El camino de la iluminación (Becoming Enlightened; Spanish ed.)
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El camino de la iluminación (Becoming Enlightened; Spanish ed.)

  1. 352 páginas
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El camino de la iluminación (Becoming Enlightened; Spanish ed.)

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En El camino de la iluminación, Su Santidad el Dalai Lama extrae prácticas de meditación del Budismo tradicional para presentar paso a paso ejercicios contemplativos diseñados para expandir la capacidad de enriquecimiento espiritual del lector, junto con marcas claras para reconocer su progreso.
Repleto de anécdotas personales y de recuentos íntimos de las experiencias del Dalai Lama, El camino de la iluminación ofrece al lector todo el conocimiento, el apoyo, la guía y la inspiracion necesarias para ser exitoso en su vida espiritual.
In Becoming Enlightened, His Holiness the Dalai Lama draws from traditional Buddhist meditative practices to present step-by-step contemplative exercises designed to expand the reader's capacity for spiritual growth, along with clear milestones to mark progress.
Complete with personal anecdotes and intimate accounts of the Dalai Lama's experiences, Becoming Enlightened gives readers all the wisdom, support, guidance, and inspiration they need to become successful in their spiritual lives.

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Información

Editorial
Atria Books
Año
2010
ISBN
9781439171288
Categoría
Buddhism

1
Un libro acerca de la iluminación

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Hemos llegado al siglo XXI, una época de considerable progreso material basado en gran medida en adelantos tecnológicos estimulados por una oleada de descubrimientos científicos. Sin embargo, el siglo XX estuvo plagado por una gigantesca cantidad de violencia, más que nunca antes, y a principios del siglo XXI la violencia criminal parece estar adquiriendo nuevas formas, con una potencia que crece sin cesar. Este caos no se produce debido a un insuficiente conocimiento técnico, ni por falta de materiales, sino por una mente desordenada.
Si bien muchos en este mundo disfrutan de una creciente prosperidad, muchos también permanecen en extrema pobreza. En la mayoría de los países existe una gran disparidad entre las clases sociales. Al carecer de riqueza, los pobres son terriblemente vulnerables. Piensa también en cuántos animales se crían para el matadero, en número tan grande que está perjudicando al medio ambiente.
Estos hechos lamentables se deben a la falta de un cuidado amoroso. Si aumentara la generosidad de la humanidad por las otras personas, no sólo la población del mundo sería más feliz, sino que los incontables animales cuya existencia afectamos directamente tendrían también una vida mejor. Para aumentar nuestro altruismo debemos motivarnos a nosotros mismos a tomar en consideración los efectos de nuestras acciones tanto en el presente como en el futuro.
Si el sufrimiento gratuito pudiera eliminarse y la felicidad se lograra sólo mediante el desarrollo material y la riqueza, entonces los ricos deberían estar exentos de sufrimiento, pero obviamente ése no es el caso. De hecho, una vez que la gente obtiene una buena tajada de dinero, comodidades y poder, tiende a volverse soberbia, especialmente envidiosa y particularmente codiciosa, más concentrada en hacer el mal e increíblemente aprensiva. Aquellos que viven de manera moderada no son en modo alguno inmunes a los tres venenos de la lujuria, el odio y la ignorancia, pero en su mayoría se ven considerablemente menos afectados por problemas adicionales.
¿Qué nos hace infelices? Nuestras mentes han caído en tal grado bajo la influencia de emociones autodestructivas que estas actitudes, lejos de ser vistas como perjudiciales, se acogen y se promueven. Eso es lo que nos lleva a incomodarnos.
Si la gente pudiera disfrutar de prosperidad externa y de cualidades internas de bondad, riqueza externa e interna, eso ciertamente daría lugar a una cómoda existencia humana. La felicidad, ciertamente, no proviene sólo de circunstancias externas; se deriva principalmente de actitudes internas. En la actualidad aquellos países que han alcanzado un gran progreso material están empezando a identificar que la salud física, así como las condiciones de la sociedad, están íntimamente relacionadas con nuestros procesos mentales.
La investigación analítica de los modos en que pensamos y sentimos es muy importante. A lo largo de los últimos tres mil años, en la India ha tenido lugar el análisis más profundo de los procesos mentales internos, siendo, pues, ese discernimiento al que recurro en este libro para presentar toda la gama de prácticas que conducen a la iluminación de la budeidad de un modo fácilmente accesible.

