Qué hacer cuando los jóvenes luchan con desórdenes alimenticios
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Qué hacer cuando los jóvenes luchan con desórdenes alimenticios

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Qué hacer cuando los jóvenes luchan con desórdenes alimenticios

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Cuando ayudar a los adolescentes en la multitud de problemas a los que se enfrentan durante la época de la vida por la cual están pasando, no hay ningún manual que lo resuelva todo. Tanto si trabajas con adolescentes, como si estás tratando de educarlos en tu hogar, lo más probable es que ya te hayas tropezado con unas cuantas cosas para las cuales te sentías carente de preparación por completo, o mal equipado para enfrentarte a ellas. ¡Pero no estás solo! En la impactante Serie de libros ¿Qué hacer cuando…? te estamos ofreciendo respuestas a los difíciles interrogantes a los que te tienes que enfrentar cuando surgen esos desafíos.Sabiendo que el noventa y cinco por ciento de las personas a las que se les ha diagnosticado un desorden en la alimentación son jovencitas adolescentes, es probable que te encuentres con este problema si interactúas con adolescentes. En "Que hacer cuando los adolescentes luchan con desórdenes alimenticios", el doctor Steven Gerali te ayudará en los siguientes aspectos: • La comprensión de los desórdenes en la alimentación, junto con los temas subyacentes que suelen contribuir a la aparición de esos desórdenes. • El reconocimiento de las señales de alerta que pueden significar que un adolescente está desarrollando un desorden en la alimentación.• La comprensión del papel y la responsabilidad que le corresponden a la iglesia en cuanto a movilizar ayuda para los adolescentes con desórdenes en la alimentación.• La creación de una intervención cuando los adolescentes o sus padres niegan la existencia del problema. • El desarrollo de una estrategia de referencia a un especialista para los adolescentes que necesiten ayuda para enfrentarse a sus desórdenes en la alimentación. En este práctico libro, descubrirás las maneras de identificar y ayudar a un adolescente que esté luchando con un desorden en la alimentación, y encontrarás una gran abundancia de recursos para conseguirles ayuda más allá de la que tú seas capaz de darles.

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Información

Editorial
Vida
Año
2014
ISBN
9780829764833
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Ana, una estudiante de secundaria, se veía activa, confiable y aparentemente estable. Su líder de jóvenes, Susana, la consideraba una «estudiante esencial» porque se mostraba amigable y se relacionaba muy bien con los demás. Ana aparentaba ser una adolescente normal.
Susana comenzó a sospechar que algo no andaba bien en ella durante el campamento de verano. Ana se dirigía al comedor a la hora de las comidas, pero no comía nada. Al confrontarla, dijo que no le gustaba la comida del campamento. Aunque a muchos de los chicos no les resultaba agradable el menú del campamento, de todas formas se las arreglaban para comer ensaladas, cereales, jalea y mantequilla de maní. Sin embargo, el caso de Ana parecía diferente. Nunca tenía la apariencia de «muerta de hambre» que una adolescente típica muestra cuando no le gusta la comida. En ocasiones, Ana picoteaba algo, como un plato de cereales, un bocado de alguna fruta o una rebanada de pan. Pero Susana comenzó a sospechar que eso era solo una cortina de humo para engañar a los demás.
Con frecuencia, Ana y sus amigas hablaban de dietas y de lo gordas que se veían, y Susana siempre les aseguraba que las veía muy bien. Pero Ana bromeaba y hacía comentarios sobre su peso más seguido que las otras chicas. La líder también empezó a notar que Ana permanentemente llegaba tarde y sola a las reuniones generales del campamento. Eso le produjo tantas sospechas que decidió actuar según la guiaban sus instintos. Entonces, una noche, después de que había comenzado la reunión, Susana se dirigió hacia la cabaña de Ana. Al entrar notó que su maleta estaba abierta y llena de comida chatarra. Susana también escuchó que Ana estaba vomitando en el baño, así que se sentó en la cama y esperó a que ella saliera. Al ver a Susana allí, Ana se sintió sorprendida con la guardia baja.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Susana mientras señalaba la maleta abierta.
