Qué hacer cuando los adolescentes se deprimen y contemplan el suicidio
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Qué hacer cuando los adolescentes se deprimen y contemplan el suicidio

  1. 160 páginas
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Qué hacer cuando los adolescentes se deprimen y contemplan el suicidio

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Información del libro

Ayuda a tus adolecentes a caminar a través de la oscuridad, de la depresión y el suicidio.

No hay un manual que explique todo cuando se trata de ayudar a los chicos, con los diferentes problemas que enfrentarán durante su adolescencia. Ya sea que trabajes con ellos o seas padre de uno, probablemente ya hayas atravesado alguna de estas problemáticas. Situaciones para las que no te sentiste del todo preparado, o quizás te has cuestionado si esta es tu posición. Hay buenas noticias para ti: ¡No estás solo!

En Qué hacer cuando los adolescentes se deprimen y contemplan el suicidio, encontrarás respuestas a las preguntas difíciles que puedas enfrentar si surge esta problemática en tu grupo, iglesia o en tu familia. En este práctico libro descubrirás cómo identificar y ayudar a un adolecente que está luchando con la depresión o con pensamientos suicidas. Encontrarás muchas ideas para socorrer a las familias y grupos de jóvenes que enfrentan esta situación. Descubrirás herramientas prácticas para aprender a prevenir el suicidio en los adolescentes de hoy.

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Información

Editorial
Vida
Año
2013
ISBN
9780829777062

SECCIÓN 1
ENTENDIENDO LA DEPRESIÓN Y EL SUICIDIO

1.1 DEFINICIÓN Y ALCANCE

La familia Raymond comenzó a venir a nuestra iglesia el año pasado. Christy Raymond estaba en su tercer año de secundaria y su hermano menor, Justin, era un estudiante de primer año. La familia siempre había vivido en nuestra comunidad, y ellos (junto con otro grupo de familias) comenzaron a asistir a nuestra iglesia cuando su iglesia se fusionó con la nuestra.
Ambos, Christy y Justin, se involucraron en nuestro ministerio juvenil. Allí tenían muchos amigos, asistían a la misma escuela con un grupo de chicos, y se involucraron en otras actividades en la comunidad. Parecían estar muy bien conectados.
Los Raymond eran una familia muy estable y cariñosa. Ellos alentaban, disciplinaban, estaban comprometidos y participaban activamente en las vidas de sus dos hijos adolescentes. Los animaban a perseguir aquellas cosas por las que sentían pasión, a desarrollar sus talentos, y a disfrutar de la vida. Ellos tenían una perspectiva muy realista, animando a sus hijos a hacer su mejor esfuerzo, pero sin sobre exigirles demasiado.
La Sra. Raymond nos ayudó brindándonos alimentos y transporte cuando nuestro ministerio de jóvenes lo necesitaba. El Sr. Raymond estuvo con nosotros tantas veces como pudo y fue un gran apoyo para el ministerio de jóvenes. Juntos abrieron su hogar a los adolescentes y al ministerio de jóvenes, y establecieron límites muy saludables tanto para sus propios hijos como para quienes frecuentaban su casa.
Christy era una joven vivaz, enérgica, y relacionalmente participativa. Ella amaba a Jesús y planeaba vivir la vida al máximo.
Era activa en todo, desde los deportes hasta la preocupación por el tema social. Bastaban solo algunos minutos cerca de ella para darse cuenta de que esta chica se convertiría en una gran mujer. Christy se involucró en un grupo pequeño y se convirtió en una fuerza motivadora para la cohesión del grupo y el crecimiento espiritual de las otras chicas. La líder de su grupo pequeño amaba tener a Christy con ella.
Justin parecía ser la cara opuesta del espejo de su hermana y su familia. Él era irritable. Parecía como si odiara a todo el mundo. Era irrespetuoso, pesimista, y a menudo parecía estar en otro mundo. Chuck, el líder de su grupo, hizo hasta lo imposible para conectarse con Justin, pero todas las conversaciones fueron una lucha cuesta arriba.
Lo único que parecía interesar a Justin eran los deportes. Se pasaba horas frente al televisor viendo partido tras partido. Justin también era un gran atleta, por lo que su padre lo animó a involucrarse en algún deporte en la escuela, con la esperanza de que su hijo cambiara esa forma negativa de mirar la vida. Justin comenzaba bien en todos los deportes. Sus entrenadores invertían mucho tiempo en él (aunque algunos no soportaban su negatividad) y se asombraban con su capacidad natural. Pero luego de un par de semanas de práctica en cada temporada, Justin se marchaba. Pero no se lo contaba a sus padres, sino que simulaba seguir en las prácticas.
Una noche, al terminar la reunión de jóvenes, Chuck me llevó a un lado y me dijo: «Justin está destruyendo mi grupo pequeño. Él es muy negativo, y no hay forma de que pueda conectarme con él. Siento como si estuviera dándole el triple de energía y mayor atención que a cualquier otro chico de mi grupo. Realmente creo que algo anda mal. ¿Qué debo hacer?».
Justin tenía un trastorno distímico. En otras palabras, tenía depresión crónica. Sus padres pensaban que esto era solo una etapa de angustia adolescente … hasta que Justin comenzó a verbalizar y a escribir acerca de sus ideaciones mórbidas sobre la muerte. De inmediato buscaron ayuda para su hijo.
Tal vez tú te encuentres en el mismo lugar que Chuck, tratando de ayudar a un adolescente difícil, pero consciente de que estás llegando al final de tus posibilidades. Tal vez tienes a un adolescente como Justin en tu grupo.
La depresión adolescente es compleja y difícil de diagnosticar. Puede ser agotadora para los padres y para los líderes de jóvenes. Puede ser mortal para los adolescentes que experimentan constantemente dolor emocional, desesperanza y tristeza. Esta desesperación puede llevar a los adolescentes a creer que la única salida es la muerte. La buena noticia es que la depresión en los adolescentes puede ser tratada, y que los adolescentes deprimidos pueden llegar a vivir una vida feliz y productiva.
Este libro te ayudará a entender la depresión adolescente y sus diversas formas, así como también te dará algunos puntos de referencia teológicos que pueden ayudar en tus interacciones con los adolescentes deprimidos y sus familias. Mi deseo es darte también algunos pasos efectivos para cuando te enfrentes con la pregunta: «¿Qué hago cuando los adolescentes están deprimidos y contemplan el suicidio?».

