Cómo ayudar a jóvenes en crisis
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Cómo ayudar a jóvenes en crisis

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Cómo ayudar a jóvenes en crisis

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Información del libro

Usted lo ha visto en las noticias demasiadas veces como para llevar la cuenta: tiroteos en los colegios, adicciones de los adolescentes, pleitos, desórdenes alimenticios, depresión y suicidio, insultos, embarazos. No faltan las malas noticias acerca de los adolescentes hoy.
Tal vez usted piense que eso nunca le sucederá a «mi hijo». Y quizás sea así. Sin embargo, las crisis no siempre son historias que aparecen en los noticieros vespertinos. La variedad de crisis que el adolescente enfrenta puede variar desde algo (al parecer tan inocuo) como verse atrapado haciendo trampas en un examen, tener que lidiar con la ruptura de la familia, fanfarronear, hasta meterse en problemas con la ley. En realidad es muy probable que alguien que usted conozca atraviese algún tipo de crisis… y eso puede afectar de un modo significativo a su adolescente. De cualquier manera, cuando una crisis afecta a su adolescente, ¿no le gustaría estar preparado?
Rich Van Pelt y Jim Hancock, habiendo ambos criado a adolescentes que ya son adultos y dedicado décadas al ministerio juvenil y el manejo de las crisis, aportan su experiencia y perspectiva para ayudarle a identificar y comprender cuál es la crisis y cómo ayudar a su adolescente a hacerle frente y crecer por medio de esa experiencia. Aquí usted hallará respuestas prácticas para cuestiones tales como:
• Trampas en los exámenes
• Muerte (de algún amigo o ser querido)
• Divorcio
• Desórdenes alimenticios
• Hostigamiento
• Embarazos
• Abuso sexual
• Confusión en la identidad sexual
• Abuso de substancias químicas o adicción
• Y mucho más…
Además de aprender a responder de manera apropiada a la crisis, usted aprenderá cómo prevenir algunos de estos asuntos y conseguir la intervención de profesionales cuando sea necesario. Sin que importe con lo que su adolescente esté lidiando, su influencia en su vida sigue siendo lo más importante.

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Información

Editorial
Vida
Año
2013
ISBN
9780829777550

Parte V

CUÁNDO Y CÓMO: CRISIS ESPECÍFICAS

Mantente en el ministerio juvenil el tiempo suficiente, y encontrarás crisis casi de todos los sabores. En muchos casos es una cuestión de cuándo y no tanto de tal vez.
Esta sección presenta problemas de trasfondo y planes básicos de acción para algunas de las crisis más comunes.

Capítulo quince

ACCIDENTES

La pregunta que carcome cuando ocurre un accidente con heridas o muertes es: ¿por qué?, ¿por qué tuvo esto que ocurrir?, ¿por qué fueron tan torpes?, ¿o descuidados?, ¿o con mala suerte?, ¿por qué permitiría Dios este tipo de cosa? Los accidentes encienden dudas profundas. También generan culpabilidad.
Las preguntas más silenciosas pero igualmente difíciles son: ¿por qué no a mí?, ¿por qué decidí no ir con ellos?, ¿por qué sobreviví?, ¿por qué no salí lastimado? Este es el inicio de la culpabilidad del sobreviviente.
Las respuestas con mucha palabrería, como todo sucede por una razón, son buenas para llenar el incómodo silencio, pero no más que eso. Los jóvenes requieren respuestas más directas, profundas y honestas. «No sé por qué ocurrió esto, fue un accidente —es mejor que decir— Supongo que le llegó su hora».
JH: Veinte años después de su muerte en un accidente aéreo, entrevisté a la mayoría de personas que eran cercanas al evangelista y músico Keith Green. Casi todos ellos tenían muy claro que era culpa de Keith. Él era el piloto. No hizo bien los cálculos. Sobrecargó el pequeño avión. Fue arrogante. Pero fue un accidente; no lo hizo a propósito. Después de dos décadas, nadie ha tratado de convencerme de que era parte del plan de Dios y nadie lo vio como una victoria para el maligno. Ciertamente, nadie se alegró con el accidente; pero todos reconocieron la misericordia de Dios en medio del dolor.