— Odio la comida de aquí, así que traje la mía propia —respondió Ana.
—Pero estás vomitándola toda —replicó la líder.
—No me siento bien —contestó la chica.
—Creo que aquí pasa algo más de lo que estás admitiendo —señaló Susana.
Eso abrió la puerta para que Ana hablara con Susana y finalmente admitiera que, durante dos años, había estado comiendo compulsivamente y vomitando.
Susana conocía algunos hechos y estadísticas acerca de los desórdenes alimenticios, pero ahora el asunto se había convertido en una cruda realidad. Esa condición estaba afectando a una adolescente por la que ella se preocupaba profundamente; y también a la familia de aquella chica. Esto la motivó a llamarme y preguntarme: «¿Qué se debe hacer cuando los adolescentes luchan con desórdenes alimenticios?».
1.1 Alcance de este problema
Muchos líderes juveniles tienen una visión estrecha y simplista de los desórdenes alimenticios. La creencia es que los adolescentes con trastornos alimenticios simplemente no comen. Y si comen, lo hacen compulsivamente y luego lo vomitan. Más aun, consideran que esos desórdenes derivan de la vanidad y de la baja autoestima de las adolescentes que intentan encajar en el ideal de belleza impulsado por los medios y la cultura. Aunque la mayoría de los líderes de jóvenes se muestran solidarios ante la situación de una adolescente que lucha con este tipo de desorden, piensan que la cura es «solo comer» o volver a aprender a comer bien.
Otros líderes juveniles suelen asumir un enfoque alarmista y piensan que todos los adolescentes que están a dieta, o que son delgados por naturaleza, tienen un trastorno alimenticio. En general, la mayoría de los líderes actuales entiende que los desórdenes alimenticios constituyen un asunto crítico entre los adolescentes, pero tienden a pasar por alto su presencia en sus propios grupos.
Los adolescentes son las víctimas principales de los desórdenes alimenticios. A pesar de los esfuerzos de los grupos de trabajo nacionales para educar a los niños en edad escolar sobre estos peligros, los trastornos alimenticios continúan aumentando. La necesidad de ser amada y aceptada que tiene una chica es tan grande que, literalmente, se morirá de hambre si cree que eso le ayudará a lograr su propósito. El periódico de The Wall Street Journal informó que entre los años 2000 y 2006 el porcentaje de chicas que creían que debían ser delgadas para volverse populares aumentó del 48% al 60%.1 De las que están siendo tratadas por desórdenes alimentarios, el 86% informó haberse iniciado en ellos antes de los 20 años: el 10% con anterioridad a los diez años; el 33% entre las edades de once y quince; y el 43% entre las edades de dieciséis y veinte.2 De un número estimado de ocho millones de estadounidenses que padecen trastornos alimenticios (un millón de ellos, varones), el 95% son adolescentes entre doce y veinticinco años.3 Y millones más luchan con trastornos por atracones.4
Se cree que la anorexia nerviosa ocupa el tercer lugar entre las enfermedades crónicas que más afectan a los adolescentes de hoy.5 También cuenta con el índice más alto de mortalidad de todos los trastornos psiquiátricos. Su índice de fatalidad es doce veces mayor que todas las otras causas de muerte de chicas entre doce y veinticinco años de edad.6 Y la mayoría de las víctimas mueren a causa de complicaciones fisiológicas.7
La obesidad es otro de los desórdenes alimenticios diagnosticados que resulta cada vez más común entre los adolescentes. El Centro para el Control de Enfermedades ha reportado que entre los años 1980 y 2000, el número de niños y adolescentes obesos en los Estados Unidos se triplicó. Además, entre los años 2003 y 2006, el predominio de la obesidad entre los adolescentes de doce a diecinueve años se ha incrementado del 5% al 17,6%.8 Lo más triste es que solo uno de cada diez adolescentes que padecen estos trastornos alimenticios obtiene el tratamiento profesional que necesita.9
Los desórdenes alimenticios no suceden únicamente entre los adolescentes norteamericanos, sino que se han convertido en una preocupación mundial. Las estadísticas indican que el número de personas, tanto dentro de la cultura occidental como de la latina, que padecen de trastornos alimenticios resulta ambiguo en comparación con los casos que se dan en los Estados Unidos. Los desórdenes alimenticios constituyen un problema mundial que afecta a los adolescentes, y en verdad deberían volverse una preocupación para todos los líderes juveniles.
