El caso de Cristo
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El caso de Cristo

Una investigación personal de un periodista de la evidencia de Jesús

  1. 352 páginas
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El caso de Cristo

Una investigación personal de un periodista de la evidencia de Jesús

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Información del libro

ESTE IMPACTANTE EBOOK NO ES UNA NOVELA. ES UNA BÚSQUEDA SIN RESERVAS DE LA VERDAD ACERCA DE UNA DE LAS FIGURAS MÁS APASIONANTES DE LA HISTORIA AL FINAL. EL LECTOR DETERMINARÁ EL VEREDICTO EN EL CASO DE CRISTO.

Si usted fuera periodista, ¿cómo enfuertaría las noticias de una historia tan grande que podría eclipsar por completo a todos los demás hechos del mundo? ¿Cómo llevaría a cabo su investigación? ¿Cuántas preguntas capciosas haría? ¿Con cuánta cautela consultaría a los grandes expertos para obtener detalladas y veraces respuestas? Un experimentado periodista va en busca del gran suceso de la historia

El PROYECTO: Determinar si hay evidencia creíble de que Jesús de Nazaret es en verdad el Hijo de Dios.

EL REPORTERO: Lee Strobel, educado en la facultad de Leyes de la Universidad Yale, antiguo editor legal de periódico Chicago Tribune y ganador de varios reconocimientos, con antecedentes de ateísmo.

LOS EXPERTOS: Doce eruditos, con doctorados de la universidades de Cambridge, Princeton, Brandeis y otras prominentes instituciones, a quienes se les reconoce como autoridades sobre la vida de Jesús.

LA HISTORIA: Al volver sobre su trayectoria espiritual, Strobel interroga a los expertos con preguntas difíciles y bien directas: ¿Qué tan confiable es el Nuevo Testamento? ¿Existe evidencia extra bíblica acerca de Jesús? ¿Hay alguna razón para creer que la resurrección fue en verdad un hecho histórico?...

Preguntas frecuentes

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Información

Editorial
Vida
Año
2009
ISBN
9780829780192
Categoría
Religión

PRIMERA PARTE
El examen del expediente

1
LA PRUEBA OCULAR
¿Son dignas de confianza las biografías de Jesús?

Cuando conocí a Leo Carter, tímido y de voz suave, era un veterano de diecisiete años del peor barrio de Chicago. Su testimonio había puesto a tres asesinos tras las rejas. Y todavía tenía una bala calibre treinta y ocho en el cráneo, un espantoso recuerdo de una terrible historia que comenzó cuando vio a Elijah Baptist matar a tiros a un empleado de una tienda local de víveres.
Leo y un amigo, Leslie Scott, estaban jugando al baloncesto cuando vieron a Elijah, en ese entonces un delincuente de dieciséis años con treinta arrestos en su historial, asesinando a Sam Blue fuera de su tienda.
Leo conocía al dueño de la tienda desde niño.
—Cuando no teníamos nada que comer, él nos daba algo —me contó Leo calladamente—. Así que cuando fui al hospital y me dijeron que estaba muerto, supe que tenía que declarar sobre lo que había visto.
El testimonio de testigos oculares es poderoso. Uno de los momentos más dramáticos en un juicio oral es cuando un testigo describe en detalle el delito que vio y luego señala con confianza al acusado como su perpetrador. Elijah Baptist sabía que la única forma de no ir a prisión era de impedir de alguna manera que Leo Carter y Leslie Scott hicieran precisamente eso.
Así que Elijah y dos de sus compañeros salieron de cacería. Pronto rastrearon a Leo y Leslie, quienes estaban caminando por la calle con Henry, el hermano de Leo, y los arrastraron a punta de pistola hacia un puerto de carga cercano y oscuro.
—Me caes bien —le dijo el primo de Elijah a Leo—, pero tengo que hacerlo.
Y luego puso la pistola contra la nariz de Leo y haló el gatillo.
La pistola detonó; la bala penetró en ligero ángulo, cegó el ojo derecho de Leo y quedó alojada en su cabeza. Cuando se desplomó al piso, se disparó otro tiro y esa bala quedó a cinco centímetros de su columna vertebral.
Desde su posición tendido por el suelo, simulando estar muerto, Leo vio a su hermano sollozante y a su amigo ejecutados sin piedad a quemarropa. Cuando Elijah y su pandilla huyeron, Leo se arrastró a un lugar seguro.
De alguna manera, contra todo presagio, Leo sobrevivió. La bala, demasiado comprometida para poder quitarla, permaneció en su cráneo. A pesar de fuertes jaquecas que los medicamentos potentes no podían aplacar, se convirtió en el único testigo ocular contra Elijah Baptist en el juicio por el asesinato de Sam Blue. Los jurados le creyeron a Leo y Elijah fue sentenciado a ochenta años en la cárcel.
Nuevamente Leo fue el único testigo que declaró contra Elijah y sus dos acompañantes en los asesinatos de su hermano y su amigo. Y una vez más, su palabra sirvió para mandar al trío a la cárcel por el resto de sus vidas.
Leo Carter es uno de mis héroes. Logró que se hiciera justicia, aunque pagó un precio muy alto. Cuando pienso en el testimonio de testigos oculares, aún hoy, más de veinte años después, su cara todavía vuelve a mi mente.1

