Avenida de Mayo
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Avenida de Mayo

Silvio Mattoni

  1. 60 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (adapté aux mobiles)
  4. Disponible sur iOS et Android
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Avenida de Mayo

Silvio Mattoni

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À propos de ce livre

Los poemas de Avenida de Mayo impactan por "la creación de una poesía del lazo que va anudando, cosiendo, las palabras a las cosas, aunque sea por un breve instante, sacándolas de su muda indiferencia" (fragmento del prólogo escrito por Alberto Rodriguez Maiztegui)."En Avenida de Mayo, la poesía se despliega como una investigación en torno a algo que rodea lo que hay y que es, propiamente hablando, lo que no está, o lo que está sin estar: hálito, aliento, aire o psique, ese algo circula entre los cuerpos, entre los seres, y les da no un aura, pero tal vez un borde que permite, efímeramente, retratarlos en poema. Y al mismo tiempo, eso es intangible, es indiscernible, es imposible de localizar. De allí el movimiento circular de algunos poemas y su aire casi melancólico (Anahí Mallol en Revista Otra Parte).

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Informations

Année
2020
ISBN
9789871959068
Édition
1
Sous-sujet
Poetry

Al mar

“¡Al mar! ¡Al mar!”, siempre vuelve a empezar
nuestro hablante de ochenta centímetros,
que se acuerda cada día de los traumas
diminutos de un viaje de más de mil kilómetros.
Salimos entusiastas a cruzar grandes ríos
a través de la llanura en el moderno
monovolumen para cuatro niños, y esperaba
en la frontera de dos pseudo-países
un obstáculo insalvable. Teníamos
que volver, faltaba un sello de exportación
para hijos requerido por los mucamos
de milicias burócratas. Así empezó
el coro de lamentos, aunque no era
para nada una tragedia, la expectativa
infantil no soporta ninguna frustración
que no parezca muerte. “¡Han matado
ahora mi esperanza”, decía la mayor
que dirigía el balance entre la estrofa
de reclamos e intentos de persuasión,
oraciones al cielo y a los celulares,
y la antistrofa de lágrimas y quejas.
Mejor retroceder todo el camino
y volver a salir que enfrentarse al recuerdo
de un mal inexorable. No cruzamos tres veces
el mismo río, aunque se llamaba siempre
“Paraná”, porque la inconsciente alegría
del primer paso se invirtió en apática
melancolía de un retorno no deseado,
y apenas si soñamos con la obstinación
del tercer cruce. Y no eran aguas que se abrieran
frente a la camioneta azul oscuro
rumbo a una tierra prometida, sino
la simple vacación de una vida doméstica
que esconde la visión de accidentales,
casi inimaginables peligros. Otra vez se elevaba
la vocecita que repetía todo, sus ficciones
aprendidas sin pausa, sin archivo futuro:
“¡A jugar con la arena, castillos, castillos!”


Una larga llanura y un gran río
que tras unas cañadas, lomas apenas,
abre paso a más ríos, flujos, corrientes
lentas de esteros, de riachos, ¿cómo
se describe, supersticiosamente,
este campito irrelevante hasta llegar
al otro cauce manso? Y más allá,
una pampa de nuevo que demora
el mar, hasta que al fin lo vemos, en la noche
de un extraño festejo de uruguayos
que dejaban velitas encendidas
en la arena o las mandaban flotando
a perderse en el agua, náufragas luminosas
entre una ola cuya espuma blanca
las reflejaba. Un día entero había pasado
desde nuestras montañas amigables
para llegar a conocer al gran señor
que nos miraba solemne y emitía
un susurro acompasado como diciendo:
“Soy el soplo que nunca se detiene
y hace romper los círculos de agua
siempre salado y hablo en los residuos
que pulverizo, en la arena infinita
antes de que una huella se soñara
dejándose impresa…” Y nosotros traducimos
desde la parte de adelante a los asientos
de los más chicos y los no tan chicos:
“¡Saluden al mar, saluden al mar!”
Y al menos de uno casi podríamos
asegurar que ese saludo, la impresión
de su primera vista marina, no quedará
en forma de recuerdo, será un cuento
que sus padres y hermanas le repetirán
hasta que sea una fe, una aventura
de la alegría olvidada. ¿Pero quién
le quitará esa risa y ese grito
ante el rumor inmenso y las franjas clarísimas
contra el fondo escondido, inalcanzable
de la cosa más grande que la tierra
es capaz de contener? Aunque sea un lugar
como cualquier otro, sopla en la cara
de todos los que hablamos su ráfaga de nada,
porque estamos perdidos sin un juego.
Al otro día, con la seriedad del caso,
nos presentaremos a darle la mano, mar,
a mojarnos la única, siempre la misma
vez en la vida, con la ola en la playa
de la repetición sin permanencia.