1.1a DEPRESIÓN

La depresión es probablemente una de las luchas más comunes y predominantes con las que los jóvenes tienen que lidiar en el transcurso de su adolescencia. Sin embargo, la mayoría de los líderes de jóvenes no saben mucho sobre la depresión adolescente, o sobre cómo ayudar a un adolescente que está sufriendo de esta forma. Muchas personas, incluyendo a los padres y a los líderes de jóvenes, la desestiman como una parte de la montaña rusa hormonal-emotiva provocada por esta etapa del desarrollo. Sin embargo, la depresión es un desorden «afectivo», y aunque puede sonar aterrador, es preciso señalar que todas las personas experimentan alguna forma de depresión durante el transcurso de sus vidas.
En su forma más leve, la depresión es tan común como un resfriado. Los profesionales de la salud estiman que uno de cada ocho adolescentes estadounidenses sufre de algún tipo de depresion1. Eso es más de 3.500.000 de adolescentes. Y esta es solo una estimación basada en los casos diagnosticados de depresión.
Es probable que muchos más jóvenes experimenten alguna forma de depresión de lo que las estadísticas revelan. Las estimaciones pueden ser bajas porque, como se señaló anteriormente, la depresión adolescente a menudo es tomada en cuenta como parte de la inmadurez emocional normal en la adolescencia. También puede que no aparezca en ningún reporte porque el adolescente no tenga la capacidad para describir sus sentimientos. Cuando se les preguntó, puede que hayan respondido que no sabían qué era lo que sentían, o simplemente que se sentían … mal. La depresión, o cualquier otra forma de tristeza, a menudo son reinterpretadas como una forma de angustia.
En particular los varones a menudo carecen de la percepción emotiva que las chicas suelen tener ya desarrollada. Una chica también posee habilidades verbales de las que a menudo un adolescente varón carece. Esta combinación hace que sea más fácil para una chica adolescente identificar y verbalizar sus sentimientos. Además, puede que un varón adolescente no diga que se siente triste o deprimido porque la tristeza es percibida como una debilidad emocional. Los chicos por lo general han sido criados para abrazar la valentía masculina que dice que hay que estar siempre en control de los sentimientos.
Lo que lo hace más difícil todavía es el hecho de que la palabra depresión tiene muchos significados diferentes en nuestra sociedad. Los adolescentes la usan como una descripción de la decepción («Me sentí muy deprimida cuando cancelaron la excursión que íbamos a realizar»), o para señalar experiencias negativas («Hoy fue un día deprimente»), o como un acto de empatía («Esa es una noticia muy deprimente»).
Debido a que las chicas están en mayor contacto con sus emociones que los chicos, a menudo se cree que las adolescentes sufren más de depresión que los chicos adolescentes. En realidad, la depresión afecta a todos los adolescentes sin distinción de sexo, etnia, raza o nivel socioeconómico. Los adolescentes deprimidos, además, tienen un riesgo mayor de caer en otras cuestiones como abuso de sustancias, peleas en la escuela y en el trabajo, problemas relacionales, conflictos y conductas antisociales, conductas sexuales riesgosas y suicidio.
Muchos de los adolescentes en nuestros ministerios luchan con la depresión. Pero una vez más, la buena noticia es que la depresión puede ser tratada con éxito. Por lo tanto, los líderes juveniles deben conocer los datos, las señales y los síntomas de la depresión en los adolescentes para poder referir a los adolescentes y a sus familias a consejeros o a profesionales de la salud.