LA IDENTIFICACIÓN DEL BUDISMO

Hace unos 2550 años, Buda estableció una nueva religión en la India. Antes de ese tiempo algunas aspectos de sus ideas ya habían aparecido en ese país, pero nadie había delineado esas ideas y técnicas de manera tan concluyente como él lo haría. ¿Cuál es su esencia? La inidentidad o negación del egocentrismo. Mucho antes que él, muchos habían intentado analizar el estado de la identidad personal, sosteniendo que existe independientemente de la mente y el cuerpo. Buda llegó a la conclusión de que cuando creemos que la identidad existe independientemente, nuestro sentido innato de egocentrismo aumenta y se solidifica. Como resultado, la lujuria, la ira, la envidia y la duda que provienen del ser egocéntrico se fortalecen y se arraigan.
Viendo que esos estados mentales defectuosos tales como la lujuria y el odio se arraigan en el egoísmo, Buda enseñó algo que no había sido explicado antes, la perspectiva de la inidentidad. Esto fue excepcional y, ciertamente durante los 2500 años que han transcurrido desde entonces, nadie fuera de esta tradición ha enseñado este punto de vista.
Tal como el erudito tibetano Jamyang Shepa escribiera hacia fines del siglo XVII, «los puntos de vista budistas y no budistas se derivan de probar o refutar lo que se concibe como la opinión sobre la identidad». Al establecer el punto de vista del altruismo, el Buda enseñó que no existe un yo permanente e inmutable separado de la mente y el cuerpo. Las escuelas no budistas no sólo aceptan esa existencia, sino que se empeñan en demostrarla a través de varios enfoques, en tanto los sistemas budistas procuran refutarla.
No es que la identidad sea totalmente inexistente; es obvio que existe una entidad personal que desea la felicidad y que no quiere sufrir; pero el Buda enseñó que la identidad se crea en dependencia de la mente y el cuerpo. De este modo, Buda estableció el concepto conocido como originación dependiente que enfatiza la interrelación de todas las cosas. Pese a las apariencias de lo contrario, nada existe con carácter autónomo o en verdadero aislamiento. Todas las cosas tienen interconexiones. Este punto de vista de la originación dependiente es una enseñanza fundamental de Buda.
Originación dependiente significa que todos los fenómenos — ya sean físicos, mentales o de cualquier otra naturaleza — se producen a partir de ciertas causas y condiciones. La felicidad que busca una persona y el sufrimiento del cual quiere librarse no surgen independientemente, sino que se producen debido a causas específicas. Según el budismo, no surgen debido a causas permanentes, tales como un Creador autogénico permanente, ni a una Naturaleza permanente, como se pensaba popularmente en la India. Buda enseñó que los fenómenos se producen tan sólo en dependencia de sus respectivas causas y condiciones. Todo fluye constantemente.
Con frecuencia me preguntan cuál es el punto de vista budista y respondo diciendo que es de originación dependiente, y su conducta prescrita es la no violencia. La no violencia significa estar motivado por la compasión, que exige ayudar a los demás y, si eso no es posible, entonces al menos no hacerles daño. La originación dependiente y la compasión son la esencia de la religión budista y las claves para alcanzar su estado más elevado de conciencia: la iluminación.