Parecen ya mujeres pero son
nenas aún en el impulso de tocar
ola tras ola, mojarse enteras, hundirse
en la espuma desprolija. Apenas un segundo
les dice con un gesto que serán miradas
o querrán serlo, pero no en esta playa
de juego sin cesar. No verás otra vez,
movido margen de un océano metálico,
su alegría desprovista de precauciones,
sus cuerpos ya crecidos que se doblan
y resisten la marea más que una silueta
autoconsciente y vanidosa. Mientras al lado
de mi toalla, donde creo que estoy
pero me pierdo, hacen pozos y torres
en un círculo de arena humedecida
los niños decididamente menores.
A la distancia, mar, les prestás la materia
de construcción, aunque el final deba hacerse
con toques de agua traída en baldecitos
que adornan de burbujas el foso alrededor
de las almenas. Y también les das
tu ejemplo de soberana indiferencia
que el más chico no deja de asumir
al pisar cada torre, sepultar cada pozo
en un rapto que arrasa el resultado
de un largo rato. ¿Será tu soplo, brisa
marina de la tarde, lo que impulsa
destrucciones inocentes, sueños de fuga
mirando a los que nadan y surfean
y olvidándose de los pescadores
que al borde de la noche trabajaron
con tu hermana del alba? Una vez lisa
la superficie de nuestro descontento,
se arma una nueva hilera de cilindros
que no sorprenderán si su apariencia
de solidez esconde un destino efímero.


Y la hermana más cercana todavía quiere
acompañar los pasos vacilantes del nene
sobre la arena, donde le enseña cómo
recoger caracoles, almejas, asombrarse
ante un pescado muerto y su ojo vítreo
que no mira la tarde. ¿En qué palabra
se unieron las frituras sabrosas que le damos
para que pruebe y la cabeza inerte
en manos de las olas carroñeras?
También corren los dos juntos en el día
nublado por la antigua fortaleza
de piedr...

Table des matières

  1. La desconocida
  2. Número
  3. Al revés
  4. Paso inseguro
  5. A casa no
  6. Persecución
  7. Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo
  8. Salve
  9. Fragmento órfico
  10. Esto no es una banana
  11. Al mar
  12. Epílogo
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APA 6 Citation

Mattoni, S. (2020). Avenida de mayo (1st ed.). Editorial Nudista. Retrieved from https://www.perlego.com/book/1915845/avenida-de-mayo-pdf (Original work published 2020)

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Mattoni, Silvio. (2020) 2020. Avenida de Mayo. 1st ed. Editorial Nudista. https://www.perlego.com/book/1915845/avenida-de-mayo-pdf.

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Mattoni, S. (2020) Avenida de mayo. 1st edn. Editorial Nudista. Available at: https://www.perlego.com/book/1915845/avenida-de-mayo-pdf (Accessed: 15 October 2022).

MLA 7 Citation

Mattoni, Silvio. Avenida de Mayo. 1st ed. Editorial Nudista, 2020. Web. 15 Oct. 2022.