Comentario bíblico con aplicación NVI Lucas
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LA MAYORÍA DE LOS COMENTARIOS BÍBLICOS solo son un viaje de ida: nos llevan del siglo veintiuno al siglo primero. Pero nos dejan allí, dando por sentado que de algún modo sabremos regresar por nosotros mismos. Dicho de otro modo, se centran en el significado original del pasaje, sin embargo, no se adentran en su aplicación a la vida contemporánea. La información que ofrecen es muy valiosa, pero resulta tan solo una ayuda a medias.Los Comentarios Bíblicos con Aplicación NVI nos ayudan con las dos partes de la tarea interpretativa, es decir, también nos ayudan a aplicar un mensaje de otra época a nuestro contexto actual. Esta serie no solo nos explica lo que significó para los lectores originales, sino que nos demuestra que también hay un mensaje poderoso para la iglesia de hoy.Para lograrlo analiza cada pasaje en tres partes: 1.Sentido original.2.Construyendo puentes entre los contextos del autor bíblico y el nuestro.3.Significado contemporáneo

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Información

Editorial
Vida
Año
2011
ISBN
9780829782639

Lucas 1:1–4

Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, 2 tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. 3 Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, 4 para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron.
La primera sección de este Evangelio (Lc 1:1–2:52) introduce el ministerio de Jesús con el trasfondo de su superioridad con respecto a Juan Bautista. Puesto que Juan es un gran profeta, Jesús, siendo superior a él, ha de ser aún mayor. La narración apunta también al prometido y regio libertador de la casa de David (1:31–35, 67–69). Teniendo en cuenta que su venida es según la promesa y Palabra de Dios, los lectores de Lucas pueden tener toda certeza, ya que Dios cumple sus promesas. Este tema fundamental domina toda la sección. Dios cumplirá lo que dice. Sin embargo, antes de pasar a este periodo de la infancia de Jesús y a un suceso de su preadolescencia, Lucas introduce toda su obra con un corto prefacio que expresa la razón por la que escribió su Evangelio.
Las grandes obras de la Antigüedad tienen algo en común. Ya sea que leamos 2 Macabeos, al historiador judío Josefo o al griego Luciano, por regla general comenzaban sus relatos con una corta explicación de la obra.1 La historia pastoral de Lucas es un «relato» (v. 1) o narración acerca de Jesús, de la misma naturaleza que otras que se redactaron con anterioridad. Consigna acontecimientos de cumplimiento, en los que Dios ha estado obrando de un modo nuevo y espectacular para satisfacer las necesidades de la Humanidad. Lucas llama diegesis a los relatos anteriores, una palabra que se limita a describir una narración que puede ser tanto oral como escrita. Teniendo en cuenta que en el versículo 1 Lucas utiliza el término epecheiresan (lit., «dispuso su mano para»), es posible que tuviera en mente relatos escritos, mientras que el informe de la tradición en el versículo 2 podría ser oral. La tradición oral está arraigada en quienes vieron y experimentaron lo que se consigna.
En el versículo 2, el texto griego deja claro que las personas a las que se alude tenían dos roles: «testigos presenciales» y «servidores de la Palabra». La combinación del único artículo («los que») y el participio que sigue («fueron») sugiere esta identificación.2 Una parte de la certeza que obtenemos del relato de Lucas procede de estas raíces. El hecho de que este material hubiera sido «transmitido» subraya que formaba parte de una corriente de tradición, algo que los judíos sabían manejar con sumo cuidado.3 Igual que los relatos anteriores se habían construido a partir de testigos presenciales que eran siervos de la Palabra, así el relato de Lucas fue redactado con cuidado. Su autor quiere unirse a esta tradición de relatar la historia de Jesús, añadiendo nuevo material y aportando después una segunda parte: el libro de los Hechos (de manera literal la expresión: «por lo tanto» del v. 3 dice más bien, «también a mí me ha parecido bien» y muestra que Lucas se ve a sí mismo siguiendo la línea de estos precedentes).
Antes de mencionar la razón por la que escribe, Lucas nos dice cuatro cosas sobre su trabajo. (1) Ha «investigado» la historia. Es decir, la ha seguido de cerca. Ha considerado larga y cuidadosamente lo que se dispone a decirnos. (2) Se ha remontado «al principio». Esta es la razón por la que comienza su historia con Juan Bautista, el precursor que señala a Jesús. (3) Lucas fue especialmente concienzudo, estudiando con detenimiento «todo esto». Esta es sin duda la razón por la que en su relato hay tanto material nuevo. Más o menos un treinta por ciento de la información de este Evangelio no aparece en ningún otro lugar, y esto incluye varias de las parábolas de Jesús. (4) Lucas trabajó «con esmero» esforzándose al máximo en desarrollar un relato ordenado que expresara con claridad los acontecimientos narrados.