El trastorno alimenticio se caracteriza por producir alteraciones severas y anormales en el comportamiento relacionado con la alimentación (que van desde el no comer, hasta el comer demasiado o comer de manera poco saludable), junto con una ansiedad y preocupación por la imagen, y por la forma y el peso del propio cuerpo. Muchas veces este fenómeno tiene una morbilidad asociada con severos problemas mentales y físicos, incluyendo diversas formas de desorden en la alimentación.
Un adolescente que padece algún trastorno alimenticio se obsesiona con la comida, el ejercicio, la pérdida de peso, la imagen corporal, la salud y el control. La palabra clave de esta última oración es obsesión. Los adolescentes, debido a la etapa de desarrollo por la que atraviesan en su vida, se vuelven más sensibles a su peso, imagen corporal y apariencia general. Esta hipersensibilidad y preocupación puede ser malinterpretada como un trastorno. Sin embargo, los adolescentes que padecen desórdenes alimenticios están aún más pendientes de su imagen corporal y de su alimentación que los adolescentes promedio. Sus conversaciones, comportamientos, actitudes, deseos y tiempo giran en torno a ese trastorno.
1.2 Mitos acerca de los desórdenes alimenticios
Los trastornos de la alimentación son solo una cuestión femenina. Este mito resulta dañino porque hace que la gente pase por alto y no sea capaz de reconocer los síntomas que se presentan en un varón que los padece. Aunque los desórdenes de alimentación entre las mujeres sobrepasan en número a los de los hombres por casi siete a uno, eso no quiere decir que se trate exclusivamente de un problema femenino. Es preferible no discriminar por género en la interpretación de las señales y síntomas de los trastornos de alimentación (a menos que se especifique algo puntual en el libro). En un capítulo posterior nos dedicaremos a observar específicamente los desórdenes alimenticios entre los hombres.
Un profesional de la salud va a descubrir si mi hijo sufre un trastorno de la alimentación mediante los exámenes médicos de rutina. Por lo general, la gente niega tener problemas o comportamientos indicativos de un desorden alimenticio. Y los profesionales de la salud atienden con poca frecuencia a los adolescentes. Durante esas cortas visitas, cualquier fluctuación de peso puede ser considerada como un crecimiento normal del adolescente. A menos que un profesional de la salud esté buscando específicamente un trastorno alimenticio o que se lo haya advertido un padre preocupado, ese desorden pude fácilmente ser pasado por alto.
Los trastornos alimenticios solo tiene que ver con la apariencia y con la comida. Aunque la imagen corporal a menudo suele tomarse en cuenta en la epistemología de un desorden de alimentación, la mayoría de las veces el trastorno implica mucho más. Un adolescente que padece de un desorden alimenticio también puede estar luchando con problemas emocionales tales como la depresión, el abuso, cuestiones de control, una baja autoestima, temor y ansiedad, un trastorno obsesivo-compulsivo o una crisis de identidad.
Los desórdenes de alimentación son una elección de los adolescentes. Este mito va a la par del que dice que un adolescente que sufre trastornos de alimentación puede elegir terminar con él solo comenzando a comer. En cierta ocasión un padre me dijo que cuando descubrió que su hija tenía un trastorno alimenticio, se dirigió en su automóvil hasta la universidad en la que ella estudiaba, la sacó a cenar y le dijo que no se iría de allí hasta que comiera todo lo que él había pedido para ella. Su premisa era que si ella había escogido entrar en esos hábitos, también podría elegir detenerse. A decir verdad, un trastorno de la alimentación puede ir desarrollándose durante un largo tiempo y se conforma por un complicado enredo de problemas biológicos y psicológicos.
