HUIDOBRO Y PARRA: DOS GENERACIONES DE ANTIPOETAS
Con la publicación de La Araucana de Alonso de Ercilla en 1569-1589, se inicia la larga y vasta tradición de la poesía en español que surge del Nuevo Mundo19. No obstante, después de este gran comienzo pasarían más de tres siglos antes que otra obra poética de tal relevancia emanara del país largo y angosto cuyos aborígenes Ercilla había celebrado en su poema épico, y que el mismo Cervantes ensalzara en su Don Quijote20. De hecho, sólo con la publicación de El Espejo de agua en 1916 y de Altazor en 1931, libros monumentales de Vicente Huidobro, Chile alcanzó el sitial más alto de Latinoamérica en términos poéticos. Como «Poeta / Anti poeta» y «antipoeta y mago», Huidobro decretó en sus «Manifiestos» que «EL GRAN PELIGRO DEL POEMA ES LO POÉTICO (…). No agreguéis poesía a lo que ya la tiene sin necesidad de vosotros. La miel sobre la miel da asco»21. En su «antipoesía» Huidobro reemplaza «lo poético» con su «Gimnasia astral para las lenguas entumecidas»; para este chileno, el antipoeta es «un pequeño Dios» que crea su propio mundo («todo lo que dice es por él inventado / Cosas que pasan fuera del mundo cotidiano»). Como una «Manicura de la lengua», el antipoeta no emplea demasiadas palabras descriptivas, desde que «el adjetivo, cuando no da vida, mata»22. En Altazor, Huidobro hace de su teoría del creacionismo un programa para invertir el orden natural del universo, un programa que incluso aparece en «Arte poética» dónde había declarado en 1916 que el poeta verdadero «Inventa mundos nuevos y cuida [su] palabra». En vez de imitar la naturaleza y plagiar a Dios, Huidobro juega «fuera del tiempo» y pone en órbita su propio sistema planetario, en lo cual «el árbol se posará sobre la tórtola» y «la flor se comerá a la abeja», al revés del orden de este mundo23.
Aunque Huidobro concibió el primer programa para una nueva poesía, en contra de la «Poesía poética de poético poeta», el suyo no es el único aporte al desarrollo de la poesía chilena de la década de 1920 del siglo pasado. Esa época también fue testigo de un vasto y vital reguero de metáforas que fluían de la imaginación del poeta chileno Pablo Neruda. No sorprende que la aparición de Neruda en la escena iniciara una seguidilla de rencillas, envidias y conflictos entre las dos personalidades volcánicas de estos poetas y que más tarde alcanzaría a Pablo de Rokha, otro poeta chileno de la época. Por 1938, irrumpe la voz potente de Nicanor Parra, quien se alínea con Huidobro en contra de Neruda y de Rokha. Diez años después, Parra se denominó un antipoeta y rechazó el elenco nerudiano de mil vertiginosos adjetivos que, como había dicho Huidobro, podía matar la poesía24. Para Huidobro ser un antipoeta significaba en un sentido el rechazo a la poesía de todos los otros poetas. Su declaración en Altazor, que él fue «el único cantor de este siglo», implica en parte una negación de la cornucopia de imágenes naturales de Neruda25. A pesar de la aserción de Huidobro, el Adán de la poesía chilena, su muerte prematura en 1948 relegó al olvido su obra antipoética que sucumbió al diluvio de metáforas, innegablemente imaginativas, de Neruda. Sin embargo, el mismo Huidobro ya había creado un sinfín de metáforas propias en su Canto V de Altazor, con su caleidoscopio de imágenes transformadas del molino, del arcoíris, de la tumba, del mar, de la aviación y del cielo, entre tantas otras. Además, en 1954, con la publicación de Poemas y antipoemas de Parra, que evita la verborrea de Neruda, este segundo antipoeta rescata el lugar de Huidobro en el canon poético chileno26.
Las opiniones de Parra con respecto a Huidobro y los conceptos del antipoeta y de la antipoesía son complejas e incluso algo contradictorias27. Una vez Parra confesó que «Fue Vicente Huidobro el que me colgó ese sambenito del antipoemista»28. Por otro lado, en la sección LXI de «Also Sprach Altazor» de sus Discursos de sobremesa, Parra confiesa que percatarse que Huidobro fue un antipoeta fue sorprendente para él: «Yo tenía entendido / Que el inventor de la antipoesía / Había sido otro», sugiriendo que él mismo la había inventado. Con ironía, esta sección concluye con la advertencia al lector que en cuanto a la antipoesía no se debe creer al periódico El Mercurio, que «miente», ni a Parra, ni al crítico literario, Ignacio Valente29. En el día 10 de enero de 1993, el centenario del nacimiento de Huidobro y casi 40 años después de la publicación de Poemas y antipoemas, Parra reconoció ampliamente la influencia del gran Creacionista en su propia antipoesía. En esta ocasión Parra dio un discurso-antipoema de 84 secciones, con el título de «Also Sprach Altazor», un juego de palabras con el título del libro de Nietzsche, Also Sprach Zarathustra. Este discurso-antipoema evalúa la contribución de Huidobro a las letras chilenas y a la expresividad, y revela la presencia permanente del primer gran escritor moderno de Chile en la obra de su «discípulo», el término que Parra emplea para describir su relación con «el antipoeta y mago» de la época entre las dos guerras mundiales:
Que sin el maestro no hubiera sido posible el discípulo
Prácticamente todo lo aprendí de Huidobro
Gracias
Incluidas algunas malas costumbres
Ésa es la verdad de las cosas
Las fallas del discípulo no se explican
Sin las genialidades del maestro30.