TESTIMONIO DE TIEMPOS LEJANOS

Sí, el testimonio de un testigo ocular puede ser convincente. Cuando un testigo ha tenido amplia oportunidad para observar un delito, cuando no hay parcialidad o motivos ulteriores, cuando el testigo es veraz y justo, el acto crucial de señalar al acusado en el tribunal puede ser suficiente para condenar a esa persona a la cárcel o algo peor.
Y el testimonio de un testigo ocular es también crucial en la investigación de asuntos históricos; incluso el tema si Jesucristo es o no el único Hijo de Dios.
Pero ¿con qué relatos de testigos oculares contamos? ¿Contamos con el testimonio de alguien que haya interactuado personalmente con Jesús, que haya escuchado sus enseñanzas, que haya visto sus milagros, que haya sido testigo de su muerte y que quizás hasta se haya encontrado con él después de su supuesta resurrección? ¿Contamos con algún material de «periodistas» del siglo I que entrevistaron a testigos oculares, hicieron preguntas difíciles, y registraron fielmente lo que determinaron meticulosamente ser cierto? De la misma importancia es ¿cómo soportarían estos relatos el escrutinio de los escépticos?
Yo sabía que de la misma forma que el testimonio de Leo Carter dictaminó la condena de tres asesinos brutales, los relatos de testigos oculares desde las sombras de tiempos lejanos podrían ayudar a resolver el tema espiritual más importante de todos. Para conseguir respuestas sólidas, hice los arreglos para entrevistar al nacionalmente famoso erudito que literalmente escribió el libro sobre la materia: el Dr. Craig Blomberg, autor de The Historical Reliability of the Gospels [La confiabilidad histórica de los Evangelios].
Sabía que el Dr. Blomberg era inteligente; Por cierto que hasta su apariencia coincidía con el estereotipo. Alto (un metro noventa centímetros) y espigado, pelo castaño corto y ondulado, peinado hacia adelante sin ceremonias, barba poblada, espejuelos gruesos sin marco, parecía ser del tipo que se gradúa con los máximos honores de la escuela secundaria (sí lo era), un erudito emérito en el ámbito nacional (sí lo era), un graduado con magna cum laude [máximos honores] de un prestigioso seminario (sí lo era, de Trinity Evangelical Divinity School).
Pero yo quería alguien que fuera más que inteligente o educado. Estaba buscando un experto que no disimulara matices o que despreocupadamente desechara objeciones a los documentos del cristianismo. Quería alguien con integridad, alguien que ha luchado con las críticas más potentes contra la fe y que habla con autoridad pero sin ese tipo de declaraciones generalizadas que encubren en vez de tratar con problemas decisivos.
Me dijeron que Blomberg era exactamente lo que estaba buscando y volé a Denver preguntándome si él cumpliría las expectativas. Debo admitir que tenía ciertas dudas, en especial cuando mi investigación reveló un hecho profundamente perturbador que es probable que él hubiera preferido que permaneciera oculto: Blomberg aún tiene esperanzas de que sus amados héroes de la niñez, los Chicago Cubs, ganarán la Serie Mundial antes de que él muera.
Sinceramente, eso era suficiente como para hacerme sospechar de su discernimiento.