1.1b FISIOLOGÍA DE LA DEPRESIÓN ADOLESCENTE

Ciertas sustancias químicas del cerebro, llamadas neurotransmisores, son la causa fisiológica de la depresión. El sistema límbico del cerebro es el responsable del control de las emociones, de las respuestas al estrés (fisiológicas y emocionales), y de los impulsos y deseos físicos y sexuales. El sistema límbico fabrica neurotransmisores, específicamente seratonina, norepinefrina y dopamina, todos los cuales ayudan a regular el estado de ánimo y las emociones. Estos químicos son los responsables de la transferencia de información en forma de impulsos eléctricos desde y hacia los cien billones o más de neuronas o células nerviosas en todo el cerebro. Cada vez que procesamos mentalmente cualquier cosa, estas neuronas son estimuladas por los impulsos eléctricos que viajan a través de ellas en un tiempo equivalente a 1/15.000 de segundo. Esto permite que nuestro cerebro reaccione rápidamente a los estímulos y produzca el pensamiento y la emoción. El impulso eléctrico es recogido por la dendrita (uno de los largos y delgados brazos de la neurona), viaja por el cuerpo de la neurona, y después hacia el axón, donde es convertido en una sustancia química o neurotransmisor. Luego el neurotransmisor lleva el impulso a través de la sinapsis (el espacio entre las neuronas) a los receptores en las dendritas de otra neurona, donde se vuelve a convertir en un impulso eléctrico nuevamente. Los receptores de las dendritas son como cerraduras que solo reciben a ciertos tipos de llaves neurotransmisoras. Si la llave equivocada llega a determinada cerradura, puede ocurrir un desequilibrio y entonces el receptor rechazará al neurotransmisor. Luego, o bien permanecerá en estado latente en las sinapsis, donde será descompuesto por otros químicos, o bien será enviado de vuelta a la neurona que lo liberó (proceso conocido como «recaptación»).
La producción de ciertos neurotransmisores, y este desequilibrio químico, pueden causar ciertos cambios de humor e incluso depresión. Estos resultados negativos son difíciles de controlar porque se deben a causas y efectos reflexivos: El pensamiento y el comportamiento pueden afectar a esta química cerebral, y la química cerebral puede afectar el pensamiento y el comportamiento. Este círculo vicioso puede salirse de control y llevar al individuo a una depresión mayor. Es por este motivo que los antidepresivos o los inhibidores de la recaptación, así como también la psicoterapia, son fundamentales para tratar eficazmente una depresión profunda. Además, los adultos y los adolescentes procesan la actividad neurológica de manera muy diferente. A lo largo de un día normal en la vida un adulto, este recibe la información y los estímulos a través de sus sentidos. Esta información es transformada en corrientes eléctricas en el cerebro, produciendo el pensamiento y el comportamiento, y afectando el estado de ánimo. Estos pensamientos y comportamientos también afectan la emoción, creando un ciclo de procesos. Por ejemplo, alguien te puede informar que tu gato fue atropellado por un auto. Inmediatamente respondes con alegría, porque odiabas a ese gato, o puedes sentirte triste pero no devastado, porque solo era un gato, o puedes sentir una profunda pena porque el gato era parte de tu familia. La forma en que respondas se deberá en gran parte a los tipos de neurotransmisores que haya en tu cerebro, al flujo desinhibido que tengan y al proceso de pensamiento por el que atravieses. Por ejemplo, si procesas esa noticia a la ligera, te producirá una emoción triste, pero no depresiva; momentos más tarde podrás responder a otra situación con alegría o con otras emociones variadas.
