NVI, Los Libros de la Biblia: La Historia del Pacto
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NVI, Los Libros de la Biblia: La Historia del Pacto

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NVI, Los Libros de la Biblia: La Historia del Pacto

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Información del libro

¡Lee e interactúa con las Escrituras de una manera completamente nueva!

NVI, Los Libros de la Biblia es una presentación nueva, aunque antigua, de las Escrituras.

  • Se han eliminado tantas distracciones como ha sido posible para que los lectores puedan experimentar cada libro de un modo acorde a la intención de sus autores.
  • Sin números de capítulos ni versículos. No más notas de estudio. No más referencias cruzadas ni notas al pie. No más letras rojas.
  • Las particiones de las secciones naturales se han ajustado para revelar la estructura inherente que muestra los contornos de cada libro de una forma en que la forma tradicional de las Biblias —capítulo y versículos— no lo logran.
  • Los libros de la Biblia están dispuestos siguiendo un orden que ayuda a los lectores a ver, con mayor facilidad, cómo se va desarrollando el drama.
  • Las introducciones de los libros se incluyen con el fin de preparar a los lectores para una experiencia de lectura en mayor profundidad. Estas "invitaciones" cuentan la historia subyacente a la narrativa, y libera el contexto del libro que se está a punto de leer.
  • El formato en una sola columna, para una experiencia de lectura limpia, simple, y elegante.
  • El texto bíblico se presenta en un tipo de letra 10.3, que facilita la lectura.
  • La Nueva Versión Internacional (NVI) es una traducción precisa, legible y clara, con el fin de proporcionar hoy la misma experiencia de lectura de la Biblia que tuvieron los primeros receptores de las Escrituras en su lengua nativa.

En la nvi, Los Libros de la Biblia, Historia del pacto, los lectores aprenderán sobre la creación de Dios, la rebelión de la humanidad y el plan divino de renovación del mundo. Historia del Pacto utiliza las Escrituras en la traducción moderna superventas del mundo, la Nueva Versión Internacional.

Los libros de la Biblia incluidos son:

  • Génesis
  • Éxodo
  • Levítico
  • Números
  • Deuteronomio
  • Josué
  • Jueces
  • Rut
  • Samuel–Reyes

La Historia del Pacto es la primera parte (de cuatro) de la NVI, Los Libros de la Biblia, una parte de la amplia campaña denominada «The Community Bible Experience», para iglesias locales.

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Información

Editorial
Vida
Año
2019
ISBN
9780829768862
Categoría
Bibles

INVITACIÓN A
SAMUEL–REYES

Los libros comúnmente conocidos como 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes y 2 Reyes son en realidad partes de un libro extenso. (Fueron separadas debido a la longitud de los rollos antiguos). Cuentan la historia de la monarquía israelita de principio a fin. Comienza con Samuel, el último de los jueces, ya que él estableció la monarquía. Este extenso libro describe entonces lo que ocurrió en los días de cada uno de los reyes que durante los próximos varios siglos reinaron sobre la nación unida, y luego la división en dos de los reinos de Israel y de Judá. Los acontecimientos de unos cuantos reinados, especialmente los de Saúl, David y Salomón, se describen minuciosamente, incluso cómo Salomón construyó el gran templo para el Señor en Jerusalén. Lo que sucedió bajo los reinados de otros reyes se cuenta de manera mucho más breve. No obstante, un patrón estructural consistente se desplaza por todo el libro. Anuncia cuántos años tenía el rey al subir al trono, y cuántos años y en qué ciudad reinó. Luego describe su carácter y los eventos y logros notables de su reinado. (En pocos casos el anuncio viene después de la descripción del reinado). El libro entonces pasa al siguiente rey. Apropiadamente, por lo tanto, se le llama a veces el «Libro de los reinados».
Debajo de este patrón de sucesión histórica se descubre otro ritmo. Saúl, el primer rey, no sigue a Dios fielmente, y por eso Dios anuncia que buscará a un hombre más de su agrado que gobierne a Israel. Dios encuentra a esta persona en David. Lo asciende al trono y le promete que sus descendientes siempre gobernarán a Israel si lo adoran y le sirven fielmente. Lamentablemente, los reyes que sucedieron a David no estaban todos comprometidos para seguir los caminos de Dios. Muchos de ellos abandonaron a Dios y condujeron al pueblo a hacer lo mismo, aunque algunos de los reyes llamaron al pueblo a retornar a la fe. Con la dedicación plena de David a Dios como su norma, el «Libro de los reinados» narra si el rey hizo o no lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el ejemplo de su antepasado David. Relata la trágica vacilación de la devoción del pueblo que hace que con los años la nación se vea primeramente dividida y luego conquistada por los imperios del oriente.
De esta manera la historia real del libro se sitúa en el contexto de la relación del pacto de la nación con Dios. Insiste en que el pueblo ahora ha perdido su independencia y su identidad nacional porque no ha sido fiel a Dios. Samuel-Reyes es por consiguiente un final trágico de la historia del pacto que comenzó en Génesis. Así como los primeros seres humanos fueron exilados del Edén de Dios, ahora Israel es desplazado del nuevo Edén que Dios intentaba en la tierra prometida.
Sin embargo, aun cuando el libro explica que la caída de la nación es el resultado de su fracaso moral y religioso, termina con un rayo de esperanza. Relata que Joaquín, el rey del linaje de David que fuera llevado preso a Babilonia, fue liberado finalmente y se le dio un lugar de honor en la mesa del rey. A pesar de la repetida infidelidad del pueblo con el pacto, Dios ha permanecido fiel a la promesa que le hiciera a David. La nación todavía puede ser parte de los planes de Dios, si ahora, incluso en el exilio, descubre nuevamente su devoción al Señor.
La tierra y el templo se han perdido en la oscuridad del juicio, y solo una luz parpadeante permanece. Pero el propósito más profundo de Dios que fuera revelado en el nacimiento de Israel —de ser portador de bendición y restauración para las naciones— se mantiene vivo todavía.