Cuando Lucas utiliza el adverbio «ordenadamente» en relación con su relato es probable que no esté haciendo referencia a un orden temporal. Al examinar el relato y compararlo con otros, parece claro que Lucas no aludía a un orden cronológico de los acontecimientos (cf. la reubicación del incidente de la sinagoga de Lucas 4:16–30 mucho antes que en Marcos 6:1–6). Por el contrario, Lucas se preocupa por relacionar el relato del ministerio de Jesús de manera lógica, planteando cierta disposición temática.
Lucas quiere confirmar a Teófilo, a fin de que llegue «a tener plena seguridad» de lo que se le enseñó (v. 4). Teófilo era probablemente un nuevo creyente de origen gentil que se había visto inmerso en algo que había comenzado como un movimiento judío. Es posible que hubiera conocido a Cristo siendo un prosélito, es decir, un gentil que primero se acercó al judaísmo y después a Cristo. (Esto podría explicar la especial simpatía que expresa Lucas hacia los prosélitos a medida que desarrolla su relato en el libro de los Hechos.) Es posible que Teófilo no se sintiera del todo cómodo en su nueva comunidad tan heterogénea desde un punto de vista racial, en especial si con anterioridad había estado vinculado a la antigua sociedad judía. ¿Forma realmente parte de esta comunidad? Lucas está intentando mostrarle que, sin duda, tiene su lugar en ella y que el propósito de Dios ha sido llevarle junto con otros que comparten un mismo camino y un mismo destino.
Las introducciones son como los mapas de carretera: nos dicen hacia dónde nos dirigimos. Aun en el siglo primero, los autores de obras importantes con frecuencia explicaban brevemente lo que estaban haciendo. Por ejemplo, el autor de 2 Macabeos escribió esto sobre su trabajo (2 Mac 2:29–31):
Como el arquitecto de una casa nueva es responsable de la construcción en su conjunto, mientras que el pintor cerámico lo es de los requisitos decorativos, así, creo, sucede con nosotros. La tarea del historiador es hacer suyo el tema, explorar sus derivaciones y ser meticuloso con los detalles, sin embargo, a quien hace la adaptación ha de permitírsele buscar la concisión expresiva y renunciar a cualquier exhaustividad en el tratamiento del tema.
Así pues, comencemos ahora nuestra narración, sin añadir nada más a lo que se ha dicho antes; no tendría sentido desarrollar el prefacio del relato y recortar el cuerpo de la narración.
Los prefacios antiguos de este tipo informan al lector sobre las intenciones del autor. En el mundo antiguo, las historias tenían tres funciones: entretener, instruir y presentar de manera concisa—a menudo resumida—los argumentos que el historiador deseaba plantear. Por regla general, el tema giraba en torno al pueblo a quien pertenecía el autor en cuestión. Por ejemplo, en la guerra de los judíos, Josefo defiende a los judíos delante de Roma explicando que los únicos responsables del caos de la guerra eran los integrantes de un grupo marginal, los zelotes, que provocaron la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. De igual modo, Lucas explica las raíces de un nuevo movimiento al que llama «el camino»., y lo hace detallando la historia de su fundador y el vínculo que tiene con la largamente prometida redención divina. Es una historia con una larga herencia y un final abierto, puesto que la historia del Camino sigue aún escribiéndose hoy.
El prefacio de Lucas nos dice que su relato está arraigado en ciertas fuentes y en su cuidadosa labor. Su meta confirmatoria significa que quiere consolidar la comprensión de quienes están dentro del movimiento que Dios está desarrollando. En un contexto multicultural como es el nuestro, esta consolidación sigue siendo necesaria, aunque ya no tratemos con un movimiento de reciente aparición, sino con uno que tiene ya una extensa historia y herencia. Hoy la pregunta no es: «¿tiene este camino derecho a existir y debería incluirse a los gentiles?», sino «¿puede sostenerse su reivindicación de exclusividad de Jesús en un mundo de comunicación instantánea y con una presencia religiosa múltiple?» A veces olvidamos que en el mundo antiguo existía también el pluralismo. De manera que el tratamiento que hace Lucas del carácter único de Jesús no procede de un contexto muy diferente del nuestro. Es posible que nuestra percepción de la multiculturalidad sea hoy mayor por la presencia de los satélites y la televisión, sin embargo, nuestra necesidad de Dios y de una verdadera revelación de él es igual de apremiante. En este sentido, las afirmaciones de Lucas son tan oportunas hoy como lo fueron en su día.
