La guerra de los lugares
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La guerra de los lugares

La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas

Raquel Rolnik, Ana Laura Granero

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  1. 362 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (adapté aux mobiles)
  4. Disponible sur iOS et Android
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La guerra de los lugares

La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas

Raquel Rolnik, Ana Laura Granero

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À propos de ce livre

A inicios de la década de los noventa, el Banco Mundial anunciaba un giro en el campo de su política habitacional. El nuevo modelo implicaba la renuncia de los gobierno a su papel de proveedores de vivienda de costo accesible, para convertirse en facilitadores de la iniciativa privada.Era el fin de una época en que, especialmente en América Latina, el Estado llevaba adelante una política pública en que la vivienda era considerada un bien social, un medio para construir una sociedad más justa. Se inauguraba, entonces, la época de la mercantilización de la vivienda, marcada por el choque dramático entre los derechos y el afán de lucro.

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Informations

Année
2019
ISBN
9789560011770
© LOM ediciones
Primera edición, noviembre 2017

Impreso en 1000 ejemplares

ISBN impreso: 978-956-00-1009-4
ISBN digital: 978-956-00-1009-4

Título original: Guerra dos Lugares
Edición original por Boitempo (Brasil)
© 2015, Raquel Rolnik
© 2015, original edition edited by Boitempo (Brazil)

Edición y maquetación
LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago
Teléfono: (56-2) 28606800
[email protected] | www.lom.cl

Diseño de Colección: Estelí Slachevsky Aguilera
Registro: 310.017
Tipografía: Karmina

Impreso en los talleres de LOM
Miguel de Atero 2888, Quinta Normal
Impreso en Santiago de Chile

Este libro se publicó con el apoyo a la traducción de FAPESP a través del proceso n° 2016/06530-0.
A los maestros Gabriel Bolaffi, Lúcio Kowarick,
Warren Dean y David Harvey.
Para Teresa y Eugenia, las dos puntas
del lazo de fuerza y amor que une a las Rolnik.