SAMUEL–REYES

En la sierra de Efraín había un hombre zufita de Ramatayin. Su nombre era Elcaná hijo de Jeroán, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efraimita. Elcaná tenía dos esposas. Una de ellas se llamaba Ana, y la otra, Penina. Esta tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno.
Cada año Elcaná salía de su pueblo para adorar al SEÑOR Todopoderoso y ofrecerle sacrificios en Siló, donde Ofni y Finés, los dos hijos de Elí, oficiaban como sacerdotes del SEÑOR. Cuando llegaba el día de ofrecer su sacrificio, Elcaná solía darles a Penina y a todos sus hijos e hijas la porción que les correspondía. Pero a Ana le daba una porción especial, pues la amaba a pesar de que el SEÑOR la había hecho estéril. Penina, su rival, solía atormentarla para que se enojara, ya que el SEÑOR la había hecho estéril.
Cada año, cuando iban a la casa del SEÑOR, sucedía lo mismo: Penina la atormentaba, hasta que Ana se ponía a llorar y ni comer quería. Entonces Elcaná, su esposo, le decía: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás resentida? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?»
Una vez, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. Y a la vista del sacerdote Elí, que estaba sentado en su silla junto a la puerta del santuario del SEÑOR, con gran angustia comenzó a orar al SEÑOR y a llorar desconsoladamente. Entonces hizo este voto: «SEÑOR Todopoderoso, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya, y si en vez de olvidarme te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida, y nunca se le cortará el cabello».
Como Ana estuvo orando largo rato ante el SEÑOR, Elí se fijó en su boca. Sus labios se movían, pero, debido a que Ana oraba en voz baja, no se podía oír su voz. Elí pensó que estaba borracha, así que le dijo: —¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Deja ya el vino!
—No, mi señor; no he bebido ni vino ni cerveza. Soy solo una mujer angustiada que ha venido a desahogarse delante del SEÑOR. No me tome usted por una mala mujer. He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción.
—Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.
—Gracias. Ojalá favorezca usted siempre a esta sierva suya.
Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió. Al día siguiente madrugaron y, después de adorar al SEÑOR, volvieron a su casa en Ramá. Luego Elcaná se unió a su esposa Ana, y el SEÑOR se acordó de ella. Ana concibió y, pasado un año, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, pues dijo: «Al SEÑOR se lo pedí».
Cuando Elcaná volvió a salir con toda su familia para cumplir su promesa y ofrecer su sacrificio anual al SEÑOR, Ana no lo acompañó.
—No iré hasta que el niño sea destetado —le explicó a su esposo—. Entonces lo llevaré para dedicarlo al SEÑOR, y allí se quedará el resto de su vida.
—Bien, haz lo que te parezca mejor —respondió su esposo Elcaná—. Quédate hasta que lo destetes, con tal de que el SEÑOR cumpla su palabra.
Así pues, Ana se quedó en su casa y crió a su hijo hasta que lo destetó.
Cuando dejó de amamantarlo, salió con el niño, a pesar de ser tan pequeño, y lo llevó a la casa del SEÑOR en Siló. También llevó un becerro de tres años, una medida de harina y un odre de vino. Luego sacrificaron el becerro y presentaron el niño a Elí. Dijo Ana: «Mi señor, tan cierto como que usted vive, le juro que yo soy la mujer que estuvo aquí a su lado orando al SEÑOR. Este es el niño que yo le pedí al SEÑOR, y él me lo concedió. Ahora yo, por mi parte, se lo entrego al SEÑOR. Mientras el niño viva, estará dedicado a él». Entonces Elí se postró allí ante el SEÑOR.
Ana elevó esta oración:
«Mi corazón se alegra en el SEÑOR;
en él radica mi poder.
Puedo celebrar su salvación
y burlarme de mis enemigos.
»Nadie es santo como el SEÑOR;
no hay roca como nuestro Dios.
¡No hay nadie como él!
»Dejen de hablar con tanto orgullo y altivez;
¡no profieran palabras soberbias!
El SEÑOR es un Dios que todo lo sabe,
y él es quien juzga las acciones.