2
Religiones comparadas

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Cuando comparamos a los muchos maestros religiosos que han surgido en este mundo, debemos hacerlo a partir de lo que ellos han enseñado, analizando esas zonas en que fueron particularmente dotados; no basta meramente citar las alabanzas de sus seguidores porque éstas están presentes en todas las religiones. El proceso de comparación exige diferenciaciones y, al hacer éstas, vemos que la doctrina de Buda es única en ver nuestra concepción de la identidad personal como imperfecta y enfatizar que el antídoto es el altruismo. Además, el budismo requiere procurar el bienestar de todos los seres sensibles mediante la transformación de nuestras actitudes usuales hacia la identidad personal y los demás: debemos abstenernos de practicar el amor propio y ocuparnos de amar a otros. En esto Buda Sakiamuni muestra excepcional sabiduría y compasión.
El énfasis de Buda en generar una intención altruista para llegar a la iluminación al amar a otros más que a uno mismo y su énfasis en la renuncia del egoísmo como un antídoto para nuestras opiniones erróneas de la identidad personal hacen al budismo singularmente profundo. Pero ¿sería mejor el mundo si todos se hicieran budistas? Cuando el propio Buda Sakiamuni enseñaba, ni siquiera toda la India se hizo budista. Si no hubiera sido necesario tomar en cuenta las disposiciones e intereses de sus discípulos, él podría haberles enseñado el sistema más profundo a todos ellos, pero ése no es el caso; es necesario que la doctrina resulte significativa y útil para cada discípulo. Puesto que las disposiciones e intereses de los seres sensibles son diversas, fue necesario que Buda enseñara una amplia variedad de doctrinas.
Si la doctrina más profunda — que las personas y los fenómenos no se establecen independientemente por medio de su propio carácter — no tiene sentido para un discípulo, debe enseñarse un sistema parcial de inidentidad, de manera que Buda enseñó a tales discípulos que las personas no existen substancialmente, pero que el complejo mente-cuerpo sí existe, eximiéndolo por tanto de la esfera de la inidentidad. Para aquellos discípulos que en ese momento no podían captar ningún nivel de la doctrina de la inidentidad, Buda enseñó una doctrina modificada del ego, como cuando dijo: «el complejo mente-cuerpo es la carga; el portador de la carga es la persona».
De esta manera, Buda adaptaba sus enseñanzas a las capacidades de sus discípulos. Si una enseñanza no es adecuada para un discípulo específico, entonces, aun si la doctrina es correcta, no hay manera de que pueda promover el bienestar del discípulo. En consecuencia, para los estudiantes a quienes la doctrina de la inidentidad no es adecuada, resulta mejor otra que se ajuste a su disposición e interés. Partiendo de esta perspectiva, podemos ver claramente que los muchos sistemas religiosos que han surgido en este mundo resultan beneficiosos a gran cantidad de individuos.
Puede ser posible descubrir qué religión es la más profunda, pero si preguntamos cuál sistema religioso es el mejor, resulta difícil responder. El valor de una religión es relativo a cada individuo. El punto de vista filosófico de una religión puede ser el más profundo y abarcador, pero aun así puede resultar inadecuado para un individuo en particular. Como mencioné antes, aun para sus seguidores Buda no siempre enseñó la perspectiva más profunda. Más que intentar imponer el punto de vista más profundo en todos, él enseñó conforme a los intereses y disposiciones individuales.
Por tanto, aunque el punto de vista de que todos los fenómenos carecen de existencia independiente puede ser el más profundo, es difícil decir que sea el mejor. La doctrina debe ser pertinente para el estudiante. Por ejemplo, si preguntamos cuál es el medicamento más costoso, ciertamente que hay medicinas que son muy caras y otras que son baratas. Pero si preguntamos qué medicina es la mejor, ello depende enteramente del paciente. Si todos los enfermos tomaran la medicina más cara, creyendo que debe ser la mejor, ésta perjudicaría a algunos de ellos y no ayudaría a otros, mientras la menos costosa podría proporcionar los mayores beneficios a los que necesitan de ese tratamiento específico. De la misma manera, el valor de un sistema religioso depende de su pertinencia para cada individuo; cualquiera que beneficie más a esa persona es [para él o ella] el mejor.
La cuestión del valor depende del marco de referencia, que para los sistemas religiosos es fundamentalmente si ayuda o perjudica al individuo. Desde este punto de vista, no puede decirse que el budismo es la mejor religión en general, aunque es la mejor para personas con un punto de vista y una disposición específicos. La gente necesita un sistema que les venga bien. Es por esto que es muy importante valorar todos los sistemas religiosos. Aunque difieran mucho filosóficamente, todos tienen preceptos para cultivar una buena actitud hacia las demás personas y para ayudarlas, lo cual significa que exigen la práctica del amor, la compasión, la paciencia, la satisfacción y el aprecio por las normas de la sociedad. Puesto que todas las religiones comparten estos objetivos, es importante respetarlas y valorar sus contribuciones.
Cuando consideramos sin prejuicios a las religiones que tienen un fundamento filosófico, vemos claramente que cada una ha sido beneficiosa para muchas personas en el pasado, continúa siéndolo en el presente y lo será en el futuro. Aunque se han producido muchos conflictos en nombre de las religiones de este mundo, creo que han hecho más bien que mal. Siempre que exijan que sus seguidores observen un mejor comportamiento, debemos respetarlas, no importa si sus puntos de vista filosóficos sean válidos o no.

LA NECESIDAD DE RAZONAR

Según un viejo dicho tibetano, debemos apreciar al maestro religioso, pero investigar la doctrina. Aun dentro de la enseñanza de Buda Sakiamuni debemos distinguir entre lo que exige interpretación y lo que es definitivo, una distinción que hacemos con el razonamiento. Si la razón contradice una enseñanza de Buda, no debe tomarse literalmente, aunque en verdad sea su palabra. Del mismo modo, cuando miramos a los grandes seres que fueron seguidores de Buda, ha de decirse que ciertas enseñanzas — tales como las de Asanga, el sabio indio del siglo IV, que negaba la existencia de un mundo externo que afecte nuestros sentidos — no reflejan la realidad. Aunque tales enseñanzas se encuentran en ciertas escrituras de Buda, no representan necesariamente su pensamiento. Esta distinción entre el pensamiento que expresa la escritura y el pensamiento del expositor puede determinarse con ayuda de la razón. El que tengamos fe en Asanga no exige que aceptemos literalmente su punto de vista de una mente única con un propósito particular en ella.
Del mismo modo, es razonable para los budistas respetar a los maestros de otras religiones. Desde un punto de vista, ellos podrían ser emanaciones de un Buda y, desde otro punto de vista, aun si no lo son, sus filosofías son útiles para ciertas personas y hasta pueden serte útiles en una cierta coyuntura de tu vida.
Sin embargo, entre los seguidores de algunas religiones hay personas conflictivas, budistas inclusive. Aunque podrían pretender ser religiosos, toman las doctrinas que están concebidas para vencer la lujuria, el odio y la ofuscación y las mezclan con sus propias emociones aflictivas, abusando de esa manera de la religión. Al hacer distinciones absolutas entre nosotros y ellos, provocan grandes problemas. Me parece a mí que cuando los seguidores de una religión hacen esto, no es razonable decir que es culpa de la religión.