Esta introducción plantea otro punto clave. Lucas deja claras cuáles son sus aptitudes para desarrollar la narración subrayando el esmero y el rigor con que ha realizado su tarea. Pone de relieve la credibilidad de lo que ha hecho, para que su obra sea digna de confianza. En nuestro caso, puede que nosotros no estemos escribiendo un Evangelio sobre Jesús, sin embargo, también hemos de ser sensibles al hecho de que el relato del Evangelio significa que necesitamos credibilidad. La integridad es lo que produce verdadera autoridad, porque cualquier otro tipo de autoridad es temporal y de corta duración. Nuestra fuerza aparece cuando hay una coincidencia entre nuestro mensaje y nuestras vidas. Desde el momento en que conocemos a alguien y éste llega a saber que estamos comprometidos con Jesús hasta que compartimos de manera efectiva nuestro mensaje con tal persona, la veracidad y capacidad para generar confianza descansan en la conjunción que existe entre lo que afirmamos y lo que hacemos. Planteándolo de un modo negativo, sin una vida coherente con lo que decimos solo estaremos sembrando las semillas del rechazo. Una parte del poder de la historia de Jesús era su coherencia. No todo el mundo lo aceptaba, pero todos reconocían que había algo distinto en él.
Existen otros dos puntos de contacto entre el relato original y nuestro mundo. (1) Cuando leemos algún documento escrito, hemos de conocer el género al que pertenece. ¿Se trata de una novela de misterio, una comedia, un relato de ficción, literatura factual?4 Conocerlo nos ayuda a entender lo que se dice. Este prefacio explica la naturaleza de lo que estamos leyendo y la razón por la que se escribió. Igual que hoy en día, también en la Antigüedad se conocía la diferencia entre historia y ficción.5 Una lectura cuidadosa de historiadores como Luciano, Josefo y Tucídides 6 indican lo bien que conocían su tarea (p. ej., Luciano, Cómo escribir Historia, 39–40). El Evangelio de Lucas es historia narrativa. Aunque el autor escoge, resume y dispone la manera de presentar los acontecimientos que se consignan, el relato pretende ser una crónica de lo que sucedió. Igual que las escenas de una película de terror tendrán un trasfondo musical inquietante que las identificará, así este prefacio nos dice qué clase de historia estamos leyendo, a saber, un auténtico retrato de Jesús. No podemos pedirle a este libro más de lo que pretende. En otras palabras, no podemos esperar que nos revele el orden exacto de los acontecimientos o las palabras textuales que se pronunciaron. Una parte de su disposición es temática, y algo del diálogo es una exposición condensada en una presentación resumida. Cuando esto suceda, intentaremos notarlo y explicar las razones que podrían indicarlo. Pero podemos tener la seguridad de que Lucas escribió historia, no ficción o mito.
(2) El trasfondo de Teófilo ilumina nuestro Evangelio. Muchos de quienes vienen a la Iglesia entran en un nuevo mundo. Muchas veces la sociedad «eclesial» tiene su propio lenguaje teológico, sus extrañas costumbres (al menos en un principio) y sus tradiciones de adoración e interacción. Al comienzo, la adaptación puede parecernos un poco extraña. Igual que hoy, también en los tiempos bíblicos, hacerse cristiano requería un cambio cultural. En nuestro tiempo, las personas necesitan la confirmación de que los cambios que la conversión ha traído a su vida son para bien. Viven en un mundo que con frecuencia considera el cristianismo como una religión hecha por el hombre, una perversión del judaísmo, una de las muchas maneras de llegar a Dios, o una expresión cultural de religión. Lucas sostiene que el cristianismo es único, por cuanto Dios obró en Cristo a favor de quienes confían en él. Lucas imparte a sus lectores cristianos la confianza de que su relación con Dios les lleva a formar parte de esta nueva comunidad, la Iglesia. Lo que Dios hizo en Jesús, lo hizo para quienes han entrado a formar parte de esta comunidad, así como para otros como ellos que reconocen que han de acercarse a Dios, no a su manera, sino según los términos que él mismo establece.
Los tres puntos de aplicación del prefacio están ligados a las dos corrientes de contacto que ya hemos observado. (1) Lucas nos habla de los actos de Dios en la Historia por medio de Jesús. Este personaje principal no es un Salvador configurado según los caprichos de la propia imaginación. Al fin y al cabo, ¿quién acertaría a crear un Salvador que primero nos hace responsables de nuestro pecado y después decide pagar la sentencia debida a dicho pecado ofreciéndose a sí mismo? ¿Quién diseñaría a un Mesías de la realeza que nace en un establo y nunca se ciñe una corona o se sienta en un palacio? ¿Quién convertiría en héroe a un personaje rechazado por los suyos? Esta historia no puede ser una ficción elaborada. Se fundamenta en acontecimientos verdaderos, vividos por un personaje extraordinario con una historia extraordinaria. La naturaleza poco común del relato es un testimonio de su autenticidad. Su realidad es la base de la certeza que Lucas desea dar a sus lectores. Dios ha estado obrando a través de aquel que ha enviado para mostrarnos el camino (Lc 1:78–79). Al hacerlo, ha demostrado ser un Dios que se preocupa por nuestro carácter y honestidad delante de él. También se interesa lo suficiente como para suplir todas nuestras necesidades.