»El arco de los poderosos se quiebra,
pero los débiles recobran las fuerzas.
Los que antes tenían comida de sobra
se venden por un pedazo de pan;
los que antes sufrían hambre
ahora viven saciados.
La estéril ha dado a luz siete veces,
pero la que tenía muchos hijos languidece.
»Del SEÑOR vienen la muerte y la vida;
él nos hace bajar al sepulcro,
pero también nos levanta.
El SEÑOR da la riqueza y la pobreza;
humilla, pero también enaltece.
Levanta del polvo al desvalido
y saca del basurero al pobre
para sentarlos en medio de príncipes
y darles un trono esplendoroso.
»Del SEÑOR son los fundamentos de la tierra;
¡sobre ellos afianzó el mundo!
Él guiará los pasos de sus fieles,
pero los malvados se perderán entre las sombras.
¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas!
»El SEÑOR destrozará a sus enemigos;
desde el cielo lanzará truenos contra ellos.
El SEÑOR juzgará los confines de la tierra,
fortalecerá a su rey
y enaltecerá el poder de su ungido».
Elcaná volvió a su casa en Ramá, pero el niño se quedó para servir al SEÑOR, bajo el cuidado del sacerdote Elí.
Los hijos de Elí eran unos perversos que no tomaban en cuenta al SEÑOR. La costumbre de estos sacerdotes era la siguiente: Cuando alguien ofrecía un sacrificio, el asistente del sacerdote se presentaba con un tenedor grande en la mano y, mientras se cocía la carne, metía el tenedor en la olla, en el caldero, en la cacerola o en la cazuela; y el sacerdote tomaba para sí mismo todo lo que se enganchaba en el tenedor. De este modo trataban a todos los israelitas que iban a Siló. Además, antes de quemarse la grasa, solía llegar el ayudante del sacerdote para decirle al que estaba por ofrecer el sacrificio: «Dame carne para el asado del sacerdote, pues no te la va a aceptar cocida, sino cruda». Y, si el hombre contestaba: «Espera a que se queme la grasa, como es debido; luego podrás tomar lo que desees», el asistente replicaba: «No, dámela ahora mismo; de lo contrario, te la quito por la fuerza». Así que el pecado de estos jóvenes era gravísimo a los ojos del SEÑOR, pues trataban con desprecio las ofrendas que le pertenecían.
El niño Samuel, por su parte, vestido con un efod de lino, seguía sirviendo en la presencia del SEÑOR. Cada año su madre le hacía una pequeña túnica, y se la llevaba cuando iba con su esposo para ofrecer su sacrificio anual. Elí entonces bendecía a Elcaná y a su esposa, diciendo: «Que el SEÑOR te conceda hijos de esta mujer, a cambio del niño que ella pidió para dedicárselo al SEÑOR». Luego regresaban a su casa.
El SEÑOR bendijo a Ana, de manera que ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Durante ese tiempo, Samuel crecía en la presencia del SEÑOR.
Elí, que ya era muy anciano, se enteró de todo lo que sus hijos le estaban haciendo al pueblo de Israel, incluso de que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada del santuario. Les dijo: «¿Por qué se comportan así? Todo el pueblo me habla de su mala conducta. No, hijos míos; no es nada bueno lo que se comenta en el pueblo del SEÑOR. Si alguien peca contra otra persona, Dios le servirá de árbitro; pero si peca contra el SEÑOR, ¿quién podrá interceder por él?» No obstante, ellos no le hicieron caso a la advertencia de su padre, pues la voluntad del SEÑOR era quitarles la vida.
Por su parte, el niño Samuel seguía creciendo y ganándose el aprecio del SEÑOR y de la gente.
Un hombre de Dios fue a ver a Elí, y le dijo:
«Así dice el SEÑOR: “Bien sabes que ...

Índice

  1. COVER PAGE
  2. TITLE PAGE
  3. COPYRIGHT PAGE
  4. CONTENIDO
  5. EL DRAMA DE LA BIBLIA EN SEIS ACTOS
  6. VIVAMOS EL LIBRETO
  7. EL DRAMA DE LA BIBLIA: UNA CRONOLOGÍA VISUAL
  8. UNA GUÍA A LOS LIBROS DE LA HISTORIA DEL PACTO
  9. PREFACIO A LOS LIBROS DE LA BIBLIA
  10. INVITACIÓN A LA HISTORIA DEL PACTO
  11. CARTOGRAFÍA DE LA HISTORIA, EL ESCENARIO DEL DRAMA
  12. GÉNESIS
  13. ÉXODO
  14. LEVÍTICO
  15. NÚMEROS
  16. DEUTERONOMIO
  17. JOSUÉ
  18. JUECES
  19. RUT
  20. SAMUEL–REYES
  21. ACERCA DE LA NVI