En el año 1840, Alexis de Tocqueville, el perspicaz observador francés, usó la palabra «antipoético» para referirse a la vida mezquina e insípida de los Estados Unidos. A pesar de las connotaciones del término «antipoético», de Tocqueville pudo detectar «algo» en la vida de Estados Unidos que está lleno de poesía y que constituye el nervio escondido que da vigor al armazón\31. Asimismo de Tocqueville predijo que «Jamás debe esperarse que en los pueblos democráticos la poesía viva de leyendas, que se alimente con tradiciones y antiguos recuerdos, que pretenda volver á poblar el universo de seres sobrenaturales, en que ni los poetas ni los lectores creen…»32. Sin embargo, temió
que la poesía de los pueblos democráticos se muestre tímida, ni que se humille en extremo; pues más bien recelo que se perderá a cada instante en las nubes, acabando por pintar regiones enteramente imaginarias. Temo sí, que las de los poetas democráticos ofrezcan frecuentemente imágenes inmensas é incoherentes, pinturas sobrecargadas, conjuntos extravagantes, y, que los seres fantásticos salidos de su espíritu hagan recordar algunas veces con sentimiento el mundo real33.
Mientras Huidobro creó un poema con extrañas creaciones —que según él «no es realista sino humano. No es realista, pero se hace realidad»34— y Neruda y de Rokha crearon «conjuntos extravagantes», Parra permaneció más apegado a la vida cotidiana en su sátira de nuestras debilidades e hipocresías. Aunque hay bastantes diferencias entre los conceptos antipoéticos y sus prácticas en las obras de Huidobro y Parra, existen varios puntos de intersección donde comparten perspectivas y formas de expresión muy similares.
Estudiar los antipoemas de Parra es volver a visitar necesariamente la obra de Huidobro y entender el impacto del «maestro» en el «discípulo». Como partidario de la obra de Huidobro, Parra aprecia su buen sentido del humor y da un ejemplo sacado de un poema de su precursor: «Hay que resucitar las lenguas / Con sonoras risas»35. En «Also Sprach Altazor», Parra sugiere que concuerda con Huidobro y declara que «Es un error muy grande / Tomar el mundo en serio / La verdadera seriedad es cómica»36. Pero en su antipoesía Parra, el discípulo, es fiel a su propia concepción. En vez de invertir, como Huidobro, la naturaleza y el orden de las palabras y las imágenes (por ejemplo, «Rotundo como el unipacio y el espaverso»)37, Parra, más a menudo, retrata y satiriza los absurdos de la vida que le ha tocado ver y escuchar:
Tumbas que parecéis fuentes de soda …
Dícese que el cadáver es sagrado
Pero todos se burlan de los muertos.
¡Con qué objeto los ponen en hileras
Como si fueran latas de sardinas!38
Asimismo, Parra deja en claro en la primera sección de «Also Sprach Altazor» que sin Huidobro la poesía chilena se habría reducido a los sonetos y las odas elementales de Pablo Neruda y los gemidos de Pablo de Rokha. El aporte de estos dos, agrega, no puede compararse con las inversiones de la realidad objetiva de Huidobro. Como físico, Parra disfruta de las paradojas. Más que por la imitación del mundo natural de Neruda y de Rokha, se siente atraído por la imagen de «Un caballo que se va agrandando a medida que se aleja» de Huidobro, como señala en la sección LVIII de «Also Sprach Altazor» donde dice: «Recuerda a ese caballo / Que se agranda a medida que se aleja»39. Es probable que, como físico, Parra también se haya interesado por las imágenes creacionistas en Altazor y en un poema como «Relatividad de la primavera» con su conjunto de tres imágenes: «Primavera relativa arco de triunfo sobre mis pestañas»40. Las paradojas y la relatividad en Huidobro reflejan la influencia de la ciencia del siglo veinte en el creacionismo y en la práctica de la antipoesía de Parra, que de hecho frecuentemente observa el mundo real desde una perspectiva paradojal y relativa.
En una entrevista de 1938, Huidobro declaró que «la poesía contemporánea empieza conmigo»41. En 1962, Parra replicó a Huidobro con su propia declaración en Versos de salón que señala «la poesía terminó conmigo»42. Si Huidobro podía ser juguetón en Altazor, donde, por ejemplo, los ríos y las selvas le preguntan «¿Qué tal cómo está Ud.?» Parra entrega respuestas chistosas como en la «Test», dónde a la pregunta «¿Qué es un antipoeta?» responde con una pregunta: «Un poeta que duerme en una silla?»43. Además en «Cartas del poeta que duerme en una silla» da otro ejemplo del sentido del humor cuando el hablante dice: «Me da sueño leer mis poesías / Y sin embargo fueron escritas con sangre»44. En «Homenaje a Huidobro», Parra evoca otro ejemplo del sentido del humor de su predecesor y alude a su Pr...