Sin embargo, para un adolescente, este flujo y reflujo emotivo tiene un alcance más amplio y una oscilación más volátil. Esto se debe al hecho de que los adolescentes no son tan maduros cognitivamente. No procesan la información y las emociones tan rápido porque no tienen la capacidad de razonamiento abstracto ni las experiencias de vida de un adulto. Si una adolescente escucha que el gato murió, esto puede causarle una gran angustia, aunque en vida el gato haya sido insignificante para ella. Puede que el cerebro de esa chica haga detonar un efecto de avalancha, el cual hará que experimente un mayor rango de emociones.
Así, mientras que los adultos pueden tener una serie de emociones negativas y positivas en un día, y el número de emociones negativas puede superar a las positivas (o viceversa), un día emocionalmente negativo no hace a un adulto emocionalmente disfuncional. Para los adolescentes, en cambio, la oscilación emotiva puede ser mayor y durar mucho más tiempo. Incluso puede durar varios días. Esto, sin embargo, no significa que el adolescente esté experimentando depresión.
Los padres y los líderes de jóvenes deben entender que las emociones adolescentes se encuentran en un estado exagerado. Pero, de nuevo, esto hace que la depresión sea muy difícil de diagnosticar, ya que es difícil distinguirla de los aspectos normales de la etapa de desarrollo del adolescente.
Entre los factores que pueden afectar la química del cerebro también se incluyen la herencia, las cuestiones estresantes de la vida, los patrones de pensamiento negativo, ciertas enfermedades, los medicamentos, el alcohol y el abuso de drogas, la falta de exposición a la luz solar, y los cambios ambientales y hormonales. Como es sabido, los adolescentes son fábricas de hormonas. El hipotálamo (en el cerebro) es el puente entre el sistema límbico y el sistema endocrino. El hipotálamo activa directamente la glándula pituitaria, que enlaza un eje pituitario-hipodálmico-gonadal (HPG), todos los cuales inician y mantienen la producción de muchas hormonas. En los adolescentes, las hormonas conocidas como gonadotropinas (estrógeno, progesterona y testosterona) dan inicio al proceso de la pubertad y la maduración sexual. Estas hormonas, junto con muchas otras, son liberadas al flujo sanguíneo. Las hormonas que no controlan el desarrollo e impulso sexual ayudan para que el cuerpo regule las reacciones frente al estrés. El sistema endocrino monitorea constantemente la producción de estas hormonas.
Si algún nivel hormonal se eleva demasiado, el sistema endocrino da la señal de cerrarse a la glándula que lo produce. Esto se puede comparar con el interruptor de un circuito. Sin embargo, este proceso de señalización a menudo puede fallar cuando la persona está en un estado de depresión. Esta irregularidad hormonal puede producir depresión y reacciones físicas al estrés, tales como trastornos en el sueño y el apetito. Debido a que el hipotálamo une al sistema límbico y al endocrino, utiliza neurotransmisores en el rol de producción hormonal mientras que también regula la glándula pituitaria y otras glándulas del sistema endocrino. Si los neurotransmisores se desequilibran, también pueden afectar a las hormonas. Es cierto que los adolescentes con una sobrecarga de hormonas no están necesariamente en un estado de depresión. La producción extrema de hormonas puede afectar los cambios exagerados de estado de ánimo de los adolescentes, pero no los mantendrá encerrados en u...

Índice

  1. Cover
  2. Title Page
  3. CONTENIDO
  4. INTRODUCCIÓN
  5. SECCIÓN 1: ENTENDIENDO LA DEPRESIÓN Y EL SUICIDIO
  6. SECCIÓN 2: ENTENDIENDO CÓMO LA TEOLOGíA SE INTERSECTA CON EL TEMA DE LA DEPRESIÓN Y EL SUICIDIO ADOLESCENTE
  7. SECCIÓN 3: ACCIONES PRÁCTICAS PARA TOMAR EN CUENTA CUANDO LOS ADOLESCENTES SE DEPRIMEN O CONTEMPLAN EL SUICIDIO
  8. SECCIÓN 4: Recursos para luchar contra la depresión y el suicidio adolescente
  9. NOTAS
  10. About the Author
  11. Copyright
  12. About the Publisher
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