LA PRIMERA ENTREVISTA: DR. CRAIG L. BLOMBERG

Craig Blomberg se considera ampliamente uno de los principales expertos en el ámbito nacional en cuanto a las biografías de Jesús, conocidas como los cuatro Evangelios. Recibió su doctorado en el Nuevo Testamento de Aberdeen University en Escocia, más tarde se desempeñó como catedrático investigador principal en Tyndale House en Cambrigde University, Inglaterra, donde formó parte de un grupo élite de eruditos internacionales que produjo una serie de trabajos elogiados sobre Jesús. Durante más de diez años se ha desempeñado como profesor de Nuevo Testamento en el respetado Denver Seminary.
Los libros de Blomberg son, entre otros, Jesus and the Gospels [Jesús y los Evangelios]; Interpreting the Parables [Interpretación de las parábolas]; How Wide the Divide? [¿Cuán grande es la brecha?]; y comentarios del Evangelio de Mateo y 1 Corintios. También ayudó a editar el volumen seis de Gospel Perspectives [Perspectivas del Evangelio], que trata exhaustivamente los milagros de Jesús, y fue el coautor de Introduction to Biblical Interpretation [Introducción a la Interpretación Bíblica]. Contribuyó con capítulos sobre el valor histórico de los Evangelios para el libro Reasonable Faith [Fe Razonable] y el premiado Jesus under Fire [Jesús bajo Fuego]. Es miembro de Society for the Study of the New Testament [Sociedad para el Estudio del Nuevo Testamento], Society of Biblical Literature [Sociedad de Literatura Bíblica] y de Institute for Biblical Research [Instituto de Investigación Bíblica], entre otros.
Tal como lo esperaba, su oficina tenía más que su medida de volúmenes de estudio apretados en los libreros (incluso tenía puesta una corbata ornamentada con dibujos de libros).
Sin embargo, noté enseguida que las paredes de su oficina estaban dominadas no por tomos empolvados de historiadores antiguos sino por trabajos de arte de sus hijas pequeñas. Sus representaciones llenas de colorido y caprichosas de llamas, casas y flores no estaban colgadas con tachuelas al azar como una ocurrencia nueva casual; evidentemente se habían tratado como premios: montadas con esmero, enmarcadas con cuidado y firmadas personalmente por las propias Elizabeth y Rachel. Está claro, me dije, este hombre tiene cerebro, pero también tiene corazón.
Blomberg habla con la precisión de un matemático (sí, también enseñó matemáticas al principio de su carrera), midiendo cuidadosamente cada palabra muestra de una evidente renuencia a dar un paso ni un milímetro más allá de lo que garantiza la evidencia. Justo lo que estaba buscando.
Mientras se acomodaba en un sillón, taza de café en mano, yo también bebí un poco de café para alejar un poco el frío de Colorado. Como percibí que Blomberg era un tipo de los que van al grano, decidí comenzar la entrevista yendo directo al grano.