FE Y RESPETO

Puesto que la fe y el respeto son diferentes, el respeto por otras religiones no significa que debamos tener fe en sus doctrinas. Por ejemplo, he conocido a algunos cristianos que se interesan en ciertas prácticas budistas, las estudian e incluso las cultivan. Se interesan particularmente en los métodos budistas para lograr una concentración meditativa invariable, así como en el modo de acrecentar el amor, la compasión y la paciencia. Puesto que estas prácticas son comunes al cristianismo y al budismo, expreso mi admiración por lo que ellos hacen. Sin embargo, para algunos cristianos que se han interesado en la opinión de la vacuidad, les respondo amablemente que ésta es una doctrina particularmente budista y que tiene poca conexión con la doctrina cristiana. ¿Por qué? Porque ensayar la vacuidad exige adentrarse en la originación dependiente y, si se entienden sus implicaciones, resulta difícil aceptar a un Dios único, permanente e inmutable como el creador del mundo. Si uno intentara creer simultáneamente en el cristianismo y en el budismo, estaría afirmando la existencia de un Dios creador y, al mismo tiempo, la no existencia de un Dios creador. Eso es imposible. Por consiguiente, si bien el respeto es posible y beneficioso, la fe es otra cosa.
Entre las muchas religiones que afirman la existencia de un Dios creador hay algunos seguidores que dicen que el budismo no es una religión porque no acepta que un Dios haya creado al mundo. Algunos de mis amigos islámicos, por ejemplo, me han dicho que muchos de los consejos que encuentran en el budismo son muy beneficiosos para las personas, incluidos los musulmanes, pero que muchos musulmanes no consideran que el budismo es una religión. De la misma manera, algunos cristianos estrictos dicen que debido a que los budistas no aceptan la existencia de un ser autogénico permanente no son más que nihilistas.
Una vez cuando visité el Canadá, varios manifestantes cristianos portaban pancartas que decían que no tenían nada personal contra mí, pero que filosóficamente yo era un hereje. En Suecia, al salir de mi auto un día me encontré a un hombre con un cartel. Junté las palmas en un gesto de saludo y él hizo lo mismo. Un periodista tomó una foto, que apareció en el periódico al día siguiente, celebrando que tanto el manifestante que protestaba como el individuo objeto de la protesta intercambiaran muestras de respeto mutuo. Así es como en verdad debería ser, ¡aunque tengo que reconocer que yo no había notado que él estaba protestando contra mis puntos de vista!
Ciertamente, desde el punto de vista de las religiones que afirman la existencia de un Dios creador, el budismo tiene una filosofía de la desestimación, vista en su negación de un Dios creador, así como una filosofía de la exageración, vista en su afirmación de vidas anteriores y futuras. A la inversa, desde un punto de vista budista, las religiones que afirman la existencia de un Dios creador, tienen una filosofía de la exageración, así como una filosofía de la desestimación debido a su negación de la causa y el efecto del karma en el transcurso de incontables vidas.
No obstante, los budistas deben reconocer que para algunas personas la afirmación de un Dios que creó todas las cosas inspira un profundo sentimiento de intimidad con la deidad y les lleva a aceptar que deben comportarse conforme a la perspectiva de Dios. ¿Cuál es la perspectiva de Dios? Amar a todos, ayudar a los demás, ser altruistas. Por ejemplo, el islam pone un tremendo énfasis en ayudar a los demás, especialmente a los...

Índice

  1. Cover Page
  2. Copyright Page
  3. Índice
  4. Prefacio
  5. 1. Un libro acerca de la iluminación
  6. 2. Religiones comparadas
  7. 3. La estructura budista
  8. 4. La práctica del budismo
  9. 5. Conocer la preparación de un maestro
  10. 6. El budismo en la India y el Tíbet
  11. Nivel inicial de la práctica
  12. Nivel intermedio de la práctica
  13. Nivel superior de la práctica
  14. Lecturas escogidas