PLAN DE ACCIÓN: ABORDA EL DOLOR

Dios no desperdicia el dolor. Nosotros tampoco deberíamos hacerlo. No sobre expliques pero, cuando el tiempo es apropiado —con gentileza y respeto, y sin explotar a las personas para convertidos o poder personal—, involucra a los jóvenes en explorar y aprender por su cuenta.
• Ayuda a que las personas trabajen para salir de la culpabilidad al examinar la responsabilidad. Hacer cosas tontas no es del diablo; es simplemente estúpido. Pero eso no hace que el dolor desaparezca. Un accidente que ocurrió bajo la influencia del alcohol no fue realmente un accidente; fue un acto tonto (y posiblemente criminal) cometido por alguien que sabía mejor que eso. Lo que sabemos no es tan importante como la forma en la que decidimos comportarnos.
• Abre las realidades de la causa y efecto en la física de la vida. Muy pocos vehículos y aun menos conductores pueden manejar en una curva de cincuenta kilómetros por hora a una velocidad de cien. La fatiga hace que aumente la posibilidad de error en la toma de decisiones.
• Destruye el mito de la invencibilidad que muchos adolescentes creen vehementemente. Nadie es tan inteligente, fuerte, bendecido, o con suerte como para estar exento de accidentes.
• Gentilmente resiste al narcisista que quiere hacer que todo sea acerca de él (me pregunto qué está tratando Dios de enseñarme por medio de esto). Afirma la sobria verdad que Dios hace que el sol se levante sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.
• Brinda consuelo a los sobrevivientes con amabilidad y paciencia. Debes estar a su lado a través de la dura prueba de la recuperación. Asegúrales que está bien estar vivos todavía. Anímalos a vivir con propósito.
• Declara la misericordia de Dios. Ofrécete como mediador en las relaciones rotas por un accidente.

Capítulo dieciséis

IRA

Generalmente, detrás de la de la ira se encuentra el temor. Temor al fracaso, a perder el control, de ser victimizado, de verse mal, de estar equivocado, de ser ignorado, rechazado, menospreciado, o no respetado, de abandono, dolor o muerte.
El temor generalmente no mete a los jóvenes en problemas; pero la ira sí. Los jóvenes airados rompen, rasguñan y destruyen cosas. Lastiman personas, animales y a ellos mismos. Los jóvenes enojados discuten y son pendencieros; utilizan bates de béisbol, automóviles, y su propia fuerza como armas. Y algunas veces, airados, utilizan armas como tal. Todas estas conductas se extienden en una sucesión de crisis de lo relativamente pequeño hasta lo terminantemente letal.

PLAN DE ACCIÓN: ESTABLECE CONEXIONES

En la mayoría de crisis de ira —las que no involucran crímenes—, los líderes juveniles pueden intervenir (y quizás prevenir otras crisis) al ayudar al joven a conectar su conducta con la causa correspondiente. Esa conexión se logra casi siempre en una conversación cara a cara, haciendo preguntas y escuchando profundamente. Una persona que lidia con su temor y dirige su ira hacia una acción creativa puede moverse más allá de su sentido de impotencia y llegar a una experiencia de habilidad personal para generar cambio, no solamente evitar el castigo.
Lo mismo es cierto para el joven que cruza la línea hasta los problemas con las autoridades legales. En ese punto, el acceso se vuelve más difícil, y los intereses son más altos. Así que, paga el precio para ganar acceso. No cuentes con que el sistema de justicia juvenil ayudará al joven a resolver su enojo. Podría pasar, pero no cuentes con eso. Haz lo que puedas para pasar tiempo con la persona cuyo enojo lo metió en serios problemas (hazlo por correo si no tienes otra opción), y ayúdale con el mismo tipo de profundidad para escuchar que usarías bajo circunstancias menos severas.

Capítulo diecisiete

INTIMIDACIÓN

La intimidación y el dar novatadas tienen mucho que ver con la ira, pero también con el derecho; resulta ser que los que intimidan tienden a tener una opinión de sí relativamente alta.
La mejor información que tenemos identifica cinco involucrados en la intimidación: los peleones, las víctimas, los peleones/victimas, los espectadores y los adultos que no prestan atención.
PELEONES
Entre 7% y 13% de los jóvenes de la secundaria intimidan y pelean con otros sin que nadie se los impida. En comparación a sus compañeros más tranquilos, los peleones:
• Tienen una opinión inflada de sí.
• Disfrutan de un estatus social alto.
• Experimentan ser evitados en un alto nivel por parte de sus compañeros.
• Desean ser el centro de atención.
• Tienen dificultad para recibir críticas.
• Tienen mayor tendencia a abusar del alcohol y otras drogas.
• Corren un mayor riesgo de ser victimizados (cerca de la mitad se convierte en víctima en algún punto).
• Tienen mayor tendencia a expresar desórdenes de conducta, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, y otros problemas de salud mental.
• Tienen una mayor tendencia a portar un arma dentro y fuera de la escuela (43,1% frente a 52,2%).
• Tienen mayor tendencia a pelear frecuentemente y salir heridos en peleas (38,7% frente a 45.7 %).
• Tienen mayor probabilidad de manifestar una conducta antisocial y criminal en la edad adulta.

VICTIMAS

Cerca del 10% de los jóvenes de la secundaria son intimidados en la escuela, pero no pelean con otros. Comparado a las no víctimas, las víctimas de la intimidación:
• Corren mayor riesgo de problemas de salud física y mental: como dolor de estómago o de cabeza, y depresión.
• Se ausentan de la escuela con mayor frecuencia debido al temor.
• Experimentan mayores niveles de ansiedad en la edad adulta.
• Luchan con sentimientos de baja autoestima.
• Expresan altos niveles de depresión, ansiedad social, y soledad.
• Frecuentemente experimentan ser evitados por sus compañeros.
• Tienen un bajo estatus social.
• Tienen pocos amigos (es incierto que tiendan a ser víctimas, porque tienen pocos amigos o que tengan pocos amigos porque son víctimas).
• Sienten que el control de sus vidas está en las manos de otros.