TESTIGOS OCULARES DE LA HISTORIA

—Dígame —le dije con un tono de desafío en la voz—, ¿es posible ser una persona inteligente con sentido crítico y aún creer que los cuatro Evangelios fueron escritos por las personas cuyos nombres les han atribuido?
Blomberg apoyó su taza en el borde del escritorio y me miró resueltamente.
—La respuesta es sí —respondió con convicción. Se reclinó y continuó—.
Es importante reconocer que en sentido estricto los Evangelios son anónimos. Pero el testimonio uniforme de la iglesia primitiva era que Mateo, conocido también como Leví, el recaudador de impuestos y uno de los tres discípulos fue el autor del primer Evangelio del Nuevo Testamento; que Juan Marcos, el compañero de Pedro, fue el autor del Evangelio que llamamos Marcos; y que Lucas, conocido como el «médico amado» de Pablo, escribió ambos, el Evangelio de Lucas y Hechos de los Apóstoles.
—¿Qué uniforme es la creencia de que ellos fueron los autores? —pregunté.
—No se conocen competidores para estos tres Evangelios —respondió—. Parece que simplemente no estaba en tela de juicio.
Aun así, quise seguir probando la cuestión.
—Perdone mi escepticismo —comenté—, pero ¿tendría alguien algún motivo para mentir al alegar que estas personas escribieron los Evangelios cuando en realidad no lo hicieron?
Blomberg negó con la cabeza.
—Probablemente no. Recuerde, estos eran personajes improbables —dijo asomando una sonrisa—. Marcos y Lucas no fueron dos de los doce discípulos. Mateo sí, pero como había sido un recaudador de impuestos odiado, ¡pudiera haber sido el personaje más infame, junto con Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús!
»Contrástelo con lo que sucedió cuando se escribieron los fantasiosos evangelios apócrifos mucho tiempo después. La gente eligió los nombres de figuras reconocidas y ejemplares para ser sus autores ficticios: Felipe, Pedro, María, Jacobo. Esos nombres tenían más peso que los de Mateo, Marcos y Lucas. Así que para responder a su pregunta, no habría habido razón alguna para atribuirle su autoría a estas tres personas poco respetadas si no fuera cierto.
Sonaba lógico pero era evidente que por conveniencia estaba dejando de lado a uno de los escritores de los Evangelios.
—¿Y Juan? —pregunté—. Era una figura muy prominente; en realidad, no era simplemente uno más de los discípulos sino uno de los tres más cercanos a Jesús, junto con Pedro y Jacobo.
—Sí, él es la única excepción —admitió Blomberg asintiendo con la cabeza—. Y es interesante que Juan es el único Evangelio sobre el que existen dudas acerca de su autor.
—¿Qué es exactamente lo que se discute?
—Sobre el nombre del autor no hay dudas; ciertamente es Juan —respondió Blomberg—. La cuestión es si fue Juan el apóstol u otro Juan.
»Verá, el testimonio de un escritor cristiano llamado Papías, alrededor del año 125 d.C., hace referencia a Juan el apóstol y a Juan el anciano, y no se aclara en el contexto si está hablando de una persona desde dos perspectivas o de dos personas distintas. Pero salvo esa excepción, el resto del testimonio primitivo es unánime en cuanto a que fue Juan el apóstol, el hijo de Zebedeo, quien escribió el Evangelio.
—Y usted —dije en un esfuerzo para que siguiera hablando—, está convencido de que él lo hizo.
—Sí, creo que la mayor parte importante del material, apunta al apóstol —contestó—. Sin embargo, si usted lee el Evangelio atentamente, se puede ver una cierta indicación de que los versículos finales pueden haber recibido el toque final de un editor. Por mi parte, no tengo inconveniente en creer que alguien muy cercano a Juan haya cumplido ese papel, dando forma a los últimos versículos y probablemente creando la uniformidad estilística de todo el documento.
»Pero en cualquier caso —subrayó—, el Evangelio evidentemente está basado en material de testigos oculares, al igual que los otros tres Evangelios.

AHONDEMOS EN LOS DETALLES

Aunque apreciaba los comentarios de Blomberg hasta ese momento, todavía no estaba listo para seguir avanzando. La cuestión de quién escribió los Evangelios es de tremenda importancia, y yo quería detalles específicos: nombres, fechas, citas. Terminé mi café y puse la tasa sobre su escritorio. Con la pluma en mano, me preparé para excavar más profundo.
—Volvamos a Marcos, Mateo y Lucas —dije—. ¿Qué pruebas específicas tiene usted de que ellos son los autores de los Evangelios?
Blomberg se inclinó hacia delante.
—De nuevo, el testimonio más antiguo y probablemente más significativo viene de Papías, quien, alrededor del año 125 d.C., afirmó específicamente que M...

Índice

  1. Cover
  2. Title Page
  3. Copyright
  4. Contenido
  5. Epigraph
  6. Reconocimientos
  7. Introducción: Se reabre la investigación de toda una vida
  8. Part 1 - Primera parte: El examen del expediente
  9. Part 2 - Segunda parte: El análisis de Jesús
  10. Part 3 - Tercera parte: La investigación de la resurrección
  11. Conclusión: El veredicto de la Historia ¿Qué establece la evidencia y qué significa hoy en día?
  12. Citas
  13. Notas
  14. Acerca del autor
  15. About the Publisher
  16. Share Your Thoughts