Presentación

«¿Cómo se atreve esta mujer brasileña a venir aquí a evaluar la política habitacional del Reino Unido?». Con estas palabras reaccionaron los miembros del Partido Conservador británico, en el poder desde 2010, cuando presenté mis observaciones como relatora especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Derecho a la Vivienda Adecuada, al finalizar mi visita oficial a aquel país en el año 20131.
Mi visita al Reino Unido tuvo lugar cuando se cuestionaba y rechazaba una de las propuestas del programa de gobierno para la austeridad fiscal y la reforma del sistema de welfare [bienestar social]. Bajo el pretexto de ajustar el stock disponible de vivienda pública de alquiler al tamaño de las familias, la medida popularmente conocida como bedroomtax [tasa de habitación] aplicaba un recorte en los subsidios de alquiler (housingbenefits) para individuos en edad activa moradores de casas o departamentos de esa categoría que tuvieran «habitaciones demás»2. La reacción provino, en su mayoría, de aquellos que se habían visto directamente afectados por los recortes y que ya se organizaban en movimientos locales y se articulaban a nivel regional y nacional con el fin de oponerse y luchar para que fuera suprimida. Provino también de los líderes de partidos de la oposición y de otros movimientos que estaban en contra de la desarticulación progresiva de la política de bienestar social británica, así como de algunos sectores de la prensa. La presencia de un relator de la ONU dedicada al tema de la vivienda desde el punto de vista de los derechos humanos le iba como un guante a la campaña anti-bedroomtax: entre los afectados se encontraban individuos y familias que vivían situaciones límite. Eran los más pobres, enfermos mentales, locos, personas con deficiencia física, que con esa política perderían la estabilidad, la seguridad y la garantía de una vida digna que el sistema público de bienestar les proporcionaba.
Hasta el momento de su concreción, la visita de la relatora de la ONU al país era vista por el gobierno como un mero ritual diplomático necesario para reafirmar su colaboración con el sistema de derechos humanos de la ONU. Ante el impacto inesperado, la reacción del Partido Conservador fue descalificar a la relatora, cuestionando su autoridad e intentando caracterizar la visita como una suerte de instrumentalización del sistema ONU por parte de los partidos de oposición. En verdad, esta sería la táctica utilizada por el gobierno para enfrentar a cualquier relator que escuchara y se hiciera eco de las voces de quienes estaban sufriendo retrocesos en políticas que se ocupaban de su derecho a la vivienda, ya que las posibilidades de cambio para casas o departamentos más pequeños casi nunca existían o implicaban el desarraigo de las personas de los territorios donde habían construido sus proyectos de existencia. Por entonces –pasados ya algunos meses de la implementación de la política–, la mayoría de los afectados luchaba por permanecer donde estaba a pesar de los recortes en sus housing benefits, lo que acarreaba un empeoramiento de sus condiciones de vida, como alimentación, salud, calefacción, etcétera.
Sin embargo, la reacción de los conservadores británicos no era únicamente contra una relatora de la ONU que criticaba una política del gobierno, sino contra una «mujer brasileña» que, proveniente de un país «subdesarrollado», que se caracteriza por la existencia de favelas y otras modalidades habitacionales degradantes, tenía la osadía de afirmar que las reformas recientes en el sistema británico de apoyo a la vivienda social implicaban un retroceso y violaban el derecho a la vivienda de los destinatarios. La operación de descalificación que tuvo lugar, orquestada principalmente desde el campo mediático, pondría en evidencia el trastorno que mi visita ocasionaba.
Para empezar, una expert en vivienda proveniente de la periferia del mundo no debería salir de su lugar –sea cual sea el pensamiento y la acción abocados a superar lo que desde el Norte Occidental, el «centro del mundo», se define como incompletud o atraso del proyecto modernizador de la sociedad y del territorio «de los países del Sur»–. Inmersos en la geopolítica de la división internacional del trabajo de producción del conocimiento, los teóricos y los creadores de políticas del «Tercer Mundo» o «mundo no desarrollado» deben restringirse a sus propios contextos. Sometidos a la lógica dominante del desarrollismo, esos contextos no son considerados formaciones sociales y políticas singulares, sino ejemplos de la falla y de la incompletud de proyectos de construcción de los Estados nación que deberían reproducir3.
En segundo lugar, en la geopolítica del sistema mismo de derechos humanos, los países europeos, en términos generales, son reconocidos como aquellos que mejor incorporan esa dimensión en sus políticas, asegurando las libertades civiles y políticas y sistemas más o menos universalizados de garantías sociales, mientras que los del «Tercer Mundo» son, en general, los que concentran las más graves violaciones. En el área específica de los derechos económicos, sociales y culturales, defendidos principalmente por países no desarrollados, la disputa en el campo diplomático gira en torno de la cooperación internacional, o sea, de la demanda para la transferencia de recursos de los países ricos a los países pobres para que estos promuevan el desarrollo económico y social de sus territorios y poblaciones, rompiendo así con su «atraso». Reside ahí, por lo tanto, no sólo un refuerzo mimético, sino también una identificación de las condiciones más precarias desde el punto de vista de esos derechos con el llamado «mundo subdesarrollado». Pocas veces la falta de respeto al derecho a la vivienda en el centro económico del mundo –América del Norte, Europa y Japón– fue una pauta relevante para el CDH; la denuncia permanente de las condiciones de vida de los gitanos en toda Europa es una excepción en este sentido.
Al observar violaciones en el campo del derecho a la vivienda, mi visita al Reino Unido (la última realizada durante mi mandato), así como la que hice a los Estados Unidos (una de las primeras), producía, también en este campo, un trastorno.
Al contrario de lo que pensaba el Partido Conservador británico, mi visita al Reino Unido no estuvo motivada por la campaña anti-bedroomtax, sino por una hipótesis de investigación, formulada a lo largo de los seis años de mi cargo como relatora. Esta hipótesis se convirtió en una base para la construcción de una narrativa a gran escala sobre los procesos de transformación de las direcciones y sentidos de las políticas habitacionales que se están desarrollando en el mundo.
Apenas había asumido el mandato junto al CDH, cuando los efectos de la ...

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