PELEONES/VÍCTIMAS

Cerca del 6% de los jóvenes de la secundaria intimidan a otros y al mismo tiempo son molestados en la escuela. En comparación con sus compañeros de clase, los peleones/víctimas:
• Tienen niveles más altos de conducta y problemas en la escuela.
• Se involucran menos en la escuela.
• Reportan altos niveles de depresión y soledad.
• Muy frecuentemente experimentan ser evitados por parte de sus compañeros.

ESPECTADORES

Cerca de 75% de los jóvenes en la secundaria no intimidan ni son intimidados en la escuela. Cerca del 22% viven al margen de la intimidación sin ser sustancialmente atraídos a esta.
ADULTOS ATENTOS Y QUE NO PRESTAN ATENCIÓN
La intimidación requiere un motivo y una oportunidad. La intervención de los adultos reduce el rango de oportunidad. Adultos benevolentes, atentos, reducen la motivación de la intimidación, cosa que aparenta ser de otra manera autosostenible.

PLAN DE ACCIÓN: PRESTA ATENCIÓN

• Sé uno de los adultos benevolentes, atentos, que reduce la motivación de la intimidación al comprometer a los jóvenes en experiencias transformadoras. Mucho del trabajo de un líder juvenil es prevenir la intimidación, pero eso no es garantizado. Observa y escucha para averiguar quién podría ser un peleón. (Recuerda los porcentajes: si conoces a treinta jóvenes, probablemente conocerás a dos peleones).
• No permitas que la intimidación —de cualquier forma— pase sin ser desafiada en tu red de relaciones. Los líderes juveniles tienen la obligación de crear santuarios para el pobre, el débil, el ciego, el cojo y el enfermo, justamente el tipo de personas que son objetivo de los peleones. Se acerca la Navidad; no permitas que el niño Jesús llore porque permites que alguien (¡cualquiera!) lastime a aquellos que él vino a redimir.
• Presta especial atención a los adolescentes. La intimidación forma llagas en los primeros años de la secundaria.
• Observa y escucha para averiguar quién podría ser víctima de la intimidación, y compromete a estos jóvenes en relaciones que les brinden sanidad, incluyendo intervención necesaria de la escuela, los padres, y las fuerzas de seguridad. (Recuerda los porcentajes: si conoces a treinta jóvenes, fácilmente podrás conocer a dos víctimas).
• Moviliza a los espectadores. Los peleones disfrutan de altos niveles de estatus en la escuela sin tener que rendirle cuentas a nadie. Otros temen, odian y evitan a los peleones, pero por alguna razón no les arrebatan su poder social. A menos que puedan pensar en alguna razón por qué los opresores adolescentes deban ser recompensados por su traición, moviliza al 20% o más de estudiantes espectadores que regularmente son testigos de la intimidación a que se pronuncien contra esa conducta como infantil, problemática e inesperada por parte de alguien a quien todos parecen considerar como «buena persona». Luego, consigue que el otro 50% o más los respalden en esto.
• Haz una encuesta anual poco común acerca de la intimidación como punto de partida para el aprendizaje del grupo y la toma de decisiones acerca de qué conductas serán toleradas por parte del grupo de amigos. Sé claro en cuanto a qué significa para ti la intimidación:
• Golpear, abofetear, patear, empujar, hacer tropezar, escupir o asaltar de otra manera a otra persona.
• Apodar; bromear de forma no agradable; insultos de tipo étnico, sexual, racial o corporal; amenazar, maldecir o atacar de cualquier otra manera verbal a una persona.
• Robo o daño intencional de la propiedad que pertenece a otra persona.
• Notas con insultos o amenazas, correos electrónicos, mensajes de texto, grafito, o cualquier otra forma de comunicación que intenta lastimar a otra persona.
• Difundir rumores, marginar, excluir, o intimidar de cualquier otra manera a otra persona social o psicológicamente.
• Comprometer a los jóvenes en desarrollar vocabulario emocional sofisticado para que puedan expresarse con vívida claridad y profundidad a lo largo de una amplia gama de experiencias humanas. Como punto de partida, revisa el mapa emocional del capítulo treinta y nueve.
• Moviliza a los adultos. Si el equipo atlético de tu comunidad desarrolló la cultura de intimidar, aborda eso con los jóvenes (en especial con los atletas), padres, maestros, directores y entrenadores. Ofrece tus servicios para desarrollar contenido para las reuniones del equipo, las sesiones en clase, las reuniones de padres, y las asambleas de la escuela acerca de cómo hacer de tu comunidad una zona libre de intimidación.
• Examínate. ¿Podría alguien argumentar conv...

Índice

  1. Cover
  2. Title Page
  3. Dedication
  4. CONTENIDO
  5. Parte I
  6. Parte II: Intervención
  7. Parte III: El cuadro más grande
  8. Parte IV
  9. Parte V: Cuándo y cómo: crisis
  10. Parte VI: Apéndices
  11. About the Authors
  12. Copyright
  13. About the Publisher
  14. Notas