(2) Dios quiere que sintamos que encajamos en su comunidad. Quiere que veamos que la historia de Jesús no solo tiene que ver con él, sino con nosotros: Dios extendiendo la mano con poder y humildad para elevarnos y llevarnos a su presencia. Dios toma a quienes están fuera de su círculo y les convierte en personas de confianza que desarrollan una relación personal con el Creador del Universo. Esto son sin duda buenas noticias. Toda la historia nos transmite la certeza de que Dios hace lo que promete. Por ello, el prefacio no solo indica que lo que tenemos entre manos es Historia, la historia de la intervención de Dios, sino también nuestra propia historia. Podemos descansar en el consuelo de saber que lo que Dios planea y revela se producirá. Su promesa de salvarnos es un compromiso de liberarnos totalmente del pecado y sus efectos devastadores; se trata de un proceso que comienza con nuestra confianza inicial en Cristo y se completa con nuestra eterna participación de la gloria en un nuevo Cielo y una nueva Tierra libres de pecado.
(3) Podemos confiar en el Evangelio a medida que leemos sobre él. A diferencia de lo que afirman algunos, incluso desde la comunidad académica, en el sentido de que los Evangelios están llenos de invenciones, Lucas, como sólido historiador de la Antigüedad, consigna los perfiles del verdadero Jesús y al hacerlo nos revela el corazón de Dios.7 Puede que...

Índice

  1. Cover
  2. Title Page
  3. Contenido
  4. Introducción
  5. Prefacio del editor
  6. Prefacio del autor
  7. Abreviaturas
  8. Introducción a Lucas
  9. Bosquejo del Evangelio de Lucas
  10. Lucas 1:1–4
  11. Lucas 1:5–25
  12. Lucas 1:26–38
  13. Lucas 1:39–56
  14. Lucas 1:57–80
  15. Lucas 2:1–21
  16. Lucas 2:22–40
  17. Lucas 2:41–52
  18. Lucas 3:1–22
  19. Lucas 3:23–38
  20. Lucas 4:1–13
  21. Lucas 4:14–30
  22. Lucas 4:31–44
  23. Lucas 5:1–32
  24. Lucas 5:33–6:5
  25. Lucas 6:6–16
  26. Lucas 6:17–49
  27. Lucas 7:1–17
  28. Lucas 7:18–35
  29. Lucas 7:36–8:3
  30. Lucas 8:4–21
  31. Lucas 8:22–25
  32. Lucas 8:26–39
  33. Lucas 8:40–56
  34. Lucas 9:1–9
  35. Lucas 9:10–17
  36. Lucas 9:18–22
  37. Lucas 9:23–27
  38. Lucas 9:28–36
  39. Lucas 9:37–50
  40. Lucas 9:51–62
  41. Lucas 10:1–24
  42. Lucas 10:25–37
  43. Lucas 10:38–42
  44. Lucas 11:1–13
  45. Lucas 11:14–23
  46. Lucas 11:24–36
  47. Lucas 11:37–54
  48. Lucas 12:1–12
  49. Lucas 12:13–21
  50. Lucas 12:22–34
  51. Lucas 12:35–48
  52. Lucas 12:49–13:9
  53. Lucas 13:10–17
  54. Lucas 13:18–35
  55. Lucas 14:1–24
  56. Lucas 14:25–35
  57. Lucas 15:1–10
  58. Lucas 15:11–32
  59. Lucas 16:1–13
  60. Lucas 16:14–18
  61. Lucas 16:19–31
  62. Lucas 17:1–10
  63. Lucas 17:11–19
  64. Lucas 17:20–18:8
  65. Lucas 18:9–17
  66. Lucas 18:18–30
  67. Lucas 18:31–43
  68. Lucas 19:1–10
  69. Lucas 19:11–27
  70. Lucas 19:28–44
  71. Lucas 19:45–20:8
  72. Lucas 20:9–19
  73. Lucas 20:20–26
  74. Lucas 20:27–40
  75. Lucas 20:41–44
  76. Lucas 20:45–21:4
  77. Lucas 21:5–38
  78. Lucas 22:1–6
  79. Lucas 22:7–20
  80. Lucas 22:21–38
  81. Lucas 22:39–46
  82. Lucas 22:47–53
  83. Lucas 22:54–71
  84. Lucas 23:1–12
  85. Lucas 23:13–25
  86. Lucas 23:26–49
  87. Lucas 23:50–56
  88. Lucas 24:1–12
  89. Lucas 24:13–35
  90. Lucas 24:36–53
  91. Bibliografía selecta y comentada sobre Lucas
  92. Copyright
  93. About the Publisher
  94. Share Your Thoughts