos? Invitar a la gente a las bodas.
A la iglesia, o cuerpo de creyentes, se la describe en la Biblia como la esposa de Cristo (Juan 3.29). La parábola ilustra que cuando Dios el Padre, el rey, aparece en la fiesta de bodas, a los que no están apropiadamente vestidos se les echará a las tinieblas de afuera.
Nuestro trabajo, entonces, como siervos de Dios, es salir a los caminos y traer a la gente a él, a su fiesta de bodas. Tenemos que plantar la semilla del evangelio del reino de Dios hasta las últimas regiones de la tierra (Hechos 1.8). Debemos entender, sin embargo, que nuestro trabajo es echar la semilla y no hacer que crezca. Este es trabajo del Espíritu Santo. También tenemos que entender que no todas las semillas que echemos caerán en suelo fértil o crecerán hasta la madurez (Mateo 13.3–8). Por eso es que vemos en Mateo 22.13 que algunos que vienen a la fiesta de bodas no estarán preparados para casarse con el hijo del rey por lo que tendrán que experimentar el «lloro y el crujir de dientes».
Cuando la Escritura dice en Mateo 28.19: «por tanto id y haced discípulos a todas las naciones», la palabra del griego que se usa aquí para naciones es ethnos, que quiere decir «gentes» o «grupos de personas». De aquí es de donde viene la palabra etnia. Por lo tanto, la traducción en Mateo 28.19 para «naciones» no se refiere a territorios geográficos sino que se refiere a grupos de personas. Entonces, ¿dónde están estas personas hacia las cuales tenemos que ir?
Steve Hickey ubica a los grupos de personas en varias esferas:
Dios quiere que la levadura del cielo permee el resto del planeta: las esferas de los gobiernos, las esferas de los medios de comunicación y las artes, las esferas de la educación y las esferas de la industria y el comercio. Dios no solo está interesado en su iglesia local.1
De igual manera, C. Peter Wagner identifica varios «moldeadores de cultura» que deben ser alcanzados por los cristianos:
Si queremos ganar el mundo, estas son siete montañas que moldean la cultura y las mentes de los seres humanos. Quien controle estas montañas controlará la dirección del mundo y, por tanto, la cosecha. Los siete moldeadores de cultura son: ...

Índice

  1. Cover Page
  2. Title Page
  3. Copyright Page
  4. DEDICATORIA
  5. CONTENIDO
  6. RECONOCIMIENTOS
  7. Prólogo
  8. CAPÍTULO UNO: LOS ESCALONES DE LA CATEDRAL
  9. CAPÍTULO DOS: EL MERCADER DE VENECIA
  10. CAPÍTULO TRES: HISTORIA DE DOS HOMBRES
  11. CAPÍTULO CUATRO: EL PRIMER ENCUENTRO
  12. CAPÍTULO CINCO: EL SEGUNDO ENCUENTRO
  13. CAPÍTULO SEIS: EL TERCER ENCUENTRO
  14. CAPÍTULO SIETE: EL CUARTO ENCUENTRO
  15. CAPÍTULO OCHO: EL QUINTO ENCUENTRO
  16. CAPÍTULO NUEVE: EL SEXTO ENCUENTRO
  17. Nota al lector
  18. Referencias bíblicas
  19. GUÍA DE ESTUDIO
  20. Notas
  21. Acerca del autor