Es posible darse cuenta si alguien padece de un trastorno alimenticio solo considerando si está por debajo o por encima de su peso normal. Existen muchas personas que sufren desordenes alimenticios y que tienden a estar a una distancia de entre dos y cinco kilos del peso aceptable. Algunos trastornos de alimentación, al cabo del tiempo, resultan en un cambio extremo de peso. Pero hay que tener en cuenta que durante la adolescencia a menudo resulta difícil identificar a los jóvenes que padecen de estos desórdenes basándonos tan solo en su apariencia (especialmente al comienzo del trastorno). Lo inverso también es cierto: hay muchos adolescentes con sobrepeso o por debajo de su peso normal que no sufren de desórdenes de alimentación. Además, es importante destacar que el hecho de que un adolescente esté a dieta no significa que padezca una problemática de este tipo. Sin embargo, que los adolescentes se sometan a un régimen para adelgazar, debería considerarse como un asunto de preocupación y ser monitoreado por un adulto capacitado.
Algunos desórdenes alimenticios no ponen en riesgo la vida. Algunas personas creen que la anorexia nerviosa es el único trastorno de la alimentación que constituye una amenaza para la vida. En realidad, todos los trastornos alimenticios son potencialmente mortales. La prácticas que se llevan a cabo en cualquiera de estos trastornos, (desde el vómito, el abuso de laxantes, el ejercicio excesivo, la ingesta limitada de comida y hasta el directamente no comer) producen consecuencias que ponen en riesgo la vida. Estos patrones alimenticios abusivos tienen la capacidad de provocar problemas gastrointestinales, falta de inmunidad, estrés cardíaco, desequilibrio en los líquidos y electrolitos, y una cantidad de otros problemas fisiológicos que de no ser tratados pueden salirse de control y causar la muerte.
Los varones que sufren de trastornos alimenticios generalmente tienen problemas en cuanto a su orientación sexual. Ese mito surge a partir de una información deficiente que estima que los desórdenes alimentarios son un tema relacionado solo con las mujeres, como resultado de una obsesión individual por verse delgadas y estar a la moda. Esas ideas también conllevan una visión distorsionada de la identidad masculina. La combinación de ambas situaciones abre paso a este mito que resulta muy destructivo. La verdad es que los trastornos alimenticios no tienen nada que ver ni muestran correlación alguna con la orientación sexual.
La tendencia a comer compulsivamente no es un trastorno alimenticio. Equivocado. A menudo la persona que habitualmente come compulsivamente, o tiene episodios de atracones, está utilizando la comida como un medio inapropiado de enfrentar el dolor y el sufrimiento personal e intentar eliminarlos. Por lo tanto, es un trastorno de la alimentación.
La gente que se purga lo hace únicamente mediante el vomito. Purgarse es una acción destinada a eliminar cualquier contenido del estómago o de los intestinos. Aunque vomitar es una manera fácil de lograrlo, mucha gente se purga y recurre a medios más extremos como enemas, laxantes, abuso de la insulina, ayuno y ejercicios excesivos.
El ejercicio siempre es algo bueno. Algunas personas pueden abusar del ejercicio físico y, por lo general, la gente que padece de desórdenes alimenticios o de insatisfacción con su cuerpo, lo hace. Este tipo de ejercitación exagerada puede causar fracturas por estrés, lesiones espinales, lastimaduras, osteopenia u osteoporosis, ame...

Índice

  1. Cover Page
  2. Title Page
  3. Copyright Page
  4. Contenido
  5. ¡Primero lee esto!
  6. SECCIÓN 1: COMPRENDER LOS DESÓRDENES ALIMENTICIOS
  7. SECCIÓN 2: CONOCIMIENTOS BÁSICOS ACERCA DEL MODO EN QUE LA TEOLOGÍA ABORDA LA ALIMENTACIÓN, EL EJERCICIO Y DEMÁS ASUNTOS RELACIONADOS CON EL CUERPO
  8. SECCIÓN 3: CONSEJOS PRÁCTICOS Y ACCIONES A LLEVAR A CABO AL AYUDAR A LOS ADOLESCENTES QUE LUCHAN CON TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN
  9. SECCIÓN 4: RECURSOS PARA AYUDAR A LOS ADOLESCENTES QUE LUCHAN CONTRA TRASTORNOS ALIMENTICIOS
  10. Notas